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Edición 368

 PORTADA16

APUNTE

De esta política y este mundo

Jorge Guillermo Cano

  • Las ambiciones terrenales
  • Con el que sea: el sistema gana
  • El oportunismo que priva
  • En Davos, la fiesta del dinero
  • Esto no puede seguir así

CULIACÁN DEL CAOS VIAL, LOS BACHES Y LOS TOPES, SINALOA. Todavía con ventaja evidente (pero que ha tenido mermas, aunque aún no mueva su clara posición delantera) Andrés Manuel López Obrador parece estar más ocupado en estructurar lo que sería su gobierno, tejiendo alianzas que en estricto, salvo contados casos, no toman distancia de la contra natura panrediana y anexos.

CON UN PRAGMATISMO que coloca el fin sobre los medios (así sea la real politik la divisa, casi única, que opera) AMLO transita a las incongruencias con su discurso original y da pie a críticas incluso de fieles seguidores de su causa.

Los oportunismos están presentes, sin sombra de duda, en la gran mayoría de sus últimos adherentes y las opiniones contrarias y críticas, que debieran ser sustento de correcciones o, al menos, insumos de la necesaria evaluación, son descalificadas sin más.

La descalificación no es argumento

Cualquier análisis desprejuiciado se sataniza y sus autores se descalifican no con argumentos sino con ofensas, diatribas y hasta calumnias (¿será el caso de este?). Flaco favor se le hace, de esa manera, a quien sigue siendo esperanza de cambios, así sean relativos, pues a como están las cosas en el país cualquier atisbo de mejora recibe indubitablemente apoyo más que entusiasta.

Han llegado los apoyos (aparte de los personajes perredianos que saltaron por la borda del barco que hundieron y se enfilan al bote salvavidas de su permanencia en el presupuesto) del yerno y el nieto de la señora Gordillo.

Además, una senadora panista, Gabriela Cuevas; Alfonso Durazo, Lino Korrodi, Alfonso Romo y el futbolista Cuauhtémoc Blanco (que es “el más calificado para la gubernatura de Morelos, dice Andrés Manuel) sólo por citar a los de mayor impacto mediático.

Que lo primero es ganar ¿y?           

Andrés Manuel López Obrador seguramente está consciente de que las mudanzas, tanto de sus antiguos compañeros en el PRD que presidió (pero que ahí siguieron hasta que la debacle los hizo huir, literalmente) como de los conversos de última hora (habrá más) tienen como referente a la vista el oportunismo y la búsqueda de acomodos en primer lugar.

Dado que el fin es lo que importa, no parece haber problema y son bien recibidos en el morenismo que, apenas unos meses antes, los repelía con sobrada razón. Está por verse si los tránsfugas realmente significarán ganancia electoral o, al contrario, una merma.

Por su parte, los dueños del dinero en este país se aprestan a optar por la opción más rentable y en el caso de AMLO saben bien que, aunque no les garantizara los privilegios de que gozan, tampoco es un riesgo para la permanencia de un sistema inequitativo e injusto, el problema de fondo en México.

En estricto, las propuestas de AMLO, aunque son más recuperables que las de sus oponentes, atienden a la forma y no al fondo del problema mexicano. Ninguno de los pretensos plantea modificar sustantivamente ese sistema.

Con el oportunismo en ristre

Como sea, es claro que la figura de AMLO sigue siendo la más atractiva y políticamente poderosa en el México de hoy, cuyas mayorías son explotadas y sufren cotidianamente los excesos de la corrupción, la impunidad y la ineficacia del Estado, pero ese no es el motor que mueve a múltiples actores que van y seguirán llegando.

Lo que en realidad explica el éxodo de un lado a otro es la condición de una clase política dispuesta a venderse al mejor postor, su grave deterioro ético y la ausencia de principios y valores.

No es que, de un momento a otro, se vuelvan buenos y decentes, sino la ambición y el evitar la desgracia de quedar fuera del presupuesto que sea. Habrá garbanzos de a libra, toda regla tiene su excepción, pero el contexto general es el descrito.

Por otra parte (es de sentido común, pero esa “clase” parece no tener memoria) la defección se repite y mañana puede ser al revés. En muchos de esos casos, lo es esta vez.

Como sea, AMLO porta una suerte de blindaje que lo hace invulnerable al costo político de notorios despropósitos. Que conserve su ventaja hasta el día de los comicios es el reto y para eso el tabasqueño tendrá que hacer varias correcciones.

Meade, a contracorriente

Aurelio Nuño y Enrique Ochoa Reza, dos de los múltiples errores de Enrique Peña Nieto, son un lastre en la campaña de José Antonio Meade que, en efecto, no logra prender en el ánimo de los mexicanos y se mueve en un contexto de incertidumbres.

