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Cinco maneras utilizadas por las élites
financieras para destruir la democracia
LES LEOPOLD*
¿Es compatible la democracia con un sistema dirigido por multimillonarios? Tal vez no. A continuación menciono cinco maneras utilizadas por las altas finanzas para socavar la democracia.
1. Los multimillonarios remplazan la regla de una persona, un voto
Preguntad a cualquier estadounidense qué es lo que va mal en nuestro país y dirá que es que el dinero dirige la política. Y tendrá razón. Es obvio que los principales donantes políticos y lobistas para los súper-ricos tienen más influencia política que nosotros. Mientras el 1% superior consigue cada vez más del ingreso nacional, el 99% pierde efectivamente más derechos. Y, por cierto, la decisión de la Corte Suprema en el caso Citizens United hace que sea todavía más fácil que los ricos compren poder político. Contribuciones electorales desequilibradas por y para los súper-ricos están convirtiendo las elecciones en una burla. En 2010, por ejemplo, las empresas donaron 14 veces más que los sindicatos.
Donaciones políticas, 2010
Empresas Sindicatos
Número de desempleados (millones)
2. La bolsa de valores ejerce un veto instantáneo.
Virtualmente toda decisión económica en nuestra democracia es ahora sometida a un veto instantáneo del mercado bursátil. La primera pregunta formulada por la Casa Blanca antes de tomar una decisión política es: “¿Cómo reaccionarán los mercados?” Cuando la Cámara de Representantes rechazó la primera ley de rescate de TARP el 29 de septiembre de 2008, el mercado de valores cayó en un récord de 777 puntos. Después de su aprobación, los mercados se “calmaron”.
Ahora, el New York Times informaba que los mercados se disgustarán si el “súper-comité” del déficit no se pone de acuerdo antes del plazo del día de acción de gracias:
Algunos temen que si no se logra, podría llevar al tipo de caída el mercado bursátil y a la pérdida de confianza de los inversionistas que acompañaron la demora en los esfuerzos por elevar el límite de la deuda federal antes este año.
¿Qué incluye exactamente la “confianza de los inversionistas? ¿Qué hace que los mercados financieros se derrumben en algunos momentos? Bueno, ciertamente no aquellos de nosotros que perdemos el tiempo con nuestros 401(k) [planes de ahorro para la jubilación, N. del T.] en las cuentas de E-trade [inversiones y comercio en línea, N. del T.]. Tampoco nuestros lentos fondos de pensión. Más bien, son las carteras institucionales propias de los grandes bancos y los gigantescos pools de dinero no regulado en los fondos de alto riesgo. Esos jugadores de alto nivel tienen un sentido muy agudo de sus propios intereses. Han dejado perfectamente claro al súper-comité que quieren una masiva reducción de la deuda para que 1) sus bonos y apuestas mantengan su valor; y 2) no tengan que pagar más impuestos sobre sus escandalosos ingresos y beneficios.
Debido a la desequilibrada distribución de los ingresos, esas manipulaciones monetarias tienen enormes impactos sobre los mercados y por ello también en nuestros 401 (k). Cuando impulsan la caída de los mercados, también lo sentimos. Somos sus rehenes y cuentan con que nosotros sufriremos del Síndrome de Estocolmo financiero -que nos pondremos de parte de nuestros secuestradores financieros. Las elites financieras saben que es probable que instemos a nuestros políticos a que eviten toda acción que pueda hacer bajar los mercados.
3. No se permite que los gobiernos creen economías de pleno empleo.
El crash del casino de Wall Street liquidó ocho millones de empleos en cosa de meses. Ahora se necesitarán más de 20 millones de empleos para volver al pleno empleo (definido como una tasa de desempleo de 5% o menos). Al actual ritmo de recuperación, tardará casi una generación hasta que lo logremos. Es intolerable.
Número de desempleados (millones)
¿Por qué no existen los puestos de trabajo? A menos que uno esté cegado por la ideología, es obvio que la caída de Wall Street destruyó la demanda efectiva en la economía. Sin esa demanda, las empresas no contratan ni invierten. No es un misterio. Con un desempleo tan elevado, los consumidores no tienen la fuerza económica para generar esa demanda. La respuesta obvia es que el gobierno actúe y que devuelva los puestos de trabajo a la gente. El gobierno tiene que gastar dinero -incluso si tiene que endeudarse más- a fin de contratar a más trabajadores del sector público y para gastar dinero en programas de trabajo intensivo, como ser la preparación contra las inclemencias del tiempo, la educación superior, la reconstrucción de la infraestructura y cosas semejantes. Necesitamos un masivo conjunto de programas para crear el pleno empleo -que supuestamente es el objetivo crucial de nuestra economía.
