Edición 277 |
LA DECADENCIA DE EE.UU. EN PERSPECTIVA
(PARTE I)
“Perdiendo†el mundo
NOAM CHOMSKY*
Introducción del editor de Tom Dispatch
EN MAYO DE 2007, TROPECÉ CON BOCETOS en el sitio en la web de una firma arquitectónica de Kansas contratada para construir una monstruosa embajada combinada con ciudadela para el centro de comando de Gran Medio Oriente en 42 hectáreas en el centro de la capital iraquÃ, Bagdad.
PRESENTABAN LAS impresiones de un artista de cómo se verÃa el lugar – un gigantesco complejo autosuficiente prosaico (pensad en centros comerciales o proyectos habitacionales) y opulento (una gigantesca piscina, canchas de tenis, un centro recreativo.)
Impresionado por el hecho de que el gobierno de EE.UU. se propusiera construir la mayor embajada de todos los tiempos en el corazón petrolero del planeta, escribà un artÃculo: “El buque nodriza aterriza en Irak†sobre esos planes y presenté un pequeño tour del proyecto mediante esos burdos dibujos. Desde TomDispatch comenzó a circular por Internet y pronto un Departamento de Estado aterrorizado declaró una “ruptura de la seguridad†y obligó a la firma a retirar los bocetos de su sitio en la web.
Ahora, más de cinco años después, tenemos las primeras fotos públicas de la embajada -una piscina, un campo de baloncesto, canchas de tenis, y una cafeterÃa maravillosa- precisamente cuando llegó la noticia de que el vasto despilfarro, construido con 750 millones de dólares del contribuyente, con un presupuesto de seis mil millones del Departamento de Estado para este año, y su propia fuerza aérea mercenaria, está a punto de sufrir una reducción de su personal de 16 mil. En un artÃculo del Washington Post sobre el tema, citan al senador Patrick Leahy diciendo: “He estado en embajadas en todo el mundo, y uno llega a ese sitio y se siente como ‘¡HÃjole! ¡Wuau!’ De repente se está frente a algo tan completamente fuera de escala con todo lo que conoce, que uno se tiene que preguntar ¿qué estaban pensando cuando lo construyeron?â€
La respuesta es: En 2004, cuando comenzó la planificación para este elefante blanco entre las embajadas, el gobierno de Bush todavÃa soñaba con una Pax Americana impuesta por Washington en el Gran Medio Oriente y lo veÃa como su puesto de comando occidental. Ahora, claro está, las vastas mega-bases estadounidenses en Irak con sus múltiples rutas de autobuses, gigantescos supermercados, Pizza Huts, Cinnabons y Burger Kings, donde iban a poner en guarnición durante décadas a soldados estadounidenses siguiendo el “modelo coreanoâ€, son otros tantos pueblos fantasma, decadentes zigurats estadounidenses en Mesopotamia. Del mismo modo, esas fotos de la embajada parecen instantáneas de Pompeya justo cuando la ceniza comenzaba a caer. Mientras tanto, en Afganistán, las noticias son similarmente deprimentes, y reducciones y retiradas se encuentran repentinamente a la orden del dÃa. Algo está cambiando. Es un sentimiento tectónico. Ciertamente estamos recibiendo otro conjunto de señales de que los planes imperiales estadounidenses en Eurasia continental se han derrumbado y quemado y que EE.UU. se reagrupa ahora y se dirige “mar adentroâ€.
Qué momento entonces para que Noam Chomsky intervenga sobre el tema de la decadencia de EE.UU. Tom
(La decadencia de EU). Los aniversarios significativos son conmemorados solemnemente -el ataque de Japón contra la base naval de EE.UU. en Pearl Harbor, por ejemplos. Otros son ignorados, y frecuentemente nos enseñan lecciones valiosas sobre lo que probablemente nos espera. Ahora mismo, de hecho.
