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Edición 431

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DOSSIER: GEOPOLÍTICA Y MULTIPOLARIDAD

LA GEOESTRATEGIA

TIENE VARIAS ARISTAS, TODAS HAN

APUNTADO A RUSIA

Salvador González Briceño

 

 

El caso es que el flamante asesor de Obama habría planteado que su país debía tomar el control de Ucrania, de Azerbaiyán, de Corea del Sur, Turquía e Irán. Cercar a Rusia y controlar sus fronteras. Hacia allá apunta la geopolítica moderna occidental. Por eso los avances de la OTAN hacia el Este, por eso la descalificación permanente de Rusia, por eso Rusia les madrugó, y Putin lo dijo: no nos confiaremos como en 1941.

Sobre Rusia, nuestro autor pone una lápida o se refiere a este país como Eurasia, región a la que EE.UU. debe afrontar por su “volatilidad”, dice Brzezinski. No trata del resurgimiento ruso en el mundo de la geopolítica con Vladimir Putin, en los últimos años. ¿Cuál es la volatilidad que representa Rusia hoy? Mejor dicho: ¿Qué problemas les genera Rusia a sus vecinos, que demanda la intervención occidental? ¿Lo qué sucede en Ucrania es amenaza rusa? ¿Qué pasó en Croacia? ¿Quién le genera problemas o volatilidad a quién, Oriente a Occidente? ¿Los incivilizados a los civilizados? A esto Brzezinski calla. Él dice lo que conviene como buen guardián del decadente imperio. Artilugios de operación encubierta para justificarse.

Sin embargo, EE.UU. va de guerra en guerra: creándolas, alimentándolas o conduciéndolas, una y otra vez. Ahí donde pone sus intereses igual siembra la muerte; pero desde la última década sin atinar a una estrategia diferente a la Guerra Fría: de confrontación con un enemigo real: con Rusia. La guerra, negocio de fabricantes y exportadores de armas, que para eso están el Pentágono y la OTAN.

Siempre fake news, EE.UU. intenta por todos los medios someter a Rusia —primero, y a China después—, que no cede a sus caprichos imperiales como algunos países exsoviéticos que pronto corrieron a los brazos de la OTAN. Tan solo Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania, Rumanía y Bulgaria se incorporaron en 2004. Luego vendrían Croacia y Albania en 2009. Georgia, Macedonia y Ucrania están en lista de espera, todavía.

La OTAN carece de razón de ser (ni existe el peligro de la “invasión soviética”, ni el Pacto de Varsovia, que dejó de existir tras la retirada de Bulgaria en 1989), subsiste como brazo armado del Pentágono. Y últimamente declarada “guerra contra el mundo” —la de George Bush—, desde los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York.

Pretextos para el apoderamiento del control geopolítico y geoeconómico de la región de Asia Central, Oriente Medio y Medio Oriente y África.

Pero Rusia ha demostrado conducirse en un mundo contracorriente, de acoso permanente. Con una geopolítica imperialista que se opone permanentemente a las políticas de seguridad europea, por eso busca o construye pretextos para provocar la guerra.

Por cierto, EE.UU. y sus socios europeos desde la OTAN, gracias a sus temibles acciones han mostrado que requieren del enemigo real estilo Guerra Fría. Y como no lo tienen, lo fabrican artificialmente por varios frentes: campaña antirrusa desde el gran aparato ideológico de Estado —como se sabe de los medios de comunicación—, los bloqueos, los ataques terroristas que para eso han creado el Isis, la desestabilización de países con fines de encumbrar gobiernos títeres, etcétera.

Rusia, qué mejor país que busca la defensa de sus intereses, pero sobre todo en materia de seguridad. Como el Brexit para Gran Bretaña. Pero igual apoyo a otros, como apoyo a Siria, y otros como Osetia del Sur, Abjasia y en Crimea. No con atropellos imperiales vía del terrorismo fabricado para desestabilizar países e invadir las principales fuentes de energía.

Del competidor internacional en materia económica que es China, el dragón de Oriente, se habla poco en el ánimo de acallar la serie de artimañas generadas en su contra, atizadas todas por EE.UU. con vecinos como Japón, Corea del Sur o Taiwán. En otras palabras, vale decir que la estrategia contra los chinos avanza por otras vías, pero con paso firme. La visita reciente del presidente Joe Biden lo pone más que claro. Incluso amenazante con China, por Taiwán.

