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Edición 375

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21 años de guerra a la delincuencia organizada dejan en México más víctimas que 60 años de guerra civil en Colombia

Herencia de muerte

Jorge Santa Cruz (*)

(Exclusivo para VOCES DEL PERIODISTA)

La cifra es de espanto, de no creerse: de 1997 a julio de 2018 se cometieron en el país más de 350 mil asesinatos dolosos.

ESTE DATO EVIDENCIA EL FRACASO de la estrategia de seguridad aplicada desde Ernesto Zedillo hasta Enrique Peña Nieto.

La línea dura se privilegió sobre la prevención.

POCO SE HIZO para prevenir que los cárteles de las drogas capturaran con sus venenos la voluntad y la salud de miles y miles de niños, jóvenes, adultos y ancianos. Se les permitió, además, infiltrarse en los más altos niveles de la política, la seguridad nacional y la economía.

Con el lema de evitar la “colombianización” de México, se desató una guerra no convencional que, a la larga, habría de desgastar a nuestras Fuerzas Armadas y, lo más grave, de supeditar nuestra doctrina de seguridad nacional a los dictados venidos desde Washington, vía la integración de nuestro país al Comando Norte de los Estados Unidos y a la Iniciativa Mérida.

Por ello, no sorprendió que el presidente Enrique Peña Nieto haya reconocido el pasado 29 de agosto -mediante un video difundido a través de su cuenta de Twitter, que fracasó en el combate a la delincuencia organizada.

En efecto, tres días antes de enviar su sexto y último informe de gobierno a la nueva legislatura, la LXIV, el todavía jefe del Ejecutivo Federal dijo que a pesar de que en los primeros años de su administración se redujeron los índices de criminalidad, “lamentablemente, al cierre del sexenio, se registra un repunte en los niveles delictivos, por lo que no se ha alcanzado el objetivo de darle a los mexicanos, paz y tranquilidad”.

Pero el fracaso no sólo se le debe atribuir a él. También, a sus antecesores. Por lo menos, hasta Ernesto Zedillo Ponce de León quien ordenó -y hay que reconocerlo- que se llevara a cabo un conteo de los delitos de alto impacto, a partir de 1997. El culpable es el modelo que ni Peña, ni Calderón, ni Fox, ni Zedillo, se atrevieron a cuestionar y, menos, a modificar.

Evidentemente, Peña Nieto tiene razón. A la fecha de entrega de este material (29 de agosto), el mes de julio de 2018 fue el más violento en el país, no sólo de la gestión de Peña Nieto, sino desde mayo de 1997. En julio pasado, fueron denunciados 2 mil 599 homicidios dolosos. En mayo de 1997, 2 mil 535.

Debe resaltarse, además, que el 2017 cerró con 31 mil 174 homicidios, lo que lo convirtió en el más violento de los 21 años recientes.

México y Colombia

Apenas hace un mes, el 2 de agosto pasado, Voces del Periodista Diario informaba -con base en un despacho de Notimex (https://bit.ly/2wpwxqe)-, que “La guerra en Colombia dejó 262 mil 197 muertos entre 1958 y junio del 2018, de los cuales más de 130 mil 891 fueron víctimas de grupos paramilitares de extrema derecha, 86 mil 563 de la guerrilla, 13 mil 801 de agentes del Estado y más de nueve mil, de grupos armados sin identificar, según un informe oficial”.

De las 262 mil 197 víctimas mortales, más de 215 mil fueron civiles y 46 mil 813, combatientes de los diferentes actores armados enfrentados en el conflicto: paramilitares, guerrillas, agentes del Estado.

Las cifras forman parte “de las principales conclusiones del Observatorio de Memoria y Conflicto, del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), que documentó los hechos ocurridos en el conflicto armado colombiano entre 1958 y julio del 2018”.

El ejercicio matemático es contundente: en menos de 21 años (de 1997 a julio de 2018), la guerra contra el narcotráfico en México dejó 93,978 muertos más que 60 años de conflicto armado intestino en Colombia.

La dramática realidad de México supera, pero con mucho, a la de Colombia.

Las causas

Ya se dijo que a los gobiernos neoliberales les resultó más fácil mandar a los soldados a la guerra contra los cárteles de la delincuencia organizada, que dar trabajo digno a la población, dar forma a un verdadero modelo educativo y prevenir las adicciones tanto en los hogares, como en las escuelas, los lugares de trabajo y los centros comunitarios.

También, que dejaron infiltrar a la delincuencia organizada hasta las cúpulas de los poderes político, económico y policíaco.

Es de sobra sabido, por lo demás, que la fuerte demanda de drogas del mercado estadounidense influye en lo que pasa aquí.

Queremos mencionar, a todo lo anterior, el problema de las armas. Voces del Periodista Diario replicó, el 4 de marzo de 2018 (https://bit.ly/2PTFxfA),un artículo de Eva Golinger titulado “Los Estados Unidos de Armas”. En la parte medular de dicho trabajo, la abogada y periodista expuso lo siguiente:

  • Hay más de 300 millones de armas en Estados Unidos que han comprado personas, según datos oficiales. Eso significa que hay al menos un arma por persona –adultos y niños– en el país. Claro, todos no poseemos armas. De hecho, es una minoría de la población la que posee armas, pero tienen muchas.
  • La industria de las armas en Estados Unidos gana más de 32.000 millones de dólares cada año con la venta de armas a nivel doméstico. Y a nivel internacional, Estados Unidos también es el principal productor y vendedor de armas, generando casi 76.000 millones de dólares de ganancias en 2017.
  • A Estados Unidos no le interesa la paz mundial porque la guerra es un negocio mejor. Y ahora sabemos que tampoco la paz y la seguridad doméstica son una prioridad, porque el negocio de las armas es más importante y lucrativo.

Siguiendo el hilo de este razonamiento, es sencillo llegar a la conclusión de que los gobiernos neoliberales mexicanos aplicaron la amarga medida de la guerra para que los vendedores de armas de Estados Unidos pudieran lucrar como lo han hecho hasta ahora (¿Recuerdan la Operación Rápido y Furioso?). De hecho, poco o nada hicieron para romper las redes de financiamiento y lavado de dinero de los criminales.

Es lógico proponer al futuro gobierno de Andrés Manuel López Obrador que cancele este modelo, privilegiando la prevención por encima, eso sí, de la legalización de las drogas. ¿No le parece?

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