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Edición 295

RETOBOS EMPLUMADOS
PINO PÁEZ
(Exclusivo para Voces del Periodista)


Ya pintaban antes del brochazo


En no muy infrecuentes ocasiones, ser de “izquierda” a la diestra reditúa recompensas al socaire de comillas: aviadurías de quincenal y opíparo aterrizaje, puestecitos, cargos, cargotes y  encarguitos… pa’echarse a cuestas el presupuesto, a cambio de “institucionalizarse”, de no hacer olas distintas al salivario, de mantener el statu quo, o elestatequieto colectivo, sin más trifulca que riñas de oropel en el parlamiento o en arengar de ágoras en donde, más que amalgamar indignaciones, se sujeta la protesta en el ardid del desahogo…

Doña Chayo
Doña Chayo

En síntesis, el chiste sin gracia pero redituable para esta “izquierda”… consiste en aparentar enojos y apretar secretitos a la derecha. La lista de quienes ya pintaban -antes del platinado temporal en el greñero- la “madurez” aquélla, diazordaciana, de que ser comunista a los 20 es natural, serlo después de los 30 es estupidez y en la senectud: senilidad o insania de carcamán… no cabría ni en la sección amarilla, la nomenclatura de “maduritos”, “madurones” y “madurotes” He aquí una ceñidísima brochita-abrochadita de los que ya pintarrajeaban su llegar a ser con otro colorido.

Doña Rosario, la de don Carlos y don Carlos bis

Desde su preterición sindicalista, desde su cuauhtemismo sin `penacho pero con hueso, desde su interinato en la defeña jefatura, desde su presidencia perredista… Rosario Robles Berlanga de veras que ya pintaba y no precisamente óleos ni murales.

En el lapso en que doña Rosario transitó alejada -relativamente- de los polaquianos meandros del osario, dedicó su “retiro” a “embellecer” rostros y rastros de maeses de La Grilla… hasta dejarlos tan “preciosos” como al exvirrey de los camotes. Asimismo, en su ínterin deshuesado, fue “actriz” y lectora de Monólogos de la vagina, exitosa pieza de la estadounidense Eve Ensler, con más representaciones que un candidato en campaña, en una obra que verificaron personas tan profesionalmente disímiles, verbigracia, Carmen Montejo, Tere Vale, Ofelia Guilmáin, Andrea Legarreta, Jane Fonda, Las Reinas Chulas, Whoopi  Goldberg…

Al frente del gobierno capitalino, doña Rosario sin cuentas aunque con cuentos, destinó del erario una cifra descomunal en su personalísima publicidá, a toda hora y en todos los canales comerciales aparecía y reaparecía, como surgida de la chistera de Mandrake y del sensacional Beto El Boticario. Doña Rosario y las cuentas no del gran capitán, sino de la gran capitana, al dejar las arcas más exhaustas y vacías que bolsillos de desempleado que -involuntariamente- se tienta y se rasca los pecados, a la pesca de un milagro.

En su calidad de presidenta del PRD,  la señora Robles se vinculó comercialmente, más allá de romanticones chismeríos de farándula, con Carlos Ahumada Kurtz, lo relacionó en suculentos negocitos con delegados, pese a los antecedentes públicos de su socio: un avión que don Carlos prestó a un jefe delegacional panista de apellido Zuno, tenía rastros de vuelo… de cocaína, nave por cierto atestada de armamento que a chirona condujo al delegado ya sin PAN; don Carlos, dueño entonces del León futbolero, retacó su estadio con gente armada, una especie de cuerpo paramilitar a su servicio. Don Carlos, en otras épocas estuvo preso por fraude. Y así doña Rosario lo conectó mercantilmente a su partido, mercantilmente a su presente, mercantilmente a su pasado. ¡Ah! que don Carlos tan reiterativo. ¡Ah! que don Carlos tan Ahumada. ¡Ah! que  doña Rosario tan Ahumada y tan quemada.

