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Edición 423

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Los Cuatro Jinetes

del Apocalipsis

Feliciano Hernández*

Covid-19, dos años de muerte y sufrimiento global

LA PANDEMIA del Covid-19 ya es uno de los sucesos planetarios más letales de todos los tiempos, con un saldo mundial de al menos CINCO MILLONES DE MUERTOS (5,127,696) CONFIRMADOS, de un total de más de 255 millones (255,324,963) de contagios reportados por los gobiernos al 19 de noviembre del 2021; pero esa estadística está en constante aumento y solo ese día se sumaron 448 mil 096 casos registrados en las últimas 24 horas, según datos recabados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a dos años desde que se dio a conocer el virus en China, el 31 de diciembre de 2019.

Una revisión panorámica de las estadísticas oficiales tanto de la OMS como de algunas universidades y ONG que han llevado registro del fenómeno desde sus inicios, da cuenta de los ERRÁTICOS o acertados manejos que muchos gobernantes dieron al virus, lo que ulteriormente arrojó los números mencionados; los cuales llegarán a picos mayores antes de que se logre REDUCIR al patógeno a su mínima expresión, para lo cual quedan todavía muchos meses desde el cierre de esta edición.

Como dato adicional para este análisis valga mencionar que al 18 de noviembre se habían aplicado en todo el mundo más de SIETE MIL MILLONES de vacunas (7,370,902,499), lo que equivaldría a decir que casi toda la población del planeta estaría ya vacunada; sin embargo, como es sabido, casi todas las vacunas, de al menos siete autorizadas por el organismo global, han requerido doble dosis; así que siguiendo con ese cálculo aproximado, podría decirse que a la fecha apenas poco más de la mitad de la población mundial ha sido vacunada. Entonces faltarían varios meses de arduos esfuerzos para culminar el proceso de inmunización clínica, tomando en cuenta que muchos países no han podido tener acceso fluido a las vacunas.

Cabe añadir que al 20 de noviembre del presente se registraron crecientes CONTAGIOS en los últimos días, que hicieron suponer el principio de una cuarta ola en México, Estados Unidos y Brasil, así como en Europa occidental. Las autoridades y gobiernos responsables retomaron las restricciones preventivas y de alerta, sobre todo ante los fanáticos renuentes a vacunarse.

Es pertinente señalar que las cifras de la OMS precisan que son CASOS CONFIRMADOS, por lo que el total de defunciones global podría ser mucho mayor, si como sucede en México otros gobiernos OCULTARON casos por conveniencias político sociales o por INEFICIENCIAS sistemáticas, pero no intencionales.

El hecho que debe señalarse es que esta CRISIS VIRAL ha dejado ver toda una serie de MALAS INTENCIONES, VICIOS e INEFICIENCIAS gubernamentales, así como patologías sociales (el fanatismo religioso o sectario) que incidieron en los ELEVADOS números de contagios y defunciones. Tales puntos deberán ser prioridad sobre los que deban trabajar los gobernantes, las organizaciones oficiales internacionales, los centros de investigación científica, las ONG globales y locales, y en general todas las instituciones, para responder en mejores términos ante otra crisis de tal magnitud. Hay que precisar que en este aspecto México sale muy mal calificado y es algo sobre lo que en su oportunidad y como gobierno tendrá que rendir cuentas ante su población y ante la comunidad internacional.

Cabe señalar que, hasta el 19 de noviembre en curso, el peor manejo del virus por región lo han tenido Estados Unidos, Brasil y México —y casi toda América—, con más de 95 millones de contagios confirmados (95,549,241); y Europa occidental, con más de 82 millones (82,693,729). Estos son números totales, pero proporcionalmente las mencionadas regiones salen peor evaluadas ante el sudeste asiático que con mayor población ha registrado la mitad de los contagios europeos, es decir poco más de 44 millones (44,368,493). En cuarto sitio se ubicó la región del Medio Oriente con 16 millones (16,622,776); en quinto sitio el Pacífico occidental con más de nueve millones de contagios (9,894,731); y en último lugar África, con más de seis millones (6,195,229) —datos de la OMS actualizados al 20 de noviembre.

Emisarios de la muerte

El mal manejo que varios gobernantes dieron a la crisis viral tiene como punto de comparación a sus homólogos de otras latitudes; esta es una obligada e inevitable referencia para fincar señalamientos y potenciales demandas ante los órganos de justicia pertinentes. Por ejemplo, a casi dos años desde que se aceptó su existencia por el gobierno de China, en diciembre del 2019, ese país apenas reportaba menos de 100 mil contagios y menos de cinco mil muertes, de una población total de casi 1,400 millones de habitantes. Hay que hacer notar que el gobierno de China fue muy estricto en las medidas preventivas desde el inicio de la crisis, lo que faltó en otras naciones.

Otro ejemplo es Japón, que con una población casi igual que la de México, de 129 millones de habitantes, sumaba hacia noviembre poco más de 16 mil decesos, contra los 290 mil oficiales del país gobernado por AMLO; aunque el propio gobierno admite una cifra mayor —que algunos analistas calcularon en más de 500 mil— por los contagiados que murieron en sus domicilios, según reportes de panteones, funerarias, crematorios y registro civil.

