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MÉXICO Y LA PRODUCCIÓN DE VACUNAS
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Edición 411

 4113

MÉXICO

Y LA PRODUCCIÓN

DE VACUNAS

Pablo Moctezuma Barragán*

En tiempos de pandemia de Covid-19 surge, la urgencia de contar con una vacuna efectiva contra el coronavirus. Se anunció que Pfizer, Moderna, BioNtech ya han superaron la fase III. En decenas de países se trabaja en un centenar de vacunas y existe la carrera para ver quiénes serán los primeros en producirla.

SE OYE MUCHO de las vacunas respaldadas por EUA, Inglaterra, Cuba, Rusia, China, Alemania y de pronto también se habla de tres o cuatro intentos que realiza México a través de la UNAM, el IPN, la UAQ y el IMSS. La gran diferencia es que mientras grandes laboratorios del extranjero reciben miles de millones de dólares de apoyo, en México quienes trabajan lo hacen con sus propios y escasos recursos. Aquí el Estado debe intervenir pues para resolver el tema de la pandemia es necesario que exista una vacuna y que funcione.

¿Por qué México no está a la vanguardia de la producción de la vacuna? Es que nunca hemos desarrollado productos biológicos. ¿No hemos tenido ni el desarrollo o capacidades para producirlas? Todo lo contrario.

México ha sido pionero en la fabricación de vacunas, construyó su capacidad de producción de vacunas a lo largo de décadas. Ya en 1804, Francisco X de Balmis comenzó a producir vacuna de la viruela En 1868, Ángel Gabiño Iglesias introdujo en México la semilla del virus de vaccinia desde París, para la producción masiva de la vacuna contra la viruela.

En 1868 el Dr. Eduardo Liceaga producía vacuna para la rabia y en 1891 para la tuberculosis, un año antes el Dr. Miguel Otero estaba produciendo vacuna antirrábica. A fines del siglo XIX, se realizaron otros tipos de inmunizaciones contra la rabia, la poliomielitis y la tuberculosis.

En 1905 se fundó el Instituto Bacteriológico Nacional que fue pionero en América Latina en la producción de biológicos, en 1921 recibió el nombre de Instituto Nacional de Higiene. En 1912 en Mérida ya se producía la linga vacunal de bovinos para la viruela. En 1955 se producía vacuna para la polio y en 1960 se fundó el Instituto Nacional de Virología

.

México, en el séptimo lugar de producción

A partir de 1971, comenzó la producción de la forma liofilizada de esta vacuna en el Instituto Nacional de Higiene. El Instituto Bacteriológico Nacional también generó el Instituto de Virología que comenzó a producir vacunas. En la década de los 70, este último, fue certificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como Centro Regional de Referencia para Vacunas, siendo ambos los principales productores de todas las vacunas que se administraban en nuestro país. Nuestros científicos e instituciones en el campo de la biotecnología, lograron gran desarrollo.

Llegamos a ser totalmente autosuficientes, al grado que no solo producía, sino que exportaba vacunas a 15 países. En 1990 nuestro país fue uno de los siete del mundo que producía todas las vacunas del Programa Ampliado de Inmunizaciones de la Organización Mundial de la Salud.

Pero en plena era neoliberal a partir de 1999 el Gobierno Federal otorgó autonomía jurídica y financiera a la Gerencia General de Biológicos y Reactivos (GGBR) que era una Unidad Administrativa de la Secretaría de Salubridad y Asistencia y la transformó en Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (Birmex), órgano que comercializa todas las vacunas, pero sólo produce tres de ellas.

Era los años de pleno neoliberalismo, de abandono de la Soberanía Nacional. La época de las privatizaciones y la dependencia externa promovida por el FMI, el BID y la OCDE que desmantelaron la economía nacional y por supuesto la industria de México. A Birmex le dieron “autonomía” y la convirtieron en una empresa paraestatal. Ya no era el Estado, la Secretaria de Salubridad y Asistencia a través de la Gerencia General de Biológicos y Reactivos la responsable de producir y distribuir vacunas, sino un ente “autónomo”.

Con esa “autonomía” Laboratorios de Biológicas y Reactivos de México, Birmex fue mandatada para dar acceso a los biológicos, algo muy diferente a producirlos. Desmantelaron la capacidad productiva de vacunas y se dedicaron a comercializarlas, hoy solo produce vacunas contra el tétano, la difteria y la poliomielitis. Es sabido que en las licitaciones directas de compras multimillonarias a corporaciones nacionales y extranjeras, los funcionarios se enriquecen desmedidamente y el país se vuelve dependiente de las corporaciones extranjeras.

También producía el sector salud equipos, reactivos de laboratorio, etc. Por ejemplo, el IMSS era autosuficiente y dejó de serlo. Hoy todo se compra —y sale muy caro— a las corporaciones privadas.

Cuba, a la vanguardia

México, como tantas otras naciones, ha ido perdiendo su soberanía en este campo, arrastrando con ello la investigación que se desarrollaba en sus laboratorios y el empleo que se generaba. Ahora la dependencia internacional obliga a competir en un mercado donde ganará el que más dinero ponga sobre la mesa.

