Jerusalén:Donald Trump cumple con el sionismo
Diego Pappalardo *
FINALMENTE, LA DECLARACIÓNde la ciudad de Jerusalén como capital del estado de Israel por parte de Donald Trump se hizo. El presidente norteamericano, en su discurso electoral 2016, había anunciado su intención de efectuar esa medida en caso de acceder a la Casa Blanca.
DICHO RECONOCIMIENTO era una promesa que les formuló oportunamente a los sectores de Benjamín Netanyahu, Sheldon Adelson, el liderazgo protestante-sionista, la Jabad Lubavitch y la base de votantes evangelistas de los Estados Unidos, en un contexto de compromiso entre diversos actores e intereses.
Algunos nexos y articuladores prominentes del arreglo entre Trump y esos grupos fueron el yerno de Trump, Jared Kushner, Jason Greenblatt, Pat y Gordon Robertson, el rabino Levi Shemtov y el vicepresidente Mike Pence.
Con meses de retraso
Lo que oficialmente el presidente Trump declaró el 6 de diciembre, debió haberse producido meses atrás, tal y como se desprende de algunos datos. Después de la gira presidencial de Trump por Medio Oriente, la oficina del primer ministro israelí, Netanyahu, emitió el siguiente comunicado: “A pesar de que Israel está decepcionado de que la embajada no se mueva en este momento, apreciamos la expresión de hoy de la amistad del presidente Trump con Israel y su compromiso de trasladar la embajada en el futuro”.
Por entonces, Bibi Netanyahu recibía serias advertencias de sus aliados de la derecha israelí para influir en la persona de Trump, para que el estadounidense no cambiase de opinión respecto de la idea de la ciudad vieja como capital del Estado de Israel. A poco de anunciarse la disposición de Trump, uno de los halcones, Naftalí Bennett, se deshizo en elogios y en agradecimientos para el presidente de los Estados Unidos.
En un artículo del periódico Las Vegas Review-Journal, cuyo propietario, desde diciembre de 2015, es el magnate de casinos Sheldon Adelson, la periodista Debra Saunders, corresponsal del medio en la Casa Blanca, apuntaba en el mes de Octubre: “Según los informes, los Adelson se han sentido decepcionados por el hecho de que Trump no hayacumplido la promesa de campaña de trasladar la Embajada de los EE. UU. a Jerusalén en su primer día en el cargo”.
El sentimiento de decepción también lo tenían los activistas del cristianismo-sionista. Penny Nance, directora ejecutiva de Concerned Women for America, lanzó la subsiguiente declaración de su colectivo: “Los miembros de CWA están muy decepcionados de que el presidente haya elegido firmar la exención en contradicción directa con su promesa de campaña de trasladar la embajada de EE. UU. a Jerusalén. Israel es el único país en el mundo que no tiene la Embajada de los Estados Unidos en su propia capital designada. Es una anomalía injusta. El ochenta y uno por ciento de los evangélicos votó por el presidente Trump, y la gran mayoría también apoya la Ley de la Embajada de Jerusalén. En diciembre, una vez más le pediremos al presidente que mantenga su palabra cuando expire esta exención”.
Honrar a un aliado
La red de líderes cristianos estadounidenses para Israel (ACLI), en el mes de mayo, le recordaba a Trump que “La plataforma oficial 2016 de la Convención Nacional Republicana afirmó correctamente: ‘reconocemos a Jerusalén como la capital eterna e indivisible del Estado Judío y pedimos que la embajada estadounidense sea trasladada allí en cumplimiento de la ley de los Estados Unidos’”, por consiguiente, “Estados Unidos honrará a su aliado más fuerte y único verdadero que tiene en el Medio Oriente al respetar su ciudad capital, Jerusalén, e inmediatamente mover para allí a la Embajada de Estados Unidos La aplicación de la Ley de la Embajada de Jerusalén de 1995 no debe demorarse ni supeditarse a ningún futuro acuerdo de paz”.
En ese mensaje, la comunidad protestante adscripta a los intereses de Israel mencionó que el 23 de octubre de 1995, el Congreso aprobó la ley de la embajada de Jerusalén, reconociendo a la bíblica e histórica ciudad como la capital del Estado sionista. En la disposición legislativa se estipuló que la embajada debía trasladarse a Jerusalén el 31 de mayo de 1999. En la oportunidad, el Senado aprobó ello con 93 votos a favor y cinco en contra, mientras que, en la Cámara de Representantes, el proyecto de ley se impuso por 374 votos, frente a 37 que se inclinó por la negativa. Lo que resolvieron ambas Cámaras, las administraciones de Clinton, Bush y Obama no lo llevaron a la práctica, pese a que demostraron ser aliadas de los intereses generales del sionismo.
