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Edición 226

El día en que se incendió Pemex

RAYMUNDO RIVA PALACIO Y NERI

LOS INGENIEROS PETROLEROS sintieron desmayarse cuando al arrancar el año el presidente Felipe Calderón designó a uno de sus más cercanos como director de Pemex Gas y Petroquímica Básica, que es un tema del cual alegan no sabe nada.

RivaPalacio3No podían evitarlo, pero cuando junto con ese nombramiento llegó el del director de Programación y Presupuesto de Hacienda, Carlos Treviño, para ocupar la Dirección Corporativa de Administración, la Torre de Pemex se incendió y se abrió una lucha entre Los Pinos, el Consejo de Pemex y el sindicato petrolero.

Si la designación de Herrera, quien forma parte del círculo íntimo calderonista que operaba en torno al finado Juan Camilo Mouriño, era imposible de detener en términos estatuarios, no así la de Treviño, quien dependía de otro íntimo del Presidente, Dionisio Pérez Jácome, subsecretario de Egresos, y que había sido enviado a Pemex directamente por la jefa de la Oficina de la Presidencia, Patricia Flores.

Su nombramiento debía de haber sido aprobado en la última sesión del Consejo de Pemex en diciembre, pero no transitó. En primer lugar, los representantes del sindicato petrolero se interpusieron. De ninguna manera aceptamos a Treviño, dijeron. No iban a aceptar caprichos, aún si estos vinieran de Los Pinos.

Pero la parte más crítica provino de los consejeros. No tanto de Rogelio Gasca, respaldado por el PRI, o de Fluvio Ruiz, que es apoyado  por  el PRD, sino por los panistas, cercanos al calderonismo. Según personas que conocen detalles de la sesión, quienes objetaron fuertemente el nombramiento de Treviño fueron José Fortunato Ãlvarez, ex diputado del PAN y que fue gerente de las compañías gaseras de la familia Mouriño, y Héctor Moreira, ex vicerrector del Tecnológico de Monterrey, que fue subsecretario de Energía cuando el titular era Fernando Elizondo.

Si Herrera era mucho pedir, Treviño definitivamente no. Pero en Los Pinos no recularon. Tampoco tomaron en cuenta al director de Pemex, Juan José Suárez Coppel, aunque lo que trascendió a los medios en semanas pasadas era que los ajustes habían sido promovidos por él. Para evitar el escollo de tener que pasar los retenes internos en la empresa, la Presidencia decidió darle la vuelta a los requisitos normativos.

Decidieron que quien se tenía que mover de puesto para dejárselo a Treviño era Esteban Levín, quien era el director de Finanzas de Pemex. Levín fue movido como nuevo director corporativo de Administración, para que el enviado de Los Pinos entre caminando a la Torre de Pemex, aunque sea por la puerta de atrás.

La incertidumbre reina en Pemex. En términos operativos, la dirección de Administración estaba vacante porque aún no asume Levín, pero en Finanzas también están paralizados ante la inminencia que su jefe -hijo del diputado Óscar Levín, quien apoyó fuertemente al gobierno federal durante las negociaciones presupuestales- sea enviado a un nuevo puesto.

Suárez Coppel ha estado atado de manos. Él no ha podido armar un equipo en la paraestatal, sino que le están imponiendo un equipo en las áreas sensibles y estratégicas para Calderón, a través de la presión de la poderosa Flores y la colaboración del equipo de Hacienda.

El equipo de Calderón está cerrándose de manera estratégica, y lo que está sucediendo en Pemex es la primera muestra pública de hacia dónde caminarán. Desde hace tiempo querían echar el guante a Pemex, particularmente en las áreas que tienen que ver con los recursos, por lo cual enviaron a un financiero puro, con experiencia dentro de la empresa, a dirigirla. Suárez Coppel fue una recomendación directa del ex secretario de Hacienda, Francisco Gil, quien goza de influencia en el calderonismo en asuntos económicos, pero ni eso le bastó. Tener el aval técnico no significa que los calderonistas lo consideren de los suyos.

RivaPalacio2Herrera y Treviño sí lo son. Representan también el primer movimiento de control del aparato del gobierno del equipo calderonista, que por primera vez en el sexenio está empezando a mover los tentáculos políticos en todo el gabinete para arropar al nuevo secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, quien es el proyecto transexenal del presidente Calderón. La llegada de ambos subraya la forma de gobernar de Calderón.

Herrera es parte del gabinete de cocina del Presidente, que trabaja cerca de él desde hace casi una década, y fue colocado como cuña de Georgina Kessel en Energía. Treviño es una extensión de ese grupo a través de Pérez Jácome.

Todos ellos formaban parte del gabinete de cocina que dirigía Mouriño, quien junto con Cordero eran las dos personas más cercanas a Calderón.  A la muerte del primero, se quedó solo el secretario de Hacienda con todos los afectos, pues nadie ha logrado remplazar al finado funcionario. Al inicio del gobierno, Cordero fue a vigilar los egresos a la Subsecretaría de Hacienda, y cuando fue enviado a Desarrollo Social, el coordinador de asesores del Presidente, Pérez Jácome lo remplazó, manteniendo la supervisión atada a Los Pinos.

Al dejar Mouriño la Oficina de la Presidencia, lo sustituyó su segundo, Gerardo Ruiz Mateos, quien cuando saltó a Economía, dejó el cargo a Patricia Flores, que ha concentrado todo el poder político del gobierno por decisión presidencial. Calderón no logró tener el control de Hacienda y de Pemex hasta este año, y con esto cierra pinzas.

Tiene a Ruiz Mateos en Economía y a Javier Lozano -el secretario que más respeta en términos profesionales- en Trabajo. En Turismo mantiene a Rodolfo Elizondo, tío de Flores y con quien tiene una relación... profesional estrecha.

Lozano era parte del cuarto de guerra en la campaña, donde estaba Juan Molinar, hoy secretario de Comunicaciones. En Desarrollo Social, incorporó a otro incondicional, Heriberto Félix, y en Educación envió a su viejo amigo Alonso Lujambio.

Calderón está alineando el gabinete a su modo y para sus fines. Lo que está sucediendo en Pemex es el último ejemplo. Si no les gustó que les envíe a Herrera y Treviño, que se aguanten.

No se los dijo en palabras. Se los está probando en los hechos.

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