Por el momento, no estamos conmemorando el 50 aniversario de la decisión del presidente John F. Kennedy de lanzar el acto de agresión más destructivo y asesino del perÃodo posterior a la Segunda Guerra Mundial: La invasión de Vietnam del Sur, y después de toda Indochina, dejando a millones de muertos y a cuatro paÃses devastados, con vÃctimas que siguen aumentando por los efectos a largo plazo de la saturación de Vietnam del Sur con algunos de los carcinógenos más letales conocidos, realizada para destruir la cobertura en el terreno y los cultivos alimentarios.
El objetivo primordial era Vietnam del Sur. Posteriormente la agresión se extendió hacia el Norte, luego a la remota sociedad campesina del norte de Laos, y finalmente a Camboya rural, que fue bombardeada al sorprendente nivel de todas las operaciones aéreas aliadas en la región del PacÃfico durante la Segunda Guerra Mundial, incluidas las dos bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki. Al hacerlo, se cumplieron las órdenes de Henry Kissinger -“todo lo que vuela sobre todo lo que se mueveâ€- un llamado al genocidio que es raro en los antecedentes históricos. Poco de esto es recordado. La mayor parte es apenas conocida más allá de cÃrculos limitados de activistas.
Cuando la invasión fue lanzada hace 50 años, la preocupación fue tan ligera que hubo pocos esfuerzos por justificarla, apenas más que el apasionado argumento del presidente de que “en todo el mundo se nos opone una conspiración monolÃtica e implacable que se basa primordialmente en medios clandestinos para expandir su esfera de influencia†y si la conspiración logra sus objetivos en Laos y Vietnam: “las puertas se abrirán ampliamenteâ€.
En otro sitio, advirtió además que “los complacientes, los autoindulgentes, las sociedades blandas están a punto de ser barridos con los despojos de la historia [y] sólo los fuertes… pueden llegar a sobrevivirâ€, reflexionando en este caso sobre el fracaso de la agresión y del terror estadounidense para aplastar la independencia de Cuba.
Para cuando la protesta comenzó a aumentar media docena de años después, el respetado especialista en Vietnam e historiador militar Bernard Fall, ningún pacifista, predijo que “Vietnam como entidad cultural e histórica… está amenazado por la extinción… [mientras]… el campo muere literalmente bajo los golpes de la mayor maquinaria militar jamás desencadenada sobre un área de este tamañoâ€. De nuevo se referÃa a Vietnam del Sur.
Cuando la guerra terminó después de ocho horrendos años, la opinión dominante estaba dividida entre los que describÃan la guerra como una “noble causa†que podrÃa haber sido ganada con más dedicación, y en el extremo opuesto, los crÃticos, para quienes fue un “error†demasiado costoso. En 1977, el presidente Carter, provocó poca atención cuando explicó que “no tenemos ninguna deuda†con Vietnam porque “la destrucción fue mutuaâ€.
Todo esto contiene importantes lecciones para nuestros dÃas, incluso fuera de otro recuerdo de que solo los débiles y derrotados tienen que rendir cuentas por sus crÃmenes. Una lección es comprender lo que está sucediendo cuando solo prestamos atención a los eventos crÃticos del mundo real, a menudo desdeñados en la historia, sino también a lo que creen los dirigentes y la opinión de la elite, por teñidos de fantasÃa que estén. Otra lección es que junto a la fantasÃa elucubrada para aterrorizar y movilizar al público (y que tal vez sea creÃda por algunos que son atrapados por su propia retórica), también existe una planificación geoestratégica basa en principios que son racionales y estables durante largos perÃodos porque están arraigados en instituciones estables y sus preocupaciones. Eso también vale en el caso de Vietnam. Volveré al tema, solo subrayo aquà que los factores persistentes en la acción estatal son generalmente bien ocultados.
La guerra de Irak es un caso instructivo. Fue mercadeada a un público aterrado sobre las bases usuales de la autodefensa contra una terrible amenaza a la supervivencia: la “única pregunta†declararon George W. Bush y Tony Blair era si Sadam Hussein terminarÃa sus programas de desarrollo de armas de destrucción masiva. Cuando la única pregunta recibió la respuesta equivocada, la retórica del gobierno giró desenvueltamente hacia nuestro “anhelo de democraciaâ€, y la opinión educada, como se debe, siguió el camino indicado; todo rutina.
