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Obama: El asesinato de Anwar Al-Awlaki
por orden de ejecución
James Petras
(Exclusivo para Voces del Periodista)
El asesinato por medio de un misil no tripulado (drone) de la CIA, en contra de Anwar Al-Awlaki, un ciudadano norteamericano en Yemen, el pasado 30 de septiembre, ha sido difundido por los medios masivos; el presidente Obama y los conocidos expertos en torno de Al-Qaeda como “un golpe mayor de la red yihadista fundada por Osama bin Laden. Los voceros oficiales de E.U. llamaban a Awlak “la figura más peligrosa en Al-Qaeda” (Financial Times, 1 de octubre de 2011).
Existe una enorme evidencia para sugerir que la publicidad alrededor del asesinato de Awlaki fue enormemente exagerada en su importancia política y es un intento por encubrir la decadente influencia de los E.U., en el mundo islámico. La declaración del Departamento de Estado de una victoria importante sirve para exagerar la capacidad militar de E.U. para derrotar a sus adversarios. El asesinato sirve para justificar el uso arbitrario de Obama de los escuadrones de la muerte para ejecutar, más allá de sus fronteras, a críticos y adversarios por un acto de ejecución, negándoles a los acusados las más elementales protecciones judiciales.
Los mitos sobre al-Awlaki
Al-Awlaki era un blogger teológico en un pequeño y pobre país islámico (Yemen). Él estaba confinado a hacer propaganda contra los países occidentales, intentando influenciar a los creyentes islámicos para resistirse a la intervención occidental de tipo militar y cultural. Dentro de Yemen, sus afiliaciones organizacionales estaban con un sector minoritario de la masa popular en oposición al dictador Alí Abdullah Saleh, quien está apoyado por los E.U. Su grupo fundamentalista tenía una gran influencia en contados poblados pequeños del sur de Yemen. Éste no era un líder político o militar en su organización y fue apodado por occidente como “Al-Qaeda en la Península Árabe (AQAP, por sus siglas en inglés)”. Como a la mayoría de lo que la CIA llama “Al-Qaeda”, AQAP, era una organización autónoma local, lo que significaba que ésta estaba organizada y controlada por líderes locales, incluso con acuerdos expresos con muchos otros grupos fundamentalistas asociados. Awlaki tuvo un papel muy limitado en las operaciones de grupos militares y políticos yemeníes y virtualmente ninguna influencia en el movimiento de masas envueltas en la salida de Saleh. No hay evidencia, documentada o visible, de que él “era un muy efectivo propagandista”, como alegaba Bruce Redial, ex agente de la CIA y miembro de la Institución Brookings. En Yemen y entre los movimientos populares de masas en Túnez, Egipto, Bahrein o en cualquier otra parte, sus seguidores era muy pocos y alejados entre sí. Un “experto” cita algo tan intangible como su “liderazgo espiritual”, lo cual es una buena forma para evitar la prueba de la evidencia empírica: Lo harían una bola de cristal o la lectura del tarot.
Obama y sus asesinatos a distancia contra críticos políticos e ideológicos de E.U.
Dada la pobreza de evidencia demostrando la influencia política e ideológica de Awlaki entre los movimientos populares de masas en África del Norte, Medio Oriente o Asia, las agencias de inteligencia de E.U. claman que su “verdadera influencia era entre los yihadistas de habla inglesa, algunos de los cuales él había preparado personalmente para llevar ataques a los E.U.” En otras palabras, la presentación de Washington de un Awlaki como una “importante amenaza”, se revuelve sobre sus discursos y documentos, a pesar de que él no tiene un papel operacional en la organización de ataques suicidas con bombas o, al menos, no se ha presentado hasta ahora evidencia concreta.
Las agencias de inteligencia “sospechan” que él estaba inmiscuido en el plan que despachó bombas en una avión de carga de Yemen a Chicago en octubre de 2010. La inteligencia de E.U. afirma que él proveyó de una “justificación teológica”, vía correo electrónico, a favor del asesinato de 13 personas en Fort Hood a manos del mayor del Ejército de E.U., Nidal Malik. En otras palabras, al igual que muchos filósofos escritores de E.U., y expertos legales como Michael Walzer, de Princeton, y Alan Dershowitz, de Harvard, Awalik discutió “guerras justas” y el “derecho” a la acción violenta. Si los escritos políticos y los discursos de publicistas son citados por un asesino como las bases de su acción, ¿la Casa Blanca debería ejecutar a importantes islamófobos estadounidenses como Marilyn Geller y Daniel Pipes, mencionados como inspiración por el asesino masivo noruego Anders Behring Brevik? ¿O su filiación sionista les provee de inmunidad bajo el sello de la Marina para asaltos y lanzamiento de drones?
Incluso, asumiendo que las insustanciales “sospechas” de la CIA, el M-16 y los “expertos” en Al-Qaeda sean correctas y Awlaki tuvo que ver directa o indirectamente en la “acción terrorista” contra los E.U., estas actividades fueron absurdamente de principiantes y de abyectas fallas, no realmente una amenaza seria a nuestra seguridad. Los esfuerzos del llamado Terrorista de la bomba en calzoncillos, Umar Farouk Abdul Mutallab, por detonar material explosivo en un vuelo a Detroit, en diciembre de 2009, sólo le llevó ¡a rostizarse los testículos! Otro caso igual fue el de las bombas despachadas en un avión carguero de Yemen a Chicago en octubre de 2010, resultando en otro trabajo estropeado.
