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El terrorismo en África
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Edición 349

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¿Qué es el terrorismo?


El terrorismo es la sucesión de actos de violencia para infundir terror, generar inestabilidad y atentar contra la seguridad nacional o internacional y crear miedo e incertidumbre entre la población. La consigna es poner en jaque un concepto central de la democracia: la libertad.


Sólo si entiende lo anterior podemos comprender bien que las grandes transformaciones mundiales que se originaron a partir de la disolución de la Unión Soviética dejaron obsoletos algunos esquemas de seguridad regional imperantes durante la Guerra Fría y también a muchos de los elementos tradicionales que componían la geopolítica. En la actualidad, el terrorismo internacional ha reconfigurado nuevamente dichos esquemas y ha mostrado que la principal amenaza a la paz ya no es exclusivamente un enfrentamiento armado entre Estados si no también el terrorismo.

El aparente fracaso de la guerra contra el terrorismo -iniciada por el gobierno estadounidense, francés, inglés, español- ha probado que las acciones militares aisladas no son la estrategia adecuada para enfrentar el problema. El nuevo carácter transnacional de las posibles amenazas provoca la interdependencia de la seguridad estatal, por lo que la región magrebí o norte de África debe seguir teniendo un carácter prioritario. Debido a que la mayoría de las amenazas, tanto terroristas, políticas como militares, viajan rápidamente tanto a cortas como a largas distancias. Así, la mayoría de los Estados temen a sus vecinos, al terrorismo y a los poderes distantes.

 

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Hay petróleo en Argelia y Libia; fosfatos y recursos pesqueros en Marruecos y la RASD; hierro en Mauritania; y oro en Argelia. También hay agua potable en el subsuelo del Gran Magreb, sobre todo en Libia y en el Sahara Occidental. Así, la importancia económica y energética del Magreb es más que evidente, y en la actualidad los Estados Unidos de América, la República Popular de China y Rusia han tomado muy en cuenta lo anterior a la hora de diseñar su política exterior hacia la región. Por ello, debido a las desigualdades existentes en los países magrebíes, la corrupción, la impunidad, las confrontaciones geopolíticas y geoeconómicas entre las grandes potencias y su falta de articulación y visión sobre dicha región en cuestión generó el marco perfecto para el incremento y empoderamiento del terrorismo en el Magreb y en Sahel.

La creciente importancia estratégica de la región mediterránea confirma que la seguridad de Europa está íntimamente ligada a la estabilidad y seguridad en la ribera sur del Mediterráneo, es decir, del Magreb. Para la Unión Europea, las amenazas provenientes del Mediterráneo sur son multidimensionales: desde amenazas terroristas hasta otras ligadas a problemas como narcotráfico, lavado de dinero, crimen organizado, subversión, fanatismo religioso, desigualdad del desarrollo, etc.

rola 4Así, la amenaza es de orden económico, político y social. Por todo esto, la relación entre las dos riberas es muy relevante para preservar y asegurar la estabilidad internacional y enfrentar de manera articulada y organizada las acciones y amenazas del terrorismo internacional de AL QAEDA, AQMI (Al Qaeda para el Magreb Islámico), y su fusión prácticamente con ISIS en inglés (Estado Islámico de Irak y Siria: EIIS en español), ISIL en inglés (Estado Islámico de Irak y el Levante) o DAESH en árabe (acrónimo de al-Dawla al-Islamiya al-Iraq al-Sham) o Estado Islámico de Irak y el Levante.

La historia de este movimiento terrorista se puede sintetizar a que en 2002, el fallecido Zarqawi, jordano de origen, creó el grupo radical y juró lealtad a Osama bin Laden y fundó al Qaeda en Irak. En 2006, al Qaeda creó el Estado Islámico de Irak. En 2010, Abu Bakr al-Baghdadi se convirtió en el nuevo líder. En 2013, se unió a la rebelión contra el presidente sirio, Bashar al Asad. Fusionó las milicias y las bautizó como ISIS. En 2013, ISIS tomó Faluya y Mosul, Tikrit, Talafar y Raqqa. ISIS declaró la creación del califato y cambió su nombre al de Estado Islámico. El hecho real es que ha realizado más de 60 acciones terroristas en diferentes países, entre ellas en el Magreb, desde septiembre de 2014.

En ese tenor, la proximidad entre las dos costas del Mediterráneo ha creado, al mismo tiempo, una relación de atracción y rechazo, de solidaridad y de conflicto. Los EUA son conscientes de las particularidades de la relación Europa-Magreb, mismas que han aprovechado para reforzar su presencia en la zona. Además, en el contexto de una Europa unida, el Magreb pasa a ser el vecino de los 27 países de la Unión Europea (próximamente ya sin el Reino Unido) y no sólo de los países del sur de Europa. Así, esta nueva realidad fronteriza hace de la zona un tema de interés mundial y no sólo regional.

