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Edición 211
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Escrito por Francisco Rodriguez
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Sábado, 30 de Mayo de 2009 21:55 |
Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros Marco Tulio Cicerón
DON JESÚS REYES HEROLES aún habita en la memoria de algunos mexicanos debido a la intemporalidad de sus frases y retruécanos que, en no pocos casos, debieran provocar la reflexión en el remedo de clase política que padecemos. El mayor de sus hijos, con el mismo nombre y apellidos -aunque con muy distintas prendas morales e intelectuales- transita por la burocracia sin pena ni gloria, confirmando aquello de que “nunca segundas partes…”. Pero también produce frases. Apenas hace unos días, en un convivio con representantes de esos formidables grupos de presión que son la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción y el Colegio de Ingenieros Civiles de México, Reyes Heroles Jr. -que como lo fue su padre, es hoy director general de Petróleos Mexicanos-, ratificó con sus dichos lo que se percibe en el ambiente. Que la decisión de construir una nueva refinería en Tula, Hidalgo, se realizó “a la mexicana”. Y que “a la mexicana”, también, va el proceso para la adquisición de los terrenos en que dicha instalación petroquímica podría levantarse… si no es que el señor Felipe Calderón se sale con la suya y la erige en el muy blanquiazul estado de Guanajuato. Estilo de la casa, o mejor dicho, de los fallidos ocupantes de la casa presidencial, bien podría convocarse ahora a una consulta pública en la que los más sabios de México y, claro, los partidos políticos, fijaran su posición con respecto a qué fue lo que Reyes Heroles quiso decir con “a la mexicana”. Acaso, ¿qué muy bien? O, malinchista, ¿que al aventón? Pero como el tiempo apremia, como todo indica que ahora no estamos para repetir discusiones bizantinas, habrá que coincidir en que el epíteto de Reyes Heroles define lo que está mal hecho, quizá hasta corrompido, una de las constantes que definen a los políticos y burócratas mexicanos. En afán de ahorrar tiempo, pues para conocer “el final-final” de esta tragicomedia de yerros sólo nos queda de aquí al 23 de julio, dejemos a un lado la ya muy comentada pasarela de gobernadores pujando porque en sus territorios se levantara la instalación petrolera que, efectivamente, se desarrolló “a la mexicana”. Asomémonos, mejor, a lo que ocurre en Hidalgo, donde con mano de hierro y represión construye “consensos” el priista Miguel Ángel Osorio Chong, quien se ha echado sobre las espaldas la colosal tarea de adquirir terrenos ejidales para, si lo consigue, donarlos a Petróleos Mexicanos y, hasta entonces, se empiece a construir en ellos la refinería prometida desde hace ya más de un año y que, hasta la fecha, sólo ha servido para que el señor Calderón la use de ariete en contra de sus opositores políticos. Integrante de un grupo político ahora controlado por el ex gobernador Jesús Murillo Karam -actualmente segundo de a bordo en el CEN del PRI-, Osorio Chong también es practicante del mayor de los oscuros blasones de esta dinastía tricolor: la adquisición de terrenos, ya sean públicos o ejidales, para después de realizar obras públicas, revalorizada su plusvalía, venderlos ellos a particulares o, en muchos casos, a las administraciones estatal o federal. El de Tizayuca es un ejemplo nacionalmente conocido. Este grupo, que por entonces fue representado por Manuel Ángel Núñez Soto en su calidad de “gobernador”, adquirió miles de hectáreas para que en ellas se construyera un aeropuerto internacional… Fracasaron y se quedaron con grades reservas territoriales, en espera de otra oportunidad. Menos conocido lo que sucede localmente. Un botón de muestra, en el sur de Pachuca, la capital estatal, donde el grupo Murillo-Núñez-Osorio adquirió lotes y lotes de terrenos, pues por ahí construiría un boulevard, ahora bautizado cual Luis Donaldo Colosio. No hace mucho, la orgullosa Wal-Mart fue víctima de ese clan, cuando uno de los hermanos de Osorio revendió un terreno a la vera de esa vialidad, al doble del precio que la transnacional había pactado con el propietario original. “O les vendes o les vendes”, dicen los amenazados propietarios de los terrenos con los que lucra este grupo “político”. ¿Está operando igual Osorio Chong con los ejidatarios de Tula? ¿Presionados, amenazados, los estarían obligando a vender? Lo peor es que en Tula mismo, no creen en la bondad de ver ampliadas las instalaciones que en esa localidad ya tiene Pemex. Las que ahora funcionan ahí sólo han traído desgracias a los pobladores. Contaminación, carestía, sin que a la comunidad permeen los supuestos beneficios del desarrollo. Para el resto de la entidad también se cierne otro perjuicio: el endeudamiento de la administración pública local, que ya ha anunciado la contratación de créditos para poder pagar, si logra adquirirlos, los terrenos para la refinería condicionadamente prometida. “A la mexicana”, dijo Reyes Heroles Jr. “A la mexicana”, con ingredientes de corrupción y represión, confirma Osorio Chong. Índice Flamígero: La voz del EPR se ha dejado escuchar sobre el tema: “Presentada como la panacea para el desarrollo económico del país, (la refinería en Tula) constituye en los hechos una gran falacia, porque es un absurdo sostener que va a generar desarrollo y crecimiento económico”. En octubre de 2007, la guerrilla eperrista dejó huellas de su presencia por ahí.
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