CALEIDOSCOPIO
MARÍA DE LOS DOLORES MORALES
“Ridícula minoría” se apropia la riqueza nacional
Ni para dónde hacerse: el panorama es más que desolador. Nos encontramos ante la encrucijada existencial que busca poner a prueba a este núcleo generacional que sufre una orfandad insalvable. Día con día, minuto a minuto, a una noticia infausta se le va concatenando la una a la otra, poniendo a prueba el asombro que mengua nuestra fortaleza. No encontramos respuestas, pero sí todas las preguntas, todos los reclamos. ¿cómo hemos llegado a este nivel de descomposición social? ¿cómo perdimos la brújula? ¿qué hemos hecho de nuestro querido país?.
La desesperanza y el desencanto nos invaden. ¿Dónde quedó nuestro pasado glorioso?. Monumentos lo atestiguan; pero los hechos lo refutan. Hoy somos presas potenciales de un “fuego cruzado”, o de un posible “daño colateral”, o somos blanco de extorsión en sus refinadas modalidades. Nos han hipotecado el futuro. No somos dueños de nuestro destino. Vivimos a merced del hampa, que muestra su organización ante un gobierno que ha perdido el control de su territorio.
El deterioro de la vida nacional permea en todos los ámbitos, amenazando con romper el frágil equilibrio. Estamos al borde del caos. Hemos sido cómplices al permitir el abuso de la oligarquía, que sumado al clima de inseguridad han hecho una verdadera pesadilla nuestro diario acontecer.
Debemos Cerrar el paso a cualquier intento de modificación a la Ley Federal del Trabajo, que sólo busca conculcar los derechos de los trabajadores. No debemos seguir permitiendo la proliferación del outsourcing que solapa una flagrante explotación en beneficio de patrones intermediarios, que ante la complaciente autoridad vienen haciendo más ancha la brecha entre pobres y ricos.
Una realidad apabullante es la economía en declive para las grandes mayorías, siendo que una selecta minoría, ha visto acrecentar su fortuna en un escandaloso 39 por ciento en el período 2004 al 2008; concentrando ingresos por 439 mil 597 millones de dólares, según datos del Banco Mundial, acaparando el 41.3 por ciento de la renta total nacional, contrastando con que la población más pobre, sólo recibe el 1.2 por ciento. Escalofriantes datos publicados el pasado 21 de abril.
El reporte fue presentado en el marco de la reunión de primavera del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Esta vergonzosa concentración de la riqueza se traduce en una realidad apocalíptica circundante, donde todo a nuestro alrededor es el escaparate del subempleo, de el intento de sobrevivencia, siendo el tianguis el sello de la cotidianidad. Donde lo hecho en México pasó a ser lo made in China.
De capa caída, con la moral por los suelos, ante la aplastante realidad, donde los hechos echan por tierra los discursos halagüeños de una recuperación económica que no llega a los bolsillos de una población demandante de un sistema económico más equitativo. Y todavía, para acabarla de amolar, el vía crucis por el que atraviesa la población, se ve aún más acuciante ante el clima de violencia, que le mantiene en constante zozobra, mermando su aspiración a la felicidad.
¿Qué habremos hecho mal? ¿Cómo perdimos el rumbo? Nos han secuestrado el país, nos han arrebatado la tranquilidad. Lo sucedido en Monterrey, donde con lujo de violencia fue allanado un hotel cinco estrellas, llevándose a cuatro huéspedes y dos empleados a las tres de la mañana, raya en lo inaudito. Lo acontecido en Cuernavaca, es una radiografía del clima de indefensión en que nos encontramos. Semanas antes lo ocurrido en Creel Chihuahua debió de haber despertado en nosotros un sentimiento de indignación y rechazo al grado de pérdida de control de las autoridades sobre el territorio nacional. Parece que hemos perdido nuestra capacidad de asombro, siendo sólo espectadores de algo tan preocupante.
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