Los casos de Tlatlaya y Ayotzinapa mostraron la dura realidad que impera en el país, y obligaron a la clase política a promover un gran Pacto Nacional.
Pero la estabilidad del país necesitará algo más que un catálogo de buenas intenciones, firmado por personajes importantes.
Si ese Pacto significa la prolongación del régimen de hipocresía, simulación y opacidad, no sólo resultará inútil, sino contraproducente.
México ya no aguantará más el doble discurso. Demos ejemplos:
Narcopolítica
Hoy nos queda más que claro que el narcotráfico penetró en las esferas del poder político. La desestabilización manifestada desde los tiempos del gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988), q.e.p.d., así lo ponía de manifiesto; pero el Sistema Político Mexicano lo soslayó.
Hoy, a la distancia, se entiende mejor el porqué de tanta violencia y corrupción en los sexenios posteriores. Seguro que usted recuerda los asesinatos de un cardenal, un candidato presidencial y un futuro líder cameral en San Lázaro, por decir lo menos.
Seamos claros: el narcotráfico floreció en el México postrevolucionario de la mano de los gobernadores. En la década de los 80, ese esquema cambió: con las “concertacesiones”, propias del salinismo, que abrieron las puertas de las gubernaturas a los partidos de oposición, el control del “negocio” escapó de las manos de los caciques regionales, para quedar en manos de funcionarios corruptos, del ámbito federal. No en balde se “investigó” a Raúl Salinas de Gortari por ese motivo. Los “góbers preciosos” y los alcaldes involucrados con las drogas ilícitas, se subordinaron a los capos y a sus cómplices, colocados en la Federación.
Recuérdese que en el gobierno de Ernesto Zedillo (1994-2000) comenzaron las capturas de gente importante, como la del general Jesús Gutiérrez Rebollo, a quien acusaron de proteger intereses de narcos. (¿No habrá sido que descubrió a gente “muy importante”, metida en ese lodazal?).
También con Zedillo comenzaron las muertes de “capos”, envueltas en todo tipo de sospechas. Nos referimos a la presentación del presunto cadáver de Amado Carrillo Fuentes, alias “El Señor de los Cielos”, a la sazón, jefe del Cártel de Juárez. Note cómo esos patrones han sido cíclicos en la vida del país.
Nada nos sorprendería, pues, que “gente muy importante”, de “muy alto nivel”, esté detrás de gobernadores y presidentes municipales, más allá -por ejemplo-, del caso de Jesús Reyna, de Michoacán, y de José Luis Abarca, de Iguala, Guerrero.
Conclusión preliminar 1: si ese Pacto Nacional se firma, sin acabar con la narcopolítica, podría ser hasta contraproducente.
Corrupción
El Partido Acción Nacional promueve un nuevo Sistema Nacional Anticorrupción. Conforme a los datos del PAN, ésta le cuesta al país nueve puntos del Producto Interno Bruto, es decir, un billón 500 mil millones de pesos al año.
Esa cifra, según los panistas, equivale a 45 veces el presupuesto de la UNAM y los más pobres son los más afectados: “los hogares con ingresos menores a un salario mínimo hoy destinan, de acuerdo a Transparencia Mexicana, uno de cada cuatro pesos al pago de sobornos para llevar a cabo trámites o acceder a servicios básicos”. Según Transparencia Internacional, México ocupa el lugar 106 entre 177 naciones evaluadas.
El discurso blanquiazul parece ser impecable, pero… ¿y Oceanografía?, ¿y los Fox?, ¿y los hermanos Bribiesca Sahagún?, ¿y la corrupción en Pemex, durante los dos sexenios panistas? ¿Y los negocios de Juan Camilo Mouriño, q.e.p.d.? De eso, nada.
El PAN, como el PRI, como el PRD, y como todos los demás, utiliza el doble discurso. Recurramos a un dicho: “que se aplique la ley, en los bueyes de mi compadre”.
Conclusión preliminar 2: el famoso nuevo Pacto Nacional, de seguir este doble discurso, sería inútil, por decir lo menos.
La mentira
El pasado 31 de octubre, el grupo parlamentario del Partido Verde Ecologista de México en el Senado de la República, difundió un comunicado en el que afirmaba que ya no habrá más “gasolinazos”. Leamos tres párrafos:
“En la discusión de la Ley de Ingresos de la Federación para el 2015, el Senador Carlos Puente Salas aseguró que no habrá más aumentos mensuales ni para la gasolina ni para el diésel.
“El Congreso de la Unión aprobó por amplia mayoría la Ley de Hidrocarburos, en la cual se establece que a partir de 2015 y hasta 2017 existirá un solo ajuste anual, acorde a la inflación esperada. A partir de 2018 los precios bajarán por la competencia que existirá entre los diversos vendedores”, puntualizó.
“Asimismo, Puente Salas reiteró que, en relación a las tarifas eléctricas, se mantendrán los subsidios para los hogares, los comercios y para las pequeñas y medianas industrias”.
Cae más rápido un mentiroso que un cojo
La mentira del senador Carlos Puente salta a la vista: no habrá “gasolinazos” mensuales; pero sí uno anual, de 3 por ciento, que será aplicado en enero de 2015.
Pero hay más: los últimos gobiernos han afirmado que los “gasolinazos” tenían como propósito evitar el subsidio a los consumidores norteamericanos, toda vez que la gasolina era más barata en México, que en territorio de los Estados Unidos. Sólo que -pequeño detalle- desde noviembre de 2013, esa situación cambió. Hoy, la gasolina es más cara en México que en Estados Unidos, por lo que los aumentos mensuales a los combustibles ya no tienen razón de ser.
Según datos del senador del PAN, Héctor Larios Córdova, la gasolina pagará cuatro impuestos, a partir del próximo año:
- Impuesto de 32 centavos por litro, que se va a los estados.
- Impuesto a las emisiones de carbono.
- Impuesto al Valor Agregado de 16 por ciento, por litro. (Antes, en la frontera, se pagaba un IVA de 6 por ciento).
- Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS), de 3 por ciento.
Conclusión preliminar 3: un gran Pacto, sustentado en las mentiras de siempre, será inútil. (Entre paréntesis: el PAN fue cómplice, al igual que el PRI, el PRD y el PVEM, del Pacto por México, que utilizó el neoliberalismo para privatizar a Pemex y a la CFE).
Finalicemos: lo que se necesita es refundar a México, con base en la ética y los valores trascendentes: honor, decencia, honestidad, libertad, justicia, nacionalismo, compromiso, generosidad y reconciliación, entre otros.
Si no se refunda, de verdad, en la nación mexicana continuarán los casos como los de Tlatlaya y Ayotzinapa.
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