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¿Guerra civil…?
¿A dónde quieren llevarnos? La incertidumbre permanece. Este 11 de noviembre del 2011, se desplomó en Chalco, estado de México, el superpuma en el que pretendía cumplir sus funciones de secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora, con sus colaboradores.
El presidente Calderón canceló -no debía hacer otra cosa- su participación en la reunión de dirigentes de la Cuenca Asia Pacífico (APEC) y en la cumbre de mandatarios de América del Norte, en Honolulu, en la que intervendrían también el mandatario norteamericano, Barack Obama, y el primer ministro de Canadá, Stephen Harper. Más adelante sabremos detalles. Suponemos, porque no tenemos otra cosa en qué basarnos, que fue la bruma, la falta de visibilidad, lo que ocasionó el fatal accidente.
Enrique Peña Nieto.
Esta tragedia nos encara, de golpe y porrazo, con la realidad: El país es un desastre en lo económico, en el campo, en la política, en la democracia, en las elecciones y en el control del crimen organizado.
La pregunta que todos los mexicanos se hacen es: ¿Hacia dónde vamos? Contemplamos el caos en que se debaten los tres poderes de la Unión, que no es tal, sino la completa desunión de la gente que debía conducir a la república, incluidos los gobernadores.
Pero también se lo preguntan aquellos que no están de acuerdo con el constante y descarado intervencionismo de nuestros vecinos del norte. La respuesta es muy simple: Nos empujan a una guerra civil, con el resultado que ya se obtuvo con la revolución de 1910, despojarnos de lo que hemos avanzado, hacer que nos hagamos trizas unos a otros y, luego, ellos, quedarse con el botín, porque les estorbamos.
En el caso que nos ocupa, el de México, desde el Presidente, el Congreso (diputados y senadores), el IFE, todos los partidos políticos, sin excepción, sueñan con el poder y la riqueza eternos; hasta el izquierdista Andrés Manuel López Obrador ha ido a EU a buscar apoyo y votos.
Las izquierdas, a lo mejor, han leído por ahí que Franklin Delano Roosevelt se botó billones de dólares en ayudar a la URSS, en la segunda guerra mundial. Lo mismo hicieron otros presidentes norteamericanos posteriores que han descapitalizado al imperio yanqui, para proteger a la ex Unión Soviética, porque eran fundamentalistas e inclinados al sionismo.
Peña Nieto, el Dorian Grey moderno, cuando era gobernador del estado de México, fue a Washington, DC. Desconocemos si se presentó a recibir órdenes ya que él salió del Grupo Atlacomulco. Marcelo Ebrard cabildeó en destacados países hasta conseguir el mote de el mejor alcalde del mundo. Ninguno se salva. Josefina Vázquez Mota es de la camada de panistas de Cecilia Romero, quien no movió un dedo cuando era comisionada del Instituto Nacional de Migración, de la Secretaría de Gobernación, para ayudar a proteger a los infelices indocumentados centroamericanos que son peor tratados en México que los indocumentados mexicanos en Estados Unidos.
Cecilia dejó su puesto para ser la secretaria general del CEN del PAN. ¡Qué bonito!
El ex titular de Hacienda, Ernesto Cordero, permitió que el nivel de vida decadente del pueblo se devaluara hasta un 80 por ciento.
El “nuevo PRI”, el de la dictadura setentona, eligió a un líder con cara patibularia, que dejó endeudado al estado de Coahuila, del que era gobernador, con más de dos mil millones de pesos, mediante documentos falsificados. La economía estatal se manejará en números rojos y el pueblo coahuilense permanecerá hundido en una deuda superior a los 34 mil millones de pesos, que tardará en pagar 30 años.
Ernesto Cordero.
Marcelo Ebrard.
Escuchamos al abogado Jesús González Schmal decir que promoverá un juicio político contra el máximo líder del Revolucionario Institucional, para que asuma la responsabilidad que aventó con tanta facilidad.
Todo está tan revuelto que el “poeta” Javier Sicilia fue a quejarse a Washington de la corrupción del gobierno mexicano.
El señor Sicilia quizá ignora que varios presidentes norteamericanos han sido asesinados por la corrupción yanqui. El primero, Abraham Lincoln; John Fitzgerald Kennedy, quien fue liquidado en Dallas, por la mafia encabezada por Sam Giancanna, y el entonces vicepresidente Lyndon Baines Johnson, el cual se valió de la CIA… Hubo un escándalo a propósito para sacar de la Presidencia a Richard M. Nixon. Periodistas de fama escribieron aquello del Watergate y echaron a Nixon. Hay más: Hubo un atentado contra Ronald Reagan, quien sobrevivió gracias a uno de sus escoltas.
Todo esto lo investigamos durante diversos viajes de trabajo periodístico a Washington, Nueva York, Boston, Dallas y Nueva Jersey.
Fuimos testigos, como corresponsales, de cómo los periódicos oficiosos de la prensa norteamericana acusaban a Kennedy en una conferencia de prensa en el Departamento de Estado sobre los misiles que la URSS envió a Cuba. Bombardearon con preguntas al Presidente acerca de la permanencia de los misiles en la isla cubana, y Kennedy contestaba indefectiblemente: “No hay evidencia”.
Ahí, en Washington, la televisión difundió imágenes que pudimos ver, en las que el gobernador de Alabama, George Wallace, en aquellos años (mayo 24 de 1963), amenazaba de muerte a Kennedy al momento de que éste bajaba por la escalerilla del avión Air Force One.
El secretario de Estado norteamericano, Dean Acheson, con cuya esposa estuvimos en una cordial bienvenida, no quiso declarar nada.
En el Overseas Press Club de Nueva Cork no se hablaba de otra cosa. El periodista Gary Mac Oein, presidente del Club en Nueva York, nos comentó que era terrible que el presidente Kennedy, y su vicepresidente, Lindon Baynes Johnson, no se dirigieran la palabra.
Lo anterior es botón de muestra de lo que ocurre a muy altos niveles con esos vecinos que tenemos.
La procuradora general de la República, aquí, en México, Marisela Morales, acaba de decir que la delincuencia está cada vez mejor organizada.
Ustedes juzgarán. Lo cierto es que el mejor alcalde del mundo la emprendió contra los pobres pilotos aviadores, los sobrecargos y personal de tierra de Mexicana de Aviación, que hace más de un año no tienen trabajo. Los granaderos cargaron con los toletes contra los aviadores y a una sobrecargo le luxaron una mano. Marcelo Ebrard dijo que era intolerable que hubieran interrumpido el tráfico durante más de 40 minutos y que él no permitía esas cosas. El señor Ebrard posee una memoria muy frágil. Él les permitió a los electricistas acampar día y noche en el Zócalo y dejar sucia la plaza monumental, y permitió a los antorchistas y a los denominados “400 pueblos” que hicieran maroma y media en la plaza principal de México.
Josefina Vázquez Mota.
¡No queremos una guerra civil! No queremos espectáculos vergonzosos y ofensivos para la sociedad, frente a Palacio Nacional. Repelemos la intromisión de los yanquis en nuestro territorio. La iniciativa del señor General de División en retiro, Roberto Badillo Martínez, de formar una Guardia Nacional, nos parece bien. Nos han colocado entre la frontera norte, la del Bravo, y la del sur, la del Suchiate, entre fuerzas que restringen la movilidad interna y externa. La DEA trabaja con escuadrones militarizados en Centroamérica. No sabemos cuántos haya. Tampoco sabemos el calibre de la penetración, pero le exigimos al Presidente que no permita el acceso de extranjeros a la Patria.
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