“EE.UU. sólo respeta a quien se da a respetar”. Estas palabras me las dijo mi antiguo profesor, Zbigniew Brzezinski, en la Columbia University en Nueva York, EE.UU. quien fuera ex Consejero de Seguridad Nacional del presidente James Carter. Vaya que sabía del manejo del poder internacional.
En este contexto tenemos que entender las sabias ideas de Albert Einstein cuando dijera: “El mundo es un lugar peligroso, no por las personas que hacen el mal, sino por aquellas que no hacen nada por evitarlo.
De ahí la necesidad de entender y releer el libro el “Arte de la negociación” de Donald Trump sobre todo cuando señala: “Me gusta crear problemas para ver cómo reaccionan mis interlocutores” y con base a ello diseñar mi estrategia de negociación desde la fortaleza, tratando de debilitarlos de ante mano y si son débiles los masacro y si son fuertes negocio con ellos. Esto lo ha llevado a la práctica toda su vida y lo reflejó perfectamente en su programa de televisión “El aprendiz”. Esta estrategia la seguirá efectuando desde la silla presidencial de la oficina oval en la Casa Blanca. Y como es un hombre de negocios nato implementará siempre la política de costo-beneficio. Ante esto, si no se entiende la psicología del personaje y se actúa en consecuencia toda política fracasará.
No tenemos que asustarnos frente a él, tenemos que ser fuertes como país frente al presidente Trump para limitarlo y negociar siempre con base a la política del “quid pro quo” de ganar-ganar o algo a cambio de algo, donde todas las partes ganen. Por ejemplo, hoy en día, la única mujer líder en el mundo es Angela Merkel. Ésta se está posicionando y señalándole a su contraparte estadounidense que los problemas de Europa son de Europa y las cuestiones relativas a ese continente los resuelven los europeos. Le está poniendo a Trump, desde el principio, un dique a sus dimes y diretes.
Ante las recientes declaraciones del nuevo presidente de Estados Unidos de establecer su embajada en Jerusalén, el presidente de China, Xi Jinping, apela al mundo a que se establezca la capital Palestina en el este de Jerusalén. China si sabe jugar el ajedrez internacional para enfrentar a Israel y a Estados Unidos. China como segunda potencia económica mundial está percibiendo una gran oportunidad para ocupar el vacío de poder que estaría dejando Estados Unidos en varias partes del mundo con su nueva política “recesionista y aislacionista” de supuesta autarquía, de anti libre comercio y antiglobalización inherente al mismo sistema capitalista mundial de hoy en día. Es un momento histórico muy interesante en virtud de que la estrategia de China, ratificada con esos planteamientos y anunciada en Davos, Suiza en enero del 2017, de asumir su papel a favor del libre comercio y de la globalización como “potencia responsable” no es otra cosa más que actuar desde la posición política y económica que tiene como segunda potencia económica. Lo anterior significa que asume bien su papel y ocupa las grietas del poder que ha ido dejando y está por dejar Estados Unidos. China desafía de entrada al gobierno de Trump.
Esto es Realpolitik tomada con decisión y determinación para enfrentar a los populistas nacionalistas trasnochados. El presidente chino sí está sabiendo manejar sus piezas del ajedrez internacional. No le va a dejar pasar a Trump ninguna oportunidad. Será una política de “tit for tat” muy al estilo del arte de la guerra chino. China actúa y actuará con golpes contundentes: a cada acción corresponde una reacción. Eso será la política de China frente Estados Unidos.
Vemos que el defecto de la democracia es su adicción a la demagogia. Muy aplicable a la situación que se está viviendo Estados Unidos y en muchos países en la Unión Europea, en América Latina y en el mundo en general. En consecuencia no debemos espantarnos ante la presente etapa que enfrenta el mundo, donde la única certidumbre es la incertidumbre, pues se está dando una nueva configuración del poder internacional como se dio en múltiples ocasiones en el pasado.
En ese tenor, antes de continuar, y con el propósito de entender el período de cambio que estamos enfrentando, quisiera señalar brevemente que en el pasado se dio una situación similar durante el imperio romano entre el 27 a.C. y el 476 d.C. Había reglas impuestas por el imperio romano, normas a cumplir que mal que bien se cumplieron y acataron por casi 500 años. Era un imperio, ahora le llamamos elegantemente hegemonía. Sin embargo, el poder absoluto de Roma, capital del Imperio, se fue debilitando con el tiempo. Cae el imperio romano y viene un desorden internacional, se generaron convulsiones, nuevas economías, rebeliones, nuevas religiones, nuevas conquistas de territorios, nuevos actores políticos y conflictos sociales, etc. Todo ello dio origen a un nueva época de incertidumbre y cambio.
