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Edición 366

11VP

APUNTE

¿La corrupción somos todos?

Jorge Guillermo Cano

CULIACÁN DEL CAOS VIAL, los baches y los topes, Sinaloa.

La corrupción en México ha ocupado en últimas fechas atención de todas partes. Incluso se ha convertido en argumento de negociaciones leoninas, como todas las del capital, en lo que toca al llevado y traído TLCAN.

En estricto nada nuevo, pues la corrupción es factor obligado e indiscutible de prácticamente todo lo que se hace y se mueve en México, nos guste o no, lo mismo en la dependencia pública que en la empresa privada, en la corporación policiaca que en la calle. Bien lo sabemos.

Pero, según el presidente, Enrique Peña Nieto, el problema se ha magnificado y a la corrupción se le endilga la culpa de todo o casi todo. Con el recurso del discurso, el presidente quiere minimizar, relativizar, al menos, una realidad que ahoga a este país y de la que es partícipe la nación entera.

Los jinetes apocalípticos

Lo hemos dicho y reiterado en este mar de la inconsecuencia y la simulación en que navega este país que ves: lacorrupción y la impunidad, de la mano, representan quizás el mayor de los problemas que nos impide crecer y nos rebaja a los ojos de la comunidad internacional.

Durante muchos años hemos creído que se había tocado fondo, pero nuestra capacidad de asombro es rebasada todos los días. El fondo permanece intocado y se robustece a sus anchas con la complicidad o apatía de la generalidad.

Impunidad y corrupción, los nuevos jinetes apocalípticos (con esos dos tenemos) encuentran referentes inconcusos en prácticamente todos los ámbitos de nuestra realidad nacional, pero sin duda, es en los espacios del poder público y privado donde la mayor responsabilidad se ubica. Cuestión de lógica y sentido común.

La ciudadanía, en su mayor parte, rehúye sistemáticamente su cuota de responsabilidad, que la tiene, mientras enfrente estén los gobiernos de “los tres niveles” (denominación de banda y no de música) primeros responsables de lo que sucede.

El tema es tan recurrente como el problema que aborda, que parece insuperable. Las evidencias son múltiples y cotidianas, sin solución de continuidad.

La política como matriz de la corrupción

Perdido, sin remedio a la vista, el sentido original de la política, la participación en la cosa pública, los asuntos de la colectividad la polis, el ejercicio ciudadano como obligación y derecho de incidir en la vida de la comunidad sobre la base del interés general, lo que hoy tenemos por política no es siquiera remedo burdo de su deber ser.

Animosidades aparte, ciegos y sordos habría que ser para no darnos cuenta que el país está en manos de truhanes y vividores, negociantes sin escrúpulos que ven a los gobiernos como el lugar del latrocinio ventajoso e impune.

Y por si algo faltase, ni las apariencias se guardan. Así vemos, un día sí y otro también, los espectáculos de la desvergüenza, desde los “acuerdos políticos” para mejor llevar agua a cada bule; en las renuncias y reacomodos del poder público y, también, aunque algunos no lo entiendan, en la lista de los multimillonarios mexicanos de la revista “Forbes”.

La confusión a sabiendas

No sería, siquiera, el recurso del discurso pues éste exigiría, pese a su casi inutilidad, cierta decencia intelectual y peso razonable.

Lo que sucede con las alianzas impensadas en materia de principios, pero perfectamente comprensibles en la pragmática y el oportunismo político-electorero, sólo se puede plantear desde el ofensivo cinismo que niega el entendimiento y ofende a la inteligencia.

Los cónyuges impensados, hemos escrito, se prometen “no hablar de lo que los divide” sino de “lo que los une”, pero nunca admitir la realidad de lo que los junta pues tendrían que reconocer que el usufructo del poder relativo y sus ventajas es la divisa primordial (y de hecho la única).

Y comentamos lo que es menester repetir bajo el influjo de los tiempos estrambóticos que nos han tocado.

Las alianzas de lo disímbolo en la forma, pero semejante en el fondo, no son, ciertamente, nuevas en este país que ves.

La cuestión elemental es: ¿de qué le han servido al pueblo y a la democracia?

Pero así vamos, en tiempos de tormenta mundial y a ver hasta cuándo.

Actuar, es lo que procede

En reciente entrevista, el gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, a propósito de los recursos que se destinan a la construcción y mantenimiento de carreteras, enfatizó la impostergable necesidad de que se trabaje con (buena) calidad.

“No queremos recibir obras de mala calidad, el dinero tiene que emplearse adecuadamente… que no se vuelvan a aparecer ahí los baches y los hoyos”, a la SCT “le pedimos y demandamos que terminen las obras con calidad”. 

Hay contratos con las constructoras que ganan las licitaciones, se supone, y si la obra es de mala calidad (como por cierto sucede casi siempre) “entonces se tienen que aplicar las sanciones correspondientes, porque se les está pagando para un trabajo de calidad”, agregó Quirino.

Bien que se ponga el acento en esa cuestión, pues la obra pública, en general, no sólo la que contrata la SCT, es de muy mala calidad.

