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Edición 327

MemoriaHistórica

Abraham

 

 

Socio de número de la criminal secta Huesos y calaveras, de la Universidad de Yale -por la que pasaron célebres mexicanos, como Ernesto Zedillo Ponce de León-, y ex director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos, el republicano George Bush padre,  instalado en el Salón Oval de la Casa Blanca se obcecó en la Guerra Fría y su Tormenta del Desiertoen el Golfo Pérsico, perdiendo de vista la retaguardia de su belicismo: Su propio país.

 

Karol WojtylaCuando el casi anónimo gobernador de Arkansas, el demócrata William Jefferson Clinton -para los igualados Bill Clinton- lo enfrentó en 1992 en la pugna por la presidencia de la Unión Americana, escuchó quedito la voz de su asesor de campaña James Carville, quien le observó la obsesión del habitante de orillas de El Potomac por su política exterior, y le susurró al oído el lema mortal: ¡The economy, stupid! “Es la economía, estúpido”. Clinton se convirtió en el XLII Presidente de los Estados Unidos.

Parafraseando a Carville, de la tragedia de México se puede alertar: ¡Es el sistema, estúpido! El sistema, bajo control de un compacto grupo dominante, al que la modernidad anglosajona identifica como establishment.

No importa cuántos nombres y siglas -que no son muchos- abarque esa novísima denominación: Es la viva encarnación de La ley del hierro de la oligarquía en su modalidad tecnocrática neoliberal.

 

Hijo bastardo de la Revolución Conservadora

 

Carlos MonsiváisEl sistema “mexicano” de nuestros días, es hijo bastardo de la Revolución conservadoraque hace poco más tres décadas proclamaron El dormilón de la Casa Blanca, Ronald Reagan, y la Canciller de hierro Margaret Thatcher, que tuvieron como aliado al Papa que vino del norte, el benemérito Karol Wojtyla.

Para implantarlo, fue necesario que, en 1988, se diera la usurpación del poder presidencial por el priista Carlos Salinas de Gortari, en operación del Colegio Electoral que el diputado federal también priista, el constitucionalista michoacano, don Antonio Martínez Báez codificó como Golpe de Estado técnico. Atrás quedó el Estado benefactor que devino, en su tránsito hacia el Estado neoliberal, en Estado fallido.

Desde aquellos días, el ocurrente Carlos Monsiváis descubrió que nuestro país empezaba a ser gobernado por “la primera generación de gringos nacidos en México”.

Ahí se quebró un paradigma: La continuidad cultural, es el  único método que puede evitar, “en la marcha de las cosas humanas, ese aspecto patológico que hace de la historia una lucha ilustre y perene entre los paralíticos y los epilépticos”. (José Ortega y Gasset).

 

¡No despertar al México bronco!

 

Desde 1972, el último verdadero líder que tuvo el viejo PRI, don Jesús Reyes Heroles, en un macizo discurso en el que legitimó la Revolución Mexicana, hizo referencia a Los científicosde la dictadura porfiriana, denunció sus vocaciones discriminatorias y excluyentes, y lanzó una certera advertencia contra la tecnocracia en ciernes y su pretensión de constituirse en poder político.

El centro de skull and bones en la universidad de YaleYa como secretario de Gobernación, en mensaje anunciador de la Reforma Política, desde Guerrero, el iluminado tuxpeño previno: ¡No despertemos al México bronco! Una voz que la arrogante tecnocracia no quiso escuchar.

Don Jesús tuvo una muerte oportunamente conveniente a los fines de la nueva clase, según la definía un brillante joven guerrerense que llegaría a la gobernación de su estado, José Francisco Ruiz Massieu, asesinado, éste sí, a plomo ardiente, el 28 de septiembre de 1994, mismo método que seis meses impidió llegar a la Presidencia de México al sonorense Luis Donaldo Colosio.

Cinco años antes de la usurpación presidencial de 1988, el doctor René Villarreal nos ofreció el valioso producto de una documentada y profunda investigación académica bajo el título La contrarrevolución monetarista/ Teoría, Política económica e Ideología del neoliberalismo.

