Las protestas dominan las noticias, mientras los líderes mundiales se reúnen en Londres para asistir a la Cumbre del Grupo de los Veinte. La guerra, la economía, la globalización corporativa y la oposición popular al rescate financiero están en el primer plano.
Los ejecutivos reciben grandes compensaciones mientras los trabajadores y los sindicatos son obligados a hacer concesiones. El Presidente Barack Obama heredó una serie de crisis profundas e interrelacionadas, sin embargo se ha generado una gran expectativa a nivel mundial de que él puede ser el agente del cambio.
La semana pasada, Obama realizó una conferencia “Abierta a Preguntas” en la Casa Blanca, que fue trasmitida a través de Internet. Las preguntas fueron planteadas previamente por el público y se realizó una votación para determinar su popularidad. Esta es la respuesta de Obama a una pregunta sobre la marihuana: “Debo decir que hubo una pregunta que tuvo muchos votos y es si legalizar la marihuana mejorará la economía y la generación de empleo. No sé qué dice esto sobre la audiencia de Internet, pero esta fue una pregunta bastante popular y queremos asegurarnos de que sea respondida. La respuesta es no, no creo que sea una buena estrategia para el crecimiento de nuestra economía”.
La popularidad de esa pregunta podría señalar la preocupación del público ante la política de drogas de Estados Unidos, y el impacto negativo que ha tenido la llamada guerra contra las drogas en nuestra sociedad.
Esta primavera estoy realizando una gira por todo el país, en la que visitaré más de 70 ciudades. En Seattle, entrevisté a un fuerte crítico de las leyes sobre drogas de Estados Unidos, que me dijo: “De hecho, apoyo la legalización de todas las drogas”.
Estas palabras provinieron de un defensor bastante inusual: el ex Jefe de Policía de Seattle, Norm Stamper. Stamper es miembro de la junta asesora de la Organización Nacional por la Reforma de las Leyes de la Marihuana (NORML, por sus siglas en inglés) y portavoz de la organización Law Enforcement Against Prohibition (Aplicación de la ley en contra de la prohibición o LEAP, por sus siglas en inglés). Stamper explicó: “Hemos gastado un billón de dólares en la consecución de esa guerra desde que Richard Nixon proclamó a las drogas como el enemigo público número uno y declaró una guerra abierta contra las drogas, y ¿qué resultados podemos mostrar? A pesar de que los índices pueden fluctuar, las drogas están disponibles más fácilmente hoy en día, a precios más bajos y a niveles más altos de potencia que nunca antes. Entonces es un fracaso colosal. Y la única forma de provocar la quiebra de estos cartels, y de reestablecer la salud y la seguridad en nuestros barrios es regular ese comercio, en lugar de prohibirlo”.
Mientras Stamper promueve una reforma, su sucesor como jefe de policía de Seattle, Gil Kerlikowske, como escribió Stamper en su blog, “está en camino al otro Washington para asumir el cargo de ‘zar de las drogas’…para defender la permanencia de las leyes de drogas del país”.
La secretaria de Estado Hillary Clinton reconoció recientemente, camino a México, “Nuestra demanda insaciable de drogas ilegales estimula el tráfico de drogas”. También estimula una creciente población carcelaria (algunos estados que tienen problemas financieros están liberando a delincuentes no violentos vinculados a las drogas para ahorrar dinero), la militarización de la frontera entre Estados Unidos y México, y la epidemia de violencia vinculada a las drogas en México. Los cárteles compran rifles de asalto AK-47 y otras armas en Estados Unidos, y luego las ingresan ilegalmente a México. Paul Helmke, presidente del Centro Brady para Prevenir la Violencia con Armas, me dijo hace poco “La gente de México se dio cuenta de lo que los delincuentes en Estados Unidos se dieron cuenta hace mucho tiempo: Nuestras leyes débiles y casi inexistentes en Estados Unidos están facilitando que estas armas ingresen a México”.
Con la creciente aceptación estado tras estado de los usos médicos de la marihuana, con la despenalización de la posesión de pequeñas cantidades en varias jurisdicciones y con el alto costo del encarcelamiento en comparación con el tratamiento, el sentimiento público parece inclinarse a favor de un cambio.
Norm Stamper demoró años en aprender las difíciles lecciones de la fallida guerra contra las drogas. Las lecciones difíciles parecen ser su fuerte.
El era el jefe de Policía de Seattle durante las protestas contra la Organización Mundial del Comercio en 1999: “Cometí errores graves previo a esa semana y durante esa semana y lo único que puedo decir es que lamento muchísimo no haber hecho determinadas cosas y haber hecho otras. No vetar una decisión de utilizar agentes químicos, también conocidos como gases lacrimógenos, contra cientos de manifestantes pacíficos. Como jefe debería haberme dicho: ‘Por un bien mayor, no deberíamos haber traído esos agentes químicos. Creo que no deberíamos haber aumentado los riesgos’. No culpo a quienes estuvieron allí, me culpo a mí mismo”. Ahora él suena más como uno de los manifestantes en contra de la OMC a los que sus fuerzas lanzaron los gases lacrimógenos: “Ahora estamos cosechando lo que sembramos en la forma de globalización desenfrenada y libre comercio sin trabas y creo que es hora de que todos nosotros en este país, mientras intentamos salir de esta crisis económica mundial, analicemos realmente lo que significan los problemas de justicia social y económica dentro del contexto de la globalización”.
Los líderes del G-20 en Londres, y los que asistieron a la cumbre de la OTAN después, tienen la oportunidad de aprender de Norm Stamper: ordenarles a sus fuerzas de seguridad que guarden las pistolas de choques eléctricos y los gases lacrimógenos, y sorprender al mundo al considerar seriamente las voces de los que están manifestándose afuera.
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* Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna. ** Amy Goodman es presentadora de “Democracy Now!”, un noticiero internacional diario de una hora de duración que se emite en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en 200 emisoras en español. En 2008 fue distinguida con el “Right Livelihood Award”, también conocido como el “Premio Nobel Alternativo”, otorgado en el Parlamento Sueco en diciembre.
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español,
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