Por haber sido jefe del buró de
Situación-Inteligencia-Guerra Electrónica del estado mayor interarmas de
Planificación Operativa de la región de París; por haber servido por casi dos años
en el Medio Oriente -donde pasé 14 meses como jefe de la oficina de
inteligencia de la
Fuerza Interina de Naciones Unidas en Líbano (FINUL); por
haber cumplido al menos una docena de estancias en la región (Qatar, Emiratos
Árabes Unidos, Kuwait).
Por haber servido durante tres años en
Estados Unidos como oficial de enlace ante la Enseñanza Militar
Superior estadounidense, me parece que puedo decir que conozco mejor que el
ciudadano medio y también mejor que algunos autoproclamados expertos lo
que allí sucedía y los problemas del Cercano y del Medio Oriente. Siempre me
he mantenido informado sobre lo que sucede en esa parte del mundo y,
por ende, del tema que hoy nos preocupa: una eventual intervención
militar en Siria.
Manos fuera de Siria.
Este
artículo tiene como objetivo exponer, respondiendo varias preguntas simples,
las razones precisas que motivan mis dudas en cuanto a la pertinencia de
una intervención. Se trata también de aportar elementos de reflexión a
quienes realmente desean estudiar el problema sin conformarse con la verborrea del pensamiento predigerido ni con las
afirmaciones perentorias de los políticos de todos los bandos.
¿Son
convincentes y creíbles las pruebas incuestionables que el primer ministro
presentó a los diputados?
Cualesquiera
que sean esas pruebas, mi respuesta es que no.
Es
evidente que las pruebas pueden ser incuestionables en la medida en
que nadie dispone de elementos concretos para cuestionarlas. Pero pueden
ser falsas. Yo no tengo mala memoria y recuerdo muy bien al general
estadounidense Colin Powell presentando en Naciones Unidas, con toda
la tranquilidad del mundo, sus “falsas
pruebas incuestionables” fabricadas por la CIA sobre la existencia
de armas de destrucción masiva en Irak para justificar la intervención militar
que vino después. Yo sé que en Francia, país faro de la humanidad,
nadie dice mentiras, pero nunca se sabe…
Personalmente,
yo tengo la íntima convicción de que, con la masacre química de Damasco, estamos ante una nueva manipulación y
trataré de convencer de ello al lector.
¿Quién se beneficia con esta “masacre” del gas?
Podemos
estar seguros de que no es Bachar al-Assad, quien nunca se habría
arriesgado a violar esa línea roja establecida desde hace tiempo por los
estadounidenses y los franco-británicos. Él sabía que todo uso de gas tendría
como consecuencia una intervención occidental y significaría su propia caída a
corto plazo. Él sabía que las Naciones Unidas tenían un mandato para
estudiar el uso de gases en Siria. Él cuenta con arsenal suficiente como para
golpear a sus adversarios sin tener que recurrir a los gases. ¿Habría él
asumido ese riesgo, precisamente en aquel momento, sólo para matar a unos
cientos de adversarios en la periferia de Damasco, la capital del país,
relativamente cerca de las delegaciones diplomáticas extranjeras? Esa
afirmación absurda cae por su propio peso.
Cadáveres de Timisoara.
Esa
“masacre”, cuya verdadera magnitud nadie conoce, beneficia por lo tanto
a los otros dos bandos implicados en el asunto. En primer lugar, beneficia a
los opositores que, de producirse una intervención, tienen las mayores
posibilidades de ganar rápidamente en su lucha y de tomar el poder en Siria.
Y
beneficia también a los estadounidenses y los franco-británicos, que desde hace
tiempo quieren debilitar al Hezbollah
libanés y sobre todo a Irán (que es de hecho el blanco principal debido a
la cuestión nuclear), ya que privaría a ambos (al Hezbollah y a Irán) de su aliado de siempre: La Siria de Bachar al-Assad.
¿Existen precedentes de ese tipo de
manipulación?
La
respuesta es que sí existen.
Está
el caso de Timisoara (diciembre de 1989) (en Rumania), cuando los medios de
difusión del mundo entero estuvieron repitiendo durante casi 6 semanas la falsa
información sobre una “masacre” de cuatro mil 600 muertos,
contribuyendo así al derrocamiento de Nicolae Ceausescu. En realidad, los
opositores habían desenterrado cadáveres de los cementerios de la ciudad, los
habían atado con alambre de púas y habían grabado imágenes horribles cuyo
objetivo era poner a llorar a los telespectadores occidentales. Luego, usando
como pruebas aquellas imágenes manipuladas, divulgaron la enorme cifra de
cuatro mil 632 víctimas, que ni siquiera existían pero que nadie se
atrevió a poner en duda. Aquel truco funcionó y provocó la caída de Ceaucescu.
