MÉXICO
LA DEUDA PÚBLICA
Y SU LARGA HISTORIA
Pablo Moctezuma Barragán
La soberanía financiera es vital para la soberanía económica y ésta es imprescindible para la soberanía política.
La experiencia histórica nos da armas para enfrentar los retos actuales y futuros. La historia de la deuda en México nos da muchas lecciones para solucionar problemas actuales.
EN 1808, la deuda pública de la Nueva España ascendía por lo menos a 20 millones de pesos, en 1811 se pidió otro millón de pesos. Después de la Independencia una deuda al exterior que en 1814 alcanzaba 33 millones fue desconocida y cancelada tras la independencia de México.
La independencia mexicana iniciada por Hidalgo en 1810, declarada por Morelos el 6 de noviembre de 1813 y consumada en 1821, logró la creación de un Estado Nacional políticamente independiente que no pudo superar las difíciles condiciones socioeconómicas creadas durante la etapa colonial, pues fue encabezada por las clases dominantes que finalmente con Agustín Iturbide, Lucas Alamán y Anastasio Bustamante derrotaron la Revolución Popular.
Rápidamente el nuevo Estado cayó en la dependencia financiera de los bancos europeos, principalmente de los banco y especuladores británicos. Iturbide fue quien comenzó gestiones para obtener empréstitos del exterior. Él fue derrocado, pero sus gestiones fructificaron dos meses después de su caída.
De un préstamo contratado con la casa Goldschmidt de Reino Unido se recibieron solo 5 millones 617 mil 157 pesos, a cambio de expedir bonos por 16 millones de pesos El otro empréstito de la casa Barclay, dio al país 8 millones 339 mil 134 pesos, de los que solo se recibieron 6 millones 419 mil con intereses altísimos.
A pesar de que Morelos, ya desde noviembre de 1814 en medio del fragor de la lucha libertaria, había decretado: “Todo americano que deba cualesquiera cantidad a los europeos no está obligada a pagarla”. Sus palabras fueron olvidadas y a los nuevos préstamos se sumó además el reconocimiento de la deuda vieja. En junio de 1824 el Soberano Congreso General Constituyente, reconocía las deudas contraídas por el gobierno virreinal hasta 1810, para así echar sobre las espaldas de la nueva nación independiente una carga muy pesada, de la cual no era responsable de ningún modo.
Muy pronto, en 1826, Guadalupe Victoria suspendió el pago y después durante su presidencia, también Vicente Guerrero se negó a pagar intereses o amortizaciones de la deuda.
*Vivimos una verdadera emergencia nacional; es Hora de suspender pagos y dar prioridad al desarrollo interno del país.
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Miramón y el pago leonino al banquero suizo Jecker
Después del artero fusilamiento de Vicente Guerrero, urdido por Anastasio Bustamante y Lucas Alamán, al asumir el poder una dictadura militar encabezada por Bustamante, éste y su ministro de Relaciones Exteriores Lucas Alamán negociaron la capitalización de los intereses vencidos, reconocieron una deuda de 34 millones de pesos y reemprendieron pagos en 1831 y a finales de 1832. En este año el descontento general contra la administración de Bustamante creció y el movimiento popular provocó su caída en los primeros días de 1833.
Valentín Gómez Farías, el padre de la Reforma, suspendió el pago de la deuda, pero luego que triunfó otra vez el proyecto conservador de Anastasio Bustamante, una vez que volvió a llegar a la presidencia, aceptó la capitalización de los intereses vencidos y la deuda acumulada, para 1839 casi alcanzó los 50 millones de pesos.
Lucas Alamán tuvo de 1823 a 1825 el puesto de ministro del Interior y de Relaciones Exteriores de inmediato busco, como única salida, empréstitos del exterior.
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Santa Anna para congraciarse con los gobiernos extranjeros, reanudó el pago de la deuda en 1853 durante dos años, hasta que la Revolución de Ayutla lo derrocó y abrió paso a la Reforma.