Más adelante, a medida que resultaba más difÃcil ocultar la escala de la derrota de EE.UU. en Irak, el gobierno admitió silenciosamente lo que siempre estuvo claro. En 2007-2008, el gobierno anunció oficialmente que un acuerdo final debÃa otorgar a EE.UU. bases militares y el derecho a operaciones de combate, y preferir a inversionistas estadounidenses en el rico sistema energético -demandas que fueron renuentemente abandonadas más tarde ante la resistencia iraquÃ. Y todo fue ocultado a la población en general.
Midiendo la decadencia de EE.UU.
Con semejantes lecciones en mente, vale la pena considerar lo que es destacado actualmente en los grandes periódicos de polÃtica y opinión. Limitémonos a la más prestigiosa de las revistas del establishment, Foreign Affairs. El titular que vociferaba en la portada de la edición de diciembre de 2011, dice en negrita: “¿Se acabó EE.UU.?â€
El artÃculo titular llama a “recortes económicos†en las “misiones humanitarias†en el extranjero que consumen la riqueza del paÃs, a fin de detener la decadencia de EE.UU. que es un tema importante en el discurso de los asuntos internacionales, acompañado usualmente por el corolario de que el poder se orienta hacia el Este, hacia China y (tal vez) India.
Los principales artÃculos tienen que ver con Israel-Palestina. El primero, de dos altos funcionarios israelÃes, lleva el tÃtulo de “El problema es el rechazo palestinoâ€: El conflicto no puede ser resuelto porque los palestinos se niegan a reconocer Israel como Estado judÃo -ajustándose asà a la práctica diplomática estándar: los Estados son reconocidos, pero no sectores privilegiados en su interior. La demanda es apenas más que un nuevo artilugio para desalentar de la amenaza de un arreglo polÃtico que debilitarÃa los objetivos expansionistas de Israel.
La posición opuesta, defendida por un profesor estadounidense, tiene el tÃtulo: “El problema es la ocupaciónâ€. El subtÃtulo dice “Cómo la ocupación destruye la naciónâ€. ¿Qué nación? Israel, por supuesto. El par de artÃculos aparece bajo el titular “Israel sitiadoâ€.
La edición de enero de 2012 presenta un llamado más para bombardear Irán ahora, antes que sea demasiado tarde. Advirtiendo contra “los peligros de la disuasiónâ€, el autor sugiere que “los escépticos de la acción militar no aprecian el verdadero peligro que un Irán con armas nucleares plantearÃa a los intereses de EE.UU. en Medio Oriente y más allá. Y sus sombrÃos pronósticos asumen que la cura serÃa peor que la enfermedad -es decir, que las consecuencias de un ataque de EE.UU. contra Irán serÃan tan malas o peores que las de que Irán logre sus ambiciones nucleares. Pero es una suposición defectuosa. La verdad es que un ataque militar con el propósito de destruir el programa nuclear de Irán, si es dirigido cuidadosamente, podrÃa ahorrar a la región y al mundo una amenaza muy real y mejorar dramáticamente la seguridad nacional a largo plazo de EE.UU.â€
Otros argumentan que los costes serÃan demasiado elevados, y en los extremos algunos incluso señalan que un ataque violarÃa el derecho internacional .como lo hace la posición de los moderados, quienes regularmente planean amenazas de violencia, en violación de la Carta de la ONU.
Veamos una por una esas principales preocupaciones.
La demografÃa es solo uno de los numerosos problemas serios del futuro. Para India, los problemas son mucho más severos.
No todas las voces prominentes prevén una decadencia de EE.UU. Entre los medios internacionales, no hay ninguno más serio y responsable que el London Financial Times. Recientemente dedicó toda una página a la expectativa optimista de que nueva tecnologÃa para la extracción de combustibles fósiles norteamericanos podrÃa permitir que EE.UU. llegue a ser independiente energéticamente, y por ello retenga su hegemonÃa global durante un siglo. No hay ninguna mención del tipo de mundo que EE.UU. dominarÃa en ese caso, pero no por falta de evidencia.