Cuando
ya todo había terminado, los medios de difusión y los políticos
occidentales tuvieron la elegancia de
disculparse por el error cometido y confesaron que habían sido manipulados…
pero ya habían logrado su objetivo.
Hubo
otras dos manipulaciones de ese tipo en Bosnia y en Kosovo cuando yo
estaba en funciones. También tuvieron éxito y la opinión (pública) y los medios
nunca supieron los detalles.
¿Cómo puede haberse organizado una
manipulación con uso de gases por parte de la oposición?
Eso
es bastante fácil de organizar…
La
oposición toma un grupo de familias, hombres, mujeres, niños y viejos
sospechosos de estar a favor de Bachar y capturados en combates. Utiliza gases
sacados de los arsenales del Ejército Árabe Sirio por algún personal desertor. Usa los gases contra esa gente y graba sus
últimos y horribles instantes. Luego recurre a la ONU y a Estados Unidos y
ya está. Para rematar, utilizan algunos testigos de su propio bando
para que se encarguen de contar algo bien horrible y lanzan la cifra de mil 700
muertos, cifra imposible de verificar (como en Timisoara) y empiezan a enviar a
todo el mundo las imágenes más horribles.
Así
se monta la manipulación…
Los
servicios de inteligencia franceses afirman que los rebeldes carecen de los
conocimientos necesarios para utilizar esos gases. Pero eso es olvidar demasiado rápido que los rebeldes tienen respaldo y
asesoramiento de los servicios especiales extranjeros, que a su vez
sí disponen de todos los conocimientos necesarios.
¿Por qué los alemanes, los canadienses e
incluso los diputados británicos dudan que esté justificada la intervención
militar?
Esos
tres países se imaginan que muy probablemente se trata de una manipulación.
Ellos también tienen sus propios servicios de inteligencia y un mínimo de
sentido común. Y no quieren arriesgar la vida de sus soldados basándose en
pruebas que finalmente pueden resultar falsas. Y también analizan las
consecuencias de ese tipo de intervención. Así que prefieren ocuparse de su
economía en crisis y de su seguridad interna en vez de prestarse -y a
crédito, como lo ha hecho Francia- para ir por el mundo haciendo el papel
de justicieros.
Ejercito y rebeldes sirios.
Por
otro lado, todo el mundo sabe que los gases son volátiles y que el uso de gases
en una zona urbanizada como Damasco -densamente poblada- y cuyos habitantes son
en su gran mayoría partidarios de Bachar al-Assad podría volverse contra los
autores de esa acción al menor golpe de viento…
Ese
uso de gases en la ciudad de Damasco simplemente no resulta creíble. Es
verdad lo que suele decirse de que “mientras más increíble
más creíble”, pero en este caso es realmente demasiado…
¿Qué consecuencias regionales
e internacionales tendría una intervención militar contra Siria?
Para
la propia Siria, sólo una cosa estaría segura. La caída de Bachar al-Assad,
jefe de Estado laico, significará la debacle y el exilio para la
población cristiana y la población alauita
que en su mayoría lo apoyaron durante muchos años, e incluso para muchos sunnitas… así que habría nuevas masacres
y nuevas multitudes de refugiados… ¿Eso es lo que estamos buscando?
Para los israelíes, un Egipto
y una Siria debilitados, divididos y con economías afectadas por retroceso de
50 años, dejan de representar una amenaza seria por mucho tiempo. Una intervención
estadounidense y franco-británica no es mal negocio para ellos (los
israelíes), a tal punto que tenemos que preguntarnos si estamos “trabajando”
para ellos…
Nicolae Ceausescu.
Al ser Irán el próximo blanco,
cosa que además todo el mundo sabe, es probable que muy rápidamente
después de la intervención haya una explosión del precio del petróleo,
lo cual se traducirá en nuevas dificultades para nuestras ya frágiles
economías.
La
intervención tendrá un costo para un país ya exageradamente endeudado como el
nuestro (Francia). Y, por supuesto, ese costo tendrá que asumirlo,
directa o indirectamente, el contribuyente. A menos que el gobierno realice la
operación manteniéndose dentro del actual presupuesto de Defensa, lo cual
llevará a escalonar los gastos de equipamiento y a retrasar -de nuevo- la
modernización de nuestras fuerzas.