Doña Rosario y otro don Carlos: Salinas de Gortari, y el plan de los videos aquéllos, de los que seguramente ella estaba enterada: la fascistoide estratagema de don Bernardo, uno de los señores Gómez azcarraguianos, y don Diego, el que cae sin albur en la Punta del Diamante… cerrando la operación sin bisturí ni cirujano. ¡Qué de “dones” circundan a doña Rosario!

La “madura” doña Rosario, no de edad, de cambio extrahormonal, su alma ya no anda en pena, sino en Peña, con don Enriquito posa muy jocunda, muy Gioconda, el calcio la llama en llama ¿qué importa quemarse si el hueso en abanico el destino airea?

El señor Castañeda y el fogón de sus castañas

Desde su peculiar “comunismo” en el PCM y sus textos semanales en Proceso, Jorge G. Castañeda ya delineaba los trazos de su “madurado” devenir. No resultaron nada extrañas sus críticas al régimen cubano, y al venezolano, y al boliviano, y al ecuatoriano… y a todo ser o gobierno que despidiese antiimperial efluvio. Como su papá se hizo canciller, sin embargo, con un diferencial de lontananza.

Don Jorge G., es uno de los alimentadores nada nutritivos del patéticamente conocido y re-conocido “Comes y te vas”, que el señor Fox le recetara a su “invitado” Fidel Castro, a fin de que la presencia del presidente cubano no indigestara las botanitas de mucho pedigrí que se empacó míster Bush.

Castañeda Jr. negó y re-negó, juró y juramentó hasta el perjurio… que el “Comes y te vas” nunca fue emitido, que se trataba de una invención culinaria del líder isleño. Don Jorge y don Vicente acabaron émulos de Tartufo y Pinocho, en cuanto el presidente Castro divulgó la grabación con aquella frase de comida rápida, de aquel “lonchecito” forzosamente apresurado.

Cuando don Jorge y don Vicente ya eran ex… el señor Castañeda en una entrevista y programa radial de la W por entero a él destinado, dijo la obesidad textual de que  corrieron a Fidel castro porque “Nos caía muy gordo”.

De tal manera quiso sacar el señor Castañeda sus castañas del fogón, a puro arrojo y manotazo de gordura oral. En algún RETOBOS EMPLUMADOS se cronicó que el “Comes y te vas” fue un simbólico remake, un plagio a la letra y a la carta, una copia con todo y reverbero… que don Jorge y don Vicente extrajeron de Amado Nervo, cuando éste, por órdenes de Porfirio Díaz retransmitidas por Justo Sierra, pidió a Rubén Darío -invitado para las fiestas del centenario- que se aguantara un ratito en Veracruz, donde a diario lo agasajaría el virrey Teodoro Dehesa, nada más un tantito que se quedara el bardo nicaragüense en lo que se iba de la capital del país la comisión gringa para tal festejo. Y es que en el transcurso del viaje del rapsoda centroamericano, la Casa Blanca se encargó del derrocamiento del presidente de Nicaragua José Santos Celaya, de quien el poeta era embajador; no fuera a ser que los güeros se molestaran, no fuera hacer Washington una imperial respingada.

El autor de Azul se puso morado de coraje, rechazó “anclarse” un poquito en la brisa jarocha y, al partir, fue ovacionado por la población, que al gringuerío lanzó trompetillas aderezadas con sonoras evocaciones de Alvarado.

Madureces al azar, madureces al lazar

Sí, un anaquel de vademécums podría atiborrarse con los “madurados” seres: René Arce y hermanito, S.A.;  Ramón Sosamontes y su corazoncito también ahumado, Ángel Aguirre de osificado “arrepentir”; Arturo Núñez, homónimo del director orquestal, que no dirige músicos, pero sí músicas… y una carretera de etcéteras construida de osamenta; el señor Cue que ni cua-cua dijo de priista, de panista, de perredista, en multicolorado emblema que no dista Y el señor Rodríguez Prats, que si del PRI que si del PAN, que si de lo que caiga presupuestal.

