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Edición 314
Escrito por Pepe Compean   
Martes, 21 de Enero de 2014 11:45


Dickie Chapelle


"The girl with balls 

and a couple of pearl earrings".

 

Esquilo, poeta griego,
decía que la primera baja en la guerra era la verdad.

Para eso nacieron los corresponsales de guerra: para llevar la verdad - que a veces es su verdad y a veces la que quieren mostrar, pero verdad al fin - al público que prefería no enterarse. Ahora que este 4 de enero fue el  día del periodista, recordamos a una corresponsal de guerra única en su clase…



Dickie Chapelle decidió seguir los pasos de Gerda Taro y se echó la cámara al hombro porque había descubierto una nueva pasión, a pesar de su título en ingeniería aeronáutica por el MIT y su gusto por el vuelo. 

Disputó un sitio en la trinchera a sus colegas varones, para tomar las mejores imágenes, las que contaran mejor la historia que la había cautivado hasta la orilla donde se pierde la objetividad. 

Debutó en la Segunda Guerra Mundial, desembarcando junto a los Marines en sucursales del infierno como Iwo Jima y Okinawa, donde se ganó el respeto de tipos duros como el concreto, que le dieron un buen título para su autobiografía:

"What's a Woman Doing Here?"

Fue la corresponsal favorita de Fidel Castro en Sierra Maestra, cuando el futuro dictador era todavía un idealista rodeado de revolucionarios convencidos - Huber Matos, Camilo Cienfuegos, Ernesto Guevara - que después se convertirían en torvos y despiadados asesinos. Fue invitada por el Ejército de Liberación Nacional para fotografiar a la insurgencia argelina en su guerra de independencia contra Francia, publicando imágenes que empañaron la liberté egalité y fraternité que manejaban los galos con exquisita hipocresía, colocándola en el cuadro de honor de la gente que Charles De Gaulle no podía ver ni en pintura, igual que los chinos por sus fotografías de la guerra en Corea y también los soviéticos por su intromisión en Hungría en 1956.



Dickie Chapelle agonizando


Tras veinte años de fotografiar guerras, se embarcó en su último viaje y 1965 la encontró acompañando a los primeros soldados norteamericanos involucrados directamente en ese conflicto, cuando todavía era visto como un enfrentamiento entre el Bien y el Mal y donde los norteamericanos estaban situados cómodamente del lado de los buenos. El tiempo y las imágenes perturbadoras que fueron filtrándose desde allá fueron derruyendo esa imagen. Muchas de las fotografías de Dickie jamás llegaron a ser publicadas por su crudeza y quedaron archivadas o se perdieron.

En Noviembre de ese mismo año, durante un patrullaje de rutina, una granada vietnamita hizo explosión muy cerca de ella. Un fragmento cercenó su arteria carótida y se desangró hasta morir. Henry Huet, que también sería tragado por el infierno de Vietnam, la fotografió agonizante, recibiendo los últimos sacramentos de un capellán militar.

El día que cayó corrió la noticia rápidamente en las barracas de los Marines: había muerto "The girl with balls and a couple of pearl earrings".   PEPE COMPEAN.



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