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Edición 421

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Joe Biden, el aprendiz

 

de hechicero nuclear

 

El arte de la guerra: La atención política y mediática se ha centrado en la disputa entre París y Washington, dejando en la sombra las implicaciones del proyecto Aukus.

 

Manlio Dinucci

 

El presidente Biden anunció el nacimiento de Aukus, una asociación estratégico-militar entre Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia, con “el imperativo de garantizar la paz y la estabilidad a largo plazo en el Indo-Pacífico”, la región que en geopolítica de Washington se extiende desde la costa oeste de los Estados Unidos hasta la de la India.

 

El propósito de esta “misión estratégica” es “enfrentar juntos las amenazas del siglo XXI como lo hicimos en el siglo XX”. La referencia a China y Rusia es clara. Para “defenderse de las amenazas que evolucionan rápidamente”, Aukus lanza un “proyecto clave”: Estados Unidos y Gran Bretaña ayudarán a Australia a adquirir “submarinos de propulsión nuclear y armas convencionales”.

 

La primera reacción al anuncio del proyecto Aukus fue la de Francia: pierde así un contrato de 90.000 millones de dólares, firmado con Australia, para el suministro de 12 submarinos de ataque Barracuda con propulsión convencional. Paris, acusándola de haber sido apuñalada por la espalda, retiró embajadores de Estados Unidos y Australia. La atención de los medios políticos se ha centrado en la disputa entre París y Washington, dejando en la sombra las implicaciones del proyecto Aukus.

 

En primer lugar, no es creíble que Estados Unidos y Gran Bretaña proporcionen a Australia las tecnologías más avanzadas para construir al menos ocho submarinos nucleares de última generación, con un costo unitario de unos 10 mil millones de dólares, para equiparlos solo con convencionales (armas no nucleares). Es como si estuvieran suministrando a Australia portaaviones que no pueden abordar aviones.

 

En realidad, los submarinos tendrán tubos de lanzamiento adecuados para misiles nucleares y no nucleares. El primer ministro Morrison ya ha anunciado que Australia adquirirá rápidamente, a través de Estados Unidos, “capacidades de ataque de largo alcance” con misiles Tomahawk e hipersónicos, que pueden estar armados con ojivas convencionales y nucleares.

 

La amenaza nuclear, real

 

Seguramente los submarinos australianos también podrán lanzar misiles balísticos Trident D5 estadounidenses, con los que están armados los submarinos estadounidenses y británicos. El Trident D5 tiene un alcance de 12.000 km y puede transportar hasta 14 ojivas termonucleares independientes: la W76 de 100 kt o la W88 de 475 kt. El submarino de ataque nuclear Columbia, cuya construcción comenzó en 2019, cuenta con 16 tubos de lanzamiento para el Trident D5, por lo que tiene capacidad para lanzar más de 200 ojivas nucleares capaces de destruir la mayor cantidad de objetivos (bases, puertos, ciudades y otros).

 

En este contexto, está claro que Washington ha impedido a París el suministro de submarinos a Australia, no solo con fines económicos (para favorecer sus propias industrias de guerra), sino con fines estratégicos: pasar a una nueva fase de la escalada militar contra China y China, Rusia en el “Indo-Pacífico”, manteniendo el mando absoluto de la operación. Habiendo cancelado el suministro de submarinos franceses de propulsión convencional, obsoletos para esta estrategia, Washington ha iniciado lo que ICan-Australia denuncia como “el aumento de la nuclearización de la capacidad militar de Australia”. Una vez en funcionamiento, los submarinos nucleares australianos se incluirán de hecho en la cadena de mando estadounidense, que decidirá su uso. Estos submarinos, de los cuales nadie podrá controlar el armamento real.

 

Es fácil predecir cuál será la primera consecuencia. China, que según el SIPRI tiene 350 ojivas nucleares en comparación con las 5.550 de Estados Unidos, acelerará el desarrollo cuantitativo y cualitativo de sus fuerzas nucleares. El potencial económico y tecnológico que posee le permite equiparse con fuerzas nucleares comparables a las de Estados Unidos y Rusia. Gracias al aprendiz de brujo Biden, quien al lanzar el “proyecto clave” de los submarinos nucleares en Australia, elogia “el liderazgo de larga data de Estados Unidos en la no proliferación global”.

