Jacobo fue uno de esos cometas de larga vida elíptica en el periodismo, referente durante décadas. Su especial forma de narrar, lo llevó a conformar una crónica indeleble, primero en la radio, después en la televisión, nicho que lo mantendría encima de los poderes tradicionales.
Por su longevidad e importancia de los medios a los que marcó a su paso, Zabludovsky quizá fue uno de los periodistas mexicanos que más realizaron entrevistas y reportajes, al estar más tiempo en exposición ante cámaras y micrófonos.
Generador de un modelo único de comunicar e informar, para el poder y desde el poder, en su primera etapa; Jacobo forjó una de las carreras periodísticas más influyentes en la sociedad mexicana como a nivel internacional.
Lugar de origen: La radio
Su segundo aire, dicho por él, inicia a los setenta años de edad, cuando él ya está fuera de la gran industria televisiva y regresa a su origen: la radio (De una a tres).
En ese renacimiento, como en las bellas épocas, permitiría descubrir a ese otro Jacobo, más cercano y entendedor de los problemas de la gente común, crítico del neo moderno poder político. Sus opiniones, en estos últimos años fueron sin ataduras de los intereses de la gran empresa, sólo él y su responsabilidad ante los hechos y circunstancias.
Al paso del tiempo, la estela de Jacobo refleja una amplia gama de matices, no hay colores absolutos, lo que sí encontramos, es la pregunta común, ordenada, sustentada, con datos, la inefable oportunidad para estar en el momento de los hechos, y la forma armoniosa de hacer crónicas.
Príncipe de la crónica urbana radial
Testigo ocular de los hechos, éxtasis de la palabra, génesis de una sistema de comunicación empresarial, vibrante conocedor del poder en México, eterno ejercitante del periodismo en la literatura, tanguero, príncipe de la crónica urbana radial –lugar por donde transitó desde pequeño-, periodista incómodo para la izquierda mexicana, filósofo popular -así lo dijo Jacobo-, articulista de fina escritura, bohemio, amante y reportero de toda la vida.
Su paso a la historia del periodismo, ya estaba escrita, su partida, sólo la refrendó.
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