Si la macabra chiapaneca Elba Esther Gordillo Morales se ha convertido en ajonjolí de todos los moles, es así porque las dos presidencias de México sucesivas del Partido Acción Nacional (PAN) la han adoptado como un mal necesario para perpetuar el control corporativo del magisterio y servirse de éste para fines electoreros.
La sombra de la ex priista Elba Esther, habilitada discrecionalmente como “maestra”, aunque sus contemporáneos aseguran que apenas acredita algún curso de “trabajadora social”, oscurece todavía más tres recientes acontecimientos políticos: 1) El maloliente toma y daca del Partido Nueva Alianza (Panal) en la concertación de pactos partidistas para las elecciones federales y estatales en proceso; 2) el súbito cese de su rival en la Secretaría de Educación Pública (SEP), Josefina Vázquez Mota, precisamente cuando se inicia el estira y afloje de la negociación salarial y prebendas no tan accesorias con vistas al Día del Maestro el próximo 15 de mayo; y, 3) la tentativa de corrupción de ejecutivos de la empresa Megamedia, que edita El Diario de Yucatán, abortada la última semana de marzo pasado, atribuida a Miguel Ángel Jiménez Godínez, director general de la Lotería Nacional (Lotenal), cargo al que éste arribó como una de las concesiones que el calderonismo ha hecho a la cacique del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Aunque los tres temas en boga -todos vitales para una sana vida pública de la nación- se relacionan directamente con el extravío político y doctrinario del PAN-gobierno, seguramente el más pervertido es el que tiene que ver con la formación educativa de las nuevas generaciones de compatriotas, habida cuenta que, en sus grados básicos, en los que participan los docentes sindicalizados, la enseñanza en México no resiste la evaluación de instituciones especializadas, domesticas e internacionales, que concluyen en sus estudios que la pésima calidad de la capacitación de recursos humanos constituye un freno para el desarrollo del país.
Al menos desde la llegada del panista Vicente Fox a Los Pinos, ha sido del dominio público la pretensión de Elba Esther de convertirse en titular expresa de la SEP, como antesala a la Presidencia de la República, aspiración que nunca ha negado. Fox no le dio esa importante posición pero, además de tratar fallidamente de utilizarla como operadora en la Cámara de Diputados federal -cuando aún militaba en el PRI- para sacar adelante sus iniciativas de reformas estructurales, la convirtió en socia de su esposa, Marta Sahagún Jiménez, en el intento de control de la política educativa al través de, entre otras instancias, la Comisión Nacional de Libros de Texto, y la expedición de la Carta a los Padres de Familia, un ahora desechado mamotreto con el que se quiso adoctrinar a la población en edad escolar y a sus padres. Adicionalmente, Fox le entregó a “su amiga” el manejo a trasmano del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) y la dirección general de la Lotenal, puesta en manos entonces del gordillista ex diputado federal del PRI, Tomás Ruiz González.
Reconocida por el PAN como inmoral pero eficaz maniobrera electoral, su comité ejecutivo nacional, haciendo de lado todo escrúpulo, le permitió a Elba Esther meter las manos incluso en su proceso interno para la selección del candidato presidencial de 2006, primero en favor de Santiago Creel Miranda y más tarde en apoyo de Calderón, ya en el proceso constitucional en el que “la maestra” -pasando sobre la autoridad jurisdiccional- se adelantó a proclamarlo Presidente. De la audacia colaboracionista de Elba Esther dio testimonio el ex jefe nacional del PAN, Manuel Espino Barrientos, quien señaló a un grupo de gobernadores priistas que se prestó a los designios electoreros de la dirigente del SNTE.
En pago a sus manidos servicios, Calderón no sólo refrendó la cuota de poder fáctico a Elba Esther, sino que se la amplió, permitiendo que incrustara en la SEP a su yerno Fernando González Sánchez, como responsable de la subsecretaría de Educación Básica. Durante los 28 meses de gestión de Vázquez Mota, la chiapaneca hizo evidente su desprecio hacia las capacidades de la funcionaria, a quien le bloqueó todo esfuerzo evaluatorio de la educación y la empantanó en el conflictivo Acuerdo por la Calidad Educativa (ACE). Ya se fue Vázquez Mota, pero el primer yerno del país, González Sánchez, es conservado en su encargo por el nuevo responsable de esa dependencia Alfonso Lujambio, a quien resulta difícil arrendarle las ganancias frente a una cacique prepotente y ensoberbecida por la impunidad.
El otro tópico, más fétido aún, es el de la Lotería Nacional, cuyo protagonista estelar es Jiménez Godínez, exhibido por El Diario de Yucatán por su tentativa de cohecho, ofreciendo a los representantes de esa publicación los recursos de la institución de “beneficencia pública” para financiar las campañas electorales de los candidatos del PAN en Campeche. Sobre el particular, debemos denunciar que, cuando nuestro corresponsal en aquella entidad, Enrique Pastor Cruz Carranza, ofrecía al aire en Voces del Periodista Radio los pormenores de aquel perverso lance , fue sacado “misteriosamente” del aire. A los días, Jiménez Godínez pidió una licencia “temporal” mientras se realiza la indagatoria del caso. Una de las dependencias llamada a esa investigación es la Secretaría de la Función Pública a cargo de Salvador Vega Casillas. Pero ya sabemos cómo se las gasta esa dependencia desde que fue puesta en manos de Germán Martínez Cázares por el presidente Calderón. Lo que es decir que no encontrará materia para sancionar el funcionario con licencia “temporal”. El miedo no anda en burro. ¿Y la moral republicana?