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Edición 209
Escrito por ABRAHAM GARCÍA IBARRA (Exclusivo para Voces del Periodista)   
Lunes, 20 de Abril de 2009 21:44

 
“El lujo venenoso, enemigo de la libertad, pudre al hombre liviano y abre la puerta al extranjero”.
JOSÉ MARTÍ

 


Los bellacos llegaron ya

Frente a la transparente luz de las estadísticas, están por demás los calificativos. En ese orden de ideas, se puede ensayar una numeralia trágica para México: Cuando en diciembre de 2000 Vicente Fox Quesada tomó posesión como primer presidente de la República emanado del PAN, la economía mexicana estaba en la novena posición en el ranking mundial. El propio Fox blasonaba de que le faltaban “unos cuantos dólares” para estar en el octavo sitio.   Y, por citar el ente más importante del país, Pemex fluctuaba entre las posiciones quinta-sexta a escala internacional. Con el presidente designado  Felipe Calderón Hinojosa, el PAN cumplió en marzo pasado los primeros 100 meses en Los Pinos: La economía mexicana se tambalea en el lugar 15 del mundo y ha perdido su condición de primer exportador hacia los Estados Unidos. Pemex ha caído al décimo primero, saliendo, según los expertos en esa materia, del Top 10 entre las empresas similares en el planeta.

Desde otra deprimente óptica, durante la (indi) gestión de Calderón Hinojosa, a septiembre de 2008 México se mantenía en el lugar 72 en el Índice de Percepción del combate a la corrupción, al que había descendido en 2007, según evaluación de Transparencia Internacional, que le daba una calificación de 3.5 en una escala de 10 puntos: 44 por ciento de las empresas privadas tenía para entonces que pagar mordida por un trámite oficial, a cuyo concepto destinaban ya cinco por ciento del total de sus recursos financieros.

En materia de competitividad, en el periodo México ha caído del lugar 42 al 64 (22 posiciones). Como destino atractivo para hacer negocios, el Banco Mundial y Corporación Financiera Internacional bajaron a México del sitio 42 al 56 (14 posiciones) En Desarrollo Humano, medido por ingreso per capita, esperanza de vida, educación, salud, etcétera, la ONU coloca a México en el lugar 55 entre los países analizados. De 2000 a 2005, según el cálculo más conservador de agencias multinacionales, México expulsó anualmente hacia el extranjero un promedio de  400 mil compatriotas en edad productiva: unos dos millones de mexicanos, de los que depende el tercer rango en ingreso de divisas. Por supuesto, en ese sombrío balance todavía no están incluidos los desgarradores saldos del vendaval económico 2008-2009.

Recientemente, la Auditoría Superior de la Federación puso a examen de la Cámara de Diputados el reporte de la Cuenta Pública de 2006, última del sexenio foxiano: Al término de esa administración, aunque el gobierno de la República tuvo en aquel año ingresos presupuestales adicionales por más de 310 mil millones de pesos, el crecimiento del Producto Interno Bruto apenas promedió 2.3 por ciento.

Circula ya un libro titulado Repasando Estados fallidos/ un nuevo paradigma para el desarrollo, de Seth Kaplan, de la Consultoría Internacional Alpha. En dicha obra, si bien se cataloga complacientemente a México como Estado frágil, expuesta la seguridad pública y nacional  a los poderes fácticos de los cárteles de la droga  se asegura que, dado que las cosas se ponen peor en lugar de mejorar, México está cerca de ser un Estado fallido.

Así ha cumplido el PAN los primeros 100 meses de su Destino Manifiesto. Terminada en 1976 la administración priista de Luis Echeverría y, a punto de concluir la de José López Portillo, los ocurrentes publicistas del neopanismo calificaron esos dos sexenios como los de La docena trágica, parodiando los diez días que en febrero de 1913 costaron la vida y la presidencia y la vicepresidencia de la República a Francisco I. Madero y José María Pino Suárez. ¿Quiénes encarnan ahora la Docena Trágica?

