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Edición 336
Escrito por Dr. Hernán Adrián Chavarría Aguilarr   
Jueves, 27 de Agosto de 2015 22:02

Medicina

Muchos relatos de fantasía y algunos de ciencia ficción, retratan verdaderas apoteosis del ratón de biblioteca, describiendo a ancianos lectores de gruesos lentes, como el epítome del anciano sabio, longevo, y aunque Gandalf con sus 20 mil años de edad no es el mejor ejemplo de ellos, vaya que tiene lo suyo.

 

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Desde siempre se ha dicho que leer enriquece la existencia, que el hacer volar la imaginación es un alimento del alma, pero que también tiene efectos en la salud del cerebro, porque más allá del aspecto cultural, siempre se ha pensado que ocurre un importante aumento de la actividad cerebral que podría reportar beneficios. Ya desde el 2001 hay reportes al respecto de acuerdo con un artículo publicado en la revista científica Journal of Direct Instruction, y recopilado por la Universidad Estatal de California, Northridge (CSUN, por sus siglas en inglés), “cada vez que te hundes en tu libro, la intensa actividad cerebral desatada puede tener repercusiones positivas en el futuro”, La lectura “acumulada con el tiempo, tiene profundas implicaciones en el desarrollo de una amplia gama de capacidades cognitivas”, informa el texto.

Es sólo hasta estos últimos años, con el desarrollo de nuevas tecnologías, que podemos visualizar qué sucede en el cerebro (si no en la mente), al sumergirnos en nuestra novela preferida. De acuerdo con varias investigaciones entre el año 2012 y 2013, al leer, utilizamos diferentes áreas cerebrales relacionadas con la atención y la concentración, en estos estudios, se solicitó a las personas que leyeran una novela específica, y mediante un aparato de resonancia magnética, se corroboró un incremento “dramático e inesperado” en el flujo sanguíneo en regiones del cerebro más allá de las que suelen asociarse a una tarea “simple” como leer. Esto sugiere que “prestar atención durante la lectura requiere coordinar múltiples funciones cognitivas complejas”, como lo destaca alguno de los investigadores responsables de los experimentos.

En un estudio publicado en 2013 en la revista Brain Connectivity se habla de algo que aunque ya se intuía, no estaba demostrado. Este grupo de investigadores de la Universidad de Emory, halló que tras terminar una novela, se pueden demostrar cambios temporales en la corteza cerebral. “Las historias afectan nuestras vidas y, en algunos casos, ayudan a una persona a definir su identidad”, afirma el neurocientífico Gregory Berns, autor principal de la investigación, en el portal Futurity.

Este experto relata que los cambios neuronales que detectaron sugieren que leer una novela puede transportarnos al cuerpo del protagonista. “Sabíamos que las buenas historias podían en un sentido metafórico, ponernos en los zapatos de alguien más. Ahora encontramos que podría estar sucediéndonos a nivel biológico”, concluye.

Una persona que lee mucho “desarrolla más las habilidades del lenguaje como el vocabulario, adquiere mayor conocimiento y familiaridad con estructuras sintácticas más complejas, y crea una base firme de conocimiento”, destacan los autores.

Otros investigadores han sugerido que las alteraciones en los movimientos oculares al leer podrían estar relacionados con alteraciones en el desarrollo de la memoria, y esto podría suponer un indicador temprano del inicio de la enfermedad de Alzheimer, según un trabajo publicado en Journal of Clinical and Experimental Neuropsychology, por un grupo de investigadores Argentinos - Alemanes.

Se sabe ahora que las personas que mantienen el cerebro activo durante toda la vida, con actividades cognitivas estimulantes, como la lectura, la escritura y juegos, tienen menos niveles de la proteína beta-amiloide (la cual conforma las placas seniles en el cerebro de los pacientes) vinculada con el mal de Alzhéimer. Según un estudio publicado en la edición on line de la revista Archives of Neurology, los escáneres cerebrales han revelado que aquellos que han realizado este tipo de actividad por años, tienen niveles reducidos de la citada proteína.

Como sea, leer es un placer, y por desgracia esto escapa a mucha gente la cual parece huir de la lectura, esgrimiendo argumentos tan escalofriantes como el de que “leer te vuelve loco” o “leer te cambia la mente” y por curioso que suene, no les falta razón; pero si aprender, viajar por el tiempo, el espacio, y mundos llenos de cosas fantásticas y deslumbrantes es a lo que le temen, con toda franqueza, siento lástima por ellos. Además, si llego a los ochenta, quiero que al menos sea con la mente clara. ¡A leer se ha dicho!



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