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Edición 426
Escrito por Salvador González Briceño   
Lunes, 21 de Febrero de 2022 01:08

 4269


AMENAZA DE GUERRA

O ESCALADA MEDIÁTICA CONTRA RUSIA

POR EE.UU. Y LA OTAN

Salvador González Briceño

La “guerra híbrida” seguirá su marcha. De ahí la complejidad para comprender el conflicto. De ahí la importancia de la geopolítica, por los múltiples factores que entran en juego, al balance, al debate y al pretendido esclarecimiento de lo ocurrido.

¡TODOS PARA UNO y uno contra todos!”. La lucha de poderes en un nuevo escenario mundial entre ganadores, desesperados, perdedores y otros más que han entrado en acción, escalando el “conflicto” hacia puntos “calientes”.

Es Rusia quien ha unido a Estados Unidos (EE.UU.), la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y algunos países europeos, con Gran Bretaña a la cabeza, en su contra. Y como sándwich del convite entre todas las fuerzas en disputa se encuentra Ucrania, el pretexto.

EE.UU. encabeza la ofensiva hacia el país eslavo, por intereses geopolíticos y geoeconómicos. El decadente imperio que está perdiendo hegemonía en el terreno internacional y los escenarios de la post Guerra Fría, y hoy actúa con desesperación. Eso compete al objetivo general de lo que ocurre.

Claro está que EE.UU. no quiere seguir perdiendo poder e influencia a nivel mundial. Luego entonces, el trasfondo se ubica en la disputa imperial entre EE.UU.-Rusia y China, donde cada uno quiere el predominio o defiende sus intereses. Pero también está el poder global.

Solo que por ahora el problema es con Rusia. Y Ucrania en particular es ahora la manzana en discordia. El credo mediático reza que el mundo está a un tris de la guerra entre la OTAN y Rusia, precisamente por la ex República Socialista de Ucrania. Ola propagandística desde Occidente de “falsa bandera”, una “histeria” alimentada por los medios estadounidenses; incluso empleando el foro, como recién el 31 de enero, de las Naciones Unidas.

Con la salvedad que el “conflicto” se está corriendo de cualquier tipo de amenazas, a volverse realidad. Como el que la movilización de tropas rusas, “en su propios territorio”, es una señal inequívoca de que Rusia prepara una invasión al país de Ucrania.

Y con ese supuesto, convertido en “amenaza”, es que tanto EE.UU. como Gran Bretaña y Francia están desplazando armamento para “apoyar” a Ucrania. Para la defensa de un país que colinda con Rusia y tiene la pretensión de ingresar a la OTAN como brazo armado internacional estadounidense.

El objetivo sigue siendo Rusia

Claro que los estrategas estadounidenses no han quitado el dedo del renglón del precepto geopolítico del Heartland, de John Mackinder —que retomó Brzezinski—, consistente en apoderarse del “área pivote” o “isla mundial” para poder dominar el mundo.

Es decir, la tesis de Mackinder como la expuso en 1919 que sigue latente: “Quien gobierne en Europa del Este dominará el Heartland; quien gobierne el Heartland dominará la Isla-Mundial; quien gobierne la Isla-Mundial controlará el mundo”.

Esa tesis convertida en estrategia de guerra, estaría presente entre líderes y comandantes de la Segunda Guerra Mundial. Y durante la Guerra Fría también. La pretensión de Occidente, sobre todo EE.UU. de dominar el territorio soviético primero y ahora ruso.

Ya todos saben eso, tanto los anglosajones como la vieja Europa, y China. Los generales del Pentágono y los cabecillas de la OTAN. Por lo mismo, la Rusia de Vladimir Putin está preparada para reaccionar ante cualquier eventualidad. Por un lado, conservando y evolucionando su armamento misilístico, pero sobre todo nuclear; por el otro, no dejándose presionar por Occidente.

Fortaleciendo su capacidad super e hipersónica en su cohetaje, como su infraestructura antimisilística, de corto y largo alcance. Eso también EE.UU. y sus generales del Pentágono lo saben. Es por lo mismo que el imperio no se atreve a una confrontación directa con Rusia.