Parábola de El reyezuelo negro

Precisamente, en el trance de los 100 meses del PAN en Los Pinos, su huésped se fue de viaje a Londres, acompañado de su esposa Margarita. La pareja presidencial bis apareció en México profusamente retratada haciendo genuflexiones ante la reina Isabel. Las alegres imágenes nos remitieron a una estrujante carta que, casualmente desde la capital del Reino Unido, escribió, un 2 de octubre no se olvida -de 1927-, don Manuel Gómez Morín, en uno de cuyos párrafos describe: “China y México son sitios remotos, fuera de la comunidad de iguales, para la mayoría. Pueblos extraños material y espiritualmente, de donde salen de vez en cuando notas de color; pero de donde llegan, sobre todo, espantosas noticias de una pobre humanidad ensangrentada y viviendo en el lodo. Países donde no hay política, sino escatología o teratología. No el noble entendimiento o la pugna de hombres por afanes humanos, sino enfangamiento de corrupción, de ignorancia y de pasiones, o manifestación de monstruosos y disformes fenómenos colectivos”.

Una estampa que sublevaría a don Manuel Gómez Morín.Aunque el documento citado se rescata con la fecha indicada,  parece obvio  que el remitente se refiere a la matanza de Huitzilac, en la que fueron masacrados el 3 de octubre de 1927 el general Francisco Serrano y un grupo de acompañantes. Pero el texto contiene una serie de reflexiones, de las cuales la ocasión hace pertinente recuperar las siguientes líneas, en las que el autor plantea una crítica al pretendido internacionalismo del porfiriato: hizo propaganda mundial, lanzó y consolidó empréstitos, recibió extranjeros, intentó colonización, todo un simulacro de internacionalismo: “Simulacro nada más, porque no estaba orientado a hacer de México un valor mundial, a dar a México la consideración de una fuerza moral y económica en el mundo, sino que se limitó a poner a México en el mercado, a lanzarnos en el doloroso camino de las imitaciones de pastiche de desprecio o ignorancia de lo nuestro.”

A renglón seguido, Gómez Morín juzga: “Política igual a la del reyezuelo negro que abre las fronteras de su tribu a los delegados de un poder europeo, les entrega su marfil y sus plumas y viste desde entonces, sobre su cuerpo desnudo, un frac de opereta, encantado de sus grandes y poderosos amigos nuevos, creyéndose su protector y concibiendo la idea de ser ya el ombligo del mundo: el más fuerte, el más rico, el más bello”.

Eso pasó en México, dice Gómez Morín, en el porfirismo: “El internacionalismo porfiriano fue la sistemática propuesta de México en el mercado para quien quisiera tomarlo. Y todavía dábamos algo en efectivo sobre regalar nuestras riquezas y gravar nuestro porvenir”.

En otros párrafos, Gómez Morín habla con amarga nostalgia de su Patria y afirma: Una nación traicionada, podría llamarse a la historia de México del 80 y tantos para acá. “Traicionada por sus políticos y sus gobernantes (…) traicionada en su destino político (…) traicionada en su economía, que de día en día va perteneciéndole menos y va siendo más débilmente autónoma (…) traicionada en los afanes de su pueblo, que ha sido cínicamente engañado con un malabarismo de palabras revolucionarias, que después de pelear y sufrir, ve escamoteadas las promesas de mejoramiento y de libertad, y se encuentra con una miseria cada día creciente, con una tiranía cada vez mayor y con una corrupción que no tiene límites”.

Profeta involuntario del desviado destino de su propio partido (el PAN), Gómez Morín regresó a México a finales de 1927 y ya para el año siguiente, dos meses después del asesinato de Álvaro Obregón, intentaba su primer proyecto de formación política, incitando a sus pares y simpatizantes con una respuesta a Plutarco Elías Calles que, en su informe del 1 de septiembre, propondría el paso de México de un país de caudillos a uno de instituciones. “¡ Muy bien! ¡Perfecto!”, exclamaba, “el mensaje de Calles muy bonito. Pero qué, ¿no vamos a tomarle la palabra? ¿No vamos a echarnos a la calle?”.
 