Esta situación persistió del año 476 hasta 1648, pero con la firma de los dos tratados denominados o mejor conocidos como la Paz de Westfalia, se puso fin a múltiples guerras y a la conocida como la Guerra de los Treinta Años. Los dos tratados de paz de Osnabrück y Münster, firmados el 15 de mayo y 24 de octubre de 1648, transformaron la geopolítica europea del siglo XVII, que dio pauta a un nuevo orden mundial integrado principalmente por principados y reinados. Toda esta etapa estuvo gobernada por una norma, conocida como el derecho divino de Los Reyes. Este periodo se caracterizó por ser un sistema jerárquico donde el monarca gobernaba y sólo rendía cuenta a Dios. Este período duró hasta 1814-1815, en virtud de que en los años previos fue surgiendo la idea liberal-republicana hasta consolidarse con la revolución francesa de 1789 que convulsionó al “ancien régime” o viejo orden mundial. Más tarde Napoleón Bonaparte atentó contra los reinados y dio pauta a que estos se uniesen creando alianzas. Alianzas que no pudieron detener el nuevo orden mundial de la época que dio origen a la expansión de los Estados republicanos y que con el tiempo permitieron la consolidación de las naciones que hoy conocemos como países. Los monarcas trataron de detener, sin éxito, las ideas revolucionarias en plena expansión con los Congresos de Viena (1814-15), Aix-la-Chapelle (1818), Aquisgrán (1818), etc.
La formación de los nuevos Estados nación, unos republicanos y otros con limitaciones al monarca generó una estabilidad que duraría 100 años es decir hasta 1914. En estas fechas surgieron los nacionalismos en extremo dando origen a la Primera Guerra Mundial o Gran Guerra y al final de ésta se dio una paz precaria. Está como su nombre lo indica fue inestable y dio pauta a la Segunda Guerra Mundial que comenzó en 1939 y terminó en 1945. Al término de la Segunda Guerra Mundial dos potencias salieron ganadoras EE.UU. y la URSS cada una con ideologías antagónicas: el capitalismo y el socialismo que dieron pauta a la confrontación conocida como la Guerra Fría. Se creó un nuevo orden mundial con Estados Unidos a la cabeza del sistema capitalista, se construyeron instituciones como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial etc. En conjunto se estableció un nuevo sistema de normas mundiales.
Con la caída del Muro de Berlín en 1989 y la desintegración de la URSS en 1991 se fue gestando un Nuevo Orden Mundial que estamos viviendo en la actualidad. Esa es la nítida realidad de hoy en día.
A la derrota del sistema socialista Estados Unidos se convirtió en una hiper potencia entre el 2000 y el 2005 hasta que la URSS regresó a la palestra internacional después de haber sufrido su desintegración en 1991. Retornó como Rusia y como gran potencia en 2008. No hay que olvidar también que en todas esas decenas de años surgieron nuevas potencias hegemónicas, políticas, económicas, militares como China Japón, la Unión Europea y los países emergentes como Brasil, India, Corea etc. Hoy en día, estamos viviendo un profundo cambio, un ajuste de la arquitectura internacional donde nuevos actores están surgiendo política, económicamente a nivel mundial, al igual que nuevas organizaciones no gubernamentales, instituciones financieras, económicas y nuevos países el particular de África que se fueron independizando a partir de la década de los años 1960.
Las normas y reglas que se establecieron después de la Segunda Guerra Mundial unas siguen vigentes y otras no debido al reajuste político internacional. Antes era la lucha geopolítica, hoy es la lucha geoeconómica. Ya no es la conquista territorial pura ahora es la conquista de los nichos de mercado internacionales, en virtud de que vivimos un mundo global plenamente capitalista. China está reajustando su fuerza política, económica, militar y está lentamente desplazando el lugar que ocupaba antes Estados Unidos. Por su parte, Estados Unidos está tratando de reencontrar y reafirmar su hegemonía en virtud de que se distrajo con guerras en Medio Oriente y Norte de África, mientras China se consolidaba en Asia, África y América Latina desde el punto de vista económico. Esto es, estamos viendo que en este proceso de transición la era Trump busca reafirmar su hegemonía y los espacios perdidos con mecanismo equivocados y que la misma realidad económica-política contemporánea le hará pagar un costo.
