¿VIEJOS FETICHES O
NUEVOS FANTOCHES?
HÉCTOR CHAVARRÍA
(Exclusivo para VOCES DEL PERIODISTA)
Ahora resulta que los auto llamados “investigadores de lo paranormal” afirman que los juguetes son los portadores de “mensajes sobrenaturales” y, que los “seres del más allá”, se manifiestan con estos modernos fetiches, muy buenos en estas últimas fechas para engañar bobos, creyentes ciegos –es pleonasmo--, o cualquier otra clase de fauna afín…
Con ideas propias del siglo XI en pleno siglo XXI.
UNA PLAGA MODERNA
Canales de televisión de paga que alguna vez fueron serios, como el History y el Discovery, ahora le entran con fruición a programas sobre “cazadores de ovnis” y “perseguidores de lo sobrenatural”, pasando por una semi seria recapitulación de monstruos míticos bastante idiotas (como el chupacabras), hasta algunos bastante reales, como tiburones de agua dulce y lucios descomunales.
Con estas patéticas patrañas se busca continuar (o actualizar), las bobadas en las que creían nuestros antepasados en la era de las cavernas y, los poco aseados monjes del medioevo, mientras tenían sueños húmedos de brujas, volando montadas en escobas fálicas: las modernas usarían aspiradoras, también fálicas pero con vibrador.
JUGUETES MÁGICOS
Y, volviendo con los juguetitos “mágicos”, no exactamente sexuales… tenemos que el asunto… es más viejo de lo que los supuestos “investigadores” pregonan, sólo que los antiguos artilugios se llaman diferente.
Porque, haciendo una brevísima incursión en la historia del pensamiento mágico, para que esto se entienda, tenemos que el fetiche (ahora una muñeca, un troll o un duende), representa una especie de arma del hechicero, usada para controlar o, para dañar, a sus víctimas; es una herramienta de magia contaminante.
Generalmente y también según la creencia, se trata de un hechizo potente, dominante.
Como contraste, la moderna parafernalia en las manifestaciones de “posesiones” para anormales, está llena de una anónima gama de fetiches-muñecos que supuestamente se “mueven” sin invitación, de aparatos electrónicos que “se encienden solos”, de “elfos” y “troles” (no trolebuses) que abren y cierran los ojitos o enderezan su espaldita, una vil modernización, de muñecas vudú que hacían temblar a los viejos ignorantes…
PRODUCCIÓN EN SERIE
Todos ellos sin excepción, aparatos mecánicos y, especialmente juguetes hechos por máquinas y de producción en serie.
La “juguetiza” generalmente fabricada por compañías transnacionales que usan esos… atractivos nombres tomados de la mitología nórdica, la cual obviamente desconocen (apenas de moda a raíz de la trilogía fílmica de El Señor de los Anillos), para vender mejor sus productos fantoches.
Además, suponiendo que esos rollos mágicos fueran reales; ¿cómo podría ser “posesionado”, “poseído”, un objeto hecho en serie? Qué me lo explique Maussan.
En verdad, ningún mago-hechicero serio (si lo hubiera), tomaría en serio tal bobada.
Esto último demuestra la ignorancia enciclopédica de los seudo investigadores cuyas únicas referencias vienen de Hollywood, USA.
OTRO BOLETO
El fetiche de la magia-hechicería real (antigua, ineficaz, pero real), es otra cosa. Es otro boleto.
Se trata de una herramienta individual hecha a la medida para fregar a la víctima, generalmente a petición de un cliente, que le paga al mago-hechicero para hacer el mal a otra persona y, en su manufactura interviene de preferencia algo propiedad de la futura víctima, que deberá colocarse en su interior; si es un fluido o un fragmento corporal, mejor. Semen, sudor, cabello, uñas, entre más elementos orgánicos “personalizadores” se incluyan, más “efectividad” tendrá el fetiche.
Se supone que con ese o, esos elementos personales u orgánicos, ese fetiche particular habrá captado la “esencia” de la persona a la que se le hará “el trabajo” estará “impregnado de su ser” y, ya sea que se le claven agujas o espinas, se le queme o se le mutile, los daños hechos al fetiche contaminante se “transmitirán mágicamente” a la persona que éste representa; sea en la forma de dolores, enfermedades, mala suerte o la misma muerte.
Por supuesto, todo esto no es más que superstición y, las personas inteligentes, pensantes y escépticas, son inmunes a cualquier “trabajo” de este tipo: la única forma en la cual un hechicero podría dañar, sería mediante la administración de brebajes tóxicos de algún tipo u con el ataque físico directo.
SIN EFICACIA
De hecho, la “magia a distancia” es inoperante, hasta para los supersticiosos; pues para que un creyente pueda ser “dañado a distancia”, necesita estar enterado del ataque, entonces si, la sugestión hace el resto.
Los fantoches actuales tienen su origen en la literatura de terror y, el cine del mismo género, los cuales tienen como único objetivo entretener; se supone que las personas que leen las novelas del Stephen King o ven las películas chafa, donde un muñequito gringo de ojos azules asesina humanos, deberían saber que eso es ficción.
Y, bastante mala por cierto…
Porque si de verdad se creen esas bobadas, los comentarios sobran.
Quien “piense” que eso es real está más allá de cualquier ayuda; médica, cultural, mágica, erótica o musical, simplemente no tiene remedio: ahí si que, ni yendo a bailar a Chalma…
Como decía mi abuelita, doña Ruquita.
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