 

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Pero, ¿qué factores determinan la importancia estratégica del Magreb y del Sahel? ¿Por qué las potencias occidentales nuevamente se disputan por jugar un papel trascendental en la zona? De manera muy general, la importancia geoestratégica de la región puede ser analizada desde dos perspectivas, mismas que no se oponen sino se complementan la una a la otra. Éstas comprenden, por un lado, la existencia de recursos naturales, en especial petróleo y gas; y, por otro, cuestiones de seguridad y la presencia del terrorismo. El factor geográfico está presente en ambas aproximaciones.

La situación geográfica del Magreb como punto de encuentro entre Europa y el África Subsahariana (Sahel o región Sur del Magreb) y entre Occidente y Oriente, así como la abundancia de hidrocarburos, hacen de la región un punto clave para la estabilidad internacional. La franja del Sahel es una inmensa frontera indefinida de más de 8 millones de kilómetros cuadrados, entre doce Estados, que enlaza el Atlántico al Oeste con el Nilo Blanco y el mar Rojo al Este. Boudchiche Boucetta, experto en geopolítica, diría con toda razón que “desde un punto de vista económico, el volumen de los intercambios comerciales y la interdependencia energética y pesquera, por ejemplo, no se pueden dejar sujetos a la amenaza. Todos aquellos puntos afectarían a cuestiones de seguridad”.

La seguridad de Europa no puede ser garantizada sin la de los países de la ribera sur. La estabilidad en el Mediterráneo representa la certidumbre en cuanto al suministro energético de Europa, pues el Mediterráneo es una vía por donde se trasladan petróleo, gas, etc. De hecho, la dependencia energética de Europa con respecto al Mediterráneo es más acentuada que aquella frente a los países de Europa Oriental.

Terrorismo en el Magreb y el Sahel

Después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, la seguridad es el tema que rige las relaciones internacionales en todos los niveles. Sin embargo, la inestabilidad, la desigualdad, la falta de respeto a los derechos humanos, la falta de oportunidades rola 6laborales, la impunidad, la corrupción, etc. que prevalece actualmente en varios países africanos ha servido de foco al terrorismo y al extremismo. Sin una buena gobernabilidad, sin fuerzas de seguridad adecuadas y sin trabajo de inteligencia apropiado, los grupos y las facciones extremistas han tenido el campo libre para crear redes y desarrollar células terroristas. En ese contexto, numerosas células de Al Qaeda, que devino en Al Qaeda para el Magreb Islámico (AQMI), se aprovecharon de la inestabilidad política de algunos países africanos del norte de ese continente y del Sahel (región Sur del Magreb) para desarrollarse y actuar en aquellos Estados.

En virtud de lo anterior, el progreso del fundamentalismo religioso violento representa una seria amenaza a la estabilidad internacional. En la actualidad, la cuestión de seguridad más importante en la región corresponde al desarrollo del AQMI y su fusión prácticamente con ISIS o DAESH, grupo radical que ha llevado a cabo atentados terroristas en los países del Magreb, en el Sahel y en Europa. De hecho, el Comité de Contraterrorismo de la Organización de las Naciones Unidas ha afirmado que el norte de África y el Sahel, con su lento progreso económico y falta de empleo para los jóvenes, son las zonas más preocupantes en cuanto al desarrollo del terrorismo.

La creación de Al Qaeda para el Magreb Islámico fue anunciada el 11 de septiembre de 2006 por Ayman Al Zawahiri, brazo derecho de Osama Bin Laden. El origen de AQMI se ubica en Argelia, dentro del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC). El fundador del GSPC, Hassa Hattab, fue destituido como líder por un conflicto interno entre quienes deseaban acercarse a la organización terrorista Al Qaeda, y los seguidores de Hattab, que rechazaban llevar a cabo atentados contra la población civil. Éstos últimos fueron derrotados y Hattab fue sustituido por Nabil Sahraoui, quien formalizó la alianza entre Al Qaeda y el GSPC.

Si bien la mayoría de los integrantes de AQMI fueron originalmente argelinos que combatieron en el GSPC, en sus filas también se encuentran ciudadanos mauritanos, marroquíes, tunecinos, malienses, nigerianos, nigerinos y libios, todos miembros de diversas organizaciones islámicas que funcionan al interior de sus respectivos países. AQMI ha recibido mucha atención y apoyo por parte del liderazgo de Al Qaeda, que extendió la influencia de aquél allende las fronteras de Argelia. Ese éxito animó al jefe de la rama magrebí de Al Qaeda, hoy AQMI, el argelino Abdelmalek Droukdel, a intentar expandirse aún más al sur, en el país más poblado de África: Nigeria. Cuya población alcanza los 150 millones de habitantes y donde la mitad son musulmanes.