Vivimos, hoy, en un sistema capitalista de carácter global con todo lo que trae consigo conflictos en los mercados, lucha por mantener una competitividad e intercambios desiguales. Lo que es un hecho real estamos viviendo el desplazamiento de la hegemonía estadounidense por otra, la China. De ahí la actitud de Trump ante esta situación. Reitero, es la búsqueda de la reafirmación hegemónica de los espacios perdidos. Y China que ha estado cosechando positivamente lo que sembró en los años sesentas.
Hace cinco años Estados Unidos se dio cuenta de esta situación y junto con Nueva Zelandia crearon inicialmente el Trans Pacific Partnership (TPP) para contener geoeconómicamente a China. Esto sería un muro de contención aparentemente económico. Pero paradójicamente Trump acaba de retirarse del TPP. Esta es una grave contradicción. Cómo quiere contener a China sin una estrategia al respecto. Es claro que el Estados Unidos de Trump no entiende lo que está pasando en el mundo. El magnate no entiende el grado de integración que se ha dado en América del Norte con el TLCAN y con la relación comercial entre Estados Unidos y China producto de la globalización que el mismo EE.UU. impulso a su conveniencia.
China tiene elementos de negociación poco conocidos pues casi 40% de los bonos del tesoro de Estados Unidos están en manos del capital chino. China ha invertido más de 110,000 millones de dólares en el sector inmobiliario en EE.UU. No va ser fácil que Estados Unidos le imponga decisiones a China. China va a dar una respuesta firme y contundente ya que está a favor del libre comercio y de la globalización. Además, se asume como potencia responsable ante la situación prevaleciente en el mundo haciendo referencia el posicionamiento de Trump al respecto. China está convencida de la globalización en serio. Estados Unidos está en una reafirmación hegemónica equivocada.
China sobrepasó económicamente a Estados Unidos, de acuerdo al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial en 2014. La sobrepasó en 1%, pero con los movimientos inmobiliarios equivocados y con los conflictos financieros tóxicos internos de China ésta descendió nuevamente a ser la segunda economía mundial. Pero en el 2020, la economía china sobrepasará en un 25% a la economía de Estados Unidos. Si no entendemos esto estamos perdidos. El 16 enero de 2017, el Fondo Monetario Internacional publicó que la zona económica de América Latina va a crecer 1.2 en 2017, Estados Unidos va a crecer 2.3 en tanto los países emergentes y asiáticos van a crecer 6.4
Todo ello nos debe llevar a entender que el crecimiento y desarrollo económico en la región asiática es primordial y motor del desarrollo económico en el mundo actual. Por ello, debemos enfocarnos hacia esa área. Tenemos que dejar de estar nor-tea-dos y dejar de ser des-orien-tados. Tenemos que orientarnos con una firme y determinante estrategia hacia las nuevas áreas del desarrollo mundial.
En suma, la nueva configuración del poder internacional no es más que este nuevo periodo mundial que estamos viviendo y que se ha estado construyendo a partir del término de la Guerra Fría, con cambios dramáticos en las concepciones geopolíticas y geoeconómicas en la búsqueda de un nuevo ajuste del equilibrio de nuevos Estados, poderes militares, politicos, económicos, de coordinación, cooperación o confrontación entre las grandes potencias existentes ,donde Estados Unidos, Rusia y China han jugado un papel fundamental. Es claro que en esta nueva era de configuración del poder internacional esas potencias tienen un carácter de líderes globales.
Conquista geoeconómica
Hoy ya no es una conquista netamente geopolítica, de conquista de territorios o de posicionamiento en ellos, más bien es una lucha de conquista geoeconómica de lucha por nichos enormes de mercados. Estados Unidos a nivel mundial ya no puede imponer todo o de hacer lo que quiera como en el pasado, lo han aceptado presidentes como Clinton, Bush y Obama. Requiere de aliados. Trump quiere regresar al pasado mismo que no es reversible. Según él busca reconquistar y rediseñar la hegemonía perdida. No alcanza a darse cuenta que hay nuevos Estados, actores políticos, económicos, financieros, religiosos, ONG´s, etc. que ayudan o están balanceando este nuevo orden mundial en gestación con nuevas reglas o ideas de cambio donde aparentemente se percibe un desorden mundial caótico.
