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VOCES DEL DIRECTOR Obama, el queso y la ratonera
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Edición 328

Voces Director

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Cuando el ánimo se encuentra ofuscado, suele ocurrir que el desasosiego obliga a algunas personas a observar la posición de los astros en espera de una señal benigna.

 

ObamacaricaturaSalvo cuando tienen piloto hábil, los marineros temen a los vientos de proa que desestabilizan la nave. Por el contrario, se tranquilizan cuando pegan vientos de popa. La embarcación avanza hasta por inercia.

En tierra, los más temidos son los vientos de Fronda, que desembocan en espiral hasta convertirse en devastadores tornados, contra los que poco pueden las precauciones humanas que procuran una precaria y desesperada acción preventiva.

Ambas metáforas nos remiten a la estampa del México actual, que se nos asemeja a la caída del país en el ojo del huracán.

La cuestión de la emigración, que un día se vio como válvula de escape básicamente al problema del desempleo, a partir de que las políticas neoliberales enervaron el problema de la ocupación interna que evolucionó hacia la potencia de un asunto de Seguridad Nacional para los Estados Unidos, cuando Washington metió en el mismo saco los asuntos del narcotráfico y el terrorismo.

Durante el gobierno de Vicente Fox, la crisis del empleo en México alcanzó tal dimensión que el ex Presidente procuró atemperarla, previniendo el problema de la repatriación de connacionales con la exigencia de una reforma migratoria de tal alcance que la bautizó como enchilada completa.

Estando de gira en los Estados Unidos, en mayo de 2006 Fox estalló precipitadamente en júbilo cuando el Senado estadunidense votó una iniciativa en la materia que parecía, al menos, mitigar la tensión binacional. Se dejó de lado un hecho fundamental: La posición de congresistas radicales de derecha, particularmente republicanos, que demandaron a México no esperar favores si en cambio no hacía un esfuerzo propio para rencauzar su maltrecha economía.

La economía mexicana siguió en picada mientras, en dirección inversa, en diversos estados de la Unión Americana se endurecieron leyes restrictivas a la inmigración ilegal que acrecentaron la conflictividad diplomática entre los dos gobiernos.

Después de la estrepitosa derrota demócrata en las elecciones del primer martes de noviembre, Barack Obama decidió asumir sus facultades ejecutivas sobre el tema migratorio. Emitió una iniciativa unilateral que, nuevamente a bote pronto, fue saludada entusiastamente por el gobierno mexicano.

Aquí es donde encaja la figura de vientos de Fronda. En primer lugar, en El Capitolio de mayoría republicana, reaccionó acusando al huésped de la Casa Blanca de haber asumido facultades dictatoriales. Es absolutamente previsible que ese sea el diferendo capital de los próximos meses hacia las elecciones presidenciales.

En los aspectos prácticos, la iniciativa de Obama exhibió de inmediato sus flancos débiles frente a las expectativas de regularización de más de 12.5 millones de individuos de procedencia varia, codificados como ilegales.

La iniciativa de Obama, definida como una concesión temporal, alcanzaría sólo a cinco millones de inmigrantes que podrían describirse como históricos. No a los de ingreso reciente o futuro. La segunda limitación favorece sólo a “trabajadores altamente calificados”, a estudiantes y a quienes pagan impuestos. Los regularizados no tendrían derecho a la ciudadanía. Obama subrayó una aclaración: No se trata de una amnistía ni se perdonará a los acusados alguna violación de la ley.

A mayor abundamiento, días después de su anuncio, Obama empezó a impulsar la candidatura presidencial de la demócrata Hillary Clinton, lo que revela que el Presidente ya no quiere queso, sino salir de la ratonera.

Aquí habíamos ya advertido que los esperados invitados a la feria de las inversiones en México como respuesta a las recientes reformas constitucionales, sobre todo en materia energética, no abrirían todas sus cartas sino hasta lograr la más ancha apertura en los sectores prioritarios y estratégicos. Está ocurriendo.

Si de economía es el tema del desempleo y la emigración, los signos nos indican que la autoridad ejecutiva de Obama no sirve a México ni como placebo; menos, si es punto central de la agenda electoral estadunidense ya puesta a caballo. 



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