Todos los representantes, sacerdotes, clérigos o “profetas” en todas las religiones hablan de “verdades” o sea lo que sus representantes llaman “la verdad”… en todos los casos; su “verdad” muy de acuerdo a sus conveniencias, claro quien no esté de acuerdo con este aserto será un hereje o un apóstata. Para hacer obvia esta relatividad iniciamos esta nota con lo siguiente:
Registrado queda (por los propios musulmanes) que Mahoma, el fundador del islam, se casó con una niña de seis años, Aisha. Los códigos penales imperantes en los países europeos —o en cualquiera civilizado—, ante un caso similar, establecerían la existencia de un delito claro de abuso sexual a menores. El “profeta” hubiera ido a dar con sus huesos a la cárcel, donde los otros presos se hubieran encargado de él, de acuerdo con la ley no escrita en los penales para los abusadores.
No hay controversias ni refutación posible.
Ocurre que en la Europa del siglo XXI, las verdades irrefutables deben yuxtaponerse a las conveniencias morales. La tozuda realidad importa mucho menos que la corrección política que nos ha sido impuesta. Ya se sabe que los caminos de la “pluricultura” son inescrutables. Una maestra de la ciudad austriaca de Bregenz se enfrenta desde el año pasado a un posible proceso penal por decirles a sus estudiantes que Mahoma abusó de una niña. Al conocer los hechos, la dirección del colegio transmitió una queja a la oficina de los fiscales de Vorarlberg. “Estas declaraciones son inaceptables”, declaró el director del centro. Al parecer, la fiscalía estudia iniciar acciones penales contra la docente, que podría enfrentarse a una pena de prisión de hasta tres años; porque en una de sus clases, la profesora explicó a sus alumnos que Mahoma se casó con Aisha, de seis años de edad, y que la pequeña tenía tan sólo nueve años cuando fue obligada a tener sus primeras relaciones con el fundador del islam. En cualquier sociedad de la Europa actual, insistimos, un caso como éste conllevaría la detención del hombre, acusado de pederastia.
Sin embargo, muchos seguidores del islam afirman que el contexto del matrimonio de su profeta hay que circunscribirlo a una época en la que no eran raros los matrimonios con niñas con fines políticos (oh, vaya). Pero en la actualidad, el matrimonio de las niñas con adultos sigue existiendo en 50 países del África subsahariana, Asia meridional y Oriente Medio. Un estudio de Unicef en 2006 reveló que 60 millones de niñas menores de 18 años pueden estar casadas en todo el mundo. Aunque seguramente la cifra es mucho mayor, reconoce la organización.
La mentira sagrada
Después de faltar a un tratado de paz con Israel, Yasser Arafat se refirió a un tratado de paz entre Mahoma y la tribu judía de Quraish en La Meca en el año 628, que el “profeta” violó, pretextando una presunta violación del acuerdo por los Quraish. Al justificar su conducta, Mahoma afirmó: “Si hago un juramento y luego encuentro algo mejor, uso lo más favorable y quiebro el juramento”.
Cabe señalar que todos los actos de Mahoma son considerados “ejemplares” por los musulmanes a diferencia de los judíos que no pretenden que ninguno de ellos imite a Moisés, o de los cristianos, que no consideran en modo alguno que los creyentes deban tomar como ejemplo de vida a Jesús. Pero si el profeta Mahoma predicó el engaño como táctica para lidiar con un enemigo del islam, ese acto, por más cuestionable que pueda resultar desde una moral contemporánea, constituye una acción virtuosa.
El engaño como dogma
La aprobación de la conducta del profeta Mahoma se basa en el concepto de “Taqiyyah”, o sea “disimulo o engaño”, una conducta avalada por el Corán. Según la sharía en turno, todos los actos humanos son definidos por categorías: prohibidos, indeseables, permitidos, recomendados u obligatorios. En situaciones de guerra, los musulmanes pueden abjurar de la religión para salvar la vida, aunque se trate de una abjuración falsa.
En contraste con los judíos religiosos que durante siglos prefirieron morir “santificando a dios” (Kidush Hashem) que convertirse a otra religión y con los primeros cristianos, que estaban dispuestos a morir como mártires para no traicionar su fe; el islam vio siempre la falsa conversión como una táctica legítima para engañar a los infieles. La taqiyyah también ha jugado un rol importante en las confrontaciones violentas entre la Sunna y la Shía —pleito entre facciones musulmanas—, y hoy es considerada como un recurso aceptable por todas las sectas del islam.
