Fin de sexenio HÉCTOR TENORIO
PARECE UN RITUAL EL QUE LOS FINALES de gobierno sean un desastre: El mandato de Vicente Fox Quesada, terminó envuelto en un conflicto regional en Oaxaca, donde las fuerzas federales sometieron violentamente a la Asamblea de los Pueblos Populares de Oaxaca (APPO), por haber desconocido al gobierno de Ulises Ruiz Ortiz, cuya administración dejó una estela de sangre e injusticia, y qué decir de los finales de sexenio de los gobiernos emanados del Partido Revolucionario Institucional (PRI), donde los desórdenes administrativos causaron estragos en la economía nacional.
EN ESTE CONTEXTO, lentamente baja el telón del gobierno del presidente Felipe Calderón Hinojosa, quien se apresta a rendir su último informe de gobierno. Seis años de una economía sin crecimiento, de una guerra contra el crimen organizado sin precedente y el descrédito del ejército. Los resultados son parciales ya que la lucha contra las drogas no disminuyó la violencia, ni el lavado de dinero, ni la corrupción, ni el índice de las adicciones, aún con el sacrificio de 70 mil mexicanos, y más de 20 mil desaparecidos. Incluso, ha producido grandes desplazamientos de seres humanos hacia Estados Unidos, como lo ha denunciado el activista Javier Sicilia.
La conclusión de la administración panista estará marcada por la inseguridad, se prendieron los focos rojos en el norte y sur del país: el terror se apoderó de Zacatecas, Nuevo León, Morelos, Guerrero y San Luis Potosís, donde la Secretaría de Gobernación acordó con el gobernador de la entidad, Fernando Toranzo Fernández, fortalecer la coordinación operativa y las labores de inteligencia, así como aumentar el número de elementos de la Sedena, Policía Federal y demás dependencias federales. . La guerra se acerca: El Estado de México sufre con la presencia de La Familia que se ha desplazado desde el Bajío hacia la capital del país que cada vez se ve más cercana. El país entero es una “nota roja”.
Como si esto no fuera suficiente, se vive bajo el signo de la ingobernabilidad. El Estado se cimbra ante las amenazas internas y externas. En estos seis años se aplicó una política ciega con el respaldo de los vecinos del norte, en ambos países se intentó frenar el consumo de drogas, lo cual sólo ha arrojado muerte. Las mafias generaron una economía perversa; a esto se añade que de forma errónea se planteó el asunto de las drogas como una cuestión de seguridad nacional, cuando en realidad es un problema de salud pública y de libertades individuales.
Ahora bien, si el Estado es el único que ostenta la legitimidad para el uso de la violencia, y así garantizar la paz social en la cual se fundamenta. Cabe preguntar ¿Estamos frente un Estado fallido?
Ante la crisis de gobernabilidad han comenzado a abrirse fisuras en las estructuras que sostienen nuestras vidas y la sociedad. En el período de turbulencia, los acontecimientos de las nuevas realidades reclaman ser comprendidas y analizadas, junto con el desencanto frente a la realidad. Después que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), emita el posible fallo a favor de Enrique Peña Nieto, emergerán en la sociedad civil nuevos liderazgos para suprimir otros, como resultado de las fluctuaciones cruciales que ellos mismos han propiciado. La fortaleza de estos líderes que florecerán radicará en la capacidad de dirigir las bifurcaciones, desde dentro, orientando la interacción de fuerzas e intereses.
Lo que sólo será posible si adquieren conciencia de la diversidad de opciones en la dirección que habrá de tomar la dinámica social, esto implica dimensiones nuevas de poder y capacidades para implementarlo. ¿Se logrará o el PRI será un ancla que nos mantenga sometidos? El tiempo lo dirá.
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