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Educación y pensamiento
Ernesto Martinchuk
Uno de los nuevos instrumentos de la geopolítica son los medios de comunicación. Esos medios que marcan la agenda en toda la región. De esta forma, uno de los temas más significativos que hoy se debe abordar es las leyes de medios de comunicación en nuestra Suramérica. La primera pregunta es ¿por qué no podemos ver nuestros canales nacionales a nivel regional, y llamativamente tenemos las señales de las televisoras estatales de España, Italia, Francia o Alemania, y también las señales de CNN y la BBC? Esto se debe a que tenemos un problema que tiene que ver con la política, la cultura y la educación.
Suramérica tiene que pensar en esto, porque tiene que ver con la educación y con la comunicación como instrumento de la integración. No debemos olvidar que los procesos de transformación de la historia de la humanidad los hacen los poderosos y nunca los marginados.
BBC de Londres
Los medios masivos han demonizado los procesos de liberación que han abordado nuestros estados nacionales, procesos que no son demonio sino que han sido presentados así justamente por el poder y el ejercicio de la palabra realizada a través de los monopolios mediáticos.
Estamos en la sociedad del conocimiento, la cual es una expresión neoliberal, pero es correcta. Pero la lucha debe ser del conocimiento autónomo y autóctono. Y nos cabe esta pregunta los periodistas en el país y la región ¿están preparados para esta nueva etapa? Lo interesante es que las pequeñas experiencias que tenemos hasta ahora muestran un entusiasmo, una vibración de los docentes y los estudiantes cuando descubren que construir el saber no es lo que aprendieron en la Universidad tradicional, que en el caso del periodismo nos brinda mucha teoría y poca práctica real.
Esta tarea le corresponde al Estado, ya que en este nuevo siglo el Estado debe asumir cabalmente su función como herramienta de socialización de los bienes. Esta función es de responsabilidad común a todos los estados nacionales sudamericanos.
Conformando una nueva entidad pública regional
“Nadie educa a nadie”, decía Paulo Freire; las personas tampoco se educan a si mismas, nosotros nos educamos en comunión mediatizados por el mundo. No mediatizados por el currículum, por la escuela, el maestro, sino por una lectura crítica del mundo. El sacar de las mentes de los estudiantes lo que pusieron en éstas. La pedagogía del oprimido es la pedagogía desde la perspectiva, desde la mirada del mismo. No es “para” el oprimido, porque “nadie libera a nadie…”
El colonialismo produce impotencia y desazón. Su efecto más perverso es que induce en el conquistado la resignación a que su libertad haya sido cercenada, tal vez para siempre, y que, para continuar existiendo, deba inevitablemente darse por vencido y aceptar, repetir aquello que le imponen sus opresores. La secuencia dramáticamente es tan atroz que el conquistado termina considerando al pensamiento impuesto como propio, y la obstrucción a su libertad como parte del camino que lo llevará al mejoramiento de su vida.
Desandar esos pasos, romper con esos tortuosos vínculos, puede parecer un salto al vacío, una aventura sin destino, una especie de suicidio intelectual y moral. No obstante, ninguna generación humana puede renunciar a su derecho a crear, a su derecho a imaginar y a proyectar su propia vida, so pena de convertirse en conformista reproductor de todo lo que en verdad le produzca un auténtico malestar cultural: La frustración, el desarraigo, la pérdida de objetivos y el olvido de los sueños que padecen muchos jóvenes en nuestras dolidas sociedades aún el día de hoy no tienen otro origen ni otra razón de ser que la ruptura de los vínculos con nuestra realidad, la de sociedades oprimidas, empobrecidas, construidas sobre la desigualdad, la exclusión y la desmemoria, pero también dotadas de la energía, la voluntad y la esperanza de ser capaces de remontar su odiosa condición de sometimiento.
Para evaluar los daños infligidos en nuestra capacidad de pensar, deberíamos comenzar por establecer un índice de “desaprendizaje”, lo que significaría comprender los alcances del cercenamiento de la identidad, de la memoria, de la voluntad, del proyecto de futuro en los egresados del sistema educativo en las generaciones del neoliberalismo. Algo muy profundo se ha perdido en las últimas décadas y es el momento para comenzar a procesar la reversión de esa pérdida, porque de no hacerlo, corremos el riesgo de que en pocos años nos quedemos sin instrumentos de conocimiento que nos permitan echar mano de nuestras reservas estratégicas para salvar nuestros saberes tradicionales, los principios y valores en que se han fundado la existencia de comunidades, el uso no destructivo de los recursos naturales, sociales y estratégicos de nuestros países.
Debemos tener la capacidad de volver a convertir los conceptos y categorías impuestos en las últimas décadas en referencias secundarias, recogiendo la enorme tradición intelectual y cultural que han hecho de Suramérica la región de mayor riqueza histórica viva del mundo.
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