Al triunfo de Juárez y los liberales el erario estaba en bancarrota. Parte de la deuda que querían cobrar los extranjeros a nuestro país era la contratada por el gobierno usurpador de Miramón y Zuloaga en términos ruinosos. Basta un ejemplo, el conservador Miramón obtuvo del banquero suizo Jecker un empréstito en condiciones tan leoninas que por un millón y medio de pesos que recibió, comprometió al país a pagar 17 millones.
El 17 de julio de 1861, durante la presidencia de Benito Juárez, el Congreso suspendió por dos años los pagos de la deuda, pues consideró prioritario atender las necesidades de la Nación.
En 1867, después del triunfo de la lucha del pueblo de México contra los invasores extranjeros Juárez se negó a reconocer las enormes deudas contraídas por Maximiliano y los conservadores. Oponiéndose al pago del adeudo de 450 millones de pesos que le exigían, Don Benito Juárez y su ministro de Hacienda, José María Iglesias, consiguieron hacer ajustes y bajar el adeudo con el exterior. Solo reconocieron 84 millones de pesos.
Por su parte el dictador Porfirio Díaz negoció en términos muy desfavorables la deuda exterior y reconoció en los primeros años de su mandato la suma de 191 millones 385 mil 781 pesos. Siguió creciendo y ya alcanzaba los 441 millones de pesos en 1910.
Suspensión de pagos por la Revolución
Después de haber estallado la Revolución Mexicana se suspendió el pago de la deuda en el año de 1914.
Álvaro Obregón, quien quería congraciarse con los Estados Unidos para reestablecer las relaciones diplomáticas, firmó en 1923 el Tratado de Bucareli, aceptando las deudas de las dictaduras de Porfirio Díaz y Victoriano Huerta, avaló una enorme deuda externa de 1,450 millones de pesos.
Otra era la posición de Zapata, quien en su Exposición al Pueblo Mexicano y al Cuerpo Diplomático, manifestó que “La Revolución no reconocería los préstamos pedidos por el carrancismo”, y también Villa el 5 de noviembre de 1915 publicó, desde Naco, un manifiesto a la Nación en el que propone la abolición de la deuda pública.
Los pagos acordados inicialmente por Obregón no pudieron efectuarse y se suspendieron en 1923. En el año 1925 el presidente Plutarco Elías Calles volvió a negociar las obligaciones, y contempló pagar 890 millones de pesos. En 1927 México tuvo que volver a suspender sus pagos. En 1930 en el Maximato de Calles, México reconocía una deuda de 2,267 millones de dólares. Pero se suspendieron pagos por la gran crisis mundial que también afectó a México y hasta el cardenismo continuaron suspendidos.
Manuel Ávila Camacho inauguró una etapa de apertura a los capitales extranjeros, la deuda no pagada más los intereses sumaba alrededor de 400 millones de dólares. Se negoció y los acreedores cedieron grandemente. El hecho es que México se comprometió a pagar 40 millones de dólares para saldar la deuda. Nuestro país se desenvolvió durante 28 años (de 1914 a 1942) sin recibir un solo crédito del exterior y esos años su desarrollo, lejos de paralizarse logró avances significativos.
En los siguientes 30 años la deuda pasaría de menos de 100 millones de dólares, a más de 3,600 en 1970, Miguel Alemán recibió la deuda en 1946 de 277 millones, sumó 346 millones al finalizar el sexenio. Adolfo Ruiz Cortines recurrió a los préstamos en el exterior para obtener recursos, y se negó a modificar la estructura impositiva, en 1959, la deuda sumaba ya 648.6 millones de dólares. Al finalizar el sexenio 1958-1964, la deuda alcanzaba los 1,725 millones de dólares.
En 1970 la deuda ya alcanzaba la suma de 3,600 millones de dólares. Ante esta situación, Díaz Ordaz declaraba en su Quinto Informe de Gobierno: “La deuda externa es un factor positivo (…) sería negligente (…) no utilizar los recursos externos que son asequibles para acelerar el desarrollo económico del país, pues ello nos conduciría a un ritmo de progreso más lento, injusto para las mayorías de nuestra población”.
Nuestra historia habla claro, los gobiernos y dirigentes democráticos y progresistas de México han optado siempre por defender nuestros recursos y dar prioridad a los problemas nacionales que al pago de la deuda.