Sólo algunas citas de su propia introducción que condensa las premisas de la obra. Repetimos: 1983, hace, pues, 31 años:

         La crisis (económica) de los setenta y su prolongación hasta los ochenta, ha puesto a prueba la síntesis neoclásica neokeynesiana. Esta teoría supone economías de libre mercado, relativamente estables, independientes y de comportamiento incierto pero predecible, en donde el Estado es un simple agente endógeno del sistema.

 

Cuidado con la ignorancia del futuro

 

George Bush padre“Sin embargo, en la realidad las economías capitalistas contemporáneas corresponden más al concepto de Economía mixta, son interdependientes y su comportamiento es impredecible, pues en el mundo de hoy, más que incertidumbre, existe ignorancia del futuro”. Antes de esa crisis de la teoría económica, no ha tenido lugar, como en los años treinta, una revolución científica, sino una contrarrevolución, por la vía del retorno a la ortodoxia bajo el ropaje del monetarismo.

En la teoría aparece el monetarismo friedmaniano y el monetarismo bastardo de la economía de la oferta; en la práctica surgen el thatcherismo en Inglaterra y la reagonomía en los Estados Unidos; a su vez, en América Latina la contrarrevolución monetarista, a través de la teoría monetarista de la balanza de pagos, se impone en Chile, Argentina, Uruguay y recientemente en Perú, dando lugar a un nuevo modelo: El monetarismo neoliberal autoritario.

“En el caso de los países del Cono Sur de América Latina (se) ha ido más lejos, al configurar un Manifiesto monetarista como el fundamento ideológico de una constitución política (el caso de Chile) para justificar, legitimar y perpetuar el neoliberalismo  autoritario  de los regímenes militares; esto es, estrechar la ‘manu militari’ del autoritarismo y la represión con la ‘mano invisible’ del libre mercado”.

 

Muera el Estado Leviatán

 

La contrarrevolución monetarista es el retorno a la vieja ortodoxia del liberalismo económico clásico que, anunciando eufórica su grito de guerra: ¡Volvamos al mercado libre, muera el Estado Leviatán!, ha ido penetrando al Estado -con la vieja artimaña del Caballo de Troya-, para apuntalar al neoliberalismo desde el centro de gravedad mismo de la sociedad. “Ello implica que el Estado tiene que abdicar no solamente de sus facultades de intervención y regulación del mercado -teórica e históricamente sustento de la economía mixta- sino que también, ha de tirar por la borda el catálogo de derechos políticos y sociales que constituyen y fundamentan la libertad política de la democracia”.

Rene Villarreal  Arrambide1983. El doctor René Villarreal notifica: La Contrarrevolución monetarista no se ha quedado en el plano teórico e ideológico, sino que ha penetrado ya en el mundo real con los más perversos efectos: El thatcherismo ha llevado a Inglaterra a la Segunda Gran Depresión, pero ésta, a diferencia de la primera, ha sido provocada deliberadamente. El desempleo supera los tres millones de personas, cifra que sólo alcanzó la crisis de los treinta.

La reagonomía encaminó a los Estados Unidos durante 1982 hacia una recesión con 10 por ciento de desempleo. Como lo reconoce el secretario del Tesoro: “Nos encontramos en este punto en una recesión muy pronunciada y la economía se encuentra muerta en el agua”. En 1983. Hasta aquí el doctor Villarreal.

Nos parece pertinente hacer una breve presentación del autor citado: Nació en Monterrey, hasta los años setenta capital económico-industrial de México, en mudanza hacia el capitalismo financiero; maestro en Economía por El Colegio de México y doctorado en Economía por la Universidad de Yale. Fue director de Finanzas Internacionales de la Secretaría de Hacienda. Cuando vio la luz su obra, era subsecretario de Planeación Industrial y Comercial de la Secofi. Hablaba, pues, cono conocimiento y dominio de causa. Por supuesto, no era el yuppie típico.

