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Siria - Mentiras y manipulaciones
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Edición 264

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Manifes

Siria

Mentiras y

manipulaciones

 

Pierre Piccinin

 

Durante el mes de julio, he estado en Siria, con el propósito de comprobar allí una hipótesis sobre los orígenes de la protesta. He podido circular con toda libertad, en Deera, Damasco, Homs, Hama, Maarat-an-Nuuman, Jisr-al-Shugur, a lo largo de la frontera turca, en Deir-ez-Zor, en todos los lugares donde los medios de comunicación informan de que hay problemas…

 

He constatado que hay distintas protestas, a veces violentas y cuyos objetivos no se identifican con los de demócratas pacíficos. Los Hermanos musulmanes, en particular, ambicionan la instauración de una república islámica, lo que aterroriza a los cristianos y a la mayor parte de las otras minorías. Pero, además del objetivo de mi investigación, me sorprendió constatar que la imagen de Siria propuesta por los medios de comunicación occidentales, imagen de un país en revolución, no corresponde en ningún caso a la realidad observable sobre el terreno.

Los grandes movimientos del comienzo se han apagado, sobre todo a causa de la represión, y las manifestaciones no reúnen a más de varios centenares de personas solamente, con frecuencia a la salida de las mezquitas, no sin una influencia islamista.

SyrieHama 3

Así, en  la ciudad de Hama, sede de los Hermanos musulmanes, casi en estado de sitio, tienen lugar aún grandes manifestaciones.

 

Centro de una violenta revuelta, en 1982, que fue aplastada por Hafez al-Assad, el padre del actual presidente, Hama está hoy cercada por carros blindados, pero el gobierno ha elegido evitar el baño de sangre, por temor a las reacciones de la comunidad internacional, y ha optado por dejar que la situación se vaya degenerando.

 

El viernes 15 de julio, llegué a Hama. Enseguida, me rodearon los jóvenes que hacen la ley. Enseñé mi pasaporte belga y la situación se calmó: « Bélgicaa !, Bélgicaa ! » ; como único observador extranjero en el lugar, me escoltaron entre los manifestantes. Puede acceder a un inmueble alto, desde donde tomé una serie de fotografías de conjunto.

 

En la plaza Asidi, al final de la gran avenida al-Alhamein, finalizada la oración, miles de personas han llegado corriendo de todos los barrios de la ciudad, la grito de « Allah akbar ! ».

 

Esa misma noche, he recibido el despacho de la AFP, que anunciaba un millón de manifestantes en toda Siria, ese 15 de julio, y de ellos 500.000 en Hama.

 

En Hama, en realidad, no eran más de 10.000. Esta  « información » es absurda ya que la ciudad de Hama solo tiene 370.000 habitantes. Es cierto que, a veces, las cifras varían sensiblemente según las fuentes; y las estimaciones no son siempre fáciles. Pero, en este caso, no se trata de una variante de estimación: es « intoxicación informativa », desinformación, propaganda. 500.000 manifestantes pueden hacer que se tambalee el régimen; 10.000 tiene poca repercusión. Y todas las « informaciones » difundidas sobre Siria desde hace tres meses son del mismo orden.

 

¿La fuente de la AFP?

 

La que aparece sistemáticamente en todos los medios de comunicación y se ha convertido casi en la única fuente para Siria : el Observatorio sirio de los derechos humanos (OSDH). Bajo esta etiqueta de apariencia honorable, se esconde una organización política, con base en Londres, cuyo presidente, Rami Abdel Ramane, opositor desde hace tiempo al régimen baasista, mantiene estrechas relaciones con los Hermanos musulmanes.

 

Así, desde hace varios meses, los medios de comunicación occidentales difunden a propósito de Siria una realidad vista y corregida por una única fuente sobre la cual nadie, parece, ha juzgado útil hacerse preguntas. Esta imagen de una Siria en plena revolución y de un partido Baas al borden de abismo no corresponde en ningún caso a la realidad sobre el terreno, donde el poder controla la situación y donde la protesta se ha reducido considerablemente. Pero, además de esta desinformación relativa al caso sirio, hay algo más grave: las lecciones de Timisoara, de la Guerra del Golfo o los acontecimientos de Yugoslavia  no han surtido efecto. Y los medios de comunicación europeos siguen cayendo en la trampa de despachos apresurados, con el riesgo de servir a sus lectores una realidad virtual. Cuando los medios de comunicación ya no cumplen su deber de información, es la democracia la que esté en peligro

 

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