 

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En ese contexto, hubo un llamado de Droukdel al grupo islamista nigeriano Boko Haram (en lengua hausa “la educación occidental es pecado”), en el que manifestó que "estaban dispuestos a ayudar a sus hijos a manejar armas y a aportarles cualquier ayuda en hombres, armas, municiones y material bélico para permitirles defender a su pueblo y rechazar a los cruzados (cristianos)". El terrorismo yihadista en el Sahel y en África occidental se ha manifiestado como AQMI; Movimiento para la Unidad de la Yihad en África Occidental (MUJAO); Al Mourabitoune (los Almorávides); Ansar Dine (los defensores de la fe); Frente de liberación de Macina (FLM); y Boko Haram, convertido en Estado Islámico de África Occidental.

En esa línea de acción, miembros de Boko Haram acudieron posteriormente a Malí para ser entrenados por el AQMI. La ONU ha señalado que la alianza de Boko Haram con ISIS que opera en Irak, Siria y Libia continúa minando la paz y la estabilidad de la región de África Occidental y Central: Chad, Níger, Nigeria y Camerún. Acciones que han forzado a 2.65 millones de nigerianos a abandonar sus lugares de origen.

ISIS anuncio recientemente la subida al poder de un nuevo líder en el grupo Boko Haram en sustitución de Abubakar Shekau, quien estaba al frente de la secta yihadista desde el año 2009. Es relevante mencionar que Boko Haram declaró fidelidad a Abubakar al-ROLA 8Bagdadí, en marzo de 2015, y pasó a denominarse oficialmente Estado Islámico de África occidental. El nuevo líder es Abu Musab al-Barnawi, quien fuera portavoz y jefe de logística de la organización terrorista y responsable de haber abierto nuevas redes de aprovisionamiento de armas procedentes de Sudán. Fuente:Internacional.elpais.com/internacional/2016/08/07/actualidad/1470483820_139575 Consultado el 7 de agosto de 2016.

Los gobiernos de los países del Magreb han llevado a cabo diversos operativos para frenar el desarrollo de grupos terroristas. Los gobiernos han seguido una estrategia que incluye presiones ideológicas (a través de antiguos líderes insurgentes que piden un cese al fuego y la rendición de los terroristas), así como acciones militares concretas. Éstas últimas han acabado con la vida de decenas de terroristas en sus refugios. Igualmente, las fuerzas de seguridad han conseguido desmantelar decenas de redes que ofrecen apoyo logístico a los terroristas. Pero a pesar de los enormes esfuerzos y éxitos gubernamentales, la situación es todavía crítica.

Por ejemplo, tan sólo en el período 2006-2016 fueron registrados alrededor de 800 atentados terroristas en diferentes regiones, dejando un saldo total de muertos de alrededor de 4,000 civiles, elementos de seguridad, así como de terroristas y otros tantos heridos. Durante el mismo período, extranjeros resultaron muertos o heridos en diferentes atentados terroristas. Ningún país del Magreb o del Sahel ha sido inmune a dichas acciones.

 

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Los comandos de AQMI disponen de armas de gran calibre y se comunican con teléfonos satelitales. Sus miembros son jóvenes con un bajo nivel educativo, pero que están dispuestos a quitarse la vida en atentados terroristas. Por su parte, las fuentes de financiamiento de las redes terroristas en los países del Magreb son claras: rescates por secuestros, tráfico de drogas, uso de la migración clandestina, venta de productos falsificados, lavado de dinero, robos de diversos tipos, producción y venta de drogas, limosnas obtenidas en mezquitas radicales y donaciones de individuos del interior y de fuera de la región.

Las primaveras árabes y sus repercusiones

La inestabilidad, la desigualdad, la falta de respeto a los derechos humanos, la falta de oportunidades laborales, la impunidad, la corrupción, etc., que ha prevalecido en varios países africanos, en particular en el Magreb y en el Sahel, ha servido de foco al terrorismo y al extremismo. Los jóvenes de zonas urbanas en Argelia, Marruecos y Túnez y posteriormente en Libia y Mauritania protagonizaron protestas violentas que desembocaron en hechos lamentables. En Marruecos no se extendió la protesta social gracias a la pronta reacción del gobierno y a las reformas políticas, económicas y sociales rápidamente instrumentadas por su gobierno.