Jorge Alcocer cuyo “comunismo” de algodón de azúcar, desde el Pece ya pesaba una liviandad nada kunderiana; subsecretario de Gobernación con el señor Labastida, cuando a la PFP dieron azufrino nacimiento, y luego su partidito, y luego su partidote, chirris y fugaz, pero con algodoneras tajadas del erario.

Y la señora García, doñAmalia de a corridito, legisladora que votó pro USA acerca del Hoyo de Dona sin rosca ni doble sentido, la pura entrega petrolera. La presidenta del PRD que puso de precandidato a la gubernatura veracruzana a Ignacio Morales Lechuga, exrector de la muy reaccionaria Escuela Libre de Derecho, procurador de “Justicia” a nivel defeño y federal, en la Ciudad de México propuso de subprocurador a Enrique Fuentes León, el abogado de Alejandro Braun, pudiente junior, violador y asesino de la niñita de seis años Merle Yuriria Mondáin Segura, crimen sin castigo ni Dostoyevski, vinculado Enrique Fuentes a Carlos Salinas y al cártel del Pacífico, e Ignacio Morales - en su era de notario- dándole el poder de su firma y de su guiño a Carlos Ahumada. Y doñAmalia después gobernadora zacatecana, que se le van, que se le salen, que se le escapan, ¡que se le pelan!, reos en tumulto. Y doñaAmlia de nuez parlamentaria con todo y cascarita sin futbol, pero con hartos viáticos y dietas sin nutriólogo.

En la usurpación salinera, varios de los que se automotejan de “izquierda” y votaron al son de don Carlos por la reforma al 27 constitucional, más a la derecha todavía que la de la tarascada alemanista. Acerca de CSG, Aguilar Camín -cuando aquél apenitas era ex, y la vox populi lo emparentaba con Santa Anna y el chupacabras-dijo en un comentario televiso con López Dóriga, que Salinas lo “engañó” cual doncella doblegada por la labia arrobadora de algún fauno, pues don Héctor sí creía en la pureza salinera… hasta que los hechos mostraron los deshechos, y el señor Camín perdió todo el carmín… desazonado de la canija carlanga realidá. Y compungido y a pujidos se tornó zedillista, alueguito, foxista, más tardecito calderonista, y ‘ora es cantautor de Peña sin peña pero con don Enriquito.

Y el señor Gorbachov que tras la caída de su propia zancadilla se tornó anunciador de MacDonalds, a fin de hamburguesar más trompicones y más panzones. Y Eldridge Cleaver que de Pantera Negra se tiñó de panterita rosa. Y, tras un cortito exilio, retornase al regazo del presidente Reagan -el mismito que persiguiera en su etapa de gobernador de California a los Black Panthers-, volvió sin  la cristiana frase de los sepulcros blanqueados, pero con su almita a lo Michael Jackson bien blanquita. Y Nathaniel Weyl, estadounidense y tan “marxista” como varios de acá y acullá… de su brevísima membresía en el Partido Comunista de EU, de un brincote se trasladó al fascismo, se constituyó en uno de los más fervientes voceros del apartheid, estuvo en contra de la miscegenación, esto es, de matrimonios de distinta raza, nada que oscureciera su “aria” lechosidad, cero negros, cero, indios, cero chinos, cero mestizos… gran cero, superlativo cero. Al sabio de Tréveris le destinó un mecanografichorreado titulón: ¿Marx racista?; con Johnny Martino -integrante de la mafia-, bajo consigna y patrocinio plutocrático, tecleó otro cuentote: Fidel Castro, autor intelectual de la muerte de John F. Kennedy. Míster Martino revelaría años después los pormenores de aquella estiradísima tartufada.

De veras que ya muchos pintaban… y no precisamente canas.

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