Lo que no impide toda suerte de escarceos, con amenazas y propaganda, para tratar de debilitar y hasta —de ser posible— generar un conflicto a las puertas de su territorio, como lo es ahora en Ucrania y antes fue en Siria y más recién en Kazajistán.

Además, Rusia es una de las potencias que han entrado a la disputa por el control de la hegemonía global estadounidense de la mano de China, el otro gran competidor en materia geoeconómica.

Reacción de EE.UU.

¿Que el gobierno estadounidense se quiere sacar la estaca que se clavó a sí mismo con la desastrosa salida —huida o escape— de Afganistán apanas en agosto de 2021? Lo es. Salida caótica, luego de 20 años de destrucción y muerte.

Pero el caso es que ni el Pentágono ni la OTAN —ni Gran Bretaña ni Occidente en general— quieren a una Rusia fuerte económica, militarmente hablando. Menos disputando el control geopolítico mundial.

Y no sería de extrañar que con el conflicto ucraniano lo que pretenden los “enemigos” de Rusia sea generarle compromisos internos a Putin.

O no tan lejos, pero sí efectivo, crear un enfrentamiento en Ucrania —“indirecto” para Rusia—, entre los nacionalistas antirrusos que quieren la alianza con la OTAN y los separatistas prorrusos de la región de Donbás, de las repúblicas Donetsk y Lugansk, que son afines a Rusia y querrían sumarse como Crimea en 2014.

Esto es muy probable. Es decir, con todo y la OTAN en voz de su dirigente el noruego Jens Stoltenberg, dice en esta coyuntura que la organización que representa no participaría apoyando a Ucrania en una guerra contra Rusia, lo cierto es que dicho organismo tira la piedra y esconde la mano.

Porque la OTAN es el principal vocero y promotor estadounidense de un conflicto precisamente a las puertas de Rusia.

Con ello, EE.UU. no solo en lo general pretende golpear a Rusia, así como acorralar a Putin con una situación de riesgo a las puertas de su casa —en una Ucrania cuyo presidente Volodímir Zelenski ni espera ni quiere la guerra y tampoco Rusia amenaza con invadir—, también en lo particular debilitarla para cuando se pretenda abrir el grifo del gasoducto Nord Stream 2.

Que de ser posible no aprobar su uso y por lo tanto impedir que Alemania reciba el abastecimiento del gas para la calefacción de Europa, y/o se convierta en el distribuidor de gas ruso en la zona euro.

En otras palabras, los aspavientos de guerra en Ucrania podrían tener como explicación otros fines —geoeconómicos, pero también geopolíticos—, además de los militaristas de la OTAN, como los siguientes:

  1. Desde EE.UU. ejercer presión a Alemania o bien para condicionar la “apertura” del gasoducto o para de plano tratar de cerrarlo a cualquier costo —de paso debilitar también a Alemania en su rol como motor económico y líder europeo;

  2. Seguir con los hilos del control por parte de EE.UU. de las decisiones estratégicas de la vieja Europa, una des UE dócil y con una seguridad vulnerada por los anglosajones —con todo y el abandono de Gran Bretaña, aun así pretenden mantener los controles geopolíticos;

  3. Impedir que Rusia salga ganando con la venta del gas y con ello obtenga las ganancias que espera de la zona —olvidando, EE.UU. que Europa depende en un 40 por ciento del abastecimiento ruso del gas, y los inviernos no es poca cosa;

  4. Por lo mismo, EE.UU. presume resolver y abastecer con su propio gas al viejo continente —más caro—, o consiguiéndolo de Arabia Saudí como pretende Biden; el caso es que EE.UU. no quiere perder el mercado europeo —por eso la disputa geoeconómica con Rusia;

  5. Imponer fuertes sanciones a las empresas del país eslavo, desde empresarios que tienen intereses en Occidente (los hay pocos), hasta Putin y su gabinete de funcionarios cercanos —golpear a la economía rusa, sería el objetivo.

Dicho lo anterior, cabe entonces plantear algunas interrogantes más para entender lo que ocurre en la pretendida próxima guerra entre Ucrania y Rusia.

¿Está Rusia dispuesta a una invasión de Ucrania? No. Solo protegerá sus intereses nacionales como cualquier país de toda amenaza.

¿Está Ucrania, de Zelenski, esperando una guerra con Rusia? No. Está capoteando muy bien la situación, salvo que los costos ya son elevados en materia económica, en inversiones, abasto, producción y zozobra social por amenaza de guerra.