Anwar Al-Awlaki, un predicador islámico menor, víctima de Obama y el sionismo.
Si algo no tiene remedio en la AQAP yemenita es que la desafortunada planificación operacional sirvió para llamar la atención sobre su incompetencia técnica. De hecho, de acuerdo a lo admitido por el propio Mutallab, publicado en Noticias NBC en ese momento, Awlaki no tuvo ningún papel en la planificación o ejecución del ataque con bomba. Él solamente sirvió para conectar a Mutallab con la organización Al-Qaeda. Evidentemente, Awlaki era un figura menor dentro de las luchas sociales de Yemen. Era un propagandista de poca influencia en los movimientos de masas durante la “primavera árabe”. Fue un inepto reclutador de futuros bombarderos de habla inglesa. Los alegatos de que él planeó e “incubó” dos atentados con bombas (Financial Times, octubre 1 y 2, pág. 2) son refutados por la confesión de un bombardero y la ausencia de evidencia que corroborara la fallida transportación de bombas en un avión.
Al-Qaeda, el pretexto de Obama y sus socios para desatar la violencia bélica.
Los medios masivos inflan la importancia de Awlaki a la estatura de un líder mayor de Al-Qaeda y subsecuentemente, su asesinato como un “golpe psicológico mayor” para los yihadistas a nivel mundial. La imaginería no tiene substancia. Pero la ráfaga de piezas lanzadas tiene un propósito de propaganda muy importante. Peor aún, el asesinato de Awlaki provee de una justificación para un Estado extrajudicial de asesinatos en serie de críticos ideológicos de los líderes anglo-americanos envueltos en sangrientas guerras coloniales.
Propaganda para Levantar la Decaída Moral Militar
Eventos recientes sugieren fuertemente que E.U. y sus aliados de la OTAN están perdiendo la guerra en Afganistán frente al Talibán: Los principales oficiales colaboradores son eliminados como una gota de agua del turbante Talibán. Después de años de ocupación, Irak se está moviendo más cerca de Irán que de E.U.; Libia y el período post-Gaddafi está bajo beligerantes fuerzas mercenarias encuadrándose para una lucha por el botín del billón de dólares. Al-Qaeda prepara su guerra contra expatriados y renegados de Gaddafi.
Mayor del Ejército de E.U., Nidal Malik Hasan, un asesino autorizado.
Washington y la OTAN intentan retomar la iniciativa vía gobernantes títere en Egipto, Túnez, Bahrein y Yemen. Esto está siendo contrarrestado por una “segunda ola” de movimientos masivos pro-democracia. La “primavera árabe” es seguida por un “otoño caliente”. Las noticias y los balances favorables a Obama son pocos y distantes entre sí. Él ha abandonado y agotado cualquier iniciativa pseudopopulista para encantar a las masas árabes islámicas. Su retórica suena hueca de cara a su discurso ante la ONU, negando reconocimiento de un Estado palestino independiente. Su postración ante Israel se ve claramente como un esfuerzo para fortalecer su campaña de reelección financiada por riquísimos sionistas.
Diplomáticamente aislado y domésticamente en problemas por haber fallado en las políticas económicas, Obama oprime el gatillo y dispara sobre un predicador musulmán itinerante en Yemen para “enviar” un mensaje al mundo árabe. En una palabra, él dice: “Sí ustedes, los árabes, el mundo islámico, no quieren unírsenos, nosotros podemos y ejecutaremos a aquellos de ustedes que puedan ser etiquetados de mentores espirituales o sean sospechosos de esconder terroristas”.
Umal Farouk Abdul Mutallab, un terrorista inepto.
La defensa de Obama del asesinato sistemático de los críticos ideológicos niega las normas de la Constitución de los E.U. respecto a un debido proceso judicial a un ciudadano estadounidense y es un descarado rechazo de lo que la ley internacional define como homicidio ejecutivo.
Permítanos ser absolutamente claros en las enormes implicaciones que resultan del asesinato político por ejecución. Si el Presidente puede ordenar la muerte de un ciudadano americano-yemenita en el exterior sobre la base de sus creencias ideológicas-teológicas, ¿qué le detiene para ordenar lo mismo en E.U.? Si él utiliza violencia arbitraria para compensar por el fracaso diplomático en el exterior, ¿qué le detiene de declarar una “creciente amenaza para la seguridad interna” en orden a suspender nuestras restantes libertades en el hogar y acorralar a los críticos?
Alí Abdullah Saleh, Presidente títere de Yemen.
Seriamente subestimamos nuestro problema Obama si pensamos que su asesinato por orden es meramente un homicidio aislado de un “yihadista” en una contienda en Yemen… El asesinato de Awlaki tiene significancia profunda y a largo plazo porque este pone los asesinatos políticos en el centro de las políticas exterior e interna de E.U. Como secretario de la Defensa, Panetta lo establece: “Eliminar a los terroristas criados en casa”, es la tarea de nuestra “seguridad interna”.
Leon Panetta, el secretario de Defensa de E.U.
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