Ante esta situación, Moisés Garduño señala que “la desinformación, el miedo, la apatía, el conformismo, el no atrevimiento a mirar hacia otros lados del mundo, y el racismo nos detienen como sociedad”. Es momento de vencer el miedo a las amenazas y chantajes del presidente Donald Trump y ver nuestras propias capacidades, no temer a la deuda y volver la mirada hacia América Latina, Asia y África. En México necesitamos recuperar nuestra propia capacidad de inversión y crecimiento, el gobierno debe gastar más, incluso con deuda, con déficit. Como diría Eugenia Correa “llevamos 20 años haciendo ajustes presupuestales privatizando y ese modelo no resulta en términos de crecimiento, seguimos estancados. Para crecer debemos gastar más, y los empresarios nacionales deberán mirar hacia América Latina”. Es momento de definiciones claras, los mexicanos necesitamos un gobierno capaz de tener esa posición fuerte, no sólo frente a Trump, sino de crear un camino propio de desarrollo.
Ahora es el momento preciso para cambiar nuestro modelo de desarrollo y diversificarnos verdaderamente y que correspondan las palabras a los hechos y los hechos a las palabras. En los últimos cinco sexenios se ha hablado de la diversificación y realmente el patrón de dependencia comercial con Estados Unidos se ha mantenido entre 70 y 80%.
No hemos hecho nada al respecto seguimos concentrando nuestra relación comercial prácticamente con Estados Unidos. Hay que cambiar la mentalidad del Estado, del gobierno, de la sociedad civil y en particular en los empresarios quitarles el bulbo, tirar la batería y ponerles un chip para que se les de una nueva forma de pensar y busquen verdaderamente la diversificación del comercio mexicano. Utilizar la nanotecnología mental existente hoy en día para enfrentar estas nuevas realidades.
México tiene elementos para ser fuerte, no debemos tener miedo a la deuda, debemos generar unidad y consensos nacionales, respeto interno a los derechos humanos, lucha contra la impunidad y la corrupción, una mayor legitimidad y distribución de la riqueza todo ello para fortalecernos frente a EE.UU. en el proceso histórico de negociación que se avecina. Estados Unidos y China están endeudados, en nuestro caso debemos saber manejar la deuda, no seguir con dispendios por todas partes. Se debe regresar la seguridad a la ciudadanía y, no menos importante, hacer énfasis en inversiones de carácter productivo en el campo, y de impulsar una política inteligente y propositiva con EE.UU., pero también con Canadá.
“El desconocimiento de Trump sobre cómo funcionan los flujos comerciales y de inversión en el mundo es el principal activo para demostrar que la competitividad de América del Norte depende fuertemente de la alta integración de las cadenas de valor. Además, México podría aprovechar la especialidad y competitividad que se tiene en varios sectores, para aprovechar su red de tratados de libre comercio que tiene firmado con gran parte de las regiones del mundo, y finalmente lograr diversificar sus exportaciones. No sólo eso, México tiene que buscar alternativas de importación en productos clave que normalmente traemos de EE.UU., tales como insumos industriales, productos agrícolas y de consumo, para tener argumentos de negociación y con ello neutralizar las amenazas a nuestras exportaciones”, como bien afirma al respecto la Dirección de Administración Integral de Riesgos y Análisis Económico. Lo que menos le conviene al país es entrar en una guerra comercial con el principal socio. Dada la estrecha relación existente entre México y EE.UU. se requiere una sólida estrategia con miras a la inevitable renegociación del Tratado de Libre Comercio. La negociación comercial con el gobierno de Donald Trump va a tomar tiempo por lo que la incertidumbre es inevitable y no va a acabar pronto, por eso es indispensable asegurar la estabilidad económica, consolidar la estrategia de negociación y apoyar al proceso y a los negociadores.
Debemos actuar a nivel bilateral y multilateral. Utilizar los mecanismos de solución de controversias existentes en el tratado de Libre Comercio mientras siga vigente. Y también llevar al centro de la Organización Mundial de Comercio en caso que se nos quisiera afectar en los diferentes rubros. Tenemos que actuar de manera unitaria para no salir afectados.
