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Edición 314

¿Qué nos dejó el 2013?

 

EDUARDO LÓPEZ BETANCOURT

 

Es momento de hacer un recuento de lo que nos dejó el 2013, para algunos simplemente un año más; empero, para muchos otros, la fecha donde se esfumaron las perspectivas de un México mejor. Ello, después de haber pasado por varios sexenios de auténtica anarquía, administraciones plagadas de venalidad, delincuencia y un alto grado de ineficacia, amén de un burocratismo atroz. 



En cualquier nación del mundo, principalmente los dos últimos ex primeros mandatarios estuvieran penando largas condenas en prisiones de alta seguridad; no obstante, gozan de múltiples canonjías, impunidad plena, sueldos de por vida y un cúmulo de personal a su servicio; todo lo anterior como muestra tangible de la corrupción desmesurada que impera en nuestra Patria. 

Sinnúmero de mexicanos abrigaron esperanzas, ante la llegada de un nuevo gobierno federal en 2012. Empero, lamentablemente la violencia y la pobreza se desbordaron aún más. 

Desde que el Presidente nombró su gabinete, en el que, salvo dignas excepciones, el signo genérico fue la medianía, empezaron las grandes fallas en diversas dependencias. Pero, lejos de reflexionar o corregir el rumbo, se continuó con los mismos altos funcionarios; se afirma que habrá cambios, pero sólo serán enroques. Esto es, simplemente se les moverá de puesto; todo, como es costumbre, para desgracia de México. 

Por lo que hace a los planes del actual gobierno federal, se anunciaron de manera espectacular varias reformas: La primera en el ámbito educativo, la cual era esperada con ansiedad; sin embargo, sólo fue pura alharaca. De  inicio, los maestros fueron señalados como únicos autores de la pésima educación nacional, cuando, en realidad, los mentores son tan víctimas como los alumnos; los verdaderos responsables de la deplorable instrucción en el país, son los malos dirigentes que México y su pueblo han padecido. 



La tan traída y llevada reforma educativa, lejos de analizar las causas del fracaso, se enfocó en hallar culpables; se pretendió, de modo superficial e incorrecto, evaluar a los docentes, cuando lo apropiado era buscar su capacitación. 

Respecto a la reforma financiera, se suponía que con ella habría múltiples mejoras económicas, pero sucedió lo contrario; se aumentaron impuestos a diestra y siniestra, demostrando una total y absoluta falta de talento, esencialmente para acrecentar la base de contribuyentes. 



Existen varios motivos por los cuales en México nadie desea pagar gabelas, entre otros, la seguridad que se tiene del dispendio del dinero público y conductas inmorales de los servidores públicos, de cualquier nivel, quienes de la noche a la mañana se enriquecen inmensamente. Lo innegable, es que el incremento de los impuestos impactó directamente en los bolsillos de la clase media, y claro, en los de quien menos tienen. 

Otra reforma, que se dijo era de gran beneficio para nuestra República, fue la energética; no obstante, bien sabemos, en ese rubro la finalidad era entregar el petróleo a manos extranjeras, lo cual así ocurrió. Resulta obvio: hay un interés malsano por parte del hombre más avieso que ha existido en México, quien en mala hora usurpó la Presidencia allá por los años 80’s, un sujeto mondo, integrante de una familia peor que la de los Borgia. 

Así, con pena se pueden apuntar muchas cosas malas y ninguna buena han pasado en suelo azteca desde 1988 al 2013, por lo que se vislumbra un gris panorama para el 2014.

 

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