¿Un mundo sin drogas
o un mundo sin guerra antidrogas?
FERNANDO LUIS GÓMEZ
EN UN ARTICULO PREVIO -“Cómo acabar con la guerra antidrogas y sus terribles consecuencias”-, anoté que la forma más inteligente de acabar con la guerra antidrogas (que no es lo mismo que hablar de solucionar el problema de la droga) es derogar las leyes antidrogas que han hecho posible la insensatez de esta absurda e inganable guerra.
PERO LOS POLITICOS antidrogas, al parecer ciegos y sordos a los dictados de la razón, persisten en la contumacia de la guerra de las drogas.
Así, por ejemplo, en su alocución del nuevo año en enero de 2005, Álvaro Uribe Vélez, ex presidente de la República de Colombia, declaró: “Requerimos una Colombia sin drogas, sin terrorismo...”.
¿Una Colombia sin drogas, o una Colombia sin guerra antidrogas? Un mundo sin drogas, o un mundo sin guerra antidrogas? A mi juicio, la guerra contra las drogas nos está haciendo más daño que la llamada drogadicción ya que es precisamente la ilegalidad de las drogas la que hace que la producción y el tráfico caigan en manos de las autodefensas, la guerrilla y la mafia, con los consiguientes y terribles daños ambientales y humanos.
Por otra parte, equipar el consumo o comercio de drogas al terrorismo es un paralogismo. Si las drogas fueran legales se podrían consumir y comercializar de una manera civilizada y ordenada, al igual que miles de productos y servicios potencialmente peligrosos que los humanos hemos aprendido a manejar con cuidado, y no tendrían nada que ver con la financiación de los grupos terroristas
No saldremos de este círculo infernal mientras no nos demos cuenta de que la opción más inteligente para aprender a convivir pacíficamente con las drogas es erradicar la intolerancia farmacológica y despenalizar el comercio y el consumo.
Por otro lado, en Colombia, el Movimiento Nacional de Participación Comunitaria está recogiendo firmas para radicar un proyecto de ley ante el Congreso de la República para: “... legalizar las drogas”.
Quienes así piensan han perdido la batalla por la libertad y la responsabilidad de los ciudadanos antes de pelearla, ya que legalizar es permitir, como cuando un padre deja, por ejemplo, que los hijos se acuesten tarde para ver TV De modo que quienes hablan de legalizar las drogas consideran al Estado como a un papá a quien hay que solicitar permiso para consumir la droga. En una sociedad libre es tonto hablar de legalizar las drogas. Hay que hablar es de despenalizar las drogas.
Se podrá objetar que si las drogas ilícitas fueran descriminalizadas aumentaría el consumo y tendríamos entonces más y más drogadictos. No me parece, contesto yo. En este momento, al alcohol y el cigarrillo son de venta libre. Eso no quiere decir que los que no beben ni fuman se van a volver alcohólicos o adictos al tabaco. De igual modo, el día que las drogas prohibidas dejen de serlo, sólo las consumirán los que deseen hacerlo, ateniéndose a las consecuencias. Nadie, absolutamente nadie puede ser obligado a ingerir una droga que no quiera consumir, excepto (¡que ironía médica!), las drogas psiquiátricas a las que son forzados los llamados pacientes psiquiátricos. Pero esto sería tema de otro artículo.
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