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Honor y gloria eternos
a los aguiluchos de
Chapultepec
María Guadalupe Santa Cruz de la Mora
¡Qué hermosos es recordar la cabellera verde de la Sierra Madre Occidental, allá en Durango, en el Durango de nuestros recuerdos! Imposible olvidar la Ceremonia de Homenaje a nuestros Niños Héroes y la comida cadetera el 13 de septiembre, en Zacatecas.
Para una mexicana y sus hijos recrear las visitas a Dolores Hidalgo, a la Casa del Diezmo, todavía no nos asolaban los tiempos de hoy. Llamamos a la juventud para que eche una hojeada a la historia patria. Que los muchachos descubran el legado de los próceres. No siempre hemos estado así. Tuvimos la fortuna de conocer los muros de la casa del padre Miguel Hidalgo y Costilla, en Dolores, Guanajuato, y percibir su invisible presencia que nos reconfortó.
En San Miguel, penetramos a la residencia de los Allende, vigilada por una estatua del capitán Ignacio Allende. En esa misma ciudad descubrimos en la llamada "Casa del Entrepiso" el sitio muy bien oculto en que los conjurados se citaban para discutir so pretexto de reuniones sociales. Afuera existía una placa que decía “San Miguel de Allende, cuna de la Independencia de México”. Años más tarde reconstruimos personal y periodísticamente también la trayectoria del padre Hidalgo a su paso por Aguascalientes, rumbo al norte. Fue el entonces comandante de la XIV Zona Militar, general de división Albino Hernández Galarza (q.e.p.d.), quien nos ayudó a realizar este sueño.
Los Niños Héroes de Chapultepec.
Si pudiésemos hablar con los cinco millones de jóvenes que no estudian ni trabajan, por esta situación adversa, les explicaríamos que el generalísimo Morelos fue ignorante, arriero e ingresó a la Universidad de San Nicolás para educarse, aprender ciencias y servir a Dios. Todo esto cuando era un hombre. No le permitían ingresar por su origen humilde.
Tuvo la suerte de poder entrevistarse con el rector, que era Miguel Hidalgo, entonces ambos se entendieron y ese vínculo empujó a los dos a comprenderse. Morelos fue enviado a la parroquia de Carácuaro, Michoacán cuando ya fue ordenado sacerdote. Al estallar el movimiento independentista fue a buscar a su maestro en las afueras de su parroquia. Se vieron un instante, se abrazaron y Miguel Hidalgo le entregó un documento en que lo nombraba su representante para continuar la insurgencia en el sur del país.
Nunca volvieron a verse.
Es posible que ninguno de los muchachos contemporáneos conozca estos pasajes. Anhelaríamos decirles a aquellos que podrían ser nuestros hijos o nietos, que más de alguno de ellos estará llamado a hacer grandes cosas. Tenemos la firme esperanza de que poco a poco todo cambiará. Un poquito de paciencia, muchachos.
La epopeya de Chapultepec se escribió en 1847, en días en que los norteamericanos aprovecharon la traición de Juan Álvarez y de Antonio López de Santa Anna e invadieron México con una guerra que no se justificaba, pero que obedecía a sus ambiciones de dominio.
Los Héroes Niños custodiaban el Castillo de Chapultepec, que era el Colegio Militar. Era domingo, había uno cuantos cadetes; el director era Nicolás Bravo, esperaba, los refuerzos nunca llegaron. Fueron cayendo los alumnos y, ante la invasión, el comandante yanqui Zacarías Taylor exclamó a la vista de los cuerpos sangrantes: "¿Dónde estaban los hombres mientras estos niños combatían?".
El último defensor del Castillo, Juan Escutia, se envolvió en la Bandera Nacional para que no la mancillaran y se arrojó al vacío, acribillado, estrellándose contra las rocas del Cerro del Chapulín.
Los que murieron defendiendo las instalaciones fueron Agustín Melgar, Fernando Montes de Oca, Francisco Márquez, Juan de la Barrera, Juan Escutia y Vicente Suárez.
Juan Álvarez.
En acto congruente con su cercanía al Ejército mexicano, Felipe Calderón mandó reproducir el Monumento dedicado a los Niños Héroes que perdieron su vida por la de la Patria. El obelisco original fue ordenado por el general y presidente Porfirió Díaz con los nombres de cada uno de ellos. El nuevo obelisco se sitúa en el antiguo plantel del Colegio Militar en Popotla. Rindamos honores a otros héroes que están olvidado.
Cayeron abatidos en Churubusco. Se trata de los miembros del Batallón de San Patricio, integrado por irlandeses, alemanes y europeos de otras nacionalidades. Desertaron del Ejército invasor norteamericano. Solicitamos respetuosamente se perpetúe su hazaña con un monumento más adecuado para el tamaño de su sacrificio, ya sea en San Ángel, donde fueron ejecutados algunos de sus integrantes, o en Churubusco, donde cayeron defendiendo la plaza.
Invitamos a la juventud que se siente perdida, a los niños que están al borde de alcanzar la adolescencia y que no disfrutaron el privilegio de una educación integral, para que relean estos renglones y encuentren el mensaje que nos da la vida: Esperar, confiar, luchar, no desfallecer, y alcanzar una meta, la que cada uno se proponga a sí mismo.
No les pedimos perecer como los héroes; pero sí creemos que pueden serlo si vencen los obstáculos y los peligros de esta época.
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