¿Se espera un posible conflicto interno en Ucrania? Sí, pero no provocado por Rusia. ¿Quién o quiénes están alimentando dicho conflicto enviando armas a los ucranianos? ¿Qué está haciendo la CIA en el lugar, acaso capacitando y entrenando, financiando, para protestas o atentados terroristas como le es común?

Posible ataque a civiles, el peligro

Esto es, el abastecimiento armamentístico de varios países a Ucrania y su traslado al Este, está generando el ambiente “caliente” para un conflicto interno en Donbás. Y de darse, el problema es que apuntaría contra la población civil. De eso trataría de culparse a Rusia, vil y sin sentido. Un posible pretexto de falsa bandera para intentar cualquier tipo de conflicto contra Rusia, no precisamente armado.

Esto redimensionaría los escenarios de guerra, una situación que nadie quiere ni espera, desde luego, pero apunta a una guerra híbrida, por muchas vías.

Es por lo dicho, aún sin prever el conflicto en el Este ucraniano, que tanto algunos países europeos —la propia Alemania y muchos países más se pronunciaron ya en la ONU por el diálogo, urgente, para la desescalada del conflicto— como los no anglosajones y otros aun dentro de la órbita occidental, plantean que el “conflicto” se resuelva entre las partes.

Retomar los acuerdos de Minsk para resolver el dilema interno en Ucrania (avalado por la propia ONU), o retomar el formato de Normandía (cuatripartita) entre Rusia y Ucrania con Francia y Alemania como mediadores, son las principales propuestas —ahora también de Berlín— para resolver el conflicto dialogando.

¿Qué pretende la OTAN?

Mencionemos por ahora algunos elementos clave al respecto:

  1. Que sin presuntamente “intervenir”, en caso de conflicto entre Ucrania y Rusia —Stoltenberg se lava las manos como Pilatos, pero nadie le cree—, Ucrania le mendigue ayuda o participación. Claro que supuestamente le sería negado el apoyo por no tener la membresía;

  2. Aún y cuando no haya guerra, la OTAN le brindaría a Ucrania una política de “puertas abiertas” para su incorporación al organismo atlántico en cuanto lo solicite, al igual que a otros países;

  3. Que en este conflicto el desgaste ruso sea inevitable —por ser el “malo de la película”, sobre todo— y pronto otros países puedan, quieran o se ven “obligados” a incorporarse al dicho organismo de la Guerra Fría comandado por EE.UU.

  4. Que, a todas luces se desconozca cualquier “promesa” —así sea no escrita en su momento entre Mijail Gorbachov y George Bush padre— de no extenderse al Este tras la caída de la URSS, hasta convertirse en amenaza al umbral de las puertas del Kremlin.

  5. Que el brazo armado anglosajón, pero sobre todo estadounidense, obligue con ello a subvencionar o pagar las elevadas cuotas al organismo para su financiación, o el negocio de la guerra del Pentágono y la OTAN siga en jauja, billonario hasta el momento;

  6. Continuar el acoso a Rusia por parte del organismo, la OTAN, sosteniendo la estrategia de Mackinder-Brzezinski del Heartland.

  7. Continuar con el refrito de la Guerra Fría, esa suerte de Neo Guerra Fría con fines imperiales encabezando las ofensivas armadas contra los “enemigos” del imperio, de un decadente imperio como es el estadounidense.

  8. La OTAN es un organismo de la Guerra Fría que sucumbió en sus fines.

Lo que vemos en el escenario mundial en estos momentos no es otra cosa que guerra híbrida en contra de Rusia. Porque es claro que una guerra, ni nuclear —que nadie desea— pero tampoco convencional sería ganada por EE.UU. Tampoco Rusia. Nadie. Ni siquiera para hacer la Cuarta con palos, como diría Einstein.

No obstante, para comenzar, el potencial ruso no es superado por el Pentágono. Todo lo contrario, en materia de misiles hipersónicos avanzados.

Europa en dónde queda

¿Quién pierde más con este conflicto?