¿Por qué, entonces, no lo hacemos? Los que bloquean el camino no son sólo los republicanos. Detrás de ellos está una falange de elites financieras que plantean una burda mentira -que los empleos resultarán de menos gastos del gobierno y menos regulaciones. Afirman -y con la cara seria- que liberarlas de regulaciones creará más confianza empresarial, más inversión, y por lo tanto más empleos. Se niegan a admitir que la desregulación llevó al crash para comenzar. Más bien, inundan las ondas con piadosas declaraciones de preocupación sobre cómo el gobierno debe eliminar su deuda reduciendo todos los niveles del gobierno. Nunca explican cómo se supone que esto cree empleos. No pueden hacerlo. Porque no se puede crear empleo eliminando puestos de trabajo.
Nuestros banqueros son astutos. Ven una economía paralizada por la falta de estímulo, por lo tanto exigen aún menos estímulo. ¿Por qué? Porque es una manera perfecta de cambiar de tema: De los impuestos a los súper-ricos para pagar por la creación de empleo, al recorte del gran, maligno gobierno. Algunos incluso tienen el descaro de pedir una “reforma tributaria” para reducir aún más los impuestos a los súper-ricos y a las grandes corporaciones.
¿Qué pasaría si un gobierno presionara realmente por el pleno empleo? Los manipuladores del mercado bursátil iniciarían una estampida para derrumbar los mercados. Los políticos tendrán miedo y seguirás siendo cesante.
4. Las incursiones especulativas de los fondos de alto riesgo reemplazan a los dirigentes elegidos por tecnócratas.
Basta con lanzar una mirada a Grecia e Italia. En ambos casos, los mercados financieros -no los ciudadanos del país- determinan quién dirigirá el país y lo que harán esos dirigentes. Para aplacar los mercados financieros y aumentar “la confianza de los inversionistas” ambos países han reemplazado a sus dirigentes por tecnócratas económicos que supuestamente se colocarán por sobre la política y pondrán orden en las finanzas del país.
¿Pero por qué sucede esto ahora? Porque esos países están siendo atacados por grandes fondos de alto riesgo que hacen lo posible por provocar corridas financieras y beneficiarse con ellas. Es llamado un ataque especulativo. Y funciona como sigue: Básicamente, esos hedge funds tratan de iniciar una estampida de ventas para reducir el valor de los bonos de un cierto país. (Cuando declinan los valores de los bonos, sus tasas de interés aumentan.) Lo hacen encontrando una miríada de maneras de apostar contra esos bonos. Pueden vender bonos que poseen. Pueden vender bonos que otros poseen (ventas al descubierto). Pueden comprar seguros de default para apostar contra los bonos. Y crean numerosas combinaciones tóxicas de lo mencionado utilizando masivas cantidades de dinero prestado para ampliar sus apuestas negativas.
Si lo hacen bien, todas esas ventas reducen el precio de los bonos, y eso por su parte asusta a otros grandes inversionistas de los fondos mutuos y de los bancos y los llevan a vender también sus bonos, reduciendo aún más el precio. Mientras más baja el precio, más ganan los fondos de alto riesgo. Y estamos hablando de “ganar” decenas de miles de millones de dólares con este tipo de estampida.
Interés bruto a 10 años de bonos del gobierno de Italia (seis meses hasta el 8 de noviembre de 2011, indicando inicio de la compra de bonos italianos por el BCE)) Mientras tanto, el país involucrado enfrenta un aumento continuo de las tasas de interés que debe pagar por nuevas deudas. En algún punto, ese porcentaje llega a un nivel mágico -como un 7%- lo que significa que no le es posible pagar toda su deuda. Esas altas tasas de interés causan entonces una estampida aún mayor al apresurarse los dueños de bonos a venderlos antes que hagan default (o como en el caso de Grecia antes de que acuerden “voluntariamente” una reducción de un 50% en el valor -un “corte de pelo”.)
(En caso que tuvierais alguna duda respecto a los raids, mirad el gráfico precedente. El aumento en las tareas de interés no tuvo lugar por ningún evento nuevo en Italia. Los saltos fueron causados por los raids de los fondos de alto riesgo.)
Si las elites de los hedge fund tienen verdadera suerte, la estampida que provocan puede convertirse en lo que la prensa llama “contagio” -la propagación de la crisis a otro país. Eso pasa porque muchos de los bonos griegos e italianos están en manos de grandes bancos en países como Francia. Si Italia corre riesgo de cese de pagos, lo mismo sucede a los bancos en Francia, lo que significa que Francia tendrá que rescatar a sus bancos, por ello los bonos de Francia parecerán más débiles y sus tasas de interés aumentarán, llevando a nuevos raids especulativos de los hedge funds contra los bonos franceses. Y es lo que pasa con cada nueva crisis, produciendo más beneficios para los fondos de alto riesgo que causan las estampidas. Para detener esos ataques de los hedge fund a los países les queda solo una alternativa -hacer todo lo que digan las altas finanzas. Y lo que quieren las altas finanzas es simple -recortad y quemad todos vuestros programas sociales para que podáis pagar vuestros préstamos- nos pedisteis prestado y ahora tenéis que pagarnos aunque signifique que estéis empobreciendo a vuestro pueblo. Para lograrlo, las elites financieras quieren que políticos “regulares” sean remplazados por tecnócratas como acaba de ocurrir en Italia y Grecia. Pero sobre todo quieren ver esos recortes.