Ampliar alianzas
Se tiene que replantear el rumbo de desarrollo del país, diversificando sus exportaciones en otras regiones y hacer crecer el mercado interno. Se tiene que “redireccionar el destino de las exportaciones, así como alcanzar la consolidación fiscal en el equilibrio entre gastos, deuda e ingresos”. Y aprovechar, como lo dije anteriormente, la cuenca del Pacífico como un socio creciente en la economía nacional y tomar ventaja del distanciamiento entre Trump y Europa para crecer las exportaciones hacia ese continente.
Ante las amenazas de presidente de Estados Unidos, Donald Trump, México debe presentar una postura firme y buscar ampliar sus alianzas comerciales con otras regiones del planeta, pues de lo contrario el magnate terminará aplastándonos. México debe enfrentar el reto Trump con sus aliados de los 42 tratados comerciales que ha firmado. Sí tenemos con qué responder, pero debemos actuar coordinadamente Estado, Gobierno, empresarios, trabajadores, partidos políticos, comunidad religiosa, sociedad civil, y comunidad universitaria. Debemos negociar desde la fortaleza, a personajes como Trump se les habla desde la fortaleza, si se comienza desde la debilidad, él aplasta al opositor. Una forma de mostrar fortaleza es crear una alianza con la comunidad mexicana e hispana en los Estados Unidos, la cual tiene un poder de influencia menospreciado hasta el momento, pues ellos son 36 millones de personas que junto con el resto de la comunidad hispana de casi 20 millones tienen un poder adquisitivo de más de mil millones de dólares anuales.
En el mundo hay 20 muros
En el pasado, el hegemón económico fue Europa, hoy todavía es EE.UU., en el futuro será China. Por todo lo anterior tenemos que tener en cuenta, en esta coyuntura de negociación, el no confundir la coordinación con la subordinación como se entendió en México de manera equivocada en los pasados sexenios. El muro es un distractor. A los americanos hay que hablarles a los ojos, no tenerles miedo. En el mundo hay 20 muros, este es uno de ellos. Con muro y sin muro nuestra relación prevalecerá no hay que tenerles miedo. Nuestra tarea es modificar la distribución de la riqueza, por medio de un nuevo modelo de desarrollo, no es posible que el 1 % de la población siga detentando el 43 % de la riqueza nacional. Y todavía peor que 8 personas en el mundo detenten el 50% de la riqueza mundial. Algo está mal en el mundo. Los tiempos obscuros se acercan, sólo la fuerza de la razón hará que brille nuevamente la luz. Pero va a brillar si actuamos como sociedad organizada políticamente.
Con su lema América primero, América primero EE.UU. se enfrentará a la política exterior de otros países que saben profundamente que la política exterior es la suma de voluntades y de consultas sobre todo con los aliados. Es decir, Trump está partiendo de una visión equivocada ante la indudable reducción de la economía estadounidense en el mundo y los espacios que China ha ganado a nivel internacional. También tenemos que entender que antes la política en Estados Unidos, fuera demócrata o republicana, se hacia al centro para fortalecerse y unir fuerzas republicanas y democráticas. Hoy en día, estamos viendo la radicalización el gobierno hacia la derecha extrema. Sin lugar a dudas, esto llevara al gobierno de Trump a varias confrontaciones internas y externas. Trump no entiende que no entiende. Estados Unidos a nivel mundial ya no puede hacer lo que quiere, lo han aceptado presidentes como Carter, Clinton, Bush y Obama y por eso ha requerido de aliados. ¿Los tendrá? El proteccionismo al que se quiere regresar va contra el orden liberal, la base del sueño americano el libre comercio, la libertad de pensamiento etc.
Ante esta situación México debe tener una posición firme, seria pero en defensa del verdadero interés nacional. Debe generar consensos, respetando los derechos humanos internamente, luchando contra la impunidad, diseñando estrategias una verdadera distribución equitativa de la riqueza nacional y recuperar mercados internos. Además, debe de fortalecerse una visión consensual entre los partidos políticos y crear condiciones para asimilar los choques económicos, políticos y sociales internos y externos por venir. Esto lo hizo México en la época de la gran depresión. Se tienen que diseñar políticas económicas relativas a la importación y exportación en su conjunto y a las cadenas de valor que se generaron con el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Se debe de tener una visión estratégica multidimensional. Esto ante la plausible deconstrucción el Tratado de Libre Comercio.
Se tiene que hacer una verdadera política interior en México y exterior con una visión integral, en virtud de que la política exterior no es más que la continuación de la política interna. Y no tenerle miedo y hacer una verdadera política exterior defendiendo los intereses de México en Estados Unidos y además hacer política en Estados Unidos y como se hace dentro de Estados Unidos sin miedo alguno.