Ucrania. Claro está, porque se está atizando un flujo armamentista sin igual en sus entrañas. Un problema para los ucranianos, porque con las armas que están llegando al país se está azuzando el divisionismo entre nacionalistas y separatistas. Una guerra intestina para los ucranianos, entre los ciudadanos de Donetsk y Lugansk.

Además, que Ucrania está siendo utilizada, de ahí que se encuentre en medio del conflicto o entre las dos grandes fuerzas en cuestión: OTAN-Rusia. El ambiente le genera inestabilidad social y militar: al gobierno, pero sobre todo a la sociedad ucraniana.

Rusia. También pierde, porque toda movilización militar genera gastos a cualquiera —nadie ha probado, por cierto, la cifra de la propaganda que se trata de 100 mil soldados los movilizados en la frontera con Ucrania—. Pero, además, el desgaste que implica contener la ofensiva, interna y externamente. No se duda que se pretenda generar un conflicto interno en Rusia, solo que el actual no le alcanza para eso, ni a EE.UU. ni a la OTAN, ni a cualquier otro interesado.

Es claro que la actuación diplomática rusa es mesurada, y responderá solo cuando sea amenazada —como cualquier país—, en su seguridad nacional. Pero la declaratoria de no atacar a Ucrania permitirá desescalar el actual conflicto que es más bien mediático, desde los medios de comunicación dominantes, pero amenaza convertirse real al esperar el chispazo.

Por ello es que no hay ni habrá guerra como tal, al menos militar. Claro q ue se trata de la “guerra” mediática de la OTAN, de Joe Biden y del primer ministro Británico Boris Johnson, contra la Rusia de Putin.

Atrás de lo anterior están el pretendido control del abastecimiento de gas a Europa vía Alemania, el rescate de la alicaída hegemonía no solo en el viejo continente sino en el mundo, y principalmente la contención de Rusia en su avance a sus orígenes europeos, por cierto.

Pero la “guerra híbrida” seguirá su marcha. De ahí la complejidad para comprender el conflicto. De ahí la importancia de la geopolítica, por los múltiples factores que entran en juego, al balance, al debate y al pretendido esclarecimiento de lo ocurrido.

Europa. Finalmente, Europa también pierde. Porque su seguridad nacional está bajo el control de EE.UU. Y nada hace al respecto. Salvo Francia y Alemania, sobre todo, el resto está en la penumbra, incluso España por sus líos internos

¿Y Bretaña? Nada, desde que abandonó el barco. Desde que salió de la Unión Europea y la zona Euro. Qué decir del manejo de la pandemia. Y la guerra por vacunas. Y de la guerra bacteriológica. Y del abasto del gas ruso, donde EE.UU. no quiere perder como mercado, pero no tiene con que responder. En fin.

Por lo pronto, ya dijo Biden que enviará tropas “en el corto plazo”.

EE.UU. está enfocando sus baterías contra Rusia —¿es el eslabón más débil o el territorio más codiciado?—, porque a China lo tiene al margen por ahora. Claro que nunca se puede luchar en dos frentes a la vez.

La estrategia de guerra que quien controle el corazón de Europa controlará el mundo, sigue vigente.

La guerra es jugoso negocio, aún a costa de vidas y de gastos millonarios de los países; Ucrania es el caso ahora.

Para cerrar, baste declarar que ciertamente la ingenuidad de Mijail Gorbachov derivó en una de las peores estupideces geopolíticas que afectaron no solo a Rusia y la órbita soviética, sino al mundo entero porque se rompieron los equilibrios de la Guerra Fría y eso impactó en los movimientos de liberación nacional de los países de África, Asia y Latinoamérica.

La presencia de una sola potencia, sin contrapeso alguno como el que representó la URSS para los EE.UU. durante toda la Guerra Fría, dejó al mundo en la picota, con imposiciones y reglas que condicionó la unipolaridad imperial estadounidense.

No obstante, eso está en juego ahora, precisamente, porque EE.UU. está dando patadas de ahogado para recuperar lo perdido. Pero aún eso se acabó. Para eso están ahí Rusia, como China, para una moderna multipolaridad, complicada, pero con otras perspectivas para pueblos y países. Una vigencia multipolar traerá otros equilibrios internos y externos para los países. Al menos con una globalización no neoliberal. ¿Sueño? ¿Utopía? ¿Quién renuncia a ello? La humanidad lo vale.



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