In memoriam
JOSÉ ALBERTO ESPINOSA RUIZ
José Alberto Espinoza Ruiz
AL INGRATO Y SOMBRÍO amanecer del 19 de febrero de 2012, la Providencia llamó a diálogo eterno a nuestro compañero, colega y entrañable amigo José Alberto Espinosa Ruiz.
POR FIN, TRAS UNA DOLOROSA e injusta agonía -era un hombre noble-, nuestro respetable y respetado amigo y compañero de vocación y batallas en defensa de la Libre Expresión y el Derecho a la Información, cedió al imperativo del eterno descanso. Hay males cuya tortura no puede humanamente prorrogarse. Lo que puede la ciencia tiene sus límites intransitables.
Abogado y periodista de profesión, políglota por mero gusto de la cultura, José Alberto Espinosa Ruiz nos ha dejado un legado, tangible e intangible, producto de su alucinante paso por los quehaceres más diversos, en los que sorprendió, a propios y extraños, por su versatilidad, y marcó con el fierro de su fecunda capacidad, su infatigable persistencia y su intensa e inquebrantable lealtad; hijas, sin embargo, de su excepcional modestia.
Carrera prolífica la suya, José Alberto inició sus andares periodísticos en el periódico Ovaciones, donde, además de ser un excelente reportero, fue traductor de varios idiomas al español, motivo por el cual llegó ha ser el número uno para su propietario y director general; y destacado colaborador de varios suplementos del rotativo.
Incansable, José Alberto fue tributario de original estilo y de gran calado de los periódicos Vespertino Cuestión, Punto de vista, Concepto, Semanal de Opiniones de México; así como de las revistas Política status, Metro Magazine, Tráfico, Veracruz 3000, Fases Nacionales, Águilas Nacionales y Reporter. Sólo por mencionar algunas de sus colaboraciones.
Nuestro compañero también desempeñó de manera eficiente, honrada y honrosa, los cargos de coordinador editorial del periódico quincenal Tele-educación; así mismo, coordinador editorial de Dinámica Sonora, Lomas élite, y La caña, de Ecatepec de Morelos.
También fue coordinador editorial de Grupo editorial La Paulina, S.A. de C.V., como también fue invaluable colaborador de Voces del Periodista, donde, con su gustada columna, La espingarda, dotaba al lector de puntos de vista críticos, veraces y matizados de un humor peculiar que, además de entretener, siempre llevaron a la reflexión sobre los temas que se trataba.
En otras áreas, José Alberto -que debe estar desde el más allá dando su fe de erratas-, también se desempeñó en cargos de peritaje para el Poder Judicial de la Federación, llegando a traductor de idioma cédula oficial, en materia penal, adscrito a los juzgados federales del Reclusorio Preventivo Oriente del Distrito Federal.
José Alberto, quien además de ser un fiel creyente de la justicia y el derecho, siempre fue un excelente amigo, una mano dispuesta a la ayuda y magnífico confidente y consejero.
Para el amigo entrañable, extrañable y extrañado, falta demasiado en estas líneas para describirle, pero, dondequiera que continúe su incansable brega, le extendemos un abrazo, un cordial saludo y nuestro reconocimiento por toda la bondad, el cariño y la amistad que sabía prodigar entre quienes militamos a su lado.
Podemos decirte, con el lugar común -que no era tu estilo: Descansa en paz, querido Alberto. Pero sabemos que tu espíritu, caminante y creativo, no acepta -nunca lo aceptó-, el reposo estéril. Tus amigos del Club de Periodistas de México y de Voces del Periodista sabemos que andas por aquí, dándole a la tinta contenido, sentido y anhelo de productiva interlocución: Tienes tus páginas reservadas. Por algo nuestro oficio, que ejerciste con asiduidad y decoro, tiene el rango de periodismo trascendente. No hay morada, por más oscura que sea, que pueda aprisionarte. Libre por la palabra libre, libre transitarás por el anden de la amistad y el afecto sincero. ¡Ea! corazón, faltan escalones por escalar.
De la redacción
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