 

El imperio financiero más corrupto del mundo

 

William Jefferson ClintonSi se nos permite la licencia para una acotación editorial, diremos que precisamente en la década de los setenta se incubaba ya uno de los mayores escándalos financieros mundiales conocidos antes de los que puso a flote la crisis internacional desencadenada desde los Estados Unidos en 2008: El del Banco Internacional de Crédito y Comercio (BCCI).

El BCCI, con conexiones bancarias en los Estados Unidos, fue fundado por el financiero paquistaní, el Hagha Hassan Abedi, quien tuvo como clientes a Saddam Hussein, los líderes de la droga de Medellín, Colombia; Kuhn Sa, operador del Triángulo de Oro de Asia, enclave productor de opio; Abu Nidal, gestor de una de las principales organizaciones terroristas del mundo; Manuel Antonio Noriega, agente de la CIA y dictador de Panamá y de los Bush.

El liquidador del “imperio financiero más corrupto del mundo” fue el fiscal de Nueva York, Robert M. Morgenthau, quien se llevó entre las espuelas a Clark Clifford, quien desde los años cuarenta había asesorado a los presidentes norteamericanos desde Harry S. Truman hasta Jimmy Carter.

 

El camino hacia la Economía criminal

 

En la década de los setenta también, bajo el gobierno del golpista Jorge Rafael Videla (1976-1981), Argentina vivió la peor crisis genocida y de crímenes económicos que arrastraron el sistema bancario nacional. Como lo señala Villarreal, Argentina estaba inscrita en el laboratorio latinoamericano del monetarismo neoliberal autoritario.

El estudio de esos crímenes económicos, inspiraron la obra De los delitos de cuello blanco a la economía criminal, debida a José María Simonetti y Julio E.S. Vergolin, que fue editada en México por el Instituto de Ciencias Penales de la Procuraduría General de la República, a cargo de Enrique Álvarez del Castillo, al arranque del sexenio de Carlos Salinas de Gortari.

En el entorno internacional, pues,  existían evidencias como catedral, bastantes para blindarse contra la adopción del depredador modelo neoliberal. Villarreal subraya la naturaleza ideológica de la contrarrevolución monetarista que, como en el caso de Chile, sirvió de fundamento a la Constitución política.

Pero los tecnócratas mexicanos prefirieron usar a sus intelectuales orgánicos para lanzar al vuelo El fin de la historia/ el último hombre, del nipón-estadunidense Francis Fukuyama, quien, fusilándose un concepto acuñado desde los años cincuenta por una cumbre de intelectuales efectuada en Europa, dio por muertas las ideologías, argumento que sirvió a los jóvenes turcos para tratar de sepultar la doctrina de la Revolución mexicana.

La supuesta defunción de las ideologías, sirvió de coartada para -de su cadáver-  arrancar por cesárea en México el neoliberalismo bastardo. Aventuremos el primer berrido del Bebé de Rosemary.

 

El crack del mercado bursátil de 1987

 

El 4 de octubre de 1987, el PRI, en una densa y anárquica atmósfera interna, destapó la candidatura presidencial del secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari. El lunes 5, la Bolsa Mexicana de Valores, que presidía el plurinominal Manuel Somoza (Casa de Bolsa Banamex, Inverlat, Grupo Financiero Inverméxico, etcétera), emitió su voto bursátil, disparando hasta la Luna el Índice de Precios y Cotizaciones.

Dos semanas después, el 19 de octubre está datado como el lunes negro: La Bolsa Mexicana estalló en tremendo crack. Aunque el fenómeno tuvo efecto los principales pisos de remate de las capitales financieras del mundo, Crónica presidencialde aquel año, que se elaboraba y editaba desde Los Pinos, registró esta aseveración: El derrumbe registrado el lunes negro en México, “tuvo poca o ninguna relación con los demás mercados accionarios”.

Dicho en buen cristiano, de esa enigmática insinuación se colige que el impacto de la crisis bursátil aquí fue prefabricado. A fin de cuentas, especulación viene de espejo, y el mercado bursátil reflejaba la caótica situación de la economía mexicana.