Dispuesto a poner su iniciativa a caballo, se comprometería: “El país está exigiendo un cambio fundamental, una de esas grandes variaciones históricas cuyo cumplimiento exige el mayor esfuerzo de los más. Después de mucho revisar este movimiento interior, me he decidido a obrar y he empezado a hablar con las gentes indicadas, encontrando las primeras decepciones en algunos casos, pero hallando, en la mayoría, la alegría extrema de ver que la idea es acogida con fervor y que gentes limpias y sin egoísmos están dispuestas a sacrificarse para ver si la acción iniciada por el grupo logra ser la expresión de la necesidad colectiva y salvarnos de la envilecida actitud en que vivimos”.

Gómez Morín, sin embargo, se vio literalmente desarmado por José Vasconcelos quien, desdeñando un proyecto orgánico en el cual sustentar su candidatura, decidió lanzarse por la libre en busca de la Presidencia de México, con los resultados que para su leyenda fueron catastróficos. El hombre de Batopilas optó por otras de sus vocaciones: la vida académica, que en 1933 lo llevó a la rectoría de la Universidad Nacional, en la que rigió con la divisa Austeridad y trabajo. Pero, diez años después de su primera tentativa, volvió a la carga y convocó a la fundación del Partido Acción Nacional. No vivió lo suficiente para dar fe de una histórica frustración, cuya relatoría puede ponerse bajo el rubro de Una nación traicionada (como “podría llamarse a la historia de México de los 80 y tantos para acá…”.)

El mito del Rey Midas y Fox

“Austeridad y trabajo”, fue una de las divisas éticas de don Manuel Gómez Morín como autoridad universitaria. Quienes usurparon su legado partidista para hacerse del poder, no han honrado tan sencilla declaración de principios.

En la leyenda del Rey Midas existe una afirmación de Edith Hamilton en el siguiente tenor: “Su historia demuestra que la locura es peor aún que el pecado, pues a decir verdad él no tenía intención de hacer mal. No utilizaba su inteligencia, eso es todo. Su historia hace pensar que, incluso, carecía de ella”.

Cuéntase que Midas, rey de Frigia, acogió al borrachín Sileno, extraviado del cortejo del dios Baco. Cuando regresó al cortesano, Baco prometió a Midas cumplirle todos sus deseos. Este le pidió que todo lo que tocara se convirtiera en oro. Por poco muere de inanición. Al intentar la primera comida, ésta se convirtió dorado e indigerible metal. Peor aún, reincidente en su estupidez, Midas aceptó ser sinodal en un concurso de música entre Apolo y Marsias. Apolo era un dios prodigio en eso de la tocada, pero Midas votó por su antagonista. Apolo, en venganza, le asestó al sinodal una orejas de burro, “tan duras y obtusas” como los oídos de tan lerdo jurado. El Babalucas se fabricó una tiara para ocultar tan tremendos apéndices, pero su peluquero soltó el chisme y desde entonces Midas fue el hazmerreír del cosmos.

Ya El Vaticano dictaminó que el pecador Fox Quesada está loco. Pero antes de ese agudo diagnóstico, los guanajuatenses sabían que, además de creerse clon de Kalimán desde sus mocedades, a raíz de que llegó a la gubernatura del estado a Fox le daba por blasonar de que todo lo que tocaba se convertía en oro. Si hace falta la piedra filosofal para comprobar este supuesto, lo que sí está registrado en los anales del Congreso de la Unión es que, cuando llegó a la LIV Legislatura federal nominado por el PAN, Fox se gratificó con el aplauso de sus compañeros de bancada cuando se calzó sobre su poco poblada testuz unas orejas de burro improvisadas con las fraudulentas boletas electorales de 1988. Desde entonces, es una de las imágenes más socorridas por sus biógrafos que le profesan gran simpatía, si bien no la asocian la de Midas, El orejotas.

