Lunes, 31 de Octubre de 2011 17:22 | 
Author: Regino Díaz Redondo | 
| Edición 269 |
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La Nueva Babel Financiera de Europa
Regino Díaz Redondo
1.- Nos costó un trabajo excepcional. Se confundían los gritos de dolor y las exclamaciones de alegría. No podía ser. El esfuerzo fue titánico. Fue algo así como esas batallas del medievo en las que los señores de los castillos, virtualmente reyes de sus pequeños territorios, se enfrentaban entre sí para conseguir independencia y expansionismo. Nadie lo hubiese imaginado. Los ciudadanos de este continente tenemos el honor de presentar a ustedes, habitantes de otras latitudes, que estamos a punto de que Europa camine a tres velocidades.
Timothy Geithner.
Nuestro plurilingüismo se ha convertido en un fenómeno impensable: Al no entendernos -ya saben, en Carpetovetonia se habla el español, o el castellano o lo que ustedes quieran- mientras que en los países de este apasionado continente los políticos han desaparecido. Las finanzas dominan y, gracias a ella -honor a quien honor merece-, nos movemos dentro de un edificio viejo, usado, muy querido y maltratado, ciudadanos incapacitados para comunicarnos.
La Europa superlativa la encabezarían la pareja francoalemana, Holanda, Austria y Finlandia. Ellos son y serán, no se por cuánto tiempo, el primer mundo europeo.
Dos pisos más abajo, los países periféricos del sur con una pésima cultura grecorromana asumimos con decisión nuestro papel de correveidiles.
Ángela Merkel.
En los bajos, allá, en la tercera clase del barco donde viajaron tantos emigrantes hacia América, se encuentran las demás naciones que por su tamaño, poco estratégicos o por conflictos internos, reciben la orden implacable de remar contra corriente.
En estos momentos, las sirenas de las ambulancias que recogen a financieros desprestigiados recorren las calles de todo el territorio. Principalmente las de Grecia, Portugal, Irlanda, España, Italia y, a lo mejor, se sube al carro del sufrimiento la sin par Bélgica, sede de la extraordinaria y eficiente Unión Europea.
2.- Vayamos al euro, si es que existe todavía cuando este artículo se publique. Resulta que hay premoniciones catastróficas, convenencieras, realistas y temerosas que apuntan hacia un común denominador: La ruptura social sin remedio.
En este escenario surge de pronto una nueva presión a las ya existentes. Estados Unidos -acaba de sentenciarlo el señor Timothy Geithner, secretario del Tesoro y gerente de Fort Knox-: “Europa avanza muy lentamente” y es preciso que acelere la velocidad de recuperación para evitar que desaparezca el euro y que el Grupo de los 27 pase a la historia como un acontecimiento más de nuestra tradición tan rica en triunfos y fracasos.
Jean-Claude Juncker.
De pronto, la señora Ángela Merkel se planta en el estrado del Parlamento alemán y expresa con emocionada voz: “Hay que salvar a Europa. Grecia no debe salir del euro. Si ocurriese sería el principio del fin. Y nosotros no estamos dispuestos a permitirlo”. Pero nada de emitir eurobonos.
¿Qué logró la canciller en ese momento tan crucial mientras, eufórica, expresaba la defensa continental?
Desde luego que se amplíe el fondo de rescate al que se había negado rotundamente durante muchas ocasiones. Este cambio de criterio se debe a que los bancos alemanes tienen invertido en las naciones débiles miles de millones de euros en deuda que cada vez vale menos.
Esta situación convenció a los euro-escépticos, en su mayoría, esa mayoría parlamentaria tan sui géneris y pletórica de juicios semánticos y a veces ininteligibles, para respaldar su proposición.
¿Pero sabe qué? Pues que el país helénico no ha recibido aún ni una décima parte del dinero prometido desde hace dos meses y que la próxima reunión de la Cámara europea será a principios de noviembre, unos 20 días después de que Papandreu anunciase que las arcas de Grecia no podrán solventar sus pagos después de este mes.
Además, no se haga ilusiones, este proyecto que ya dan como un hecho los medios de comunicación de nuestro amado continente, tiene que recibir el visto bueno de cada una de las diputaciones de la UE y, si alguna Legislatura se opone, el triunfo será papel mojado.
3.- Cenicienta no tiene la seguridad de regresar a casa antes de que den las 12 de la noche. Y lo mismo le pasa a la distinguida canciller germana.
En principio, ya nos topamos con el primer problema inmediato: Los griegos han solicitado oficialmente una quita del 50 por ciento a la deuda contraída para su rescate. Pues ni con esa rebaja podrán, desgraciadamente, salir del atolladero.
Desde luego que las instituciones bancarias acreedoras se negarán rotundamente a aceptar tal proposición. Ellas lo que quieren es dinero constante y sonante. Y, además, esperan recibir 300 mil millones de euros más para tener liquidez y evitar el quiebre financiero con el que tanto nos amenazan.
Toda una novela de terror en manos de unos cuantos para que los demás veamos la película sentados incómodamente en cualquier cine de barrio.
Joao Durao Barroso.
Que por añadir no quede. Les diré que están pidiendo que en algunos países -España entre ellos, no faltaba más- se instale y trabaje una “auditoria externa e independiente” por si los economistas nacionales cometen algún error o -esto ni pensarlo- hacen trampas.
Han surgido algunas protestas de prominentes financieros europeos. Jean-Claude Juncker, presidente del eurogrupo y primer ministro luxemburgués: “No acepto lecciones de Washington”.
Y al terminar su discurso se fue a un banquete del Fondo Monetario Internacional.
Elena Salgado, vicepresidenta económica del gobierno español, echó su cuarto a espadas: “EU también tuvo en vilo al mundo este verano”. Pero como el estío ha pasado, ya en otoño las cosas cambian lo mismo que ocurrirá con el gobierno socialista.
4.- No quisiera terminar este artículo sin reconocer abiertamente el cambio de carácter y de opinión de Joao Durao Barroso. Él, que tan oscuro trabajó en la sombra de la Unión, acaba de manifestarse con firmeza y contundencia para exigir que “es preciso establecer la tasa Tobin para imponer tasas especiales a las transacciones de los bancos porque llegó el momento en que el sector financiero devuelva la contribución que recibió de la sociedad europea”.
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