Sobre todo, que las palabras se acompañen de acciones.

La “evaluación educativa”, una entelequia

Lo hemos dicho y reiterado: mientras no se corrijan las condiciones de base del sistema educativo mexicano, infraestructura, organización, programas, condiciones de vida y trabajo de los docentes, salario digno y estímulos reales (no las trampas que se acostumbran) ninguna evaluación tiene credibilidad.

Quienes critican y denigran al magisterio de base, con la pretensión de la gran cruzada, haciendo el juego al supremo gobierno, plagado de ineptos en el área, son por lo común ignorantes e incapaces de hacer una diagnóstico serio y responsable de la compleja problemática educativa que prevalece en el país.

Que hay falta de preparación y de profesionalismo en no pocos espacios magisteriales, sin duda, pero la solución no está en lo que están haciendo autoridades demagogas y sus epígonos.

Sin un programa de a de veras

Y al margen de esta apreciación (que podemos debatir cuando gusten) la propia Auditoría Superior de la Federación (ASF) ha tenido que reconocer que “la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) no cumplen con el objetivo de utilizar los resultados de los exámenes en el nivel básico para la toma de decisiones, y emitir directrices y acciones de política pública que contribuyan a mejorar la calidad de la enseñanza”.

Además, la SEP no ha realizado “propuestas de política, prioridades, programas y medidas de acción de carácter estratégico, y el INEE no emitió las directrices derivadas de sus resultados ni contó con un programa para su emisión, por lo que no se logró visualizar a corto y mediano plazos las mejoras en la calidad de ese nivel educativo”.

Bastante claro, menos para el coro de “patriotas” que bailan al son oficial.

Bisnes ar bisnes

Una coalición de empresarios estadounidenses, de la que forman parte la poderosa Asociación de Fabricantes de Motores y Equipos y la Asociación Internacional Estadunidense de Concesionarios de Automóviles, afirma que terminar con el TLCAN, que representa 1.2 billones de dólares de comercio anual entre Estados Unidos, México y Canadá, “pondría en riesgo los empleos del sector automotriz en Estados Unidos”.

“Necesitamos que les digan a sus funcionarios electos que uno no cambia las reglas en medio del juego. Con el TLCAN estamos ganando”, reconoce la coalición en un comunicado.

Como negocios son negocios, el millonario Trump tendrá que tomar en cuenta esas opiniones. Se trata del capital y en eso los gobiernos a su servicio no tienen muchas opciones para contradecir al patrón (ya se sabe: poderoso caballero es Don Dinero).

Por lo demás, queda claro quiénes son los verdaderos gananciosos del llevado y traído tratado.

Las recetas (retóricas) de Slim

Al participar, Carlos Slim Helú, en el foro “Perspectiva de un líder empresarial: ¿Cuáles son las opciones para el futuro de México? en la denominada “Cumbre de Negocios 2017”, enlistó cinco objetivos centrales que debieran operar como políticas públicas “de cualquier gobierno” (la apuesta está abierta, como se ve).

Esos objetivos son: “Estado de derecho y seguridad pública; Desarrollo con justicia, crecimiento económico y empleo; Formación y desarrollo de capital humano y social; Desarrollo de capital físico y volver las reformas de la administración pública más eficaces, transparentes y al servicio de los ciudadanos”.

¿Cómo alcanzar esos objetivos en un sistema que se basa en la desigualdad, la inequidad en la distribución del ingreso nacional y la acumulación capitalista en una franja más que reducida de potentados, como el propio Slim?

De eso nada se adelanta, como si se tuviera muy claro que no hay soluciones a la vista, “con el gobierno que sea”, pero sí la continuidad de la acumulación insultante en unas pocas, muy pocas, manos.

Slim Helú recalcó el segundo punto: “Desarrollo con justicia, crecimiento económico y empleo”, porque, dijo, “el crecimiento económico está estrechamente ligado al aspecto social”.

Por supuesto, desde luego, no faltaba más, pero esa relación positiva para las mayorías no es posible en un sistema como el nuestro. Así de simple.

Tamborazos

-Sigue la inefable GNP de los Bailleres rehuyendo su responsabilidad en el caso del siniestro número 62992342, ocurrido en la ciudad de Culiacán el 19 de agosto de 2016, “cuando ni siquiera pagó la grúa para llevar el carro al taller”, se nos informa. Para eso cuentan con la complicidad de condusefes, profecos y juzgados.

-Si Andrés Manuel López Obrador sigue permitiendo el “fuego amigo” de los ¿ex? perredianos recién llegados, que minan a sabiendas opciones electorales competitivas, le puede pasar lo mismo que la vez anterior.

-Además, la designación prácticamente directa de candidaturas de ese partido, a través de oscuras “encuestas”, marginando a personalidades mucho más rentables en términos electorales (los casos de Guerrero, Puebla, Chihuahua, Chiapas, Quintana Roo y Ciudad de México. No hace mucho, Sinaloa) tendrá un costo político electoral.

-El tiempo de corregir se agota.

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