En países del centro del capitalismo, como es el caso de los Estados Unidos, todo sujeto que busque tener una carrera exitosa en la arena política debe disponer de suculentas sumas de dinero, la aquiescencia de los círculos de influencia y el apalancamiento de diferentes escalones de poder. Perfectos conocedores de ello, los referentes del lobbypro israelí, despliegan sus paraguas monetarios, académicos, partitocráticos y mediáticos para todos aquellos que por ambición ególatra y economicista sueñan con ser presidentes, legisladores, gobernadores y alcaldes. De este modo, a los propietarios del gran capital, como Adelson, no les resulta imposible obtener resoluciones y aprobaciones político-institucionales para utilidad propia y/o facciosa.
Debido a ello, a principios del último mes de junio, el Senado de los EstadosUnidos aprobó una resolución unánime en la que se pedía al presidente Donald Trump el traslado de la embajada a la ciudad milenaria antes referida.
Como indica la prensa mundial, hasta el momento, solamente el gobierno central de la República Checa es la única administración estadual nacional que acompaña la orden de Trump. Algunas autoridades nacionales ya están pensando en trasladar sus representaciones diplomáticas a Jerusalén. Por ejemplo, el presidente filipino, Rodrigo Duterte, envió un mensaje en ese sentido a Tel Aviv y se espera que pronto, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, socio estratégico de Netanyahu en Europa Central, haga lo mismo.
Fuentes israelíes confían en que más estados emularán el accionar del presidente estadounidense. Para ello seducirán y presionarán de mil maneras, ya que muchos gobernantes de países que respetan la identidad y los intereses del sionismo internacional declararon su malestar y su oposición.
De hecho, algunos de ellos, inmersos en la arquitectura global de George Soros, enunciaron enfáticamente que harán todo lo necesario para acortar las consecuencias de la disposición trumpiana. También en esta cuestión, se desarrolla la puja entre la agenda de la derecha israelí y la planificación de la izquierda global israelí. Innegablemente, Trump eligió jugar en el primer bando.
Oposición retórica
El mundo musulmán se adelantó condenando la estrategia de Trump, pero el desacuerdo público de Arabia Saudita y Egipto es retórico. Arabia Saudita es aliada del tándem Netanyahu-Kushner ya que, según Komi Michael, investigador del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Israel, “Arabia Saudita se ha dado cuenta de que su apoyo al proceso de paz palestino se ha convertido en una carga y que hay problemas de mayor importancia estratégica”.
Por su parte, Egipto está geopolíticamente muy próximo a Arabia Saudita, Israel y Estados Unidos. Jordania está cada vez más debilitada y su rey, Abdullah, ya no recibiría el suministro financiero de Riad y por eso intenta buscar ayuda en Erdogan.
Ante ello, los equilibrios de Turquía e Irán, quienes demostraron ser más sinceros y enérgicos en el repudio de la peregrina idea defendida por Trump, adquieren mayor relevancia en el terreno palestino, ya que el pueblo de Palestina, en términos militares y económicos, es débil frente a la fuerza sionista.
Por el lado de Moscú, el Kremlin volvió a sostener su enfoque de aceptar como capital de Israel a la zona occidental de Jerusalén.
De no mediar inconvenientes, el gobierno de Estados Unidos anunciaría, entre febrero y marzo de 2018, su plan político para la Autoridad Palestina y se cree que contaría con la aprobación de algunos estamentos de dicho organismo.
Con el fomento en el plano internacional de Jerusalén como capital de Israel, Trump cumple con compromisos pautados, a la vez que frenará el impeachment en su contra.
También está muy convencido que alcanzará a receptar una mayor disponibilidad de masa monetaria para volcarla en la economía y la infraestructura de su país, aumentará la posibilidad de introducir a su yerno en mejores niveles de poderes mundiales, retardará la islamización sistemática, la mengua de la raza blanca y el declive general de los Estados Unidos y que participará con notoria relevancia de la ofensiva que harán los propietarios de casinos y de bienes raíces contra determinados sectores de Wall Street.
El 2018 no será un año cualquiera y el presidente de los Estados Unidos se propuso que sea el año del trumponomics. Mientras tanto, seguirán el caos y el desorden en el Medio Oriente, ya que la Administración Trump está cometiendo serios desaciertos como el paso dado el pasado 6 de diciembre.
A partir de ahora, Israel tendrá dos ciudades capitales reconocidas por la institucionalidad estadounidense: Washington DC -capital política de facto desde el asesinato de Kennedy- y Jerusalén.
(*) Analista argentino. Director de Consultora Universum.
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