En esa tesitura, en diciembre de 2010, estallaron las protestas sociales en Túnez mismas que llevaron al derrocamiento del presidente Zine Ben Alí. Para enero del 2011, en varias ciudades argelinas tales como Argel, Tipaza, Orán, Annaba, Tlemcen, Mostaganem, Mascara, Tizi Ouzou, Bouira y otras regiones del país, grupos de jóvenes, armados de garrotes, cuchillos y sables, saquearon diversos comercios e incendiaron sucursales bancarias y agencias de automóviles. El origen de las protestas fue en principio el aumento a los precios del azúcar y el aceite vegetal. No obstante, en el fondo reflejaban su ansia de protestar “contra la mala calidad de vida y el desempleo”, en particular el descontento existente en Argelia entre el 33% de los jóvenes menores de 30 años de edad. En varias ciudades tunecinas fue la condena a la corrupción, a la falta de libertades civiles y políticas en el país, así como a un airado señalamiento de la falta de oportunidades de empleo.

En el caso de Argelia, ante el temor de las autoridades a repetir las medidas represivas de 1988 que fueron el inicio de una década de extrema violencia en el país, la fuerza pública se desplegó con mesura, aunque procedió a realizar la detención de participantes en las protestas. En todo caso, el saldo de las protestas, trajo consigo que más de una veintena personas fallecieran durante las protestas; 800 resultaran heridas, entre quienes se contarían 763 policías; y se procediera al arresto de más de 1,100 personas. Como parte de las medidas de control ejercidas por el Gobierno argelino, se suspendió el servicio de internet de manera intermitente; asimismo, los proveedores de telefonía celular dejaron de prestar servicios de recepción y envío de mensajes SMS.

Finalmente, en Argel, el Consejo de Ministros sostuvo una reunión de emergencia para tomar medidas que permitieron mitigar, los orígenes de las protestas. Así, el Ministerio de Comercio anunció que se reducían las cargas impositivas al azúcar y al aceite vegetal, y se prometieron reformas económicas y políticas. Mismas que permitieron deshacer al movimiento social.

En Túnez, los disturbios comenzaron en la ciudad de Sidi Bouzid, en diciembre de 2010, cuando un joven llamado Mohammed Bouazizi, con un grado de maestría en informática, a falta de empleo, se dedicó a vender frutas y verduras como ambulante y se inmoló luego que una mujer policía le incautó supuesto de venta, después de que en varias ocasiones le pidió dinero (mordida o chipa en árabe) para dejarle vender sus productos. Las protestas se recrudecieron luego que otros cinco jóvenes se suicidaron para protestar por la falta de oportunidades y empleo en Túnez.

Sin embargo, la respuesta de las autoridades tunecinas no fue tan mesurada como las de Argelia. Según versiones oficiales, grupos de jóvenes de Thala y Kasserine en Túnez apedrearon edificios gubernamentales, incendiaron tres sucursales bancarias, una estación de policía y una gasolinera. Cuando la policía fracasó en su intento de dispersarlos, entonces “en defensa propia” las fuerzas de seguridad dispararon contra los jóvenes.

ROLA 9La situación resultó diferente en Túnez, donde el Gobierno del Presidente Zine El Abidine Ben Ali aplicó medidas en extremo represivas a las manifestaciones de la sociedad contra el desempleo y la falta de libertades civiles y políticas. El saldo oficial de muertos por disparos de arma de fuego de la policía se elevó a más de una veintena de personas muertas por armas de fuego. En consecuencia, en Túnez, la convocatoria para las protestas se organizó a través de las redes sociales de Facebook. De esta forma se pasó de la protesta limitada a un barrio o una ciudad a las protestas que estallaron en diversos puntos en todo el país. En Túnez, los reclamos se plantearon de manera bastante más articulada.

Como se dijo anteriormente, las redes sociales creadas a partir de Facebook por jóvenes en Túnez sirvieron para dinamizar la participación en las protestas. El origen de las protestas en Túnez se gestó más bien debido a la política autoritaria del régimen, la falta de perspectivas de reformas democráticas, la ausencia de libertad de expresión y los desequilibrios del crecimiento económico en el país, el cual privilegiaba al sector turístico limitado a su zona costera y por lo tanto a un grupo de empresarios tunecinos y franceses con fuertes inversiones en el sector.

Los sistemas políticos de esos países cumplían con un perfil autoritario, policiaco, y oligárquico, sin perspectivas de reformas democráticas; si bien ambos países presentan también diferencias importantes. La sociedad tunecina, con mucho, era bastante más permisiva que la argelina. El hecho de que el turismo constituyera la principal fuente de ingresos del Gobierno tunecino ha implicado también, a lo largo de muchos años, una interacción estrecha entre los extranjeros y las comunidades tunecinas de la costa mediterránea. A esto se agrega que Túnez ha sido el país del Magreb más integrado a internet, todo lo cual ha facilitado una mejor comprensión de lo que sucede en el exterior, sobre todo en Europa.