 

De Global Research, para Voces del Periodista.

 


 

Joe Biden, el aprendiz

de hechicero nuclear

El arte de la guerra: La atención política y mediática se ha centrado en la disputa entre París y Washington, dejando en la sombra las implicaciones del proyecto Aukus.

Manlio Dinucci

El presidente Biden anunció el nacimiento de Aukus, una asociación estratégico-militar entre Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia, con “el imperativo de garantizar la paz y la estabilidad a largo plazo en el Indo-Pacífico”, la región que en geopolítica de Washington se extiende desde la costa oeste de los Estados Unidos hasta la de la India.

El propósito de esta “misión estratégica” es “enfrentar juntos las amenazas del siglo XXI como lo hicimos en el siglo XX”. La referencia a China y Rusia es clara. Para “defenderse de las amenazas que evolucionan rápidamente”, Aukus lanza un “proyecto clave”: Estados Unidos y Gran Bretaña ayudarán a Australia a adquirir “submarinos de propulsión nuclear y armas convencionales”.

La primera reacción al anuncio del proyecto Aukus fue la de Francia: pierde así un contrato de 90.000 millones de dólares, firmado con Australia, para el suministro de 12 submarinos de ataque Barracuda con propulsión convencional. Paris, acusándola de haber sido apuñalada por la espalda, retiró embajadores de Estados Unidos y Australia. La atención de los medios políticos se ha centrado en la disputa entre París y Washington, dejando en la sombra las implicaciones del proyecto Aukus.

En primer lugar, no es creíble que Estados Unidos y Gran Bretaña proporcionen a Australia las tecnologías más avanzadas para construir al menos ocho submarinos nucleares de última generación, con un costo unitario de unos 10 mil millones de dólares, para equiparlos solo con convencionales (armas no nucleares). Es como si estuvieran suministrando a Australia portaaviones que no pueden abordar aviones.

En realidad, los submarinos tendrán tubos de lanzamiento adecuados para misiles nucleares y no nucleares. El primer ministro Morrison ya ha anunciado que Australia adquirirá rápidamente, a través de Estados Unidos, “capacidades de ataque de largo alcance” con misiles Tomahawk e hipersónicos, que pueden estar armados con ojivas convencionales y nucleares.

La amenaza nuclear, real

Seguramente los submarinos australianos también podrán lanzar misiles balísticos Trident D5 estadounidenses, con los que están armados los submarinos estadounidenses y británicos. El Trident D5 tiene un alcance de 12.000 km y puede transportar hasta 14 ojivas termonucleares independientes: la W76 de 100 kt o la W88 de 475 kt. El submarino de ataque nuclear Columbia, cuya construcción comenzó en 2019, cuenta con 16 tubos de lanzamiento para el Trident D5, por lo que tiene capacidad para lanzar más de 200 ojivas nucleares capaces de destruir la mayor cantidad de objetivos (bases, puertos, ciudades y otros).

En este contexto, está claro que Washington ha impedido a París el suministro de submarinos a Australia, no solo con fines económicos (para favorecer sus propias industrias de guerra), sino con fines estratégicos: pasar a una nueva fase de la escalada militar contra China y China, Rusia en el “Indo-Pacífico”, manteniendo el mando absoluto de la operación. Habiendo cancelado el suministro de submarinos franceses de propulsión convencional, obsoletos para esta estrategia, Washington ha iniciado lo que ICan-Australia denuncia como “el aumento de la nuclearización de la capacidad militar de Australia”. Una vez en funcionamiento, los submarinos nucleares australianos se incluirán de hecho en la cadena de mando estadounidense, que decidirá su uso. Estos submarinos, de los cuales nadie podrá controlar el armamento real.

Es fácil predecir cuál será la primera consecuencia. China, que según el SIPRI tiene 350 ojivas nucleares en comparación con las 5.550 de Estados Unidos, acelerará el desarrollo cuantitativo y cualitativo de sus fuerzas nucleares. El potencial económico y tecnológico que posee le permite equiparse con fuerzas nucleares comparables a las de Estados Unidos y Rusia. Gracias al aprendiz de brujo Biden, quien al lanzar el “proyecto clave” de los submarinos nucleares en Australia, elogia “el liderazgo de larga data de Estados Unidos en la no proliferación global”.

De Global Research, para Voces del Periodista.




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