Como sea, más de 400 mil ilusos jugadores fueron despojados de golpe de más de 36 billones de pesos (con los tres ceros que después le quitó Salinas de Gortari); el impuesto a la pobreza, la inflación, se elevó a 170 por ciento y el tipo de cambio pasó de mil a dos mil 300 por dólar, la gran recompensa para los sacadólares. “Ya nos saquearon. Ya no nos volverán a saquear”, clamó José López Portillo el día que decretó la expropiación de la banca en 1982 (Je je je.)

Precisamente, frente a la resistencia contra la nacionalización de la banca, Miguel de la Madrid cedió no sólo reprivatizando un porcentaje de acciones del sistema bancario; abrió las esclusas para la operación de la llamada banca paralela: Casas de bolsa, casas de cambio, cadenas, escaleras, casas de empeñoy otra serie de fraudulentos ardides aupados por el gobierno.

Por supuesto, el despojo a los 400 mil jugadores de la BMV pasó impune. Incluso, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, ya a cargo de Pedro Aspe Armella en el gabinete de Salinas de Gortari, desató los perros de presa fiscales contra abogados que tomaron la defensa de las víctimas de la gran estafa, para decir lo menos.

 

El cochinito con el que surgieron los neobanqueros

 

¿Por qué y para qué la protección gubernamental a los bolsistas defraudadores? Algunos expertos de los que estudiaron ese episodio concluyeron que aquellos que se alzaron con el santo y la limosna en octubre de 1987, fueron los mismos que veinte meses después aparecieron como postores en el proceso de desnacionalización de la banca, maquinada por el salinato en mayo de  1990. Obviamente, con los recursos producto del despojo colectivo.

Ni con ácido se puede disolver la relación de los nombres de los propietarios de las casas de bolsa de 1987 y la nómina de los neobanqueros. Fueron los mismos hasta que trasegaron los bancos a manos extranjeras.

Aclimatado el Darwinismo social por designio neoliberal, el ataque a la organización sindical, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y la contrarreforma agraria cerraron “el círculo virtuoso” que obsequió al crimen organizado el ejército de reserva (de parias) que durante más de veinte años ha estado al servicio del narcotráfico y actividades anexas.

La brutal continuidad del desmantelamiento del Estado de bienestar (digámoslo retomando a Reyes Heroles: El Estado Social de Derecho) en los tres sexenios sucesivos, tenía que desembocar fatalmente en lo que el doctor René Villarreal describe en la obra citada: El amoroso compadrazgo de la manu militari del autoritarismo y la represión con la mano invisible del libre mercado.

 

Calderón impuso la militarización del país

 

En abono de Vicente Fox, hay que reconocer que, a pesar de su demencia, no cayó en la tentación de echar mano de las Fuerzas Armadas para consumar los fines del neoliberalismo. Pero Felipe Calderón no tuvo reparo para asestar el humanismo político proclamado por el PAN fundacional, para imponer la temida y temible militarización de la vida nacional sobre la que galopa y medra hoy el México bronco.

Va de advertencia: Caspar Winberger, ex secretario de la Defensa de Ronald Reagan, al alimón con el analista Peter Schwizer, dizque jugando a “imaginarios” escenarios bélicos, escribió el libro La guerra que viene (1998), en el que se inserta el capítulo Operación Azteca.

Se trata de una propuesta de invasión armada estadunidense a México, so capa de combatir el narcotráfico, la violencia generalizada, la inestabilidad económica y la corrupción, que están enervando la emigración mexicana hacia los Estados Unidos (le pone número: siete millones de personas), poniendo en riesgo la Seguridad Nacional del vecino país.

La trama arranca con el asesinato del Presidente mexicano perpetrado por un cártel de la droga. Toma el poder un izquierdista que, al continuar la violencia, culpa al gobierno norteamericano de conspiración. La ocupación armada instala un gobierno provisional que simpatiza con Washington.

¿Juegos imaginarios? A otro perro con ese hueso

   

 



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