ROLA 11Los disturbios arriba mencionados revelaron la profunda frustración de la juventud argelina y tunecina (33% menores de 30 años en promedio ) que se sintieron marginados de la supuesta modernización, de la riqueza generada por las exportaciones energéticas de Argelia y de los grandes ingresos generados por el sector turístico de Túnez. Tal riqueza se concentró en el Gobierno, en la élite económica y sobre todo, en el caso de Argelia, en los generales de las fuerzas armadas, a los cuales la población por lo regular consideraba proclives a la cleptomanía. Para los jóvenes argelinos y tunecinos, que querían huir de esta situación y buscar oportunidades en el extranjero, sus aspiraciones se desvanecían y sus opciones al interior de sus países se limitaban. De ahí pues el resultado de la frustración y de su levantamiento social.

Hoy en día, Túnez está saliendo de la crisis pero aún con la amenaza del terrorismo. En Túnez, hubo enfrentamientos pero no tan profundos, como los ocurridos en Libia, porque el país contaba con una Constitución y partidos políticos. Sin embargo, los islamistas quisieron aprovecharse de la situación para imponerse en el escenario político del país. Y debido a ello se reintrodujo el islamismo político ultraconservador y el yijadismo, generando ataques terroristas en múltiples ocasiones como los realizados a hoteles localizados en zonas turísticas y al museo del Bardo en Túnez.

En Mauritania se registraron varias manifestaciones sociales convocadas por el Movimiento “25 de febrero”. Los jóvenes protestaron contra la falta de perspectivas profesionales, el desempleo, la falta de vivienda. Igualmente, protestaron contra las injusticias sociales y la corrupción.

Las medidas tomadas por el gobierno para mejorar la situación socioeconómica de los mauritanos han sido insuficientes. Aunque las instituciones políticas en ese país y su presidente aún son fuertes, la amenaza terrorista se manifestó y puede resurgir con mayor violencia si no se atacan las raíces de la desigualdad, la impunidad, la corrupción y la falta de respeto a los derechos humanos. El 25 de abril de 2011, la ola de cambios en el Magreb llegó a Mauritania. En esa fecha cientos de jóvenes se manifestaron en Nouakchott, Mauritania, para exigir reformas políticas y sociales.

La protesta fue convocada por el movimiento juvenil denominado “25 de febrero” a través de la red social Facebook. Las protestas se desarrollaron pese a la petición del Ministerio del Interior al movimiento juvenil “25 de febrero” para que nombrara un representante que transmitiera las demandas y con el que el Ejecutivo central pudiera negociar. Los manifestantes publicaron, en redes sociales, una lista de 28 quejas entre las que se encontraba la pobreza, la corrupción, la impunidad, y la distribución desigual de la riqueza. La lista exigía la dimisión del Primer Ministro, Moulaye Ould Mohamed Laghdaf, y pedía un Gobierno de coalición nacional formado por tecnócratas. Asimismo, abogaba por la disolución del Senado y que el salario mínimo aumentara a 73,000 ouguiyas (aproximadamente 185 euros). En este sentido, el Movimiento “25 de febrero” subrayaba que no pretendía alterar la unidad o pedir la dimisión del Presidente de Mauritania, Mohamed Ould Abdelaziz.

 

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El Gobierno mauritano, por su parte, dio a conocer paulatinamente programas para aliviar la situación de penuria en el país. Y puso en marcha un programa de distribución de tierras para beneficiar a unas 110,000 personas pobres que vivían en Nouakchott. El Primer Ministro Ould Mohamed Laghdaf también informó de que el Gobierno trataría de apoyar la economía local mediante la creación de 1,700 empleos, el aumento de la producción de alimentos y la creación de una nueva infraestructura. Por su cuenta, el Banco Africano de Desarrollo y el Banco Mundial se comprometieron al financiamiento de importantes proyectos de infraestructura en Mauritania, los cuales han avanzado con lentitud debido a la débil estructura institucional del país y a la falta de personal local con la capacidad para administrar los proyectos.

Por su parte, Libia es un país que no ha contado con verdaderas instituciones políticas; tampoco ha imperado un elemental estado de derecho. Desde el arribo al poder del Coronel Kaddafi, en septiembre de 1969, se impuso en Libia un sistema de lealtades de las tribus al poder asentado en Trípoli. Esta falta de instituciones políticas y jurídicas, se puso de manifiesto a principios de febrero de 2011, cuando la policía de Benghazi, al este de Trípoli intentó dispersar una manifestación de unas 2,000 personas que protestaban contra la detención del abogado Fethi Tarbel, conocido por sus críticas al gobierno libio.

ROLA 10Tarbel desde hacía tiempo venía representando a familias de muchos de los cientos de presos que murieron en 1996 tras una indiscriminada intervención de las fuerzas de seguridad libias en el centro de detención de Abou Slim en Trípoli para sofocar un motín de los presos donde predominaban estudiantes.
La furiosa represión de las autoridades contra esa manifestación pronto se convirtió en una verdadera insurrección que terminó por dividir el aparato de seguridad del régimen y por agregar un componente regional al conflicto.