La contienda geopolítica, ideológica y militar entre los EE.UU. y la Unión Soviética, era la lucha por la dominación del territorio geoestratégico de Eurasia; hoy con Rusia sigue igual.

Geoestrategia fallida

Sin embargo, de momento la ofensiva es contra Rusia; la geopolítica dirigida por Washington de la mano de los socios de los principales miembros de la OTAN: Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Países Bajos, Noruega, España, Turquía, Polonia, Hungría y Lituania, Letonia y Estonia; por decir los menos.

Eso explica las amenazas desde las fronteras europeas contra los rusos; conforme a los acuerdos permanentes de la OTAN para quien el “enemigo” es Rusia; así lo dijo Obama, y así lo adoptó el organismo belicista; así lo sostiene Biden. Sólo con Donald Trump hubo tregua.

Esta era la tesis del Brzezinski de los tiempos de la Guerra Fría. Planteada en el sentido que la contienda geopolítica, ideológica y militar entre los EE.UU. y la Unión Soviética, era la lucha por la dominación del territorio geoestratégico de Eurasia.

Así lo escribió: “De la misma manera que la Unión Soviética, los Estados Unidos afrontaron urgencias geopolíticas. Cualquiera que controlara Eurasia, dominará el mundo. Si la Unión Soviética captura los confines de esa masa de tierra —Europa Occidental, el Lejano Oriente, y el sur de Asia—, no sólo ganaría el control de grandes recursos humanos, económicos y militares, sino que se acercaría también de manera geoestratégica al Hemisferio Occidental, a través del océano Atlántico y el océano Pacífico”.

En referencia al geopolítico Mackinder, “uno de los más destacados” quien: “Inició la discusión a principios del siglo XX, con sus conceptos sucesivos sobre el “área pivote” euroasiática (que incluía toda Siberia y gran parte de Asia Central) y, más tarde, del Heartland (zona central) europeo centro-oriental como el trampolín vital para la obtención del dominio continental. Mackinder popularizó su concepto de Heartland a través de una célebre máxima:

Quien gobierne Europa Central dominará el Heartland; / quien gobierne el Heartland dominará la isla mundial; / quien gobierne la isla mundial dominará el mundo.” Y quien se apodere de Eurasia controlará el mundo. Ahí está el detalle. Agrega Brzezinski, en referencia a la geoestrategia estadounidense y para el largo plazo:

En la actualidad, la principal cuestión geopolítica ya no es la de qué parte de la geografía de Eurasia es el punto de partida para el dominio continental, ni tampoco la cuestión de si el poder terrestre es más significativo que el poder marítimo. La geopolítica se ha desplazado desde la dimensión regional a la global, considerando que la preponderancia sobre todo el continente euroasiático es la base central de la primacía global.

Los Estados Unidos, una potencia no euroasiática, disfrutan actualmente de la primacía internacional, y su poder se despliega directamente sobre tres de las periferias del continente euroasiático, a partir de las cuales ejerce una poderosa influencia sobre los Estados que ocupan el hinterland euroasiático. Pero en el campo de juego más importante del planeta —Eurasia— es donde podría surgir, en un momento dado, un rival potencial de los Estados Unidos. Por lo tanto, el punto de partida para la formulación de la geoestrategia estadounidense para la gestión a largo plazo de los intereses geopolíticos en Eurasia, debe centrarse en los jugadores clave y en una adecuada evaluación del terreno.” (pp. 47-48). Fin de la cita.

Por lo anterior es que nuestro planteamiento apunta en el sentido que, a partir del desarrollo de Brzezinski en El gran tablero mundial, podemos entender —siempre al viejo estilo de la Guerra Fría—, lo que estaría operando EE.UU. por medio de la OTAN que despliega fuerzas y exhibe su arsenal, en la Europa recién. La RAND Co. lo sabe también ahora: El objetivo es Rusia; Ucrania, un simple trampolín. ¿Quién pagará las cuentas de la guerra?

geopolítica.com.

 

 

 



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