¿La participación francesa en una
intervención tiene que ver con el derecho de injerencia humanitaria y/o con el
respeto de las convenciones de Ginebra?
Si
así fuese, ¿por qué no propuso Francia una intervención militar en el momento de
la masacre de Gaza, en enero de 2009, con mil 300 muertos muy reales y
bien comprobados, entre ellos 900 civiles y 300 niños? El ejército israelí utilizó allí
bombas de fósforo vivo prohibidas por la Convención de Ginebra…
¿Será
que hay un doble rasero? ¿Hay masacres autorizadas o toleradas y masacres
prohibidas?
Otros aspectos nebulosos que deben hacernos
reflexionar
El
pasado 6 de mayo, Carla del Ponte, ex fiscal de la Corte Penal
Internacional, miembro de la comisión independiente con mandato de la ONU para investigar sobre la
utilización de gases en Siria, declaraba que los rebeldes -no las fuerzas del régimen- utilizaron gas sarín.
Como
no todas las verdades son bienvenidas en el marco de una ONU ampliamente
financiada por Estados Unidos, la comisión independiente (que quizás
lo es menos de lo que pensamos) declaró al día siguiente que las
pruebas no son suficientes para acusar formalmente a la rebelión de haber
usado gases…
Masacre de zimisoara Rumania
Por
otro lado, la misión de observadores de la Liga Árabe enviada al principio del conflicto
publicó un informe muy equilibrado sobre la violencia en Siria, en enero
de 2012. En ese informe yo noté lo siguiente:
“28)
La misión observó la emisión de informes falsos provenientes de varias partes
en los que se hablaba de varios atentados con bombas y de violencia en varias
regiones. Cuando los observadores se dirigieron a esas zonas para investigar, los datos recogidos mostraron que aquellos
informes no eran creíbles.
29) La misión también observó, basándose en los documentos y los informes
provenientes de equipos en el terreno, que hay exageraciones
mediáticas sobre la naturaleza y envergadura de los incidentes y de las
personas muertas o heridas como resultado de los incidentes y de las
manifestaciones que han tenido lugar en algunas ciudades”.
Aquel
excelente informe elaborado por una comisión mayoritariamente sunnita -y
por ende más bien anti-Bachar- no era
al parecer lo bastante anti-Bachar como para que se mencionara en los medios de
prensa occidentales. Pero merece ser leído con la mayor atención. Para
quienes tengan intenciones de informarse más allá del predigerido pensamiento
político francés, basta con que lean ese informe.
En
conclusión, a estas alturas ustedes ya deben haber entendido que no creo
ni por un instante que las “pruebas irrefutables” francesas,
cualesquiera que sean, puedan justificar, hasta este momento, una intervención
militar, sea cual sea la envergadura de esa intervención. Evidentemente, yo sé también que gran parte de las fuerzas
rebeldes se componen de mercenarios financiados por Qatar y Arabia Saudita (sunnitas wahabitas) en el marco de su
cruzada contra los alauitas y los chiitas. Esa fuerza rebelde,
respaldada por los estadounidenses y los franco-británicos, no tiene por lo
tanto nada que ver con un “Ejército Sirio Libre”.
La ONU presentará su informe a más
tardar en unas semanas. ¿Será imparcial? Así lo espero. Pero yo sé también que
el financiamiento proveniente de Estados Unidos es vital para la ONU y que a esta última a
veces le resulta difícil ser verdaderamente independiente.
Quisiera
terminar diciendo que no soy un partidario de Bachar al-Assad, lejos de
ello. Pero Assad es muy probablemente
menos peor que el que pudiera tomar su lugar. La justificación y las
consecuencias de nuestros actos deben ser examinadas mucho más seriamente
de lo que lo han sido hasta hoy.
No
puedo menos que resaltar al final de este trabajo que la “comunidad
internacional”, término que nuestros políticos usan indebidamente y que
nuestros periodistas repiten sin descanso durante todo el día, no parece contar en este momento más
que tres países: Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, tres países
que representan menos del ocho por ciento de la población mundial.
Las
posiciones de China, de la India,
Rusia, Brasil, Japón y Alemania prácticamente no se mencionan en los debates
internacionales, incluyendo el debate sobre Siria, a pesar de que esos países
constituyen más del 60 por ciento de la población mundial. ¿Son o no esos
países parte de la comunidad internacional? También habría que reflexionar
sobre eso…
*Red Voltaire