El hecho de que los brotes más violentos contra el Coronel se produjeran al Este del país, en ciudades como Benghazi, Al-Bayda, Ajbabiya y Darnah, de la región cirenaica, no sólo indicaba un mero componente regional de oposición política, sino un riesgo de que el componente islamista de la oposición intentaba aprovecharse de la situación. Darnah, con una población de 80,000 habitantes, ha sido la ciudad árabe que ha generado más jihadistas en el mundo islámico, muy por encima de Riyadh que cuenta con una población de 4.3 millones de personas.

Al tornarse las protestas en un desafío al régimen, denominado “Movimiento 17 de febrero”, Kaddafi advirtió que todos aquellos que estaban detrás de las protestas "serían castigados con la pena de muerte", para lo cual habría una “limpia” casa por casa y familia por familia. Ordenó a sus seguidores a “salir a las calles y arrestar a las ratas” en alusión a los manifestantes. Agregó, delirante, que si así se requiriese, se usaría la fuerza, según las leyes internacionales y la “Constitución libia”. El resultado fue el inicio del aniquilamiento de la población opositora al régimen dictatorial imperante. Poco después, la otrora responsable de Asuntos Exteriores de la Unión Europea (UE), Catherine Ashton, anunció que el bloque europeo había decidido suspender las negociaciones respecto a un acuerdo marco de cooperación con Libia.

El 28 de febrero de 2011, el Consejo de Seguridad de la ONU impuso sanciones contra Libia e invocó “crímenes contra la humanidad” cometidos por Kaddafi. Sin embargo, éste denunció la competencia de la Corte Penal Internacional. El 2 de marzo, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas decidió por unanimidad expulsar a Libia de dicho Consejo. El 17 de marzo finalmente el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una zona de exclusión aérea en Libia, lo cual llevó a la Organización del Tratado del Atlántico Norte a atacar objetivos militares libios a fin –en los términos de la Resolución—de proteger a civiles libios opuestos al Coronel Kaddafi. La Liga de Estado Árabes y la Unión Africana respaldaron esa resolución.

En ese contexto, diplomáticos libios en distintas partes del mundo dejaron sus puestos, emitiendo declaraciones de “repugnancia e indignación” contra Kaddafi. Los embajadores de Libia en India, Tailandia, China y ante la Liga Árabe, así como el Embajador alterno de Libia ante la ONU, renunciaron a sus puestos, en protesta por la "opresión contra los manifestantes". Incluso todo el equipo de diplomáticos libios en la ONU decidió romper sus relaciones con Kaddafi, diciendo que ellos “ahora sólo representaban al pueblo de Libia y al organismo internacional”. Igualmente, oficiales del ejército e incluso pilotos abandonaron al régimen, indignados por las masacre contra los civiles.

Hay que recalcar que los mercados de exportaciones para Libia fueron cerrados virtualmente, ya que los bancos internacionales rechazaron en extender cartas de créditos a compañías internacionales de petróleo. Asimismo, Estados Unidos y la Unión Europea impusieron el congelamiento de fondos financieros libios depositados en instituciones bancarias estadounidenses y europeas, que en conjunto sumaban unos 150,000 millones de dólares.

La insurrección en Libia no parecía tener, desde su inicio, una solución predecible y rápida. La capacidad de respuesta de las fuerzas de Kaddafi rebasó los análisis de la OTAN, dadas las importaciones subrepticias hechas por Libia de grandes cantidades de armamento procedente de China y Rusia. Además, en un momento dado, grupos islamistas libios existentes, que vivían principalmente en la ciudad de Darnah y sus alrededores tomaron una posición política radical. Se desató la guerra tribal-civil que desembocó en el asesinato de Kaddafi, anunciado por el Consejo Nacional de Transición libio el 20 de octubre del 2011, y en la profunda división interna en Libia, generando tres gobiernos simultáneos y una gran inestabilidad en el Magreb y en el Sahel. Situación de la cual se aprovechó el AQMI y posteriormente DAESH para participar activamente en el conflicto.

La guerra tribal-civil libia, fomentada por Francia y con ayuda del Reino Unido y EUA e instrumentada por la OTAN, generó inestabilidad en toda la región del Magreb y del Sahel permanente hasta el día de hoy. Cabe señalar que las autoridades estadounidenses decidieron enviar a equipos de expertos a Libia a fin de colaborar con las “nuevas autoridades” de ese país con el objetivo de garantizar la seguridad de los depósitos de armas e intentar de recuperar las armas robadas. Con tal propósito, EUA dedicó 13 millones de USD para poder realizar dicha operación.