PAN, “alternativa
católica de la Revolución”

Así presentaban al PAN algunos de sus padres fundadores y no faltó  investigador extranjero que retomara el título para trabajos de tesis académica. De Gómez Morín, algunos detractores decían era liberal y concretamente masón, lo que es decir, para esos calificadores, que no era católico practicante. No era leal, pues, a la “Santa Madre Iglesia”. No lo requería para denunciar la corrupción “que no tiene límites”. Uno de sus sucesores en el liderazgo del panismo en los setenta, José Ángel Conchello, denunciaba también sistemáticamente la corrupción priista, al grado de afirmar que, si el desierto del Sahara estuviera en México, los del gobierno estarían haciendo negocio importando arena. Tope en el acertado chascarrillo, la corrupción sigue siendo el santo y seña de los gobiernos del PAN, de lo que se colige que no hay que decir “de esta agua no beberé”. No importan arena, pero importan derivados del petróleo y hasta alimentos que en México llegaron a producirse en sobradía.

En “los papeles al viento” que hemos lanzado en recientes entregas, hemos insistido en el papel de acusador que desde la oposición asumió el PAN respecto de las administraciones del PRI. Si se trataba de devaluaciones del peso, de especulación con divisas o de contratación de deuda pública, lo mismo daba: Los del PRI las maquinaban para sus enriquecimientos “inexplicables” o para financiar sus campañas electorales.

En un tono duro, pero sin redobles, el ex presidente y ex candidato presidencial del PAN, Efraín González Morfín había conminado. “El poder político deber servir para reprimir con energía y sin miramiento alguno todos los poderes ilegítimos que, por la posesión de la riqueza o de cualquier otro medio de presión y la consiguiente capacidad de actuar indebidamente sobre el pueblo e incluso del gobierno, promueven intereses injustos y mantienen opresiones múltiples”. Sermones en el desierto.

En plena crisis económica de 1982, la sedicente Asociación Mexicana de Inversionistas, A. C. difundió un texto atribuido a un supuesto educador, filopanista de seguro (Ernesto S. Maurer), un franco apologista de los exportadores de capitales. El texto había sido presentado por el autor en una sesión-comida del Club Rotario de la Ciudad de México. “¿Por qué”, se preguntaba el orador, “la alharaca contra los sacadólares? ¿Por qué los estridentes ataques contra los que pusieron a salvo sus ahorros líquidos ante el vendaval del despilfarro y el déficit monstruoso del gobierno? Es que hemos caído en la irracionalidad. La realidad es que entre los aquí presentes nadie dudaba, desde hace tiempo, de que la devaluación venía inexorablemente.

“¿Por qué sacó sus ahorros líquidos del país el sacadólares? Porque aquí peligraban… ese ciudadano, padre de familia, profundamente preocupado por la tranquilidad económica de sus seres queridos, busca y encuentra que en otra moneda, legítimamente accesible, los intereses son superiores a la inflación, dejándole una utilidad real, cuando en moneda nacional perderá inexorablemente hasta sus ahorros. La realidad existe. Consecuentemente, no se gana nada con señalar con índice de fuego al ahorrador que salvó su economía dolarizándose. El no tiene la culpa de la inflación. La tiene el déficit gubernamental que, además, nos ha convertido en el país más endeudado del mundo. Un campeonato mundial diabólico que, éste sí, ganamos”.