Veamos el ejemplo de otro país. Cómo es posible que Cuba, un país de 12 millones de habitantes, bloqueada brutalmente desde hace 60 años ya tenga cuatro candidatos vacunales 100 por ciento cubanos, que ayudará a que en el primer semestre del próximo año, una parte importante de la población cubana estará vacunada contra la COVID-19. Estas vacunas son Soberana 01, Soberana 02, Mambisa y Abdala, llevan por nombres los primeros cuatro candidatos vacunales cubanos.

Hoy la industria biofarmacéutica cubana produce ocho de las vacunas que se utilizan en el programa de inmunización. Tener esta soberanía, les ha permitido alcanzar un 100 por ciento de cobertura en el programa de vacunación, de los más altos en el mundo y lograron un impacto en la eliminación de un grupo de enfermedades y la reducción significativa de otros padecimientos.

La vacuna contra la meningitis tipo B y C, que fue primera de su tipo a nivel mundial y desde principios de los años 90, empezó a administrarse en la Isla. Con ella se logró reducir de forma significativa la incidencia de la meningitis en el país. También hay otros ejemplos, como la vacuna contra la hepatitis B, que fue la primera en obtener en América Latina la certificación de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Asimismo, tienen la vacuna contra la Haemophilus Influenzae tipo B (también fue la primera en América Latina y la segunda en el mundo de su tipo), y la vacuna Heberpenta contra la difteria, tétanos, tos ferina, hepatitis B y otras afecciones. Desde que surgió la epidemia en China se propusieron desarrollar una vacuna y, una vez que se detectaron los primeros casos positivos en la Isla, se crearon grupos de trabajo y diariamente se hacían análisis y se estudiaban toda la información.

Un país soberano puede y debe ser autosustentable. México tiene todas las capacidades productivas y gente preparada. Es imprescindible recuperar la soberanía nacional de manera integral, esto incluye la soberanía industrial para que seamos capaces de producir lo más necesario para el país, como son vacunas y medicamentos y que sea el Estado quien se responsabilice de garantizar el derecho a la salud.

Sin soberanía económica, no habrá soberanía política y la soberanía económica incluye, no solo la autosuficiencia energética y alimentaria, también la soberanía en la industria y los servicios. Todo lo necesario para poder hablar de una plena Soberanía Nacional y la Soberanía Popular, que el pueblo asuma su soberanía, tiene que ver con la organización nacional para garantizar derechos, políticos, económicos y sociales. Los derechos están enunciados en la Constitución, pero solo quedan en el dicho. En estos momentos de emergencia nacional.

Recuperar soberanía

Nuestra soberanía industrial ha sido frenada desde 1923, año en que Álvaro Obregón firmó los acuerdos de Bucareli, en los que a cambio del reconocimiento diplomática de EU, México se comprometió a no desarrollar su industria en particular la de motores, vehículos y aviones. Y después con la injerencia del Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo y la OCDE que llevó a una liberalización comercial irracional, a desmantelar nuestra base productiva, a golpear a sectores como el de salud y educación.

En ese marco se destruyó nuestra capacidad de producir vacunas, así como desmantelaron el Instituto Nacional del Petróleo, las refinerías, la soberanía alimentaria, etc. ¿Cómo es posible que México, que en sus tierras comenzó a producir maíz hoy sea el primer importador del mundo? Este año se importarán 15 millones de toneladas. En este marco en todos los temas relativos a la salud, convirtieron este derecho humano básico en un gran negocio al privatizarlo y dar prioridad a las grandes corporaciones farmacéuticas.

Entre 2017 y 2018 hubo escasez de vacunas en México por lo que no pudo garantizar la cobertura y protección a la población; esto se debe a que depende de otros países para obtener los biológicos. ¿Cómo devolverle la autosuficiencia en la producción de vacunas a México?

En enero de 2019 se puso en evidencia una nueva crisis de desabasto de vacunas, en este caso, de la vacuna contra Hepatitis B, la vacuna triple viral o SRP (sarampión, rubeola y parotiditis) y la vacuna DPT contra tétanos, tosferina y difteria. Las causas principales del desabastecimiento fueron: el incumplimiento de los tiempos de entrega por parte de los productores internacionales que las abastecen y la no liberación de lotes por parte de COFEPRIS, luego de realizar las pruebas pertinentes, evidenciando una vez más la necesidad de producir nuestros propios inmunógenos.

Es responsabilidad del Estado garantizar derechos. Se necesita una inversión importante por parte del gobierno para la construcción y readaptación de las plantas productoras de vacunas, que puedan estar a la vanguardia tecnológica y que permitan rescatar la soberanía de nuestro país como productor y no solo de vacunas, también de medicamentos, equipos, laboratorios de análisis de los productos que consumimos, para evitar que sean dañinos a la salud, reactivos de laboratorio. Asumamos nuestra soberanía.

*Dirigente de MEXTEKI y Vocero del Congreso de la Soberanía.



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