A todo lo anterior, habría que agregar que los recientes bombardeos estadounidenses en Sirte en agosto de 2016, contra las fuerzas de ISIS, podrían agravar la balcanización que se vive en Libia. Cinco años después del derrocamiento de Kaddafi, anunciado por el Consejo Nacional de Transición libio el 20 de octubre del 2011, y casi siete meses de la integración del llamado Gobierno de Unidad Nacional Libio, el 15 de enero de 2016, el país magrebí continúa profundamente dividido. La formación del llamado Gobierno de Unidad fue la propuesta de la ONU a iniciativa de Francia, EUA, y Reino Unido, el 17 de diciembre de 2015, para poner fin al caos en el que se sumió Libia. La integración de dicho “gobierno” fue vista como una posible salida a la inestabilidad del país. Pero, las diversas partes no han logrado alcanzar un consenso.

Como bien afirma Ricard González de El País, “la comunidad internacional pretendía superar la división entre dos poderes ejecutivos y parlamentos paralelos, uno basado en Trípoli y el otro en la ciudad oriental de Tobruk, vigente desde 2014. No obstante, el llamado Gobierno de Unidad Nacional Libio simplemente se ha convertido en una tercera estructura administrativa, pues las otras dos fuerzas político-militares no se han disuelto”. Así, ni las presiones de la ONU ni de la UE han logrado el reconocimiento total del Gobierno de Unidad por parte de todas las fuerzas beligerantes. Hecho del cual se ha aprovechado ISIS quien sigue controlando la región de Sirte.

En síntesis, con su presencia en el Magreb y en el Sahel, ISIS busca crear un «emirato independiente» o un «espacio libre» en territorios sobre los que la soberanía de los estados sea débil y se ejerza con dificultad. La franja del Sahel es una inmensa frontera indefinida de más de 8 millones de kilómetros cuadrados, entre doce Estados, que enlaza el Atlántico al Oeste con el Nilo Blanco y el mar Rojo al Este. La presencia de ISIS/DAESH es un factor peligroso de desestabilización, tanto en el Magreb y en Sahel, como en el resto de los países de África Central y del Sur, siendo una zona que forma parte de los tres actuales teatros de operaciones de AQMI/DAESH junto a Oriente Medio y Asia Central y Oriental.


Geopolítica del terrorismo magrebí y sahelino

Considerando toda la coyuntura descrita anteriormente, Argelia, Mauritania, Malí y Níger crearon conjuntamente un comando militar especial para combatir el terrorismo en el vasto desierto de su territorio. El acuerdo de Tamanrasset apuntaba especialmente a combatir las actividades del AQMI en el Sahara, incluso en Túnez, Libia, Burkina Faso y Chad. Formalmente comenzó a operar bajo el nombre de "Comité Militar Conjunto de operaciones", y en el Comando Conjunto participaban agentes de los siete países del Sáhara y el Sahel. La acción anterior se tomó en virtud de que la actividad terrorista en la región estaba deteniendo seriamente el desarrollo económico de esa remota área, y afectaba a todas las actividades relacionadas con el comercio, el transporte y el turismo debido a la inseguridad.

 

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Es claro que la rivalidad entre Argelia y Marruecos está fuertemente relacionada con el conflicto del Sáhara Occidental, donde Marruecos intenta conseguir el reconocimiento de su ocupación del territorio, mientras que Argelia da cobijo al gobierno de Sahara Occidental. Esta rivalidad, hizo que se excluyera a Marruecos, ha complicado notablemente la cooperación regional en temas candentes como la Unión Económica y una respuesta conjunta al terrorismo. Fuente:Actualidad.rt.com/actualidad/204487-eeuu-reconocer-intervencion-libia-facilitar-ei

La zona sahelo-sahariana, que engloba desde Mauritania hasta Chad e incluye Argelia, Malí y Níger, se ha convertido en "base logística" para esta milicia y sirve de campo de entrenamiento tanto para AQMI como para otros movimientos radicales vinculados al DAESH que operan en la región. Esta zona también supone un área de abastecimiento de armas o financiamiento procedente de distintos países. De lo anterior se intuye que la actividad de AQMI en el Sahel no sería posible "sin la pasividad, complicidad y respaldo de la población". La organización islamista se aprovecha, para lograr este apoyo social, de la falla existente por los Estados al no aportar soluciones reales a los problemas fundamentales que afectan a los habitantes locales.

El financiamiento logrado por AQMI, y recientemente con sus vínculos a DAESH, ha sido notable. Entre 2005 y 2016 la organización terrorista ha obtenido la cantidad de casi 100 millones de dólares. Alrededor del 90% de esa cantidad, provienen de los secuestros; el 10% restante, tienen su origen en el tráfico ilegal de drogas y la recepción de “donaciones” (zakat).

