El Power
Point, dios de la cultura audiovisual
MARCELO COLUSSI*
QUE EL DESARROLLO científico-técnico surgido en Europa y
luego expandido por todo el mundo en estos dos últimos siglos ha sido fabuloso
y cambió la historia de la humanidad de una manera sin precedentes, es
incontrastable.
Los cimientos intelectuales de ese cambio -la moderna
ciencia matemática que se mueve por conceptos- llegaron para quedarse, y su
impronta en la cultura humana ya no puede tener retrocesos.
En esa línea, entonces, son pensables descubrimientos,
inventos e innovaciones sin un límite preciso: ¿Se llegará a producir vida
artificial?, ¿a viajar en el tiempo?, ¿a acumular tanto poder destructivo como
para terminar con el sistema solar o la galaxia completa? Tal como se perfila
hoy el desarrollo de nuestra capacidad productiva, todo esto es pensable -¡y
posible!
Ahora
bien, despejemos rápidamente un espejismo: Cuando hablamos de un desarrollo
casi sin límites de la revolución científico-técnica moderna, debemos tener muy
claro dos cosas: a) que la misma está al servicio de la gran industria, del
gran capital, y b) justamente por lo anterior, sus beneficios no llegan a la
totalidad de los seres humanos.
Por
el contrario, si bien la potencialidad de la acción humana hoy por hoy podría
resolver de cuajo problemas que aún continúan siendo endémicos (el hambre,
muchas enfermedades, el trabajo forzado, muchas formas de los miedos más
primitivos), la realidad nos confronta con que los avances de las ciencias no
se reparten con equidad.
Hablando
de espejismos, entonces, cuando mencionamos el desarrollo de la tecnología
moderna, no olvidemos que una cuarta parte de la humanidad no dispone de
energía eléctrica, y un 20 por ciento no tiene acceso a servicios de agua
potable. Ni mencionemos ya que las dos primeras causas de muerte, pese a la
diosa-ciencia, siguen siendo el hambre y las diarreas. Y la tercera causa es la
violencia (dos muertos por minutos a nivel mundial por un arma de fuego, lo
cual lleva a preguntar entonces por el sentido del desarrollo tecnológico: ¿Sirve
para matarnos?, ¿para perpetuar injusticias que nos matan?)
Se
habla hoy con insistencia de la "era de las comunicaciones", pero
ante ello no debe dejar de recordarse que un tercio de la población del planeta
está a no menos de una hora de marcha del teléfono más próximo; y el Internet
apenas si lo usan un 10 por ciento de los habitantes del orbe (lo usan
-¿usamos?-, no olvidarlo, entre un 25 y un 30 por ciento de los casos, para
consultar pornografía.)
Los
seres humanos vivimos de espejismos, de ensoñaciones. Y la ciencia lo sabe. En
los albores de la psicología social, a principios del Siglo XX, ya Gustave Le
Bon lo anticipaba: "La masa no tiene conciencia de sus actos; quedan
abolidas ciertas facultades y puede ser llevada a un grado extremo de
exaltación. La multitud es extremadamente influenciable y crédula, y carece de
sentido crítico".
Y
todo el desarrollo de distintas ciencias sociales no hizo sino corroborar y
ampliar ese saber posteriormente; la sociología, la semiótica, la psicología de
la comunicación, lo saben y lo enseñan con claridad meridiana.
Pero
más aún lo saben los factores de poder. Si no, no sería posible el auge
impresionante y siempre creciente de los medios de comunicación de masas, uno
de los grandes y más notorios símbolos de la explosión científico-técnica del
siglo XX, siempre al servicio de los poderes opresores: "En la sociedad
tecnotrónica el rumbo lo marca la suma de apoyo individual de millones de
ciudadanos incoordinados, que caen fácilmente en el radio de acción de
personalidades magnéticas y atractivas, quienes explotarán de modo efectivo las
técnicas más eficientes para manipular las emociones y controlar la razón"
(Zbigniew Brzezinsky, asesor presidencial de James Carter e ideólogo ultra
conservador, mentor de los tristemente célebres Documentos de Santa Fe).
No
muy distinto al reino animal, la imagen nos atrapa, nos subyuga. Imagen,
hipnosis, espejismo constituyen un continuum que desemboca en la
fascinación, la cual es, sustancialmente, la ausencia de pensamiento, de
análisis, de crítica. El auge de la cultura de la imagen, que marcó la segunda
mitad del siglo XX y parece no tener fin, determina en muy buena medida la
manera en que concebimos nuestra realidad.
En
otros términos: importa más la presentación que el contenido. Se vende
cualquier cosa (productos necesarios o innecesarios, candidatos políticos o
religiones, se vende la felicidad, se vende el paraíso y la gloria, etc., la
lista es interminable) más por su colorido, por la cosmética con que se la
recubre, por la superficialidad ruidosa y hedonista con que se la presenta, que
por sus cualidades reales. En esa lógica entra la cultura del Power Point.