El especialista en el islam, Raymond Ibrahim, sostiene que el “sentido común” o la “opinión universal” tienen poco que ver con los conceptos del islam sobre lo que está bien y lo que está mal. Sólo lo que Alá, (por medio del Corán) y su profeta Mahoma (por medio del Hadith, o sea los dichos proféticos) dictaminan; es lo que tiene validez. Igualmente son aceptados los juicios de los grandes teólogos y juristas del islam, considerados ulemas lo cual significa, los que saben.
Como doctrina, la “taqiyya” fue codificada por los musulmanes chiítas, en primer lugar como resultado de su experiencia histórica. Surgió como resultado del cisma en el islam producido luego de la muerte del profeta Mahoma. Mientras los sunnitas apoyaron a los primeros califas elegidos entre los “compañeros del profeta”, los chiítas defendieron el liderazgo de Alí, primo y yerno de Mahoma. Después de largos años de enfrentamientos violentos, la “Shiat’Ali”, fracción de Alí, fue derrotada en la batalla de Kárbala en el año 680. Desde entonces, la shia fue la rama minoritaria del islam, siendo a menudo discriminada y perseguida por la sunna mayoritaria.
Herejes del islam, cristianos y otros enemigos
A lo largo de los siglos, muchos chiítas que vivían en sociedades con grandes mayorías sunnitas fueron discriminados y considerados herejes, por lo que a menudo ocultaron su identidad religiosa. Como resultado de 1.400 años de uso de la “Taqiyyah” por los chiítas, a menudo los sunnitas acusan a los chiítas de ser mentirosos recalcitrantes considerando que la “Taqiyyah” está profundamente arraigada en la cultura chiíta.
A lo largo de la historia, los sunnitas no tuvieron que utilizar la “Taqiyyah” en los países musulmanes en los que eran mayoría, pero en las últimas décadas la situación varió, al incrementarse la emigración de musulmanes a países occidentales de raíz cristiana. Por ejemplo, debían demostrar cierta voluntad de integración, lo que implicaba negar ciertos aspectos del islam bastante poco simpáticos para no-musulmanes, como la división del mundo en “dar el islam” y “dar el harb” (la casa del islam y la casa de la guerra), lo que implica la idea de una guerra permanente del islam contra todas las otras religiones o culturas, o la prohibición de toda relación amistosa con los “kuffar” (herejes), lo que implica un virtual rechazo de la idea de una genuina integración a una sociedad no-musulmana.
Raymond Ibrahim cita un importante texto árabe considerado clásico, Al-Taquiyyah Fi Al-Islam: “La taqiyyah tiene una importancia fundamental en el islam. Prácticamente es aceptado y practicado por todas las sectas islámicas. Podemos decir que la práctica de la taqiyyah se ha generalizado en el islam a tal punto que quienes no la practican, sólo integran grupos marginales… La taqiyyah es muy utilizada en la política islámica, especialmente en la era moderna”.
Todo está permitido contra el enemigo
La legitimidad de la utilización del engaño en el islam se deriva de su uso por el propio Mahoma. El “profeta” permitía incluso el insulto a su religión como una táctica válida para desenmascarar a sus enemigos. Sahib Bukhari y Ibn Sad, compiladores tempranos de los dichos del profeta, cuentan la siguiente historia: “Un poeta, Kab bin al-Ashruf, ofendió a Mahoma al escribir un verso insultante contra él. Mahoma se dirigió a sus seguidores y les preguntó: ¿Quién está dispuesto a matar a este hombre que ha ofendido a Alá y a su profeta? Un joven musulmán llamado Mahoma bin Maslama se ofreció como voluntario, pero condicionó su aceptación a que se le permita mentir al poeta. Mahoma estuvo de acuerdo. Maslama viajó adónde se encontraba Kab y comenzó a denigrar el islam.
“La vehemencia del joven en su actitud crítica convenció al poeta disidente, que aceptó su amistad sin sospechas. Al joven traidor no le fue difícil sorprender a Kab y junto con un cómplice matarlo. Ambos fueron a Mahoma llevando la cabeza del poeta y el ‘profeta’ celebró la ‘hazaña’ con el clásico grito de guerra musulmán: Allahu akbar, o sea, Alá es el más grande”.