El “ÉXITO” de China en el control del virus contrasta con la INDOLENCIA de ciertos gobernantes y la irresponsabilidad de una población que se debatía entre el asombro, la incredulidad, la negación y la RESISTENCIA abierta contra las medidas preventivas y contra las vacunas.

Desde los primeros meses del agravamiento de la pandemia, cuatro gobernantes aparecieron en el escenario mundial como verdaderos Jinetes del Apocalipsis: sus nombres deben quedar gravados en la memoria colectiva como responsables del descontrol y rápida expansión del virus a nivel mundial, así como de su consecuente letalidad; estos son: Boris Johnson (Gran Bretaña), con su cuestionable tesis de permitir una rápida expansión del virus para conseguir la inmunidad de rebaño; Donald Trump (USA) negando la peligrosidad del invasor; Jair Bolssonaro (Brasil) expresando a todo pulmón que “todos tenemos que morir” de algún modo; y en paralelo a ellos el mexicano López Obrador, todos los días burlándose del virus: “Detente enemigo, que Jesús está conmigo”, dijo ante las cámaras de TV, y en todos lados repetía sin pudor: “Salgan, salgan, y abrácense; no se encierren”.

Cabe mencionar los números referenciales de estos gobernantes, al 19 de noviembre —aunque Estados Unidos ya tiene otro presidente—, el problema lo originó el antecesor de Biden: más de 48 millones (48,513,764) de casos confirmados y más de 790 mil 783 FALLECIDOS (contra 34 millones 495 mil de India, y 465 mil 082 fallecidos, pero esta nación con 1,350 millones de habitantes), casi MIL millones más que el país de Trump.

En Brasil —hasta la fecha mencionada— Bolssonaro acumuló 22 millones de contagios (22,003,317) y 612 mil 411 MUERTOS. Para entonces Reino Unido contabilizaba 9 millones 561 mil contagios y un total de 143 mil 500 fallecimientos acumulados. Hacia mediados de noviembre de 2021, este país todavía figuraba con más de 40 mil contagios al día, en lo que se suponía eran los inicios de la cuarta ola, y convertido en el principal foco de contagio de Europa.

Asimismo, México acumulaba TRES millones, 858 mil 831 contagios, con 344 mil 379 fallecidos; este dato incluía los no confirmados que acepta la cifra oficial. Siempre se sospechó del número “reducido” de casos de contagios que reportaba el equipo de López Obrador; el caso es que el gobierno realizaba muy pocas pruebas de detección, al tiempo que resistía todas las presiones en tal sentido, argumentando que no eran necesarias.

En el contexto de incertidumbre y fuerte expansión del virus en la primera ola, críticos del primer ministro británico trajeron a colación las teorías Malthusianas de control natal que estaban alimentando el pensamiento del aludido gobernante. Citaron un artículo del susodicho —escrito para el The Telegraph, el 25 de octubre de 2007—, en el que resumía sus planteamientos de control natal. "Es hora de que tengamos una discusión madura sobre la cantidad óptima de seres humanos en este país y en este planeta…”.

Por cierto, en ese artículo, Boris se refirió al país de AMLO. “Se puede ver mientras se vuela sobre la Ciudad de México un inmenso tablero de damas de viviendas bajas, envueltas en smog, que se extiende de un horizonte a otro; y cuando se mira lo que le estamos haciendo al planeta, se tiene una visión horripilante de las viviendas multiplicándose y replicándose como bacilos en una placa de Petri".

Así que, por tales motivaciones, los críticos sugirieron que Boris alentó la propagación del virus: “El principal desafío que enfrenta nuestra especie es la reproducción de nuestra especie misma".

Igualmente, no se puede olvidar que Trump, previo a las elecciones de noviembre de 2020, llegó a decir que era “estúpido” hacer tantas pruebas de detección y que era solo para dar de qué hablar a la prensa.

Ni por los estragos que el Covid-19 ya causaba en Europa occidental, en Brasil y en Estados Unidos, el presidente mexicano tomaba con seriedad el desafío. Todavía su infame verborrea está muy presente: “El virus nos cayó como anillo al dedo”, mientras por otro lado mostraba unas estampas de santos que lo protegían, según él.

Negacionistas, culpables de la catástrofe

Hasta muy avanzada la pandemia, todos los días AMLO exhibió una indolencia criminal: dejó sin ayudas extraordinarias a la población mientras el país registraba los peores números en DESEMPLEO y caída del PIB de menos 9.0 por ciento. Miles de muertes a la semana se sumaban a la estadística y su vocero, Hugo López Gatell, seguía sus instrucciones negacionistas al pie de la letra. Desde el inicio, AMLO fue en exceso permisivo; no implemento con prontitud revisiones en los aeropuertos; permitió el desembarco en las playas turísticas; Cancún se convirtió en un fuerte foco de contagio internacional.