La asociación de marras le puso la cereza al acedo pastel: “Los sistemas bancarios, tanto de los Estados Unidos, como de Europa, respetan celosamente el secreto bancario. Funcionarios norteamericanos del más alto rango han declarado su más estricto respeto a sus normas de operación, las cuales les impiden proporcionar cualquier información relativa a sus cuentahabientes, sin la expresa autorización de éstos. Nos permitimos sugerirle que, si voluntariamente así lo desea usted, regrese sus dólares a México, pero hasta después del primero de diciembre de 1982”. Si Chucha. En esta fecha, precisamente, protestó como presidente Miguel de la Madrid Hurtado (“El desafío sigue siendo enorme; es análogo, en lo económico, a tiempos de guerra”). El Senado, presidido entonces por Miguel González Avelar, tenía entonces la lista de tales sacadólares; el mandatario priista no se manifestó explícitamente al respecto, pero los dólares se quedaron donde estaban para nunca volver.

La doctrina Maurer sentó sus reales en México desde entonces. Al cierre de 2008, después de ocho años de desgobierno del PAN, según corte a esa fecha del Banco de México -que inició el registro respectivo a partir de 2001-, los buenos mexicanos han acumulado en el extranjero la suma de lo que antes se denominaban “capitales golondrinos” por 332 mil 224 millones de dólares, documentados en cuentas bancarias, títulos y acciones bursátiles, bienes muebles e inmuebles e inversión directa en algunos sectores productivos del exterior: 272 por ciento más del monto de la reserva de divisas computadas a finales del año pasado. Tomando en cuenta el regresivo crecimiento de la economía mexicana en los dos últimos años, el valor del PIB se sitúa en unos 880 mil millones de dólares. Quiere decir que los capitales mexicanos en el extranjero equivalen a más de 40 por ciento del PIB.
 
Al golpe de la crisis económica, el presidente designado Felipe Calderón Hinojosa ofreció recientemente a los exportadores de capital estímulos a quienes lo repatriaran, que ordinariamente consisten en subsidios fiscales. La respuesta es nula, no obstante que, sólo en 2007, primero de la aciaga era calderoniana, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) regresó a los grandes contribuyentes más de 133 mil 217 millones de pesos y, adicionalmente, la administración federal ha sido “facilitadora” para que selectos corporativos privados nacionales y extranjeros dispongan de más 400 mil millones de pesos de los fondos (pensionarios) para el retiro de los trabajadores, lanzados sin red de protección al mercado especulativo.

Deuda pública, cadena
perpetua para los mexicanos

En las turbulentas corrientes de la crisis económica, hay mexicanos que pasaron de ser deudores del Citigroup-Banamex a deudores de la Casa Blanca. La perversa conversión ocurrió al decidir Barack Obama apoderarse de un considerable porcentaje del capital de dicho corporativo bancario estadunidense caído en aprietos. El Estado norteamericano, pues, metido a la socialización de las pérdidas de sus banqueros. Diversos actores en la política interna en México denunciaron esa determinación, invocando legislación nacional que prohíbe que gobiernos extranjeros participen en el capital de instituciones bancarias “mexicanas”. Para el caso Banamex, que conserva autorización de la autorización de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Pero, haciendo lecturas torcidas de la ley, el gobierno de Calderón Hinojosa dictaminó que no, que la decisión de Obama no viola la legislación nacional, pues tal medida “no responde a una intención deliberada de participar en la banca y menos aún de intervenir en el sistema financiero mexicano”. Pues sólo que sea porque este sistema hace mucho dejó de ser mexicano.

Para efectos de este apartado, el tema es el de la deuda pública, esa que se ha redimensionado y potenciado monstruosamente gracias a los Fobaproa-IPAB, rescates de usufructuarios de las privatizaciones de entes públicos y otras trapacerías urdidas desde los poderes usurpados. Decíamos arriba que el PAN fue, desde la oposición, celoso guardián de los intereses de los compatriotas, aherrojados por las deudas-despilfarros-robos de los gobiernos priistas. Pues bien: En diciembre de 2006, Calderón Hinojosa recibió como herencia de Vicente Fox una deuda pública (externa e interna) por tres billones 364 mil 650 millones de pesos, no obstante que, desde 2005, Fox y su secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, urdieron una serie de trácalas contables, entre ellas adelantar el pago de vencimientos o convertir la deuda en dólares a pesos, para, según su dicho, dejarle al sucesor presidencial un razonable margen de maniobra en el manejo de las finanzas gubernamentales al arrancar el nuevo gobierno. El afamado “blindaje” de las finanzas nacionales.

