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Edición 380

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A TRAVÉS DE MIS CRISTALES

“Sabia virtud de conocer el tiempo”

Héctor Chavarría

Dijo, en una bella poesía, el maestro Renato Leduc sttl, refiriéndose al amor y otras dulces y cachondas cosas, también está el tiempo de la relatividad y todos esos rollos cuánticos, que tanto nos apasionan… y que los charlatanes repiten sin ton ni son y, sin conocimiento, para beneficio propio, a los ignaros.

Pero de eso, no trata esta nota.

         Vamos a hablar de otro tiempo, de ese que se acepta sin discusión y en el cual todos estamos inmersos cada segundo, minuto, hora, etc.

         El tiempo cotidiano.

         Ese en el que todos vivimos sin darnos cuenta la mayor parte de las veces y que sólo notamos al ver el reloj.

         Y que puede variar, según el tipo de reloj que veamos.

         Eso ha creado por lo menos un mito importante: el meridiano.

         ¿Por qué el “meridiano”?

         Todos sabemos, o por lo menos eso se piensa, que el día tiene 24 horas, de acuerdo con el sistema sexagesimal babilónico usado mundialmente.

El “día” es cuando alumbra el sol

Pero en vez de seguir el sistema de 24 horas, mucho más directo, hemos “partido” el día en dos por ese “meridiano” el cual impuso el arbitrario AM y PM a partir del “medio” día.

         Y eso, porque la mayoría de los relojes son de “12 horas” y llegado el “mediodía” se reinicia la cuenta de las horas y en vez de decir las 13 horas, decimos la una de la tarde,primer error pues aún es de día aunque no de “mañana”, la tarde real es a partir de las 16 o 17 horas, según el meridiano terrestre donde uno se encuentre a partir del ecuador… en esas horas de la cuenta de 24, comienza a oscurecer; es entonces la tarde-noche, evening o abend en inglés o alemán respectivamente, idiomas mucho más “exactos” que nuestro castellano.

         De hecho, el morning o morgen de esos idiomas se refieren a la “mañana” o sea a las primeras horas de luz del día, después el saludo más adecuado sería “buen día” pues como ya se especificó el día es cuando hay luz de sol, la “tarde” es a la puesta del sol y la noche la de la oscuridad completa.

         Los relojes de 24 horas miden la duración total del día, que con excepciones como en la tradición judía, que mide el comienzo del nuevo día al caer de la noche —lo cual, en verano, días más largos, puede dar “días” de más de 24 horas—, en el horario común de 24 horas, el día termina a las cero horas —las 24 horas— y el minuto siguiente, inicia el nuevo día.

Un cambio lento

En fechas recientes los mexicanos comienzan a entender que decir buen día en las horas de luz es más adecuado que el sistema por meridiano. También algunos empiezan a darse cuenta que el buen día no es un saludo como “hola” sino un deseo que es más adecuado como despedida… en sánscrito ese deseo se pronunciaría Swastika; que todo vaya bien.

         Respecto a los relojes, los mecánicos se iniciaron en el siglo XV y eran artesanales, algunas piezas verdaderas obras de arte, poco después comenzaron a usarse relojes portátiles, de bolsillo. Hasta la Primera Guerra Mundial, los hombres comenzaron a usar relojes portados en la muñeca, antes de eso sólo las mujeres los usaban así.

         En la antigüedad cada pueblo desarrolló formas propias de medir el tiempo, mediante agua, velas, por el sol, pero eso es otra historia que quizá abordemos más adelante…

        



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