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Ediciòn 291

EXÁMEN MÉXICO
ÁLVARO ARAGÓN AYALA

Manlio y Emilio, íconos del viejo PRI,

portan el equipaje anticorrupción

 

¿A QUE NIVELES DE MANIPULACION, simulación y engaño, intenta someter a la nación el grupo priista de la posmoderna reconstrucción  nacional? La camarilla mafiosa del PRI metamorfoseó sus rostros mediáticos: Los plenipotenciarios íconos de la corrupción estructural del sistema político mexicano, el diputado Manlio Fabio Beltrones Rivera y el senador Emilio Antonio Gamboa Patrón, cargan el novedoso equipaje anticorrupción.

EXACTO: Los viejos priistas mudaron rápido de piel y previo a la futura olimpiada de la honorabilidad sexenal, adoptaron como suya la nueva tesis del escritor Mario Vargas Llosa -la de la dictadura perfecta- para quien ahora México es "un país mucho más libre", con "una institucionalidad democrática que no va a permitir que vuelva el viejo sistema hegemónico del PRI".

Pregunta obligada: ¿Vargas Llosa habría de desfilar hoy en la coyuntural retórica priista-peñanietista?

Que se olviden sus pasados es la segura intención de Beltrones y Gamboa. Que se eleve a rango de inmaculados sus presentes y sus futuros, sería la tácita consigna: En el Congreso de la Unión, el dúo ignominioso, operará una sui géneris iniciativa-orden presidencial.

Manlio Fabio
Manlio Fabio

Es la realidad: La “fiebre” por la creación de comisiones anticorrupción irrumpió en México y las campanas tañeron. ¿Por qué ruta viene el parto: La de la legitimización de Enrique Peña Nieto, la del despiste o la de la “cacería de brujas”?

Demonizado por una fracción de las izquierdas y con el peso encima del “independizado” Andrés Manuel López Obrador-, el presidente electo Enrique Peña Nieto sorprendió con un proyecto: La virtual fundación de la Comisión Nacional Anticorrupción, instrumento similar a otros que recorren Latinoamérica y que ha sido adoptado por Colombia, Perú y Ecuador y otros países como si se tratara de una “pandemia anticorrupción”.

Con el plan de dotarla de facultades similares o iguales a las de las agencias del ministerio público, Enrique Peña Nieto pretende -elemento hipotético, sujeto a prueba- tender una red a la corrupción, aunque en ella pueda atrapar a delincuentes o saqueadores del erario público de su propio partido: el PRI, para justificar o disfrazar la futura, real o falsa, “esterilización” del país.

¿Es verdad o mentira tal empresa: Logrará acabar o cuando menos atacar de manera frontal o de lado la corrupción o sería o no tal comisión el instrumento legal-jurídico para aplastar a los enemigos políticos del futuro régimen para buscar la permanencia del PRI otro sexenio de cara a un segmento de la oposición dispuesta a alzar su voz a la mitad del foro?

Presidentes salpicados por la corrupción

Los antecedentes son grotescos: el presidente que defendió el peso como perro desdentado, José López Portillo, aquel que inmortalizó la frase “la corrupción somos todos”  simuló atacar el daño que la corrupción hacía al país encarcelando a unos cuantos delincuentes de “cuello english spead”, no cercanos a él, sino a los de los grupos o los contrapesos no afines a su proyecto.

Sin embargo, Jolopo fue alcanzado por el juicio de la historia: Los caprichos personales y familiares convertidos en actos de gobierno, la corrupción y el despilfarro, motivó aquel “agarren a López... por pillo”, frase ideada por Palillo que provocaba la masificada carcajada desde su carpa satírica a una sociedad flagelada por la crisis.

El presidente Miguel de la Madrid, el de la “renovación moral”,  creó la Secretaría de la Contraloría General de la Federación que vigilaba y sancionaba a los servidores públicos que se le salían del huacal. Que no le rendían tributo. Durante su mandato fue detenido el jefe de la policía y tránsito del distrito federal, el lopezportillista Arturo Durazo Moreno por cargos de tráfico de drogas, portación de armas, extorsión y homicidio.

De la Madrid también desaforó y envió a prisión a Jorge Díaz Serrano, ex director de Pemex por robar 35 millones de dólares de la petrolera, cantidad ridícula comparada con el Pemexgate y otras pillerías. El país fue saqueado por funcionarios federales, mandatarios estatales y terminó gobernado en medio de los escándalos de Emilio Gamboa, elevado a “vicepresidente” plenipotenciario.

