México basa su existencia y su razón histórica en la fuerza del derecho, más no en el derecho de la fuerza. México, nación invadida y mutilada como consecuencia de una invasión injusta –1846-1848-, no debe ser país intervencionista.
Si nosotros, dirigidos por quienes no conocen nuestro acontecer nacional, el origen de México y las vicisitudes que hemos experimentado para sobrevivir soberanamente al paso del tiempo, estaríamos negando nuestra razón histórica y caeríamos en el juego del “injerensismo” internacional.
No pasaría mucho tiempo en que nos viéramos en conflictos similares a los que ocurren por desgracia en los países árabes, con consecuencias tan graves como las luchas fratricidas, cuyos militantes –independientemente del bando a que pertenezcan-, han sido armados por los “halcones” del Tío Sam que se empeñan en ser los amos en un planeta en constante discordia por aquello de “divide y vencerás”, según frase de Nicolás Maquiavelo.
¿No es bastante acaso, con el hecho de que la delincuencia organizada en México y los narcotraficantes sean surtidos con armas norteamericanas?
Hoy en día, una de las más grandes desgracias para la humanidad es el internacionalismo. Ejemplo de esta trágica realidad son los países Árabes, donde la ingerencia de los EE.UU, mantiene en constante lucha fratricida a naciones como Irak, Siria, Afganistán, Bangladesh, Líbano, etc., con extensión ahora a Ucrania, en donde igual que en el Medio Oriente, las armas que prevalecen son las de Washington, en manos de todas las facciones en mortal lucha.
Máscara, los cascos azules
El tema es de análisis obligado ante el anuncio del presidente Enrique Peña Nieto en la sede de las Naciones Unidas –ONU-, “la próxima participación de México en misiones de los cascos azules de la ONU”, lo que nos traería muchos compromisos. Se dijo que “se sumará a operaciones para el mantenimiento de la paz, incluso con personal militar para labores humanitarias”. La paz, con justicia social, igualdad y respeto a la dignidad y a los derechos humanos, todos la soñamos y la queremos vigente. La paz, la igualdad, el reparto equitativo de lo nuestro hace 44 años que está ausente de México por el advenimiento del neoliberalismo. Las matanzas, las desapariciones forzadas, la impunidad, las riquezas mal habidas, el desempleo, el despojo de nuestros recursos naturales para entregarlos a manos extrañas, crean pobreza para el pueblo mexicano y son flagelos que no hacen posible la paz entre nosotros.
La paz, consecuentemente, la deseamos todos y todo gobernante electo en cualquier país del mundo, tiene como su primera obligación es resolver los problemas de sus representados, más no los de otros países.
Alcanzada la paz en México por nuestros gobernantes, tal vez podría pensarse en que se podría exportar este don a otros países. Pero resulta que eso de los “Cascos azules de la ONU” según ocurre en la zona de las naciones árabes en eterno conflicto y en el norte de África, ha resultado no en uno sino en varios casos, ser sólo una “máscara” que da apoyo al “injerensismo” belicista de Obama, en nuestros días.
¡Trabajar por la paz? Sí, definitivamente esto ni qué dudarlo. Más tratándose de la prevalencia de la paz -a sabiendas de que la verdadera paz es fruto de la justicia”-, para los mexicanos, lo primero es México, después México, siempre México, tal como lo dijera el periodista y escritor D. René Capistrán Garza.
Después de las matanzas de los frecuentes acontecimientos en Tlatlaya y Guerrero, con las presuntas ejecuciones en el primer caso y los asesinatos en Iguala y la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural de Tlatlaya y las presuntas ligas de los “chuchos” del PRD –ahora dirigidos por un mercader de la política, Carlos Navarrete-, con el cartel de los “guerreros unidos” acusados de esos delitos de lesa humanidad, es mucho lo que hay que trabajar en México, para lograr la anhelada paz.
Ser “casco azul de la ONU”, en momentos en que no hay paz en México, nos convertiría en “luz de la calle y oscuridad de nuestra casa”.
La Doctrina Estrada y ya
La posición que válidamente le corresponde a México en el con cierto de las naciones, dado su historial de nación que basa su razón histórica en la fuerza de su derecho, es la Doctrina Estrada de No Intervención y Autodeterminación de los Pueblos y Solución Pacífica de los Conflictos. Ocurre con los “cascos azules de la ONU” que éstos actúan al lado de fuerzas armadas. ¿Porqué ocurre esto? Aquí es donde se piensa queque dichos “cascos” encubren intervenciones extranjeras de lo cual las naciones árabes víctimas de los intereses del imperio de Obama, son ejemplo a la vista. Como fuerza de paz, la Cruz Roja sí tiene prestigio.
“Respetar la soberanía de los pueblos es la más sabia política para conservar las mejores relaciones con ellos”, expresa en una de sus numerosas obras, el Dr. Genaro Estrada autor de esa posición que le ha ganado mucho prestigio a México.
El internacionalismo es terrible flagelo de la humanidad en nuestros días. Un prueba de ello es la decadencia en que han caído los países de la Unión Europea, tan condicionados por sus tratados con Washington, que son base de “coaliciones” para atacar a muchos países en el mundo , de manera especial las carnicerías entre hermanos en las naciones árabes.
Trabajar por la paz –como fruto de la justicia—, a favor de México, es obligación de todos los mexicanos. ¿Para qué meternos en camisa de once varas tratando de resolver asuntos de otros países que no nos incumben si no ponen en posición de negar nuestra razón histórica?
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