Se tiene que tener una visión global, como ejemplo hay 1 millón de tejanos que dependen del comercio que se desarrolla con México; otro caso significativo es el de Wisconsin que produce lácteos y que el grueso de ellos se exportan a México, hay que manejar eso en el proceso de negociación con los Estados Unidos. En ese sentido, el Canciller Luis VIdegaray resaltó que “el comercio entre México y Estados Unidos supera los mil 400 millones de dólares al día, esto es más de 500 mil millones de dólares en un año; que el comercio de California con México representa darle soporte a 566 mil empleos a través de exportaciones de California a México por 26 mil 800 millones de dólares; que Texas es nuestro principal socio comercial en la Unión Americana y tuvo un comercio con México en 2014 por 92 mil 500 millones de dólares de exportaciones texanas a nuestro país, esto significa más de 380 mil empleos tan sólo en el Estado de Texas; y que las inversiones que empresas mexicanas han realizado en Estados Unidos representan ya un acumulado de más de 18 mil millones de dólares”.
México tiene que hablar claro y de manera extensiva a la población americana y hacerle ver que México nos el causante de sus problemas y que, si lo es, la robotización quien ha desplazado la mano de obra.
Sin duda disminuirá la migración mexicana hacia Estados Unidos pero se incrementará la asiática, hay que hacer entenderles que el mayor defecto de la democracia es la demagogia. Y tenemos que estar atentos ya que el momento de crisis surgen salvadores y los pueblos van a la búsqueda de esos falsos salvadores.
En particular, la política hacia Estados Unidos debería ser la de aislar a las fuerzas anti mexicanas y trabajar a fondo con los aliados que tenemos dentro de EE.UU. Tenemos muchos aliados en Estados Unidos en el sector politico, económico, religioso, cultural etc. Ante esta situación tenemos que ser contundentes en la defensa de los derechos humanos de los mexicanos y su trato legal justo. Tenemos que reivindicar la relación México-Estados Unidos en un marco de frialdad emocional pero con una firmeza en la defensa de nuestra seguridad e intereses nacionales.
Estrategia multidimensional
Sin duda los grandes ejes de esta nueva relación son el comercio, la inversión, la seguridad, la migración, la lucha contra el lavado de dinero, el narcotráfico, el tráfico de armas. y las cuestiones energéticas. Por ello se requiere de una estrategia multidimensional en lo económico, en lo político, en lo social y en lo cultural. Tenemos que profundizar nuestra relación con los aliados al interior del Congreso Americano, tenemos que trabajar para regresar la relación a su óptimo nivel. No debemos concentrarnos exclusivamente en el Ejecutivo, sino en todas las esferas de gobierno Federal, estatal, municipal, en los niveles del poder judicial, con el sector educativo, religioso y por supuesto empresarial y financiero. Nuestra acción debe de ser contundente, determinante y sin confrontaciones actuando con inteligencia, diligencia y estrategia.
Este será un gran desafío para la diplomacia Mexicana en este siglo XXI. Pero también se debe tener una mente lúcida para no cometer errores como el de fomentar sentimientos anti gringos y todo lo que tenga que ver con lo antiamericano, porque estaríamos perdiendo la fuerza de nuestro objetivo y en el resarcimiento de una nueva relación con los EE.UU.
Por ello, no nos concentremos en el muro. Con muro o si muro la realidad es más compleja de lo que uno se imagina. Trump usa la cuestión del muro como un gran distractor. Se tiene que ver el bosque y no sólo el árbol. No caigamos en el juego del “aprendiz” y de sus provocaciones. Tenemos que ver la realidad en su totalidad y en su complejidad. Para obtener esto, sólo lo lograremos desde la perspectiva del análisis multidimensional. De entrada tenemos que aceptar que la noción de que “EE.UU. como una nación única, tolerante, diversa, abierta y llena de energía y de dinamismo" ha cambiado drásticamente y tenemos que lidiar con ello. Vemos en dicha nación con gran poder económico, político y militar, pero con una democracia desequilibrada, truncada , maltrecha, etc y con visos de una real plutocracia que no es otra cosa que el poder en los ricos y el gobierno de los ricos. Y que parafraseando a Mijail Gorbachov se podría decir que “quemaron toda la casa para encender un simple cigarrillo y así llegar al poder” con un alto costo político que está por verse a nivel mundial.