Aproximadamente al mismo tiempo, la Agencia Internacional de EnergÃa (IEA) informó que, con el rápido aumento de las emisiones de carbono por el uso de combustible fósil, se llegará al lÃmite de seguridad en 2017 si el mundo continúa por su camino actual. “La puerta se está cerrando†dijo el economista jefe de la IEA, y muy pronto “se cerrará para siempreâ€.
Poco antes el Departamento de EnergÃa de EE.UU. informó sobre las cifras más recientes de emisiones de dióxido de carbono, que “aumentaron por la cantidad más alta registrada†a un nivel mayor que el peor de los casos previstos por el Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC). No fue ninguna sorpresa para muchos cientÃficos, incluido el programa del MIT sobre cambio climático, que ha advertido durante años que las predicciones del IPCC son demasiado conservadoras.
Semejantes crÃticos de las predicciones del IPCC no reciben prácticamente ninguna atención pública, a diferencia del margen de negacionistas que son apoyados por el sector corporativo, junto con inmensas campañas de propaganda que han apartado a los estadounidenses del espectro internacional en su negación de las amenazas. El apoyo empresarial también se traduce directamente en poder polÃtico. El negacionismo forma parte del catequismo que debe ser entonado por los candidatos republicanos en la grotesca campaña electoral que está en curso, y en el Congreso son suficientemente poderosos como para abortar hasta esfuerzos para estudiar los efectos del calentamiento global, para no hablar de hacer algo serio al respecto.
En breve, la decadencia de EE.UU. puede posiblemente ser detenida si abandonamos la esperanza de supervivencia decente, perspectivas que son demasiado reales en vista del equilibrio de fuerzas en el mundo.
“Perdiendo†China y Vietnam
Dejando de lado pensamientos tan desagradables, una mirada de cerca a la decadencia de EE.UU. muestra que China juega ciertamente un importante papel, como lo ha hecho durante 60 años. La decadencia que ahora provoca una preocupación semejante no es un fenómeno reciente. Se remonta a fines de la Segunda Guerra Mundial, cuando EE.UU. tenÃa la mitad de la riqueza del mundo e incomparable seguridad y alcance global. Los planificadores eran naturalmente bien conscientes de la enorme disparidad del poder, y querÃan mantenerla de esa manera.
El punto de vista básico fue presentado con admirable franqueza en un importante documento estatal de 1948 (PPS 23). El autor fue uno de los arquitectos del Nuevo Orden Mundial de esos dÃas, presidente del Personal de Planificación PolÃtica del Departamento de Estado, el respetado estadista y erudito George Kennan, un pacifista moderado dentro del espectro de la planificación. Señaló que el objetivo polÃtico central era mantener la “posición de disparidad†que separaba nuestra inmensa riqueza de la pobreza de otros. Para lograr ese objetivo, aconsejó: “Debemos cesar de hablar de objetivos vagos… pero irreales como ser derechos humanos, el aumento de los estándares de vida, y democratizaciónâ€, y debemos “utilizar conceptos de poder directoâ€, no “embarazados por consignas idealistas†sobre “altruismo y obras de beneficencia hacia el mundoâ€.
Kennan se referÃa especÃficamente a Asia, pero las observaciones se generalizan, con excepciones, para participantes en el sistema global dirigido por EE.UU. Se comprendÃa bien que las “consignas idealistas†debÃan ser ostentadas prominentemente cuando iban dirigidas a otros, incluidas las clases intelectuales, de quienes se esperaba que las promulgaran.
Los planes que Kennan ayudó a formular e implementar daban por entendido que EE.UU. controlarÃa el Hemisferio Occidental, Lejano Oriente, el antiguo imperio británico (incluidos los incomparables recursos energéticos de Medio Oriente), y tanto de Eurasia como fuera posible, crucialmente sus centros comerciales e industriales. No eran objetivos poco realistas, en vista de la distribución del poder. Pero la decadencia comenzó de inmediato.
En 1949, China declaró la independencia, un evento conocido en el discurso occidental como “la pérdida de China†-en EE.UU. con amargas recriminaciones y conflicto sobre quién era responsable de esa pérdida. La terminologÃa es reveladora. Solo se puede perder algo que uno posee. La suposición tácita era que EE.UU. poseÃa China, por derecho, junto con la mayor parte del resto del mundo, tal como lo asumÃan los planificadores de la posguerra.
