Si algo puede salir mal, saldrá muy mal
Mouris Salloum George
LA ADVERTENCIAcontenida en el título de esta entrega pertenece a las Leyes de Murphy, ahora un cúmulo de ironías. Edward Aloysius Murphy fue un ingeniero espacial estadunidense. Dedujo aquel diagnóstico del desajuste de electrodos en un arnés de simuladores de vuelo.
Durante el periodo del Estado neoliberal mexicano, aquella afirmación aplica en general a los Planes Nacionales de Desarrollo y en particular a sus programas sectoriales. Contra toda opinión de expertos, los diseñadores de aquellos galimatías tecnocráticos han sido revestidos de infalibilidad: Por eso estamos como estamos.
Del vamos ganando la guerra (Calderón) al México en paz (Peña)
Cuando, en diciembre de 2006, Felipe Calderón —como El Borras— declaró su guerra contra el crimen organizado, especialistas en Fuerzas Armadas y Seguridad Nacional observaron que se habían omitidos tareas de Inteligencia previas. Ergo: No hubo estrategia, la cruzada armada sería un desastre. Como lo sigue siendo.
A finales de su ilegítimo mandato, todavía el michoacano declamaba: Vamos ganando la guerra, aunque no lo parezca. Ya nomás nos resta reconstruir el tejido social.
Enrique Peña Nieto prometió en diciembre de 2012 Un México en paz, pero no cambió los moldes ni al personal de la campaña. Para 2018 ya se contabilizaba más de un millón de víctimas entre muertos, heridos, lesionados, desaparecidos, desplazados y los consabidos daños colaterales; gente indefensa.
En el aciago y sangriento periodo, la constante de los gestores de Derechos Humanos que no se han desmontado de su macho, ha sido la denuncia de la militarización de la vida pública de los mexicanos.
Resistencia a invocar y aplicar el artículo 29 Constitucional
Un hecho es cierto: El comandante supremo de las Fuerzas Armadas en turno, el jefe del Ejecutivo federal, se ha rehusado por sistema a la invocación y aplicación del artículo 29 de la Constitución, que lo faculta a declarar el Estado de excepción en las zonas en conflicto,para hacer frente a los desafíos del crimen organizado.
El cuestionado ensayo de los de la cuarta transformación, que restauraron la Secretaría de Seguridad Ciudadana y le agregaron la Guardia Nacional, no ha dado los resultados deseados y deseables.
Desde la primera década del siglo, el Distrito Federal empezó a ser acosado al poniente por los grupos criminales de Michoacán, Guerrero, y Morelos; por el norte, desde Hidalgo, que, desde el Estado de México, tocaron los linderos del Campo Militar número 1, sede de la Secretaría de la Defensa Nacional. En blando, extendieron su dominio a territorios del oriente del Valle de México. Ahí estaban ya, en las delegaciones políticas del DF.
La pugna territorial, en su origen, la encabezaban los cárteles del Pacífico y su contraparte el Cártel del Golfo, con sus legiones de Zetas y sicarios.
La metralla suena ya en el umbral de los tres Poderes de la Unión
Dicho en términos de táctica castrense, un movimiento envolvente sobre la Ciudad de México, donde sus gobernantes se negaron tercamente a reconocer la presencia del crimen organizado en la sede de los tres Poderes de la Unión, no obstante que ya era activo enclave de lavado de dinero.
Las colonias residenciales más exclusivas del sur y el poniente de la CDMX y del vecino Estado de México, hasta llegar al fraccionamiento de Santa Fe, se convirtieron en escenarios propicios para los resonantes ajustes de cuentas y sólo por excepción fueron noticia por la captura de algunos capos fuereños de menor tamaño de un cártel, siempre para abrir cancha a otros cárteles competidores.
A manera de ensayo, a finales de junio se produjo el atentado contra el secretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX, que resultó herido con arma de fuego, que alcanzó mortalmente a dos de sus escoltas y una mujer transeúnte.
¡Cuidado! Una vieja táctica de combate recomienda: Si aplicas el estoque al enemigo y topas acero, retrocede; si encuentras mantequilla, ataca hasta el fondo. El crimen organizado no es de los que asisten a los juegos florales. Usan los cuernos de chivo para lo que deben usarse. Sobre aviso no hay engaño.
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