Hoy
por hoy, este programa para presentaciones con elementos multimediales ideado y
comercializado por el gigante Microsoft, es ya un icono obligado en lo tocante
al mundo de los negocios, el del ámbito académico y el de las comunicaciones en
general. ¿Facilidad o trampa? El
avance tecnológico resuelve problemas, facilita las cosas, torna todo más
sencillo; a veces. A veces con costos excesivos (recordemos el desastre
medioambiental en curso, ocasionado por el mismo "progreso" que nos
trajo también, a no dudarlo, tantos beneficios).
Pero
a veces también, y esto podemos verlo fundamentalmente en el campo de las
comunicaciones -ámbito donde estamos tan cerca del circuito de la hipnosis, del
espejismo irreflexivo-, el modelo en juego en el desarrollo científico-técnico
refuerza y aprovecha desde la lógica del poder nuestra humana condición de ser
manipulables, tontos, banales, boquiabiertas e infinitamente influenciables.
Sin
dudas se podrá decir que la aparición de la aplicación Power Point debe ser saludada como un interesante aporte al
desarrollo: facilita las presentaciones, las hace más amenas, va contra el
aburrimiento de tediosos discursos. Quizá. Pero no es menos cierto que también
refuerza nuestra capacidad de fascinarnos con los ojos desorbitados y con la
baba chorreándonos. Quien se fascina, claro está, no piensa.
¿Llegaremos
a presentar la Metafísica
de Aristóteles, o el Quijote de Cervantes, o la teoría de la relatividad
o el Capital de Marx, también en Power Point? ¿Será que eso torna temas
complejos en menos aburridos y más light, o estamos alimentando la
cultura de la inmediatez superficial y la cápsula? (hay que decir tip
para estar a la moda). Una cárcel nueva ¿Es
el Power Point un síntoma que hemos entrado de lleno en la cultura del manual,
del instructivo banal y ligero? El Tao Te King o la Fenomenología
del Espíritu, por ejemplo, o el Hamlet, pueden trocarse así en el "Manual
para pensar lo humano, su historia y su sentido en el universo" (en 3
diapositivas), o en el "Manual del sentido trágico de la vida"
(en 4 diapositivas con efectos sonoros).
En
otros términos: ¿Ayuda positivamente este nuevo instrumento, o ratifica el
triunfo de la imagen a costa del análisis razonado? Quizá todo esto no es sino
una estúpida exageración: El programa Power Point
es una herramienta, y nada más; de cómo se use la herramienta depende el
impacto.
Pero
quizá no: tal vez muestra el mundo que el desarrollo científico-técnico y su
aplicación por los poderes fácticos van construyendo -pareciera que sin vía de
retorno, o al menos con esa intención para algunos: Explotando de modo efectivo las técnicas más eficientes para
manipular las emociones y controlar la razón.
EL GIGANTE GRÁFICO
Microsoft PowerPoint
ES UN PROGRAMA de presentación desarrollado por la empresa Microsoft para sistemas operativos Microsoft Windows y Mac OS, ampliamente usado en distintos campos como la enseñanza, negocios, etc. Según las cifras de Microsoft Corporation, cerca de 30 millones de presentaciones son realizadas con PowerPoint cada día. Forma parte de la suite Microsoft Office. En él fue un creador del sistema.
Es un programa diseñado para hacer presentaciones con texto esquematizado, animaciones de texto e imágenes prediseñadas o importadas desde imágenes de la computadora. Se le pueden aplicar distintos diseños de fuente, plantilla y animación. Este tipo de presentaciones suelen ser más prácticas que las de Microsoft Word. PowerPoint es uno de los programas de presentación más extendidos. Viene integrado en el paquete Microsoft Office como un elemento más, que puede aprovechar las ventajas que le ofrecen los demás componentes del equipo para obtener un resultado óptimo.
A mediados de 1980, dos productores de software en una pequeña oficina en California llamada Forethought, Inc. Estaban desarrollando calladamente el primer software de presentaciones gráficas para la computadora personal. Los primeros esfuerzos de estos dos productores de software fueron poco recompensados. Una serie de compañías inversionistas declinaron invertir en dicho programa, que era conocido como "Presenter" y estaba dirigido a la plataforma Mac, específicamente a la computadora personal Apple II. Pero Bob Gaskins, dueño de la compañía Forethought, Inc., y el coproductor del programa, no perdieron las esperanzas. Después de dos años de negociaciones (1985-87), vendieron por fin la compañía y su software a la gigante Microsoft Corporation (Bill Gates) por la suma de catorce millones de dólares USA. *Rebelión
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