Carlos Salinas de Gortari procesó a líderes sindicales no afines a su proyecto presidencial -Joaquín Hernández Galicia sintió el peso de la venganza política- pero el principal corruptor y vende-patrias durante ese sexenio fue el propio Carlos. Su gobierno enriqueció a unos y empobreció a otros y terminó bajo sospechas y acusaciones directas contra su hermano Raúl Salinas de relaciones con el narco.

Ernesto Zedillo Ponce de León alentó el Fobaproa, que hizo más rico a los ricos, lesionó el erario federal y terminó siendo la mejor oportunidad sexenal para el latrocinio. Zedillo no pudo o no quiso combatir la corrupción y hasta sus parientes, incluidos sus hijos, cayeron en sospechas de relaciones con capos del narcotráfico. Los Amezcua y Acteal son sus estigmas.

Vicente Fox Quesada  puso al frente de la Secretaría de Contraloría y Desarrollo Administrativo al discursista Francisco Barrios, al que se le inventó el mote de el zar anticorrupción. Al final de cuentas los hijos de la esposa de Fox, Marta Sahagún, y la propia Marta, se elevaron en símbolos de la corrupción foxista. Se convirtieron en la “familia feliz”, enriqueciéndose a manos llenas.

El presidente Felipe Calderón soslayó la corrupción en todos los niveles de gobierno, metiéndose de lleno, embebecido, en su sangrienta guerra contra el narcotráfico: La secretaría de la Función Pública calderonista se convirtió en arma de ataque y descrédito político-electoral contra los priistas, mientras la corrupción galopa por toda la República. El país termina desarticulado en 32 virreinatos en igual número de estados.

Emilio.
Emilio

Con estos antecedentes Enrique Peña Nieto se lanzó a la creación de la Comisión Nacional Anticorrupción, pretendiendo facultarla para investigar a los tres niveles de gobierno y a los tres poderes de la unión, intentando dotarla de atribuciones para que atraiga casos como lo hace la PGR. Adelantando vísperas, en la práctica, la CNA en poder del viejo PRI que amenaza con colarse al gabinete presidencial, correría el riesgo de convertirse en instrumento para desatar una “cacería de brujas” contra los opositores de Enrique Peña Nieto o para desencadenar el cobro de facturas pendientes entre los priistas.

Es probable también su uso como “agenda” para contener mediáticamente la asonada discursiva que amenaza desatar por todo el país Andrés Manuel López Obrador con su morena, herido por lo que el califica de megafraude electoral.

Emilio y Beltrones “moralizaran"

Es exacto entonces: A Enrique Peña Nieto le urge su legitimización por encima de cualquier sospecha o descalificación, en la ruta de la tesis aquella que escribió Octavio Paz en su Ogro Filantrópico: “Nadie puede entender México si omite al PRI”, a contrapelo de Carlos Monsiváis Aceves, quien escribió para la posteridad republicana: “La política es el espacio de la corrupción y el engaño, y la democracia es la única salida visible de una sociedad en vías de demolición. Es histórica la identificación entre política y red de simulaciones y saqueos...”.

Estratégicamente Enrique Peña Nieto recogió los aplausos de 2000 por la aparente muerte del PRI, los recapituló y encapsuló en su triunfo presidencial, y lanzó su iniciativa pro Comisión Nacional Anticorrupción, cuya defensa recae en Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón, vivas imagen del viejo PRI, el de la corrupción que colapsó a ese partido en 2000.

Los aplausos reciclados en el triunfo peñanietista vienen en la nueva maleta de los legisladores. Pero el status quo de Manlio Fabio y Emilio Gamboa es el de las cuentas mochas al México que han ayudado a construir y al que pertenecen. Al que han nutrido y del que se han amamantado: El de la corrupción que alimenta a ricos y pobres, políticos y narcotraficantes. Policías y ladrones, burócratas y empresarios. Diputados y senadores. Gobernadores de todas las alzadas y colores y ex presidentes intocables.

Entonces ¿a qué faenas de robotización y falsedad intenta ajustar a la República el grupo priista de la posmoderna reconstrucción nacional? La camarilla mafiosa operaría en el Congreso de la Unión. “moralizaría” y cabildearía en el estercolero, mutándose en la reformadora ad hoc de la nación.

¿Y? Los pasados hunden: Los equipajes también cargan los ropajes de Manlio y Emilio, sus antecedentes indelebles, traiciones y desproporcionadas ambiciones políticas, que podrían ser causa de que la comisión anticorrupción nazca mongolita.



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