La “pérdida de China†fue el primer paso importante en la “decadencia de EE.UU.†Tuvo importantes consecuencias polÃticas. Una fue la decisión inmediata de apoyar el esfuerzo de Francia por reconquistar su antigua colonia de Indochina, para que esta, no fuera también “perdidaâ€.
La propia Indochina no era una preocupación enorme, a pesar de las afirmaciones sobre sus ricos recursos por el presidente Eisenhower y otros. La preocupación fue más bien la “teorÃa del dominóâ€, frecuentemente ridiculizada cuando los dominós no caen, pero sigue siendo un principio dominante en la polÃtica porque es bastante racional. Para adoptar la versión de Henry Kissinger, una región que cae fuera de control puede convertirse en un “virus†que “propagará el contagioâ€, induciendo a otros a seguir el mismo camino.
En el caso de Vietnam, la preocupación era que el virus del desarrollo independiente pudiera infectar Indonesia, que realmente posee ricos recursos. Y eso podrÃa llevar a Japón -el “súper dominó†como fue llamado por el destacado historiador sobre Asia, John Dower- a “acomodarse†a un Asia independiente como su centro tecnológico e industrial en un sistema que escaparÃa al alcance del poder de EE.UU. Eso significarÃa, en efecto, que EE.UU. habÃa perdido la fase del PacÃfico de la Segunda Guerra Mundial, librada para impedir el intento de Japón de establecer un Nuevo Orden semejante en Asia.
El camino para encarar un problema semejante es obvio: destruir el virus e “inocular†a los que podrÃan estar infectados. En el caso de Vietnam, la decisión racional era destruir toda esperanza de un exitoso desarrollo independiente e imponer dictaduras brutales en las regiones vecinas. Esas tareas fueron realizadas con éxito – aunque la historia tiene su propia astucia, y algo similar a lo que se temÃa se ha estado desarrollando desde entonces en el Este de Asia, para consternación de EE.UU.
La victoria más importante de las guerras de Indochina fue en 1965, cuando un golpe militar en Indonesia, respaldado por EE.UU. y dirigido por el general Suharto, realizó masivos crÃmenes que fueron comparados por la CIA con los de Hitler, Stalin y Mao. Los medios dominantes informaron fielmente y con euforia irrestricta sobre la “asombrosa matanza masivaâ€, como la describió el New York Times.
Fue un “rayo de luz en Asiaâ€, como escribió el renombrado comentarista ‘liberal’ James Reston en el Times. El golpe terminó la amenaza de democracia al demoler al partido polÃtico de los pobres, basado en las masas; estableció una dictadura que procedió a compilar uno de los peores historiales de derechos humanos en el mundo, y abrió las riquezas del paÃs a inversionistas occidentales. No es de extrañar que, después de muchos otros horrores, incluida la casi genocida invasión de Timor Oriental, Suharto haya sido saludado por el gobierno de Clinton en 1995 como “nuestro tipo de hombreâ€.
Años después de los grandes eventos de 1965, el consejero de seguridad nacional de Kennedy-Johnson, McGeorge Bundy, reflexionó que hubiera sido sabio terminar la guerra de Vietnam en ese momento, con el “virus†virtualmente destruido y el dominó primordial sólidamente en su sitio, reforzado por otras dictaduras respaldadas por EE.UU. en toda la región.
Procedimientos similares han sido seguidos rutinariamente en otros sitios. Kissinger se refirió especÃficamente a la amenaza de una democracia socialista en Chile. Esa amenaza fue destruida en otra fecha olvidada, lo que los latinoamericanos llaman “el primer 11-Sâ€, que en violencia y amargos efectos excedió de lejos el 11-S conmemorado en Occidente. Una cruel dictadura fue impuesta en Chile, parte de una plaga de brutal represión que se extendió por Latinoamérica, alcanzando Centroamérica bajo Reagan. Los virus también han causado profundas preocupaciones en otros sitios, incluido Medio Oriente, donde la amenaza del nacionalismo secular ha preocupado frecuentemente a los planificadores británicos y estadounidenses, induciéndolos a apoyar al fundamentalismo islámico radical para contrarrestarlo.