El gran académico, Paul Krugman sintetizó muy bien lo que acabo de destacar en las líneas anteriores cuando señala: “Todo esto deja clara una cosa, que la enfermedad de la política estadounidense no empezó con Donald Trump, como tampoco la enfermedad de la República Romana empezó con César. Los cimientos de la democracia hace décadas que se están erosionando, y nada garantiza que alguna vez sea posible restaurarlos. Pero si albergamos alguna esperanza de redención, tendremos que empezar por admitir lo mal que está la situación. La democracia estadounidense se encuentra al borde del abismo”.
Reitero, es claro que los tiempos obscuros se acercan, y que sólo la fuerza de la razón y de la acción bilateral y multilateral inteligente y con estrategia sólida hará que la luz brille otra vez. Albert Einstein tenía razón cuando decía: “El mundo no es peligroso por aquellos que lo dañan sino por aquellos que lo miran sin hacer nada al respecto”. Por todo ello, en los negociadores mexicanos estará la clave de nuestro destino para una exitosa renegociación del TLCAN y de todos los temas de la relación bilateral de México con EE.UU.: el comercio, la inversión, los energéticos, la seguridad fronteriza, el narcotráfico, la migración, el lavado de dinero, el respeto al envío de remesas, etc. Hay que tener una estrategia multidimensional bilateral y multilateral al respecto.
Aprovechemos la fuerza que nos da nuestra presencia en organismos multilaterales como la OMC, la OIT, la ONU, la OEA, la OMM, etc. para conjuntamente con muchos países que pudieran ser afectados por acciones de esa nueva administración, a nivel mundial presionar al gobierno de EE.UU. a que cumpla con sus obligaciones internacionales. Habría que profundizar la alianza con Canadá y desarrollar acciones y esfuerzos conjuntos frente al EE.UU..de la era Trump.
El problema está en qué ahora no hay liderazgos a nivel mundial a la altura de las circunstancias además vivimos en democracias sin demócratas. Aparte parece que se desconoce la historia. Es un periodo donde las piezas del gran ajedrez mundial están haciendo su juego para construir un nuevo sistema mundial u orden mundial.
Dependerá de las contrapartes frente a Estados Unidos si serán sumisas o no para lograr equilibrar la ecuación internacional. China y Rusia están preparándose y diseñando estrategias para posicionarse y dar solución a posibles problemas que están prontos a mostrarse. La pregunta fundamental es si se dará la coordinación de las grandes potencias o la confrontación: negociación o confrontación. Estamos en una fase donde se perciben los vestigios de la lucha del poder de Estados Unidos por mantenerse como país hegemónico, es la búsqueda de la reafirmación hegemónica de un tiempo y espacios perdidos en guerras inconclusas en África, Medio Oriente y otros países del orbe, además de los desgastes económicos, políticos y sociales internos. Es la reinvención de EE.UU. y la búsqueda del tiempo perdido como diría Marcel Proust y la búsqueda de supuestos culpables y chivos expiatorios de los problemas internos y externos en que se encuentra EE.UU., donde ha sido fácil encontrar como culpables a México, China etc. de la supuesta pérdida de poder económico de la nación estadounidense supuestamente heredada por el gobierno demócrata durante ocho años.
En esa tesitura, reitero es claro que China y Rusia se han insertado en las grietas unas profundas, como en Medio Oriente, en África, y Noreste y Sureste de Asia y otras leves que ha dejado Estados Unidos en el tablero internacional y que aún lo sigue haciendo y lo seguirá. Todo en política internacional se decide en un “quid pro quo” si se negocia con inteligencia. En el pasado se confundió la cooperación con la subordinación. En esta era de Trump es imprescindible nunca más confundir ambas categorías analíticas, porque Trump las vería como debilidad más que fortaleza.
La oscuridad se acerca, sólo la fuerza de las acciones y de la razón hará que la luz brille otra vez. Dependerá de las contrapartes si son sumisas o balancearán la ecuación internacional. La era Trump la podemos entender como la búsqueda de la reafirmación hegemónica Estados Unidos. Tal parece que este país apenas se dio cuenta que el mundo está sufriendo profundos cambios, estamos viviendo una nueva configuración del poder internacional donde se están reajustando y reequilibrando los intereses geopolíticos estratégicos y geoeconómicos para dar forma a una nueva arquitectura mundial internacional.
*Diplomático, internacionalista, analista político y escritor.
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