Conviértete o muere
Según la doctrina del corán: La obligación de la yihad (guerra santa), rige hasta tanto no se haya llegado a la dominación universal por el islam. Por ello, la paz con las naciones no-musulmanas sólo puede ser temporaria.
Mahoma proclamó que el islam es religión y Estado, por lo cual su objetivo es dominar el mundo y establecer un califato mundial. Si la obligación de librar una guerra por la fe es permanente, la obligación de engañar al infiel también lo es.
Cuando los musulmanes se convierten en mayoría en cualquier país, niegan a las minorías toda participación igualitaria en la vida política. No es posible que un no-musulmán pueda convertirse en gobernante de un país musulmán y en los países en los cuales se permite la participación de grupos minoritarios en el Parlamento, sus diputados son sólo aceptados como representantes de sus correligionarios. No se les permite tener un rol legislativo. Sólo son aceptados como enlace entre sus correligionarios y el Estado y son considerados como ciudadanos de segunda categoría.
Obviamente esto no impide que como inmigrantes reclamen en Occidente derechos y privilegios que no están dispuestos a conceder a minorías no musulmanas en sus propios países.
Para los musulmanes que viajan como inmigrantes a países de “infieles” es bastante incómodo tener que explicar que no se consideran iguales sino superiores a quienes los acogen y que su aspiración es dominar e imponer su estilo de vida al país al cual llegan como inmigrantes de una minoría, recientemente exigieron a los suizos que quiten de su bandera la cruz “porque les ofende”.
Por eso recurren a la taqiyyah jurando y perjurando que el islam es una religión de paz y que ellos sólo aspiran a integrarse y ser buenos ciudadanos, si, como no. Así que si usted usa la razón y tiene ya el conocimiento, ya sabe cómo actuar cuando un musulmán le diga que es su amigo, que es un amante de la paz, que su religión es de amor; recuerde por favor la taqiyyah…
Cada año, las marchas de millones de chiítas que golpean sus cráneos con espadas hasta cubrir sus rostros de sangre y fustigan sus cuerpos, incluidos sus niños pequeños, sorprenden a los espectadores occidentales. Se trata de la festividad de Ashura, un motivo de duelo que conmemora el martirio del imam Husein, la fecha más importantes del calendario chiíta.
Su importancia proviene de los acontecimientos sucedidos en el décimo día de Muharram del año 61 de la Hégira. Aquella jornada (el 10 de octubre del año 60 del calendario cristiano) se produciría una batalla entre musulmanes que agravaría para siempre la división entre chiítas y suníes. Tras el asesinato de Ali ibn Abi Talib, yerno del profeta Mahoma, cuarto califa y primer imam chiíta, sus seguidores habían proclamado a su hijo Hasan como nuevo califa, pero el gobernador de Siria, Muawiya ibn Abu Sufian, pactó con él su abdicación para tomar las riendas, posiblemente con la promesa de devolverle el mando en el futuro.
Ocho años después, Hasan moría envenenado en Medina (Arabia Saudí) en un asesinato tras el cual muchos vieron la mano de Muawiya, fundador de la dinastía omeya, quién designó a su hijo Yazid como sucesor traicionando así su promesa. El hermano del envenenado, Husein, hijo de Ali y Fátima —hija del profeta—, decidió tomar el poder después de ser proclamado por los musulmanes de Kufa que se denominaban ‘shia i Ali’, o partidarios de Ali-como único califa. Acompañado por 72 fieles y sus respectivas mujeres e hijos, iniciaron la marcha hacia Kufa, en el actual Irak, donde esperaba encabezar la oposición al califa Yazid, paradigma del gobernante injusto en el imaginario chiíta.
Este envió una enorme fuerza militar para impedir el objetivo de Husein, quien por fin logró llegar a la planicie de Kerbala, a pocos kilómetros de la ciudad de Kufa, en el segundo día de Muharram, ocho días después fue muerto por sus enemigos.
¿Cuándo se celebra la Ashura?
Etimológicamente, Ashura proviene de “ashra” diez en árabe, y significa “el décimo día”, ya que se celebra el en el día diez del mes de Muharram, sagrado en el calendario musulmán y primer mes de la Hégira, que marca el calendario islámico.
La ceremonia para conmemorar esos hechos es sangrienta, como suelen ser las de los fanáticos. Pero ellos dicen que es una religión de paz y amor. Sí, claro.
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