Por el contrario, los gobiernos antinacionales se han puesto al servicio de los intereses extranjeros, han vendido al país al mejor postor. Han hipotecado nuestra tierra y malbaratado nuestras riquezas. Pero también nuestra historia nos señala con firmeza que cada vez que esto ha sucedido, tarde o temprano el pueblo se ha levantado para exigir sus derechos, para continuar la construcción del México al que aspiramos, libre e independiente.
Entre el FMI y el neoliberalismo
En el período 1970-76 la deuda se cuadruplicó al pasar de 3,600 millones de dólares a 19 mil millones. Una vez endeudados Luis Echeverria nos ató al Fondo Monetario Internacional que exigió: Petrolizar la economía, introducir el IVA, congelar salarios, disminución del gasto público en salud y educación, eliminación de subsidios de beneficio social, la apertura comercial, devaluar la moneda, que entonces estaba a 12.50 pesos por dólar.
Hasta ese año y desde hacía casi 40 años, México crecía al 6 por ciento anual, era autosuficiente en alimentos y gasolina, tenía una inflación del 2 por ciento al 5 por ciento anual.
Con José López Portillo, el endeudamiento externo se cuadruplicó una vez más, pasó de los 19 mil millones de dólares a 85 mil millones en 1982. Como garantía del pago de la deuda quedaban las riquezas naturales del país, en primer lugar, del petróleo. Hasta 1976, México no exportaba su oro negro. Luego de exportar 150.000 barriles diarios de petróleo en 1977, México pasó a vender al extranjero 1.5 millones en 1982. ¡Diez veces más! Los ingresos petroleros durante el gobierno de López Portillo fueron 300,922 millones de dólares en el sexenio. ¿Para qué endeudarse más?
A partir de 1982 el crecimiento del PIB anda alrededor en un magro 2 por ciento por año, cuando antes de endeudarnos y petrolizarnos crecía un 6 por ciento promedio.
La deuda externa aumentó 15 veces, al pasar de 3,600 en 1970 a 99,366 millones de dólares en 1985, respectivamente. El pago por concepto del servicio de la deuda en ese mismo período fue de 115,886 millones de dólares. Sale más caro el caldo que las albóndigas.
En 1988 cuando llegó Salinas, gracias a un fraude electoral la deuda externa era de más de 100,000 millones de dólares que consumía el 60 por ciento del presupuesto gubernamental. En 1994 la deuda llegó a 131 mil millones de dólares, pero de 1989 a 1994 se pagó por el servicio de la deuda más de 200, 000 millones de dólares.
México entró de lleno a un proceso de integración con EE.UU. y Canadá, en este punto, lo que tomó gran auge fue la deuda interna, que junto con la externa extrajo los recursos de la nación. Dado que la economía mexicana fue invadida por corporaciones extranjeras, gran parte de la deuda interna fue acaparada por los intereses de los oligopolios mundiales, por lo que en general la deuda pública benefició a la oligarquía mundial.
En el sexenio de Ernesto Zedillo lo que siguió creciendo fue la deuda interna bruta que son los financiamientos que obtiene el sector público en el mercado doméstico, a través de la colocación de valores gubernamentales y de créditos directos con otras instituciones, que en parte es deuda externa. Por ejemplo, se aprobó el rescate bancario (la gran mayoría extranjeros) y el Fobaproa-IPAB, por 554 mil millones de dls. se ha pagado alrededor de un billón y todavía se deben 1.2 billones ya ha costado el doble y va a costar el cuádruple.
A raíz del endeudamiento acelerado del país, la liberación comercial y el aumento de la inversión extranjera se han expulsado más de 10 millones de mexicanos obligados a migrar, se desató la guerra interna y la delincuencia, se excluyó a los jóvenes del estudio y el trabajo, se abandonó el campo, se privatizó el sector estatal, de destruyo la planta productiva nacional.
Vicente Fox dejó una deuda pública de 1.7 billones de pesos. Cuando recibió por el petróleo 347 mil millones de dls. Aun así, nos siguió endeudando.