Balance actual

Es importante resaltar que los terroristas siguen activos en el Magreb y en los seis países del Sahel y están en contacto con ISIS/DAESH. Saben que son vigilados por satélites y aviones de vigilancia occidentales, y que son espiados por los servicios de inteligencia de la región. Por ello, son nómadas, viven la mayor parte del tiempo en tiendas de campaña, duermen en sus vehículos todo terreno y evitan cualquier instalación fija que pudiese servir de objetivo. Cada grupo -la región del Sahel tiene cuatro- está organizada alrededor de un jefe (emir), designado por el jefe supremo del AQMI. Hay un mufti, responsable religioso que edicta la "fatwas" que debe seguir el grupo, un médico o enfermero, y un responsable de logística.

La crisis libia y la acción de AQMI y su trabajo conjunto con DAESH ponen en peligro la región del Magreb y del Sahel, y las dejan en una situación precaria que permite recordar el contexto afgano en los años 80. Los militantes de DAESH están activos en Libia. En consecuencia, la situación que prevalece actualmente en Libia, exacerbada por la presencia de militantes islamistas radicales, requiere de los países vecinos ir más allá de sus divergencias y mostrar un espíritu de cooperación a toda prueba con el fin de aniquilar de manera definitiva al AQMI/ISIS/DAESH.
Fuente:Internacional.elpais.com/internacional/2016/07/05/actualidad/1467736948_598497


El conflicto libio ha permitido el libre acceso a muchas armas, sobre todo misiles sofisticados de tipo SA-24 que representan un grave peligro ante posibles ataques a aviones civiles. AQMI conjuntamente con DAESH, con su presencia en el Magreb y en el Sahel, buscan crear un «emirato independiente» o un «espacio libre» preparando el camino para la creación de un califato en territorios sobre los que la soberanía de los Estados sea débil y se ejerza con dificultad.

Si bien, el DAESH, como fuente de inspiración y también de aprovisionamiento del AQMI en el Magreb y el Sahel, ha sufrido un ligero debilitamiento; sería un grave error bajar la guardia. El territorio controlado por el Estado Islámico en Irak y Siria se ha reducido un 12% en la primera mitad del 2016. El estudio realizado por la consultora internacional IHS ha evaluado las posesiones del grupo yihadista en 68,300 kilómetros cuadrados. Sólo en 2015, el grupo perdió el 14% de su territorio. Asimismo, las ganancias mensuales del Estado Islámico han caído de 80 millones de dólares registrados a mediados de 2015 a 56 millones en marzo de 2016. Y es muy probable que ese indicador haya decrecido hasta la fecha, marcando una caída del 35%.

El hecho fundamental es que si no se realizan los cambios prometidos, y se da solución a los problemas económicos y sociales, la apertura democrática será más complicada, los jóvenes magrebíes y sahelinos y la población en general podrían optar por más violencia con el apoyo del terrorismo internacional de DAESH. Los desafíos de los gobiernos del Magreb y del Sahel, hoy en día, son el de luchar para mejorar la vida socio profesional de sus compatriotas, proteger su poder adquisitivo, garantizar la vivienda y luchar contra la corrupción y el terrorismo.
Fuente: actualidad.rt.com/actualidad/214151-mapa-estado-islamico-querer-ver Consultado el 25 de julio de 2016.

De continuar esa tendencia, los terroristas no lograrían su objetivo, siempre y cuando y simultáneamente se logre la consolidación de sociedades más justas, con menos impunidad, con más igualdad social, con más respeto a los derechos humanos, sin corrupción, y con la fuerza y la voluntad de la población y de los gobiernos de los países de las regiones del Magreb y del Sahel.

En suma, en esas regiones del mundo el deterioro de los gobiernos se agudizó, hecho que se vio reflejado en lo que podríamos llamar “una condición de anomia nacional o regional, que es el estado de desorganización social como resultado de la ausencia o degradación de normas sociales, que ya no son respetadas por los individuos ni sus gobiernos”. Queda claro que la seguridad depende, sobre todo, de las condiciones políticas y socioeconómicas de cada país. Con un buen desarrollo de la economía y de la elevación cuantitativa y cualitativa del los niveles de bienestar de la sociedad, la colaboración con grupos terroristas no sería una opción atractiva para la población y en particular para los jóvenes. Sin una mejor cooperación y coordinación entre los países del Magreb y del Sahel, y de estos últimos con la Unión Europea, los EUA, Francia, Reino Unido, China y Rusia será muy difícil lograr la estabilidad y seguridad en la zona. Sin duda, las regiones abandonadas o económica y socialmente descuidadas por las autoridades representan una verdadera amenaza a la seguridad y en su lucha contra el terrorismo.


*Diplomático, analista político y escritor.



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