Sin embargo, al cierre de 2008, según reporte del Banco de México, la deuda pública totalizó la suma de cuatro billones 333 mil 123 millones de pesos. Esto es, Calderón Hinojosa la incrementó en dos años en 968 mil millones de pesos. Para diciembre de 2008, el catarrito que se diagnosticó a principios de año ya pintaba para pulmonía cuata. ¿Cómo escapar de esa crisis terminal?. Con la ley del menor esfuerzo: Cargando más deuda a los mexicanos.

“Más vale estar preparado para lo peor”, declaró el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz Martínez, al confirmar que con el pedido de préstamos al Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el gobierno de Calderón Hinojosa dispondrá de recursos frescos por 167 mil millones de dólares. Para el nuevo encharcamiento de México, al presidente designado no se le ha acabado la fuerza de su mano izquierda, con la que firma las solicitudes del nuevo y descomunal endeudamiento.

Desde que los gobiernos priistas recurrieron a las arcas de esas agencias multinacionales -sobre todo al FMI y al BM-, quedaron rehenes de las políticas ordenadas por dichas instituciones, que impusieron brutalmente el modelo neoliberal que ahora asfixia a casi 80 millones de mexicanos. Después del maquinado error de diciembre de 1994, Ernesto Zedillo aceptó el salvataje coordinado por Bill Clinton, sujeto a la condición de que no se aplicara un solo dólar en el sector productivo. Deuda, pues, para pagar deudas y más carnada para la insaciable rapacidad de los plutócratas. Dicho sea de paso, Fox pretendió romper las cadenas del FMI, amortizando saldos  pendientes en su sexenio.

Se pensó durante un corto verano que México podría liberarse de la sentencia-maldición norteamericana de crecer para pagar. Incluso se decía que podría llegar el día en que el gobierno -usufructuario de la renta petrolera, las remesas de los transterrados y los excedentes del narcotráfico-   recurriría a la opción de invertir a todo alcance en infraestructura para el desarrollo nacional. Según la tendencia asumida por el calderonismo, aquellos eran sueños guajiros. Desde octubre pasado en que Ortiz Martínez empezó a dilapidar las divisas (más de 85 mil millones de dólares al corte de diciembre de 2008), éstas fueron destinadas a los especuladores. Ya en 2009, se anunció que los ingresos petroleros tendrían el mismo destino. Ahora que se acepta el nuevo encadenamiento al FMI, se confirma el saqueo: Ortiz Martínez informó que la prioridad del endeudamiento es “activar un mecanismo de apoyo a empresas privadas ‘nacionales’ que enfrentan problemas para pagar vencimiento de deuda en moneda extranjera”. Ese es “el cambio” que deparó a México la alternancia panista: Una depredación galopante-

Con los plutócratas
hasta la ignominia

Si la opción preferencial del PAN-gobierno en este año electoral, es por los riquillos, ricachos y ricotes, ¿qué esperan los mexicanos condenados de la Tierra? Según la Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor que elabora el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), la mayoría de los mexicanos tiene poca esperanza en la evolución de la economía para lo que resta de 2009. De marzo de 2008 a marzo pasado, dicho índice de confianza cayó de 107.2 puntos a 79.4 puntos. Esto es, un desplome de 22.6 por ciento. Conviene, entonces, actualizar el lema fundacional del PAN. De la prometedora oferta de una Patria ordenada y generosa, instalado en el poder de la República ha pasado a identificarse Con los plutócratas hasta la ignominia. Crimen, pues, de lesa Nación.



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