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Edición 307 | ||||
Escrito por Thierry Meyssan | ||||
Jueves, 18 de Julio de 2013 19:19 | ||||
AUNQUE SORPRENDIDO por la rapidez de los acontecimientos, Thierry Meyssan celebra la
destitución del gobierno de
Al cabo de cinco días de manifestaciones multitudinarias
que exigían la partida del presidente Morsi, el ejército egipcio destituyó
al mandatario y designó al presidente de Para
entender la importancia del acontecimiento se hace necesario resituarlo en su
contexto. Una
ola de agitación política se extendió por una parte del continente africano, y
posteriormente por el mundo árabe, a partir de la mitad de diciembre de
2010. Túnez y Egipto eran los países más sacudidos. El fenómeno se explica primeramente
por causas de fondo: Un cambio generacional y una crisis alimentaria. Si bien
el aspecto demográfico escapa al control humano, el aspecto económico fue
ampliamente provocado con pleno conocimiento de causa, primero en
2007-2008 y después en 2010. En
Túnez y Egipto, Estados Unidos había preparado el cambio de guardia con
nuevos líderes listos a prestar servicio reemplazando a los ya devaluados. El
Departamento de Estado había formado jóvenes revolucionarios como
reemplazo del poder establecido. Así que cuando Washington comprobó que sus
aliados se quedaban sin alternativas ante la calle, les ordenó dejar el lugar a
la oposición ya prefabricada. No
fue la calle sino Estados Unidos quien expulsó del poder a Ben Ali y al general
Hosni Mubarak. Y fue también Estados Unidos quien los reemplazó por No
cabe duda de que Washington había previsto los acontecimientos y que incluso
los guió, aunque algo parecido haya podido suceder en otros países, como en
Senegal o Costa de Marfil. Y
precisamente se producen entonces disturbios en Costa de Marfil, en
ocasión de la elección presidencial. Pero esos hechos nada tienen que ver en la
imaginación colectiva con la llamada Primavera árabe y se terminan con
una intervención militar francesa bajo mandato de Ya
instalada la inestabilidad en Túnez y Egipto, Francia y Reino Unido dieron
inicio al movimiento de desestabilización contra Libia y Siria, conforme a lo
previsto en el Tratado de Lancaster
House. Aunque realmente se produjeron en esos últimos países algunas
micro-manifestaciones en demanda de democracia, lo cierto es que los medios de
prensa occidentales se encargaron de exagerar su envergadura mientras que
fuerzas especiales occidentales se ocupaban de organizar disturbios con el
respaldo de cabecillas takfiristas. Recurriendo
a constantes manipulaciones, la operación de Costa de Marfil fue excluida
de En
definitiva, lo que caracteriza a
Esta
organización secreta, supuestamente antiimperialista, siempre ha estado bajo el
control político de Londres. Estaba representada en el equipo de Hillary
Clinton a través de la señora Huma Abedin, la esposa del dimitente congresista
sionista Anthony Weiner. La madre Huma Abedin -Saleha Abedin- dirige la rama
femenina mundial de Por
su parte, Qatar ha garantizado el financiamiento de las operaciones, ¡más de 15 mil millones de dólares
al año!, y la cobertura mediática de la cofradía, de la que se ha hecho
cargo el canal Al-Jazzera desde fines de 2005. Para terminar, Turquía ha
puesto el know how político proporcionando una serie de consejeros en
comunicación. En
Egipto, al igual que en Túnez y Libia, el gobierno de la Hermandad
Musulmana abrió la economía nacional al capitalismo liberal. Confirmó
además su complicidad con Israel a costa de los palestinos. Y trató de
imponer, en nombre del Corán, un orden moral que nunca ha existido en ese
libro. Las privatizaciones de la economía egipcia al mejor estilo de la señora Thatcher debían alcanzar su punto culminante con la venta del Canal de Suez, joya del país y esencial fuente de sus ingresos, que sería vendido a Qatar. Ante la resistencia de la sociedad egipcia, Doha financió un movimiento separatista en la región del Canal, siguiendo el modelo ya establecido por Estados Unido«Ante nuestra mirada» *Red Voltaire More articles by this author
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