Calderón dejó su gestión con una deuda del sector público de 5.2 billones. En ese sexenio, el Ejecutivo recibió por ingresos petroleros más de 400 mil millones de dólares, sin embargo, el gobierno siguió endeudando al país.
Endeudamiento desbordado con el PRIAN
Con Peña Nieto la deuda pública subió casi 5 billones, y hay que tomar en cuenta que los contribuyentes habían erogado $5.9 billones en los últimos años, sólo por pago de intereses, comisiones y otros gastos de la deuda pública. Y eso que se recibieron 331 997 millones de dls. por la exportación del petróleo. Pero nos siguieron endeudando al fin del sexenio debíamos 10,5 billones.
Con respecto al PIB la deuda cerró en 2006 con Fox en 29.5 por ciento, con Felipe Calderón en 2012 37.2 por ciento y con Enrique Peña Nieto 44,9 por ciento en 2018. Hoy llega al 55.4 por ciento y tendremos que pagar 792 mil millones de pesos este año.
Sigamos la tradición de todos los gobiernos patrióticos de México. En la Independencia se suspendió pagos, igual tras la Reforma y en 1914, en la Revolución. Guerrero, Valentín Gómez Farías, Benito Juárez, los gobiernos posrevolucionarios hasta Cárdenas lo hicieron. Los conservadores Anastasio Bustamante, Lucas Alamán, Santa Anna, Porfirio Díaz y el PRIAN siguieron pagando y aumentaron la deuda. Hoy tenemos que pagar 792 mil millones de pesos en tiempo de crisis, en los que vivimos una verdadera emergencia nacional. Es Hora de suspender pagos y dar prioridad al problema interno.
Sin pedir nuevos créditos, la deuda ha aumentado de 10.5 billones de pesos en diciembre de 2018, a 13.4 billones de pesos en mayo de 2020 (según cifras de la SHCP), lo cual equivale a un incremento de 30 por ciento. Si agregamos el endeudamiento que se propone como límite en el Proyecto de Presupuesto en 2022, la deuda pública total se acercará a los 14 billones de pesos, un aumento del 27 por ciento desde 2018.
Por la soberanía es necesario revisar esa deuda, con tantas trampas y pagos injustos, suspender pagos de la deuda y renegociar para beneficio de nuestro pueblo. ¡No hay que pagar a ciegas!
Esta deuda enorme sale muy cara, este año se pagarán alrededor de 860 mil millones de pesos por el servicio de la deuda interna y externa. Más de 35,000 millones de dólares de los cuales el servicio de la deuda pública externa es de alrededor de 12 mil millones de dólares.
No aceptamos la herencia del PRIAN que obliga a pagar este año 860 mil millones de pesos de deuda. Por la soberanía hay que suspender pagos ya y renegociar como han hecho todos los gobiernos progresistas de la historia: En la Independencia se suspendió pagos, igual tras la Reforma y en 1914, en la Revolución. Guerrero, Valentín Gómez Farías, Benito Juárez, los gobiernos posrevolucionarios hasta Cárdenas lo hicieron. Los conservadores Anastasio Bustamante, Lucas Alamán, Santa Anna, Porfirio Díaz y el PRIAN siguieron pagando y aumentaron la deuda. Hoy tenemos que pagar 860 mil millones de pesos en tiempo de crisis. Tenemos la experiencia histórica de que, tras las suspensiones de pagos, los acreedores se ven obligados a negociar y a reducir el monto de la deuda, además de que históricamente nunca se han aceptado deudas injustas impuestas por un viejo régimen sobre el nuevo. Es hora de suspender pagos y dar prioridad al problema interno, atender la pandemia y la crisis económica.
El gobierno federal podrá contar con 1.5 billones de pesos adicionales mientras se audita y se renegocia la deuda y con las importantes quitas que según la experiencia histórica se logra cuando los gobiernos actúan con firmeza, le quitará un peso de encima a las futuras generaciones, que no tienen que cargar sobre sus espaldas con la herencia del viejo régimen cargadas de corrupción y de lazos de dependencia hacia potencias y corporaciones extranjeras.
La soberanía financiera es vital para la soberanía económica y ésta es imprescindible para la soberanía política.
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