Algo gordo pasa en Los Pinos
TOMÁS YÁÑEZ
Algo grave, o muy grave, está ocurriendo en la casa presidencial. Y es que las señales que salen de Los Pinos no sólo dejan ver torpeza, falta de oficio en el ejercicio del poder, sino extremos de esquizofrenia. ¿Por qué?
Porque Felipe Calderón no puede reclamar al PRI -airado como lo hizo-, que el viejo partido reventara su decálogo de reforma electoral, cuando horas antes ordenó a su escudero César Nava, una alianza aberrante con el PRD, para combatir al PRI. No puede el Presidente darle respiración de boca a boca al PRD, y aceptar que los amarillos se sumen al PRI para satanizar el decálogo electoral de Calderón.
Algo grave pasa en Los Pinos, cuando el gobierno de Calderón y su partido, el PAN, rompen la alianza con la fuerza política que avaló su llegada al poder, que hizo posible su legitimidad y toma de posesión -de la que reniega luego de tres años-, y hasta se dice dispuesto “a cualquier alianza, menos con el PRI”. Queda clara la esquizofrenia de la estrategia política del gobierno de Calderón aplicada para la segunda mitad de su gestión.
Algo grave pasa en Los Pinos cuando -en el fondo- desde la casa presidencial se sepultan las reformas electoral y fiscal que le urgen al país, y que habían salido del mismo gobierno que hoy combate a sus aliados. Felipe Calderón y su partido, el PAN, hoy se han convertido en sepultureros de las reformas política y fiscal que al concluir 2009 propusieron, que habían sido bien recibidas por los partidos, pero que hoy las patean de la mesa.
Por eso la pregunta resulta obligada. ¿Y qué esperaba, presidente Calderón, luego de que abofeteó al PRI? ¿Con quién pretende aprobar las reformas que propuso, si renegó de su aliado histórico, el PRI, y decidió un matrimonio antinatural con su adversario natural, el PRD, que también apaleó las reformas política y fiscal?
Si la apuesta fue arrebatarle al PRI tres o cuatro estados -lo cual no tiene ninguna certeza-, a cambio de un par de reformas fundamentales para la sociedad, entonces la apuesta de Felipe Calderón y del PAN no sólo es mediocre y suicida, sino irresponsable. ¿Por qué? Porque el Presidente habría olvidado el interés general, y privilegiado al interés rabón del PAN.
Y el asunto es peor, si el presidente Calderón convino ponerle fin adelantado a su sexenio, a cambio de que el PRI no pudiera regresar al poder. Si es así, entonces tenemos derecho a suponer que en la casa presidencial despacha un irresponsable. Idéntica irresponsabilidad de la que acusa Calderón a la clase política. Al tiempo.
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