4. Los mercados financieros vetan la Seguridad Social
Posiblemente el programa demócrata más popular en la historia estadounidense es la Seguridad Social. Todos pagan, y todos reciben una pensión definida -ricos y pobres por igual. Los republicanos han estado tratando de desmantelarla durante por lo menos una generación, pero el público estadounidense ha expresado una y otra vez su voluntad democrática de pleno apoyo al programa.
No obstante, las elites financieras también tienen en sus miras a la Seguridad Social. Nos dicen que ya no la podemos costear. Es demasiado generosa. Vivimos demasiado y tenemos que hacer demasiados pagos. Va a llevar al país a la bancarrota.
¿Por qué no la podemos costear? Porque acumulamos enormes deudas para salvar la economía del crash provocado por Wall Street. Porque, limitamos las tasas a 105 mil dólares en lugar de hacer que los ricos paguen más. Porque en general las súper-elites pagan cada vez menos impuestos.
Panico en la Bolsa.
No importa. Las elites financieras gozan de la confianza de ambos partidos de modo que incluso el presidente Obama, supuestamente un demócrata liberal, ha hecho lo que ningún demócrata ha hecho jamás -colocó la Seguridad Social sobre la mesa para obtener un grandioso acuerdo de reducción del déficit.
Pero esta es la gran ganga que Wall Street realmente desea, y planifican conseguirla no importa por quién votemos. Para “salvar” la Seguridad Social nos empujarán hacia cuentas de inversión privada -el sueño húmedo de Wall Street. Imaginad a todo el país pagando generosamente a Wall Street para invertir nuestro dinero de la Seguridad Social. Nos dirán que sólo podremos salvar la Seguridad Social si deja de ser un plan de prestaciones definidas. Nos harán tragar los milagros de invertir nosotros mismos el dinero -por supuesto con la ayuda de esos fiables ejecutivos de inversiones de cada banco rescatado del país.
Histeria galopante.
¿Reemplazarán la democracia las elites financieras?
No es por primera vez. Cuando la Ciudad de Nueva York casi hizo default en 1975, el Consejo de Control Financiero de Emergencia fue establecido para apartar a los políticos de la autoridad financiera. Imaginad lo que puede suceder si Washington continúa en su camino hacia una parálisis permanente y si el pueblo estadounidense renuncia totalmente a sus representantes elegidos. Imaginad si la deuda de EE.UU. es rebajada por nuestras prostituidas agencias de calificación crediticia. Imaginad si el desempleo aumenta aún más y estallan disturbios en las calles. ¿No sería posible que el súper-comité del congreso se convierta en un Consejo de Control de Súper-Emergencia dirigido por simpáticos inversionistas y dirigentes corporativos como tal vez un Warren Buffet? ¿No suena como una alternativa más “práctica” a un sistema democrático disfuncional si se tiene un benévolo emperador financiero?
Todavía no estamos ahí pero vamos por ese camino… a menos que limitemos dramáticamente el poder y la riqueza de nuestras elites financieras.
La amenaza para la democracia no es nueva en EE.UU. El presidente Andrew Jackson identificó la amenaza que los banqueros de la elite planteaban a nuestra incipiente democracia cuando vetó el Banco Nacional en 1832. Lo que sigue es un breve pasaje de su mensaje de veto:
Es una lástima que los ricos y poderosos adapten demasiado a menudo los actos del gobierno a sus propósitos egoístas… En el pleno goce de los obsequios del Cielo y los frutos de una superior laboriosidad, economía, y virtud, cada hombre tiene el mismo derecho a la protección por la ley; pero cuando las leyes se comprometen a agregar distinciones artificiales a esas ventajas naturales y justas, a otorgar títulos, bonificaciones, y privilegios exclusivos, para hacer más ricos a los ricos y más poderosos a los potentes, los miembros humildes de la sociedad -los agricultores, mecánicos, y trabajadores- que no tienen ni el tiempo ni los medios para garantizar esos mismos favores para sí mismos, tienen derecho a quejarse de la injusticia de su gobierno.
………… Les Leopold es director ejecutivo del Labor Institute and Public Health Institute en Nueva York, y autor de The Looting of America: How Wall Street's Game of Fantasy Finance. Destroyed Our Jobs, Pensions, and Prosperity -and What We Can Do About It (Chelsea Green, 2009).
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