Viernes, 13 de Mayo de 2011 12:00 | 
Author: CARLOS RAMÃREZ HERNÃNDEZ | 
| Edición 258 |
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¿Y el próximo
sexenio tampoco?
CARLOS RAMÃREZ HERNÃNDEZ
Cuando el PAN ganó las elecciones presidenciales de 2000, el gran tema de debate giró en torno a si tenÃa o no una agenda para terminar con el viejo régimen priÃsta y construir el nuevo sistema democrático. Van a terminar dos sexenios y el PAN no ha tenido una oferta integral y coherente de transformaciones polÃticas y el PRI sigue aferrado al pasado.
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El problema de fondo es lo que pudiera considerarse como la maldición Gorbachov: El viejo régimen dejó de funcionar sin que estuviera en operación el nuevo régimen. La nueva derrota de una iniciativa limitada de reforma polÃtica dejó la impresión de que el PRI siente que ya ganó las elecciones del 2012 para recuperar la presidencia de la república y que el PAN fue incapaz de impulsar las transformaciones de modernización.
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Pero la parte más grave del asunto radica en el hecho de que todo estarÃa indicando que la instauración de un sistema democrático será prácticamente imposible y que los mexicanos estaremos condenados a vivir en la dimensión desconocida del sistema polÃtico: Si el PAN gana la presidencia, su debilidad repetirá el escenario de los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón por la distribución del poder en tres tercios que se anulan entre sÃ. Si el PRI recupera la presidencia, las posibilidades del cambio serán menores porque el PRI no nació para la democracia sino para el sistema autoritario.
Por tanto y luego de diez años de la alternancia partidista en la presidencia de la República, el reciente fracaso de las reformas -eléctrica, energética, agropecuaria, polÃtica, laboral y fiscal, cada una presentada de manera aislada y por tanto limitada- deja la lección de que las posibilidades del cambio radican en un acuerdo pactado entre todas las fuerzas. De nueva cuenta, la necesidad de unos Pactos de la Moncloa que reforzaron la democracia española en 1977 y permitieron el salto cualitativo a una reorganización polÃtica, productiva y social de España.
El escenario de las no-reformas se presenta como un fantasma que comienza a recorrer los pasillos del Estado y de la sociedad: La rusificación de las expectativas. El fracaso de Gorbachov se ahogó en la incapacidad de Yeltsin y abrió el camino para el regreso del viejo régimen en la figura de Vladimir Putin. Hoy Rusia es un sistema capitalista, en el que el Estado se privatizó para generar una burguesÃa poderosa que controla al paÃs y un sistema polÃtico priizado. España, en cambio, reformó su proyecto de nación y hoy, con todo y crisis, es una potencia europea.
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Lo que debe importar hoy no es si el PRI tiene la tendencia electoral del 2012 a su favor o si el PAN volverá a usar el aparato de poder como lo hizo contra López Obrador y hoy afocado a Peña Nieto, sino si existe alguna mÃnima posibilidad para que el PRI, el PAN y el PRD se sienten a definir el acuerdo de instauración de la democracia. Si ese pacto no existe o se ve imposible, entonces las elecciones del 2012 dejarán de tener interés: Que gane el que sea, si al fin y al cabo cualquiera de los tres partidos va por su agenda y no por encontrar la fase del desarrollo nacional que debió seguir el largo periodo priÃsta.
Pero debe quedar la certeza de que un tercer sexenio sin reformas de fondo, de rediseño del proyecto nacional, no será sino la garantÃa de la mediocridad como paÃs, por más riquezas naturales que existan.
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