La fiebre del oro tiene consecuencias indeseadas; escasea dónde guardarlo
CAROLYN CUI
CARAVANAS DE CAMIONES blindados y cargados de lingotes y monedas de oro están dejando el centro de Manhattan, en Nueva York, como una consecuencia inesperada de la fiebre del oro. En medio de la escalada en los precios del metal dorado que se dispararon 32 por ciento en 2009 y la primera semana de diciembre batieron un nuevo récord, los inversionistas han estado cargando sus portafolios de lingotes y monedas.
Un gran problema ahora es dónde guardarlos. Para HSBC Plc, propietario de una de las mayores bóvedas de Estados Unidos, la solución es elegir otro lugar.
HSBC ha solicitado a sus clientes minoristas que remuevan sus bienes de la fortaleza localizada en el subsuelo de su rascacielos de la Quinta Avenida, en el centro de Manhattan. El banco ha decidido que los clientes minoristas no son lo suficientemente rentables y está exigiendo que saquen su oro para dejar espacio a los clientes institucionales, que generan mayores ganancias. Una portavoz de HSBC rehusó referirse al tema debido a "preocupaciones con la seguridad".
La decisión del banco británico ha creado una pesadilla logística, tanto para los inversionistas como para los equipos de seguridad a cargo de la reubicación del oro, plata y platino a otras bóvedas. Muchos de estos espacios también están bajo presión debido al aumento de la demanda.
Los inversionistas han privilegiado el oro este año debido a las preocupaciones sobre presiones inflacionarias y la estabilidad del dólar. El metal subió 1,6% en diciembre para ubicarse en US$1.164,30 la onza. A medida que el oro bate una marca después de otra, otros inversionistas llegan al mercado. Muchos de ellos están tomando posesión física del metal, en lugar de sólo negociar contratos financieros vinculados a su valor.
Se preveía que la demanda física del oro, incluyendo las barras y monedas, terminarían 2009 con incremento de 21 por ciento a 52,3 millones de onzas troy, el nivel más alto de la historia, según CPM Group. Conforme a la cotización del lunes, el valor total ascendería a los US$61.900 millones.
La decisión de HSBC ha generado revuelo no sólo entre los clientes del banco, sino también entre los propietarios de los centros de almacenamiento y cámaras de todo EE.UU. "Nunca he visto un movimiento como este", señala Jonathan Potts, director ejecutivo de FideliTrade, la casa matriz del servicio de almacenamiento Delaware Depositary Service Co., que tiene dos depósitos en Wilmington, en el estado de Delaware. Las dos bóvedas de FideliTrade se han estado llenando a un ritmo sin precedentes, en parte porque está aceptando el metal que ha sido rechazado por HSBC.
Afrontar las consecuencias de la decisión de HSBC se ha convertido en un trabajo de tiempo completo para David Norris, vicepresidente ejecutivo de GoldStar Trust Company, un fidecomiso de cuentas de jubilación con sede en Canyon, Texas, que organiza el almacenamiento de bienes para sus clientes.
Norris afirma que HSBC solicitó en julio a GoldStar que dejara inmediatamente de enviar monedas para almacenar. GoldStar, que había enviado la mercancía de sus clientes a HBSC durante al menos 15 años, está tratando de determinar cómo transportar las monedas de la caja fuerte de HBSC a las instalaciones de Delaware.
"Puedo patalear y gritar todo lo que quiera porque no estoy de acuerdo. Pero se trata de su decisión empresarial", dice Norris.
Trasladar el metal es como "un gran operativo militar", observa. Los metales preciosos normalmente son transportados por servicios de envío asegurados o por compañías de camiones blindados. Los transportistas a veces trasladan los metales en cajas sencillas para no llamar la atención. Los camiones son escoltados por un equipo de dos o tres personas armadas. Todo el proceso puede durar meses, explica Norris.
HSBC ha dicho a sus clientes que trasladen el metal o se preparen a recibirlo en su domicilio. En una carta de julio a la que tuvo acceso The Wall Street Journal, HSBC informó que el metal precioso "será devuelto a la dirección que figura en el registro, con cargo al propietario" a menos que reciba instrucciones diferentes.
HSBC recomendó a su clientes que trasladen su mercancía a Brink's Global Services USA Inc., que tiene una bóveda en Brooklyn, Nueva York. Brink's no devolvió llamadas solicitando su comentario.
Muchos inversionistas han añadido metales preciosos a sus cuentas de jubilación.
En GoldStar, se abren más de 1.000 cuentas al mes para comprar monedas en planes de jubilación, comparado con unas 100 en 2006. Las ventas de monedas de oro American Eagle aumentaron 65% en los primeros 11 meses del año, según la Casa de la Moneda de EE.UU. "Muchas instalaciones están saturadas", reconoce Bob Coleman, director de relaciones con el consumidor de Gold Silver Vault, un depositario de Idaho. Coleman dijo que su bóveda había aceptado a varios clientes de HSBC, lo que contribuyó a una expansión de 500 por ciento en metal nuevo en el último año.
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