La concentración de la riqueza y la decadencia de EE.UU.
A pesar de semejantes victorias, la decadencia de EE.UU. continuó. En 1970, la parte estadounidense de la riqueza del mundo habÃa caÃdo a un 25 por ciento, aproximadamente donde permanece, todavÃa colosal, pero mucho menos que al fin de la Segunda Guerra Entonces. Para entonces, el mundo industrial era “tripolarâ€: Norteamérica basada en EE.UU., Europa basada en Alemania, y el Este de Asia, que ya era la región industrial más dinámica, basada en aquel entonces en Japón, pero que entonces incluÃa a las antiguas colonias japonesas Taiwán y Corea del Sur, y más recientemente China.
Aproximadamente en esos dÃas, la decadencia de EE.UU. entró a una nueva fase: decadencia conscientemente auto-infligida. Desde los años setenta, ha habido un cambio significativo en la economÃa estadounidense, cuando planificadores, privados y estatales, se volvieron hacia la financialización y la subcontratación al extranjero de producción, impulsada en parte por la tasa de beneficios en disminución en la manufactura en el interior. Esas decisiones iniciaron un ciclo maligno en el cual la riqueza se concentró considerablemente (dramáticamente en el máximo 0,1 por ciento de la población), causando la concentración del poder polÃtico; de ahà la legislación para llevar aún más lejos el ciclo: la tributación y otras polÃticas fiscales, desregulación, cambios en las reglas de la gobernancia corporativa permitiendo inmensos beneficios para los ejecutivos, etcétera.
Mientras tanto, para la mayorÃa, los salarios reales se estancaron en gran parte, y la gente pudo arreglárselas sólo mediante cargas laborales fuertemente aumentadas (mucho más que en Europa), deudas insostenibles, y burbujas repetidas desde los años de Reagan, creando riqueza en el papel que inevitablemente desaparecÃa cuando reventaban (y los perpetradores eran rescatados por el contribuyente). Paralelamente, el sistema polÃtico ha sido cada vez más desgarrado mientras ambos partidos son impulsados más profundamente dentro de los bolsillos corporativos con el aumento del coste de las elecciones, los republicanos a un nivel grotesco, los demócratas (ahora sobre todo los antiguos “republicanos moderadosâ€) no se quedaron demasiado atrás.
Un reciente estudio del Instituto de PolÃtica Económica, que ha sido durante años la mayor fuente de datos probos sobre estos eventos, es titulado Failure by Design [Fracaso deliberado]. La palabra “deliberado†es exacta. Otras alternativas eran ciertamente posibles. Y como señala el estudio, el “fracaso†tiene una base clasista. No hay fracaso para los que deliberan. Lo contrario es lo cierto. Las polÃticas fueron, más bien, un fracaso para la gran mayorÃa, el 99 por ciento en la imaginerÃa de los movimientos Ocupa -y para el paÃs, que ha declinado y seguirá haciéndolo bajo estas polÃticas.
Otro factor es la subcontratación al extranjero de la manufactura. Como lo ilustra el ejemplo de los paneles solares, la capacidad manufacturera provee la base y el estÃmulo para la innovación llevando a niveles más elevados de sofisticación en la producción, el diseño y la invención. Eso, también, está siendo subcontratado, lo que no es un problema para los “mandarines del dinero†que elaboran cada vez más la polÃtica, pero es un problema serio para la gente trabajadora y las clases medias, y un verdadero desastre para los más oprimidos, los africano-estadounidenses, que nunca han escapado al legado de la esclavitud y sus crueles secuelas, y cuya exigua riqueza desapareció virtualmente después del colapso de la burbuja de la vivienda en 2008, provocando la más reciente crisis financiera, la peor hasta ahora.
…………..
Noam Chomsky es profesor emérito del Departamento de LingüÃstica y FilosofÃa del MIT. Es autor de numerosas obras polÃticas que son éxitos de ventas.
* Tom Dispatch
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