La inconformidad de los priistas consuetudinarios es manifiesta, pues se sienten desplazados injustamente por el círculo interno del presidente Peña, que está metiendo mano hasta en los escenarios locales. 

La herencia del peñismo difícilmente podrá ser superada por Meade, pues nadie duda de que sea fiel representante del aparato en el poder, ni cree en su etiqueta de “independiente”.

De poco le ha servido a Meade presentar su propuesta “frente a la corrupción y la impunidad” (que hemos llamado aquí los reales jinetes apocalípticos de México) con un “plan de acción inmediata” que enviará al Congreso por conducto de diputados del PRI, del Verde y Nueva Alianza.

Empezar por lo convincente

Los elementos de la iniciativa no son despreciables: Confiscar todo el dinero y bienes de los corruptos, tanto los que estén a su nombre como aquellos donde se ostenten como propietarios (prestanombres) y con esos recursos instituir un fondo nacional de becas para niñas, niños y mujeres.

Además, castigar con pena máxima de cárcel a los culpables de corrupción y mandatar la  certificación patrimonial obligatoria, para todos los funcionarios, mediante una instancia que avale “la coherencia entre sus bienes y los ingresos que perciben”.

Pero, como dice Enrique Galván Ochoa (La Jornada: 25/01/18) más convincente sería que se nombrara “un fiscal verdaderamente independiente del presidente y del procurador”, que esté supeditado únicamente “a la ley y al pueblo”, y que las declaraciones patrimoniales de los funcionarios fueran en realidad públicas, sin restricción alguna.

La celebración del capital

Mientras los dueños del dinero en el mundo y sus epígonos hacían su fiesta anual en la ciudad turística de Davos, Suiza, la organización humanitaria Oxfam reiteraba que la desigualdad en el ingreso siguió imparable en el año que recién terminó.

Tan sólo ocho “empresarios” (el eufemismo para la discutible legalidad de los negociantes de “cuello blanco”) y todos varones, “poseen una riqueza que equivale al ingreso de tres mil 600 millones de personas, la mitad más pobre de la humanidad”, revelaba Oxfam a propósito del llamado “Foro Económico Mundial”, al que también asisten presidentes y asesores a modo del gran capital. Trump estuvo ahí, por primera vez.

El hecho es que si hay crecimiento económico únicamente sirve para engordar la bolsa de los potentados que, a un nivel enfermizo, siguen concentrando el producto del trabajo mundial.

Pero va a tocar fondo

En este mundo de la postverdad, “el uno por ciento más rico de la población posee más que el restante 99 por ciento. Esa minoría registró además 82 por ciento del crecimiento patrimonial global el año pasado y la lista de multimillonarios aumentó más que nunca entre 2016 y 2017”.

Las estimaciones de Oxfam tienen como base al banco Credit Suisse y a la revista estadunidense Forbes, la del amarillismo bien vestido.

De los más ricos, hay mil 810 que tienen, cada uno, más de mil millones de dólares estadunidenses y en conjunto poseen la misma cantidad que recibe el 70 por ciento de la población más pobre de la humanidad.

Si la tendencia continúa, lo que parece no tener remedio a la vista, en poco más de dos décadas ya habrá billonarios en el mundo, que llegarían a tener más que el producto interno bruto de países como España, ya no se diga México.

Eso no puede seguir, no es sostenible, tocará fondo y lo que pueda suceder es impredecible, advierten los pocos pensadores europeos y estadounidenses que expresan una realidad que está a la vista.

La terrible disparidad tercermundista

América Latina no se queda atrás y la riqueza de sus multimillonarios aumentó  en 155 mil millones de dólares el año pasado. Con esa cantidad se podría acabar “casi dos veces con toda la pobreza monetaria por un año en la región”.

En Davos, a contrapelo de las fiestas del dinero, también se hicieron presentes los activistas anti globalización y los críticos más radicales de eso que se denomina “libre empresa”, la misma que deja chiquitos, casi irrelevantes, a los grandes narcotraficantes del mundo en lo que a tener dinero se refiere.

Y en un mar de confusiones y de males que los gobiernos del mundo no se atreven a  enfrentar, los más “liberales” de los foristas defienden a la globalización y hasta portan mérito contestatario por sus críticas al proteccionismo trumpiano, por ejemplo.

La cuestión es que no son ni tirios ni troyanos los que de veras representen opciones viables para paliar siquiera la miseria mundial.

Así, se da la paradoja de que gobiernos como el mexicano defienden la globalización y de esa manera confluyen con Trump.

Tamborazos

-Sigue la inefable GNP de los Bailleres rehuyendo su responsabilidad en el caso del siniestro número 62992342, ocurrido en la ciudad de Culiacán el 19 de agosto de 2016, “cuando ni siquiera pagó la grúa para llevar el carro al taller”, se nos informa. Para eso cuentan con la complicidad de condusefes, profecos y juzgados.

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