La catástrofe es la marca de los DEMAGOGOS, queda claro. Ni siquiera el hecho de que estos gobernantes se contagiaron a mitad de la pandemia —Boris fue de los primeros a los pocos meses de la invasión viral— los hizo modificar sus laxos criterios y su desdén hacia el patógeno. Como resultado de su criminal actitud la crisis se agudizó dentro de sus propias fronteras y más allá.

Junto con ellos, también se dieron casos de LÍDERES EMPRESARIALES, del mundo del arte y el espectáculo y de otros ámbitos negando la existencia del peligroso patógeno y exponiendo como argumentos de sus dudas explicaciones fantasiosas, más propias de FANÁTICOS demenciales.

En esta referencia cabe mencionar al cantante español Miguel Bosé, en clara negación del virus y en oposición a las medidas preventivas; en México no debe olvidarse al millonario Ricardo Salinas Pliego, quien se negó reiteradamente al confinamiento y a tomar medidas preventivas. También políticos siguieron en sus fiestas, mítines y eventos multitudinarios. El colmo fue la alcaldesa de Naucalpan, Estado de México, Patricia Durán Reveles: eligió el crítico momento para contraer nupcias congregando a más de 300 invitados ávidos de festejo, para luego exiliarse a Canadá en viaje de luna de miel.

Sobre esos personajes deben cargarse las vidas inciertas y posiblemente miserables de los niños HUÉRFANOS por Covid-19; en México, hasta el 08 de noviembre sumaban 131 mil 325 (segundo lugar luego de India, con 241,200, pero esta nación con diez veces más habitantes); Brasil 113 mil 150; y Estados Unidos con 104 mil 884 huérfanos, según registro de la firma TReaserch, que llevaba un conteo regular conforme a las cifras reportadas a la OMS).

Justicia divina o terrenal

La pandemia del Covid-19 dejará números FÚNEBRES más elevados a los que se tomaron para este análisis, cuando la OMS cierre el conteo final. Muchas dudas y certidumbres quedarán a flote, tan grandes que será imposible ocultarlas o ignorarlas. Entre todas resaltarán las omisiones, errores y malas intenciones de los cuatro Jinetes del Apocalipsis mencionados y de aquellos fanáticos religiosos o políticos que en la misma línea jugaron con las vidas de muchos millones de personas en el mundo. Habrá que exigirles que rindan cuentas ante las leyes, como autoridades o líderes responsables de cuidar la salud y la integridad de sus gobernados o seguidores.

En tal sentido deberá promoverse un tipo de “Comité Internacional de la Verdad post Covid-19” que investigue, elabore un reporte final y presente las denuncias ante instancias pertinentes como la Corte Penal Internacional. Porque las OMISIONES criminales, la negación de la peligrosidad del virus, las ineficiencias burocráticas de los gobernantes están tipificadas en las leyes.

Tocará al mencionado Comité de la Verdad promover a través de instancias locales nacionales e internacionales como los partidos políticos, las ONG y activistas por los derechos humanos, que se promuevan los procedimientos necesarios para que los responsables sean ENJUICIADOS. Este planteamiento es una posibilidad real; de ninguna manera es un dislate de alguien con los nervios alterados. Si se pierde esta oportunidad histórica, la sociedad global debe prepararse para que nuevos “Jinetes”, “Mesías”, “Anticristos” o fanáticos demagogos ARRIESGUEN la seguridad y la integridad física y mental de MILLONES de personas y con total IMPUNIDAD.

Por lo tanto, se debe sentar un precedente MUNDIAL, y por eso adquiere lógica y legitimidad este planteamiento. Sobre todo, ante locas pretensiones de esos personajes de eternizarse en el poder. Donald Trump quiere volver; AMLO no se quiere ir o busca imponer sucesor para lograr impunidad. Por eso y por su mal manejo del virus, son una amenaza global en serio.

Si algunos consideran que semejante iniciativa es improcedente, en términos legales, deben tomar en cuenta, por si no lo saben, que en Brasil el Senado de ese país ya inició el procedimiento legal contra su fanático gobernante por su criminal manejo de la crisis viral que tiene a ese país peleando con México y Estados Unidos el primer lugar como los más incompetentes para controlar la pandemia.

Valga decir que se tiene que seguir el ejemplo de esa demanda brasileña principalmente en México, en Estados Unidos y en Gran Bretaña, sin descartar a otros gobernantes que siguiendo el mal ejemplo de los mencionados hayan incurrido en tales desplantes de irresponsabilidad criminal ante el Covid-19.

NO será muy difícil integrar el pretendido Comité de la Verdad con activistas pro DERECHOS HUMANOS, filántropos, académicos y dirigentes políticos que quieran impulsar tal iniciativa, con legitimación de organismos internacionales, empresas o instituciones que quieran apadrinarla en busca de asegurar para la humanidad la responsabilidad de ser gobierno, la rendición de cuentas y sobre todo la supervivencia del género humano. Esta es una lección que deja la crisis del Covid-19.

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