Edición 263 |
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No debilitar al ejército
CARLOS RAMÃREZ HERNÃNDEZ
Se ha dicho y escrito de muchas maneras: el ejército es la primera lÃnea de combate y la última lÃnea de defensa de la soberanÃa nacional y de la autoridad del Estado. De ahà que todo lo que afecte la fortaleza militar repercute automáticamente en el Estado.
El debate sobre el fuero de guerra ha sido magnificado. En su sentencia sobre el caso Rosendo Radilla, la Corte Interamericana de Derechos Humanos afirma que el fuero militar que reconoce el artÃculo 13 Constitucional que el fuero de guerra “pareciera no generar problema alguno†y agrega que “no es necesario ordenar la modificación del contenido normativo que regula el artÃculo 13 de la Constituciónâ€, pero más adelante exige que se modifiquen las leyes para que sean juzgados en tribunales civiles los militares que cometan irregularidades en funciones oficiales.
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El asunto tiene que ver con la soberanÃa nacional, como lo señalaron con argumentación jurÃdica los ministros de la Corte Luis MarÃa Aguilar y Aguirre Anguiano porque las sentencias de la CIDH rebasan sus atribuciones; una cosa es que señalen que en algunos casos no se respetó el “debido proceso†y hasta ordenen indemnizaciones, pero otras muy diferente que hagan lo que la CIDH: convertirse en legislador negativo ordenando que se modifiquen las leyes y la Constitución y con ello que se dañen los instrumentos de la soberanÃa del Estado.
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El fuero de guerra es la columna vertebral de la disciplina militar. Por eso su origen señala que los militares deben ser juzgados por militares en base a códigos de honor, de justicia y de consideraciones penales. La razón es sencilla: los militares defienden la soberanÃa; si pueden acudir a tribunales civiles, entonces vendrÃan las indisciplinas. Si bien la acción militar contra la inseguridad no involucra invasión externa, sà deja ver que la seguridad interior es parte de la seguridad nacional por hechos como que los cárteles forman parte de organizaciones internacionales, buscan apoderarse de partes del territorio nacional y someten a civiles a vejaciones.
Los militares entraron a combatir a los cárteles ante la complicidad de policÃas y polÃtico y ante la capacidad de armamento de los delincuentes. Los daños colaterales a civiles son juzgados con severidad por los tribunales militares. Si el fuero de guerra desaparece y los militares pasan a juzgados civiles, la disciplina castrense dejará de ser una garantÃa de defensa de la seguridad nacional y de la soberanÃa.
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México no enfrenta una amenaza militar. A diferencia de otras naciones, el ejército mexicano ha nacido del pueblo. Sin la acción militar, el saldo de bajas criminales, decomisos y desarticulación de cárteles hubiera sido menor. La cohesión de las fuerzas armadas ha sido posible por el código de justicia militar y por la disciplina interna.
Lo que está en riesgo con el abuso en las sentencias de la CIDH es el escudo militar que blinda la soberanÃa nacional. Sin el fuero de guerra, los narcos podrán clamar por sus derechos humanos y llevar el problema a derechos humanos y tribunales civiles, justamente como ocurrÃa en el pasado. Los militares necesitan de la confianza social y del apoyo institucional para sus tareas.
Por ello es que el tema del fuero de guerra debe ser debatido en el contexto de la seguridad nacional y la soberanÃa del Estado.
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